Capitulo 8
Los Pingüinos se levantaron del suelo luego de ver toda la batalla entre el castor y el rey rata, aun sentían una que otra molestia pero en general ya se habían recuperado y hasta Rico se hizo tronar los huesos.
─ ¿Cómo están muchachos? ─Preguntó el líder algo preocupado.
─Estamos bien Skipper ─reportó el científico terminando de revisar sus heridas.
─Miren, ¿Qué le pasa a Rush? ─Cuestionó el sorprendido Cabo.
En eso el castor mutante lanzó un grito desgarrador, las cuatro aves no voladoras tuvieron que tapar sus tímpanos con sus aletas para poder aguantar tal estruendo.
─Esto es malo ─fue lo que dijo Rico.
─Kowalski análisis ─ordenó el más fuerte de los cuatro.
─Parece que los castores todavía no son capaces de controlar la fusión, y enloquecieron por tal motivo ─informó el más inteligente de los cuatro.
─Oigan ¿y creen que recuerde que somos amigos? ─El más tierno empezó a preocuparse de la amenaza inminente.
─Lo más probable ─golpearon con fuerza a Rico mandándolo a volar─ es que no ─sentenció Kowalski.
─¡En posición! ─Ordenó el líder haciendo que se pusieran en sus poses de combate─ detengamos a las tres... ¡tres! ─sentenció.
Enseguida tanto kowalski como Cabo empezaron a golpear los pies del castor gigantes pero sin lograr gran cosa, Skipper intentó quedarlo pero sus llamas aun no eran lo suficientemente potentes para ser una gran amenaza. En eso Rico vomito un lanzacohetes y disparó a discreción destruyendo el hombro izquierdo de la amenaza que cayó por la fuerza del impacto y casi daña a sus compañeros.
─Rico ¡¿Qué fue eso?! Casi nos das ─Se quejó Cabo.
─Aunque arcaico creo que dio resultó ─Kowalski analizó el daño.
─Bien hecho compadre, así se hace ─enseguida The Rush se levantó─ mejor dicho, muy mal hecho, apunta la cabeza para la próxima.
─Lo ciento ─se disculpó el psicópata.
Después los pingüinos vieron con temor como la gran amenaza empezó a regenerar, este cargó un pesado vehículo para luego arrojarlo contra las aves no voladoras que se deslizaron por el suelo para esquivar dicho objeto. A continuación el listo empezó a distraer al mutante al esquivar todos sus golpes mientras que el adorable golpea puntos vitales tratando de doblegarlo pero esa estrategia no estaba surtiendo efecto, el líder empezó a enojarse por no ser tan poderoso lo que obligó a su llama a aumentar su intensidad hasta consigue un lanzallamas que rosaba lo decente. El psicópata por su parte regurgito una pistola calibre 25 para tener más control del daño y evitar herir a sus compañeros.
─Esto no está funcionando ─se quejó Skipper contemplando como las quemaduras se regeneraban más rápido del daño que provocaba─ ¡¿alguna idea para detener esa amenaza?! Por favor, no hay malas respuestas.
─¡Kaboom! ─Propuso Rico.
─¿Alguna otra idea que funcione?
─Es imaginación mía o ¿se está volviendo más poderoso? ─Cabo es alcanzado por un puñetazo que le dejo el ojo morado.
─A de ser la adrenalina, entre más lo atacamos más poderoso se vuelve ¡debemos dormirlo! ─Se le ocurrió al científico─ ¿pero cómo?
─Interesante cuestión ─vio sus aletas─ ¡lo tengo! ─El líder tuvo una idea.
Entonces Skipper se deslizó por el asfaltó hasta llegar frente a frente con el castor mutante y mientras Kowalski seguía esquivándolo el líder aprovecho para subirse hasta alcanzar el hombre de The Rush y de un certero aletazo en su cuello lo hizo caer al suelo, dejándolo inconsciente por unos segundos hasta que los cuatro castores volvieron a la normalidad.
─Misión cumplida ─fue lo que dijo el líder.
─Bien hecho Skipper ─se alegró Kowalski.
─Me alegra que ya terminó ─se alegró Cabo.
─¡Qué bien! ─Rico engullo las armas de regreso a su estómago.
─Pero ¿Qué fue lo que paso? ─Se preguntó Kendall.
─Creo que nos volvimos a fusionar y otra vez volvimos a perder el control ─informo Logan.
─Así que mal ─Kendall se cruzó de brazos.
─¡Pero deben admitir que cuando nos volvemos The Rush somos lo máximo! ─Carlos gritó eufórico.
─Aunque no deberíamos fusionarnos tan seguido, todo esto de la fusión me da dolores de cabeza ─se quejó James apretando sus palmas contra su cabeza─ mareos...
─Miren. Son los pingüinos, vienen a hacer cosas que bueno, ellos hacen ─fue lo que dijo Carlos señalando a las aves no voladoras.
─Hola pingüinos ¿Cómo están? ─Saludo Kendall.
─Hola Castores ¿Cómo les va? ─Les devolvió el saludo Cabo.
De vuelta en las instalaciones militares abandonadas. La ardilla roja seguía inundando de lava todo el complejo, aumentando la cantidad de aquel ardiente fluido a más no poder, todo con tal de que sus enemigos se les dificultara una contraofensiva, sobre todo por el molesto frailecillo que intentaba escapar del calor volando hasta casi tocar el techo.
─Les sugiero que se rindan y acepten su destino ─con mucha seriedad─ morir ─después de pronunciar esa palabra la ardilla roja se echó a reír.
─No creas que nos simpatizas, además que podemos contigo y más ─en eso mando una ráfaga de plumas cortantes─ ¡toma esto!
─Patético ─creó una columna de lava que destruyo todas las afiladas balas─ sus insignificantes poderes no representan ningún inconveniente a mi ser ¡yo los voy a exterminar escorias! ─sentenció la ardilla.
─Mucha palabrería pero poca acción, si lo que quieres es pelea ¡te voy a dar guerra! ─En consecuencia Hans se lanzó en picada hacia su víctima a toda velocidad─ a ver si puedes mirar eso patán ─le da justo en el ojo parchado de su enemigo y luego volvió a alzar el vuelo justo antes de casi quemarse por estar tan cerca de la lava─ estuvo cerca, pero que bueno que controlo mejor mi poder.
─¡Frailecillo! ─Se le cayó el parche a la ardilla roja dejando al descubierto su desfigurado e inservible ojo─ vas a pagar por esto ¡considérate pollo rostizado!
Clemson por su parte trataba de encontrar alguna forma de atacar por la espalda a la ardilla roja, cosa que era prácticamente imposible debido a que estaba rodeado por varios metros de ardiente lava y la técnica de lanzarle cosas no iba a servir de mucho, hasta que se le ocurrió ir a buscar un arma de fuego y para su fortuna a Rico se le había olvidado una que otra por el cortó tiempo que estuvo en esa base.
─Huy que miedo, mira como tiempo ─el ave empezó a burle de él mientras volada─ no puedes ni tocarme con tus ráfagas de lava porque las esquivo fácilmente.
─¿Eso crees? ─le mandó varias columnas del fluido a alta temperatura pero como fue previsto su enemigo las esquivo sin dificultad─ maldición...
─¿Lo ves? Mi velocidad aumentando esta, en pleno vuelo soy intocable ─se jactó el orgulloso frailecillo─ ¡hay te voy roedor!
Este voló a una velocidad extraordinaria y le proporciono una gran raja en su hombro del cual empezó a brotar algo de sangre aunque no mucha debido a que la herida no era profunda, el ave se le complicó aplicarle más daño por todo el riesgo que conlleva recurrir a estos ataques fugares tan arriesgados. En eso llegó el lémur rojizo con una pistola cargada y lista para disparar.
─Ahora, esto sí que me gusta ─el lémur apuntó a su adversario al cuerpo y jalo del gatillo─ muere ardilla roja.
─Pero que ─por estar concentrado con el otro, apenas tiene tiempo de reaccionar generando un escudo de lava entre él y la bala salvando su vida por una fracción de segundo─ oye, atacar por la espalda ¡es de cobardes!
─Huy si lo que sigas, pero mira como dispara esta belleza ─volvió a disparar en reiterada ocasiones─ no creas que escatimare en balas.
Ante tal panorama adversó la ardilla roja se enojó a niveles estratosféricos provocando que la temperatura a su alrededor aumentara como la superficie de una estrella, derritiendo todo a su alrededor y la lava se volvió aún más fluida hasta el punto de no oponer nada de resistencia. Luego género en cuestión de segundos una gran ola de lava hacia el lémur rojizo que tuvo que correr literal por su vida para salir ileso de ese ataque de parte de su contrincante.
─Vaya... eso estuvo bien cerca ─pronunció la ardilla roja con la respiración agitada y con taquicardia tratando de recuperar la compostura─ ustedes sabanillas son más molesta de lo que pensaba.
─¡Oye no me ignore! ─El ave aprovecho la distracción de su aliando para causarle daño severo sobre su rival─ que yo soy igual o más peligroso que él.
De repente el frailecillo una vez más se lanzó en picada hacia su contrario pero ahora le proporciono un duro golpe debido a que con sus alas tan afiladas como cuchillos terminó cortándole la mano de la ardilla roja de un tajo de un segundo al otro; del antebrazo del mamífero comenzó a brotar la sangre a chorros y un dolor extreme empezó a invadir el cerebro de la ardilla roja provocando que dirá un desgarrador gritó al aire con tal fuerza que se pudo escuchar su sufrimiento en todo el gran complejo.
Para evitar que siguiera desangrándose, la ardilla roja se cauterizo la herida recurriendo a su propio elemento para cortar la hemorragia de golpe, lo consiguió. Acto seguido sus ojos se llenaron de odio y su rostro cambio a uno que expresaba fuego en la sangre, de pronto género un torbellino de lava a sus pies para comenzar a elevarse hasta quedar a varios metros del suelo, sujetado solo por la gran columna de lava que controlada recurriendo a todo su furia emanante de su persona; tanto el frailecillo como el lémur empezaron a sentir algo de preocupación por lo que se les avecindaba: una pelea a muerte.
─A caray, esto no lo veía venir ─se pronunció el Clemsón demasiado temeroso por su vida─ Tengo miedo, tengo miedo.
─¿Y eso qué? Entre más altos subes más fuerte es la caída y el cielo es mi elemento ─Hans le restó importancia.
─En eso te equivocar mi emplumado "amigo" ─sentenció la ardilla roja con la mirada más seria del mundo─ ¡les mostraré lo que es el verdadero poder!
Por consiguiente el mamífero con la mano amputada recurrió a lanzar ráfagas y olas de lava en todas direcciones obligando a sus contrastes a esquivarlas todas las caóticas y errantes masa de lava ardiente que provoco un gran cansancio en Hans que tuvo que sobre exigirse para esquivar todos esos letales ataques mientras que el lémur no tuvo más opción de alejarse de la zona de peligro para sobrevivir, la lava que se empezó a acumular en el segundo piso provoco que una parte del techo sobre Clenson colapsara y este tuvo que recurrir a su increíble fuerza para romper ese bloque de concreto que casi lo aplastaba.
─¿Qué paso Frailecillo no que estabas como pez sobre el agua? ─La ardilla roja empezó a darse carcajadas por la gran ironía.
─No creas que has visto todo de mí, no me conoces ¡aun no lo doy todo! ─fue lo que Hans dijo.
Esta historia continuará...
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