7. Extracción mental
Lo primero que vio al abrir sus ojos fue un entorno extraño, negro en su mayoría, sin muros definidos, con un techo y un piso formados por figuras eléctricas en movimiento que iluminaban lo que parecían ser figuras poligonales dispuestas a suerte de cristales. Era como estar en el interior de una computadora, y precisamente allí es donde se encontraba.
—Esto es lo más cerca que la tecnología convencional ha llegado de lo que haces tú de forma natural —dijo Richard, al momento que Marko volteaba a su izquierda para verlo—. Bienvenido a la computadora principal de mi laboratorio, estamos dentro de ella.
Marko miraba extrañado, con el ceño fruncido.
—Espere... ¿Qué es est...?
—Tranquilo, es normal que no recuerdes cómo llegaste aquí, tu mente no está acostumbrada a este tipo de estímulos y por eso pierdes contacto con los recuerdos inmediatos, pero a medida que el tiempo transcurra aquí dentro irás recordando— le explicó Richard, siempre con su tono sereno y serio.
—¿Es esto realidad virtual? —dijo Marko, entre dudoso y emocionado.
—Bueno, pues ese es el nombre que se le daba a esta tecnología coloquialmente cuando era solo una idea. Hoy en día, desde hace ya una década, se le conoce, al menos dentro de la comunidad científica, como «Extracción mental», por el hecho de que a tu mente se le «solicita» mediante estímulos nerviosos que cree una imagen digital de ti, respondiendo a tus pensamientos. En palabras más simples, la imagen mental que tenemos de nosotros mismos es copiada e introducida en la computadora, mientras nuestros cuerpos permanecen en estado de ensueño, conectados al equipo mediante electrodos estimulantes.
—Debo confesar que siempre me imaginé algo como esto, pero solo en la industria de los videojuegos, nunca se me ocurrió pensar que podría usarse más allá. —Marko dijo esto a la par que recordaba la razón de por qué había ido a ver a Richard—. Sin embargo ¿Qué es lo que hacemos aquí? Dijo que me explicaría...
—Todo... Nada más y nada menos que eso... Y nada mejor para empezar que mostrándote el inicio de ese todo... De no ser por esto que ves, nunca habríamos descubierto el Corpus Spectrum, es decir, el estado al cual tú accedes cada vez que duermes. Sin embargo, todo esto que estoy diciéndote puede explicártelo mejor el registro almacenado en esta computadora. —A continuación, emitió una orden verbal al vacío— ¡Inicio de Secuencia Documental!
Una vez dicho esto, una esfera celeste, hecha de números en movimiento, se formó a varios metros de ellos, descubriendo una especie de letrero negro con letras rojas que se leía claramente: «Cargando...». Acto seguido, se escuchó la voz de Richard retumbar en todo el lugar, aparentemente producida por el mismo sistema, a la vez que la esfera se transformaba en figuras ilustrativas de lo que iba diciendo.
Hace ya 23 años, es decir, a principios de la segunda década de este siglo, se descubrió un mecanismo del sistema nervioso que «limpiaba» el cerebro mientras el cuerpo dormía: el sistema glinfático. No se había descubierto antes por la sencilla razón de que este sistema se desarticula por completo al momento en que el cerebro muere, y como bien es sabido, no fue sino hasta entonces que se contó con la tecnología necesaria para analizarlo mientras se encuentra en funcionamiento.
El sistema glinfático fue concebido en un principio como un sistema de tuberías por el cual pasaba el líquido cefalorraquídeo, depurándose y preparándose para ser nuevamente utilizado al despertar. Pero esto era solo la punta del iceberg.
En el año 2025 se descubrió la verdadera función de este sistema, todo gracias al desarrollo de la electrosimulación, un sistema que permite ver las corrientes eléctricas como pequeños rayos en desplazamiento. A partir de esta tecnología, logró visualizarse una especie de estructura que dibujaban los impulsos eléctricos que mantenían en movimiento este sistema.
Algo impensable hasta entonces acababa de ser comprobado: al dormir, toda la energía cerebral se concentraba en un solo sector, manifestándose en forma de electricidad. De esta forma, el cerebro adquiría la capacidad de almacenar energía de magnitudes desconocidas. Todo esto desembocó en una carrera desmesurada de toda la comunidad científica hacia un único objetivo: utilizar esa energía.
En primera instancia, estos descubrimientos ayudaron a encaminar de una mejor manera a la tecnología de inmersión, o bien realidad virtual, por su nombre más conocido. Luego, al descubrir que disponiendo estratégicamente un sistema de electrodos especializados se podía crear una imagen mental con la energía extraída, el empuje a esta tecnología fue descomunal, cambiando así su nombre a «Extracción mental».
En este punto, toda la secuencia digital de imágenes y animaciones cesó por un momento. El rostro de Marko denotaba una clara confusión, mientras Richard, casi sin expresiones, se quedaba mirándolo fijamente.
—Podrás preguntarte, Marko, a qué viene toda esta explicación. —Hizo una pausa antes de continuar—. La respuesta es tan sencilla como marcar el punto de partida de lo que quiero mostrarte: nuestra investigación, dirigida por el Dr. Friedrich Weiss, padre de Alessa, asistida por mí, con la colaboración de la que hoy es tu profesora, Annelien Hagens. Ahora bien, sin más preámbulos, será mejor que deje al sistema mostrarte todo por mí, lo verás con tus propios ojos... ¡SIMULACIÓN VISUAL DE REGISTROS, INICIAR!
Dijo esto y al cabo de algunos segundos se mostró un texto rojo en medio del fondo negro de aquel espacio digital.
Enero del 2032, Instituto Tecnológico de Massachusetts
El entorno fue aclarándose hasta que Marko pudo distinguir las formas claras del interior de un edificio. Entonces se vio a sí mismo en medio de un amplio pasillo, a través del cual vio pasar, resaltada por el mismo sistema de simulación, a una joven pelirroja de una belleza y majestuosidad inconfundibles, como un cometa surcando el firmamento nocturno.
Entre tanta opulencia y tantos personajes de prestigio, era normal sentirse pequeña e insignificante. Mirar a ambos lados del pasillo principal de aquella estructura, que se parecía más a la célebre Casa Blanca que a cualquier otra cosa, y ver nada más que personalidades científicas de renombre, muchas de más del doble de su edad, no le ayudaba mucho a creerse que realmente había sido invitada personalmente por el conferencista que los había reunido a todos en el campus de aquella institución.
Siendo considerada una niña prodigio, Annelien siempre pensó que al crecer por fin el mundo la dejaría de mirar subiendo la mirada, pero ya de 29 años, todos aquellos grandes hombres que ella misma consideraba mentes brillantes no hacían sino mirarla con esa misma admiración. No era para menos, no muchos llevan a cabo uno de los mayores descubrimientos científicos de la historia a sus escasos 22 años, y a pesar de que ella había elegido dejar su autoría oficial en el anonimato, era un secreto a voces entre la comunidad científica. Ella era un prodigio entre prodigios.
Para ese momento, la conferencia llevaba rato terminada, pero ella había sido citada aparte, nada menos que por el propio conferencista, así que no sabía qué esperar. Caminó por el pasillo principal hasta llegar a una pequeña sala de reuniones donde la esperaban dos hombres. El primero de ellos se puso de pie nada más verla entrar, era el experto que acaba de dictar la conferencia. Era alto, tenía una mirada penetrante y un semblante firme, todo en él daba indicios de su fuerte carácter.
—Dra. Annelien Hagens, todo un honor que haya accedido a reunirse con nosotros —dijo el conferencista, ofreciéndole su mano para estrecharla.
—El honor es todo mío, Dr. Weiss, créame —contestó ella con una sonrisa mientras aceptaba el saludo de manos—, aunque, si no es mucha molestia, preferiría que me llamara solo por mi nombre, Annelien está bien.
El hombre asintió con condescendencia.
—No se preocupe. En ese caso, seré solo Friedrich para usted.
En ese momento, la pelirroja se percató del hombre a la izquierda de Friedrich, quien acababa de ponerse de pie con movimientos calmos y pausados. Era aún más alto, su piel era muy pálida y su apariencia era mucho más joven que la de su compañero. Sería a lo sumo siete u ocho años mayor que ella.
—Oh, disculpe, un placer, usted debe ser el doctor...
—Richard Porter, señorita. —Su voz se escuchaba tenue y jovial, con una ligera vibración que la hacía sonar profunda. Él esbozó una media sonrisa y Ann no pudo evitar mirar fijamente a sus ojos, entintados de un azul bastante claro—. Mi compañero me ha hablado maravillas suyas, pero ahora que estamos cara a cara puedo constatar que se ha quedado corto —dijo él, al momento que con gran sutileza tomaba su mano y besaba su muñeca.
Ante tal gesto, Annelien no pudo evitar ruborizarse, para sorpresa de sí misma.
—Bueno... Yo... Es un placer, Dr. Richard... ¿Qué quiere decir con que se ha quedado corto? —dijo Annelien con inesperados nervios.
—Pues porque olvidó mencionar que es usted una mujer muy hermosa —dijo el hombre, guiñándole el ojo—. Sin embargo, antes que nada debo expresarle mis respetos. Como médico neurocirujano que soy, es lo mínimo que puedo hacer ante la persona que descubrió la energía escondida en la mente.
Desde un rincón, Marko observaba absorto, sin poder creer lo que veía. Todo cuanto le rodeaba lucía real pero no podía tocar ningún objeto, solo podía mirar aquella escena y pensar. Él no estaba ahí, pero todo se sentía increíblemente real, era como mirar al pasado a través de una ventana. Sin perder de vista un solo detalle, vio como la mirada de aquella hermosa mujer iluminó toda la estancia; él sabía lo que esa mirada significaba, la había visto hacía tan solo horas, en otros ojos, en otra persona...
—De verdad muchas gracias, Dr. Richard —dijo ella con una nada disimulada sonrisa, en medio de un suspiro emocionado—. Todo esto es un gran halago para mí, sobre todo viniendo de personas como ustedes.
—No es necesario ser modesta, señorita Annelien —interrumpió Friedrich—. No es usted quien necesita de nosotros, somos nosotros quienes le necesitamos, por ello le hicimos venir hasta aquí... Sin más preámbulos, ¿me creería si le dijera que estamos por iniciar algo grande? ¿Está lista para descubrir algo que podría cambiar el mundo?
La mujer se sorprendió al escuchar esa afirmación.
—Pues... Eso suena a una gran ambición, sobre todo viniendo de usted... Lo que no entiendo es cómo podría ayudarlos con eso.
—Muy sencillo, señorita, necesitamos a un experto en la energía cerebral, ¿quién mejor que su descubridora para saber acerca de ella? —respondió por su parte Richard.
—Bueno, debo decirles que estaré gustosa de ayudarles en todo lo que pueda, pero les pido que cumplan ciertas condiciones para conmigo.
—Tranquila, Annelien, no se preocupe por proteger su identidad, estamos conscientes de cuánto se ha negado a hacer su vida pública —le volvió a interrumpir Friedrich—, razón por la cual todo lo que se trabaje en esta investigación será confidencial. Sin embargo, necesitamos saber ciertas cosas. Para empezar, tenemos entendido que es neerlandesa de nacimiento.
—Lo soy, doctor. Vivo en Ámsterdam desde que nací —dijo Annelien, siempre sonriendo.
—Pues he debido visitar Países Bajos desde hace mucho tiempo —dijo Richard en voz baja, con una media sonrisa en su rostro.
—No hace falta, ya me tiene aquí —dijo ella casi por impulso, manteniendo su bella sonrisa, pues algo en Richard le inspiraba una gran confianza. Hizo una breve pausa y se dirigió de nuevo a Friedrich—. Bien, doctor, solo díganme qué debemos hacer y cuándo comenzamos.
En ese momento, todo lo visible se fragmentó, mostrando un aviso en texto rojo.
Fin de primera simulación
—Profesor... —Marko se atrevió a curiosear—. Usted, la profesora Annelien, ustedes dos...
—Lamento tener que mostrarte asuntos personales sin importancia, es inevitable que te causen curiosidad y eso puede distraerte de lo que necesitas saber, pero no hay forma de controlar eso, es información recabada por la computadora desde mi cerebro. —Todo esto lo dijo Richard con su típico rostro inexpresivo—. De todas formas, probablemente tu pregunta sea contestada a medida que te adentres en las próximas recreaciones.
—Creo que saberlo es importante, para tener una idea de la causa de lo que sea que haya pasado. Solo necesito un «sí» o un «no» y, si lo desea, no haré más preguntas.
Richard mostró su acostumbrada media sonrisa.
—Sí, Marko... Creo que lo mejor es dejar todo hasta aquí, al menos por ahora —dijo y luego, sin esperar respuesta, miró al frente de nuevo—. DETENER SIMULACIÓN, FINALIZAR SESIÓN EN CURSO.
Todo volvió a transformarse. Las formas eléctricas y luminarias en movimiento desaparecieron y para Marko solo quedó la oscuridad.
Junto con la oscuridad, una extraña presión se instaló en su cabeza, como si algo la estuviese sujetando, nublándola. De inmediato intentó llevarse las manos a la cara y entendió lo que ocurría. Con cuidado, retiró el casco que cubría su cabeza y se vio en una extraña sala atiborrada de pantallas y equipos electrónicos. No tardó mucho en entender dónde estaba: el laboratorio de Richard.
Justo frente a él, reconoció la figura alta y parsimoniosa de Richard quitándose su propio casco. Tan pronto sus penetrantes ojos quedaron expuestos, dirigió una curiosa mirada a Marko.
—Olvidaste que estabas aquí, ¿no es cierto?
—Bu... Bueno... —balbuceó, sin saber exactamente qué responder. Fue entonces que notó un ligero mareo, como si su cabeza hubiese sido sacudida—. Creo que me había dicho que olvidaría algunas cosas.
Richard asintió.
—Lo sé, y por eso decidí detenerme. —Marko frunció el ceño, a lo que su profesor prosiguió—. Es una gran exigencia para el cerebro cuando experimenta la extracción mental por primera vez. Deberías sentir cansancio en este momento.
Él simplemente asintió, ni siquiera se sentía con muchos ánimos para hablar. Sin embargo, las dudas no tardaron en atacarlo ante lo que acababa de ver dentro de la computadora, y ellas pudieron más que su agotamiento mental.
—¿Puedo preguntarle algo, profesor?
Richard se encogió de hombros, mostrando disposición. Marko se animó a continuar.
—¿Soy la primera persona a quien le muestra esto? Quiero decir, ¿le ha mostrado esto a Alessandra?
La pregunta era necia, Marko sabía que no, que si ella hubiese sabido algo tan llamativo como una relación entre su profesor y su recién conocida profesora, cuanto menos se lo hubiese mencionado. La respuesta inicial fue un silencio turbio e incómodo.
—Eres el primero a quien le muestro esto, Marko, y muy probablemente seas el único —contestó el hombre finalmente.
—¿Por qué? ¿Por qué ocultarle esto a Alessa si todavía hoy sufre las consecuencias de lo que sea que haya pasado?
—Las circunstancias me han obligado a mantenerla alejada de todo este asunto. Si me permites mostrártelo todo puede que comprendas el porqué de las cosas.
—Otra vez, ¿por qué? —replicó Marko rápidamente—. Quiero decir, ¿por qué mostrármelo precisamente a mí, a un completo extraño?
—Porque eres un caso único, Marko, al menos hasta donde sé. —Por primera vez, Marko pudo ver algún atisbo de expresión en su profesor, como si el solo hecho de hablar de él le emocionara—. Cada noche sales de tu cuerpo mientras duermes, ¿no es así?
—Si le sirve de algo, hace tres días ni siquiera sabía eso —afirmó Marko con ironía.
—Porque en ti surgió de forma natural, no eres consecuencia de ningún accidente, a diferencia de Alessandra, de Friedrich, de mí...
—¿Puedo preguntar qué le ocurrió a usted? ¿También sale de su cuerpo al dormir?
En ese momento, Marko sintió como si un peso le fuera removido de los hombros, una especie de alivio repentino de un malestar que ni siquiera se había dado cuenta que tenía. Fue entonces cuando se percató que Richard acababa de quitarle la mirada de encima. Ahí estaba de nuevo, la misma sensación tortuosa que le producían aquellos penetrantes ojos al apuntar hacia él.
—En mi caso, solo algunas noches sucede, pero por un tiempo reducido, y a diferencia de lo que sucede con Alessandra, soy invisible para los individuos que están despiertos —respondió el profesor, ignorando la expresión nerviosa de Marko—. Mientras más me alejo de mi cuerpo, más me cuesta movilizarme, como si mi peso aumentara. Las noches que no abandono mi cuerpo, mi mente entra en una especie de sueño lúcido donde revivo escenas enteras de mi pasado, como si las estuviese viviendo de nuevo.
Marko sabía que debía ignorar aquella sensación incómoda, sabía que debía enfocarse en obtener toda la información posible, y por eso hizo un esfuerzo por concentrarse solo en lo que Richard le decía.
—¿Y en qué puedo ayudar yo? ¿Qué diferencia hará que yo sepa lo mismo que usted?
—Ni yo mismo sé eso, Marko, lo que sí sé es que algo grande está por ocurrir, puedo sentirlo, pero además es lógico. No es sostenible esta situación, este estado en el que me encuentro, la condición de Alessa, su padre...
—¿Qué es lo que se avecina? —Por mucho que lo intentase, Marko no pudo evitar que su voz temblara al preguntar eso último. Era el miedo, abriéndose paso desde sus entrañas—. Ya estoy metido en esto, por favor sea claro.
—Si algo llega a pasarme, Marko... Si algo malo llegara a suceder y existiera tan solo una mínima posibilidad de que tú puedas ayudarnos, no podemos desaprovecharla, debes saber todo cuanto sea posible, tener a tu disposición todas las herramientas necesarias.
Finalmente, Marko respiró profundo. Sabía que no había vuelta atrás, que no había otra salida que seguir adelante.
—Entiendo... Supongo que querrá que vuelva por aquí mañana, entonces.
—Sin duda será necesario. Sin embargo, por ahora es prioritario que descanses.
Sin más dilaciones, Marko se puso de pie y se encaminó fuera del laboratorio, a lo que la voz de Richard le atajó los pasos.
—Un cosa más, Marko. En la medida de lo posible, intenta no contarle a Alessandra lo que has visto aquí. Al menos hasta que te haya mostrado todo.
—Puede confiar en mí, profesor —dijo, asintiendo con toda la firmeza que fue capaz de mostrar.
Así continuó sus pasos hasta salir de la vivienda de Richard y encontrarse a sí mismo caminando una vez más por el campus del instituto. Ya era de noche y las luces de la Torre Observatorio se veían brillar a la distancia. Por un instante sonrió, imaginando que Alessa podría estar allí todavía. Sin embargo, su mente volvió de inmediato a lo que acababa de presenciar en el laboratorio y sintió la adrenalina recorrer su cuerpo.
Se sintió ansioso y agitado, con su instinto de supervivencia dándole a elegir entre luchar o huir. Realmente algo estaba pasando, algo más allá de su comprensión, la paz momentánea que había encontrado se rompería en cualquier momento y él tendría que estar preparando.
La sola posibilidad de que todo estuviese en sus manos era agobiante, por eso resolvió no pensar mucho en ello y seguir su camino hacia su vivienda. Una vez allí, se sintió increíblemente extenuado, y solo le bastaron escasos segundos luego de tocar su cama para quedarse dormido.
En menos de lo que demora un parpadeo, Marko se vio nuevamente allí, a las puertas de aquel sendero boscoso, donde todo estaba a punto de cambiar.
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