Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

38. Devastación inminente

Sus dedos se pasearon por el teclado digital, introduciendo la combinación numérica almacenada en su memoria. La puerta reforzada frente a ella se abrió, mostrándole a continuación unas largas escaleras que descendían hasta aquel laboratorio, hasta el mismo maldito lugar desde donde se gestó todo aquello que daba vueltas sin parar en su mente: recuerdos tallados con un cincel, dolor, pero sobre todas las cosas, una furia incontenible y cargada de deseos de venganza que se prolongaba, obnubilando sus pensamientos, hasta que recapitulaba lo último que había visto antes de despertar nuevamente en su realidad, transformando todo en alivio de nuevo, pues al fin sabía con toda certeza que cambiarlo todo estaba ahora en sus manos. De hecho, siempre lo estuvo, solo le hacía falta recordarlo.

Así era lo que sentía, un ciclo de tristeza, rabia y luego determinación, repitiéndose sin interrupciones desde hacía ya casi dos días enteros, durante los que difícilmente había pensado en algo distinto a lo que estaba a punto de hacer. Lo haría solamente por él, porque no se merecía un destino como el que tuvo, porque no tenía sentido para ella salvar un mundo en el que él ya no existiera. Sí, su destino desde un principio había sido ese, contrario a lo que llegó a decirle a Alessandra allá en el laberinto, cuando le dijo que nadie debió nunca formar parte de todo lo acontecido; lo cierto era que solo ella, Annelien, debió hacerlo, todo había comenzado con ella y terminaría con ella, no era otro sino ese su verdadero destino.

Sin embargo, su descabellado plan requeriría de una inmensa cantidad de energía, una que había quedado atrapada en una mente vacía, una mente que tuvo que ser completamente destruida para traerla a ella de vuelta y ahora formaba parte del infinito abismo, pero cuya conexión con la realidad se encontraba ahí, en el mismo lugar donde ella se encontraba. Pero ella sabía algo más, sabía que una vez liberase al ente poseedor de esa descomunal energía, aquel que ella tanto odiaba, aquel que había destrozado su interior en pedazos, no habría vuelta atrás, y de seguro todo cuanto ella conocía sería destruido, pero no había otra forma, no si quería lograr su cometido.

Entonces, una vez se situó frente al panel de control, miró hacia la camilla circular vacía donde dos días atrás ella había estado tendida, inconsciente, con su mente fuera de todo lo conocido. Al hacerlo, recuerdos que no le pertenecían comenzaron a brotar en sus pensamientos, recuerdos que le habían sido insertados a la fuerza en su memoria, recuerdos de él, recuerdos que le mostraban el horror que él vivió durante año y medio desde aquella noche de la llamada telefónica, cuando tuvo lugar aquel accidente, hasta la fatídica noche en que su pecho fue atravesado por el relámpago púrpura de Marko, pulverizándolo y borrando todo rastro de su existencia. La última imagen que ella pudo tener de él fue un cuerpo inerte flotando en el abismo, brillando en luz púrpura con ojos vacíos y un agujero en el pecho.

Fue en ese momento en que Annelien optó por dejar de poner resistencia, tomando asiento frente al panel central y dejando que todo aquello que estaba conteniendo saliera desde sus ojos y su garganta, desatando un llanto que no se hizo esperar, uno que contenía culpa, arrepentimiento y una inmensa tristeza. Así lloraba, porque necesitaba ablandar la dureza de aquellos espeluznantes recuerdos, porque en cada lágrima drenaba un poco de toda esa opresiva aflicción, aliviándola. Pero por sobre todo, ella lloraba porque necesitaba sentirse humana una vez más, tan siquiera por unos instantes, pues sabía que todo rastro de humanidad en ella no sería más que un recuerdo dentro de pocos minutos.

Finalmente, aquellos pocos minutos terminaron de transcurrir y ella alzó la vista, con un semblante completamente distinto. Ya no bajaba una sola lágrima por su rostro, pues ya no quedaba ningún lamento ni culpa que resguardar. Una cosa era aceptar la culpa, pero otra muy distinta era eliminarla, pues había una manera de hacerlo: revertir lo irreversible. Sus ojos mostraban valor, todo el que requería la decisión tomada, una que pronunció en cuanto situó sus dedos sobre una de las palancas de aquel tablero frente a ella.

—Esto es por ti, Richard...

Al accionar la palanca, una camilla circular salió a la superficie desde el fondo del laboratorio, y sobre ella, el secreto mejor guardado por Richard mientras careció de voluntad propia: el cuerpo inerte, vegetal, de Friedrich Weiss. Sí, durante todo ese tiempo no había estado sino frente a las narices de todos.

Annelien avanzó con determinación, pues en su mente yacía toda la información necesaria, transmitida mediante la energía que se había integrado a ella al ascender. Se colocó en frente de lo que alguna vez fue su compañero de trabajo, a quien su propia hija había terminado de matar sin saberlo, un testimonio cruel de lo que nunca debió haber sido.

Así, sin más dilaciones, los ojos de la pelirroja se iluminaron en rojo escarlata al momento en que acercó su mano a la frente de aquel cuerpo exánime.

Es hora de acabar con esto...



Había un deje nostálgico en su mirada, cuyo color anaranjado servía como recordatorio de la porción de humanidad que había perdido, al igual que los ojos púrpura que la miraban de vuelta.

—Supongo que esto me arruina la sorpresa de encontrarte ahí al despertar —dijo ella a modo de broma, esbozando una media sonrisa mientras miraba su cuerpo junto al de él, ambos dormidos entre las blancas sábanas.

—Sí, y yo supongo que esto arruina la posibilidad de despertar primero y escapar sin ser visto —replicó el, conteniendo una carcajada.

Incrédula por lo que acababa de escuchar, viró los ojos con fastidio antes de bufar con indignación.

—Ya llevabas rato sin ser idiota.

—Y tú llevabas rato sin ser gruñona —contestó él, cruzándose de brazos con ironía.

—¿No tienes botón de enmudecer?

—De hecho, te hacía falta uno hace unos minutos...

Ella entrecerró los ojos y lo fulminó con la mirada.

—¡Ya, ya, ya! ¡No me mires así, que es broma! —terminó él de exclamar.

Finalmente, ella miró hacia arriba, con resignación.

—Ahora me siento pedófila, eres un niño, y de los insoportables...

A continuación, él no hizo sino volver a contener otra carcajada, por alguna razón no dejaban de ocurrírsele bromas al respecto.

—Pero si los niños no hacen... —Se interrumpió a sí mismo cuando ella volvió a dirigirle esa mirada asesina, sin dejar de sonreír antes de continuar—. Vale, ya, me pondré serio.

Alessa persistió, manteniendo su mirada indignada hacia Marko durante aquel breve silencio, hasta que ella misma no pudo contenerse más y comenzó a reír, contagiándole a él su risa.

—Sabía que no podías ser tan amargada —afirmó él, triunfante, todavía entre carcajadas.

—Vale, está bien, tú ganas, me has hecho reír, pero ahora, a lo que realmente importa —contestó ella al momento en que desaparecía del borde de la cama y volvía a aparecer justo frente a él, en la cabecera de la misma—: ¿Qué ha pasado mientras yo dormía? Lo último que recuerdo es aquella explosión, luego de eso nada, hasta que desperté aquí, ¿qué pasó con Annelien? ¿Se encuentra bien?

—Bueno —dijo él, echándose hacia atrás—. Ella se encuentra bien, supongo, pero...

—¿Pero...?

—Creo que es un poco largo de contar, intentaré ser lo más breve posible...

—Tenemos tiempo, Marko...

—Bien, te cuento...

Hizo una breve pausa antes de rememorarlo todo, intentando no perder detalle alguno.

—Luego de aquella explosión, desperté en el abismo, todavía me encontraba fusionado con Lectros. Lo primero que alcancé a ver fueron tus ojos, brillando con esa misma luz anaranjada. —Señaló los ojos de ella—. Sin embargo, no eras tú, sino Pyrea, solo que esta vez lucía igual que tú. Cuando estuvimos frente a frente, te vi a ti, inconsciente mientras ella te cargaba en brazos, me dijo que estabas bien, que solo necesitabas reponerte de todo a lo que habías expuesto tu mente. Entonces me tranquilicé, pero enseguida pregunté por Annelien, pues no se encontraba ahí con nosotros.

»Fue ahí cuando Lectros se manifestó. Se separó de mí sin previo aviso, diciéndome que había algo extraño en ese lugar, que algo lo llamaba incansablemente, que debía acudir. Nos indicó a Pyrea y a mí que lo esperásemos, que muy probablemente se tratase de Ann, cosa que asumo fue cierta, pues luego de un rato Lectros regresó a nosotros, diciéndonos que ya podíamos regresar, o «ascender», como él dijo en ese momento, que no nos preocupásemos por ella. A continuación, no hizo sino envolvernos en un campo de energía, brillando, brillando y brillando cada vez más, hasta que solamente vi luz, justo antes de despertar de nuevo en el laboratorio de Richard.

Volvió a hacer silencio, recapitulando lo que contaría a continuación, algo que incluso en ese momento le seguía produciendo una irremediable confusión. Alessa le observaba, también en silencio, expectante.

—Logré espabilarme casi de inmediato, quizás la energía de Lectros ayudó un poco. Estaba en la misma camilla de pruebas donde me induje el coma, así que mi reacción inmediata fue mirar hacia la tuya. Al ver que todavía seguías sin levantarte, mi reacción fue correr hacia ti, y tan pronto lo hice me di cuenta que te movías con mucha debilidad, estabas semi-inconsciente, apenas y alcanzabas a entreabrir los ojos y por las expresiones de tu rostro parecías estar pasándola bastante mal. Me quedé frente a ti, estático, dudoso acerca de lo que debía hacer, hasta que una voz al fondo del laboratorio me llamó... Era Annelien, tan lúcida como yo lo estaba.

Al escuchar eso último, Alessandra quedó estupefacta.

—No puede ser cierto —espetó ella, completamente incrédula—. Si yo no pude reponerme de inmediato, todavía vinculada a la energía de Pyrea, ¿cómo es que ella sí pudo?

—Yo tampoco podía creerlo, pero estaba sucediendo, ella realmente estaba ahí, realmente había despertado por sí sola, incluso se arrancó ella misma los electrodos que tenía puestos en la cabeza. Me quedé atónito; apenas y pude reaccionar cuando la escuché decirme que te sacara de ahí de inmediato, que tú ibas a estar bien, que ella se encargaría de todo, pero lo que más me sorprendió fue la expresión fría con la que me miraba, al igual que su tono de voz. Era como si toda esa calidez que la caracterizaba se hubiese esfumado. No me hablaba como si estuviese preocupada por alguno de nosotros, era más bien como si nuestra mera presencia en aquel lugar le estorbase.

—Maldición. —Alessa no hizo sino llevarse las manos a la cara por las espantosas ideas que se le venían a la mente con cada palabra que escuchaba—. Ann no es así, es imposible. ¿Estás seguro de que era ella? ¿Qué tal si seguía o sigue todavía poseída por...?

—Ese es el punto, las dudas me atacaron en ese momento, pero Lectros se manifestó desde mis adentros, me dijo que la escuchara, que confiara en ella. Entonces lo hice, te cargué así como estabas y me dirigí a la salida contigo en brazos. De vez en cuando te movías, como intentando despertar, pero no tenías fuerzas ni siquiera para abrir los ojos. Recuerdo que justo antes de atravesar la puerta de salida, recordé que Leo seguía todavía dentro de la computadora principal, pero tan pronto giré a mirar, vi su proyección saliendo del laboratorio. Me detuve un instante más y alcancé a ver a Annelien manipulando los equipos, en ese momento no supe lo que hacía, pero después Leo me dijo que estaba hackeando el sistema, borrando absolutamente toda la información.

—¿Cuál es «toda la información»? —insistió Alessa en sus preguntas, sin terminar de creerse lo que escuchaba de Annelien.

—Todo, Alessa, todo lo que había almacenado en la computadora de Richard, el registro de la investigación, las memorias descriptivas, las pruebas digitales de que todo esto ocurrió alguna vez, todo borrado... Annelien decidió sepultarlo todo para siempre, y exactamente eso hizo; recuerdo que justo antes de terminar de irme del laboratorio me miró a los ojos y me dijo: Ni tú ni Alessandra merecen formar parte de esto... Nadie debió formar parte nunca...

»Luego de ello no dije nada más. Simplemente me fui contigo cargada entre mis brazos. Lectros me aseguró que estarías bien, que solo necesitabas descansar. Por un momento pensé en llevarte hasta mi habitación, pues no se me ocurría otra ubicación segura, hasta que el mismo Lectros me sugirió que tocase tu frente, cosa que hice de inmediato. Al hacerlo, Pyrea contactó conmigo, y me contó este pequeño secreto que no habías querido contarme —Marko esbozó una pícara sonrisa al decir esto último.

—Tarde o temprano lo sabrías igualmente —replicó tímidamente Alessa—, solo que no quise decirte el mismo día que nos conocimos que mi habitación queda justo arriba de la tuya, ¿qué tal si eras atrevido y querías aprovecharte de eso? —bromeó finalmente.

—En todo caso, creo que eso ya lo hice —dijo él, nuevamente sonriendo, a modo de chiste pesado.

Contrario a lo que él esperaba, esta vez ella no mostró molestia ni incomodidad, sino que se limitó a sonreír con cierta timidez, entrecerrando sus ojos, evocando una imagen inesperadamente tierna.

—¿Acaso pretendías que no lo hiciera? ¿Pretendías que me resistiera a algo que de verdad deseaba luego de todo lo que pasamos? —Mordió sin control sus labios, emocionada de poder decir esas palabras—. Luego de sentir tantas veces seguidas que todo podría acabar para siempre de un momento a otro, luego de pensar tantas veces seguidas que estaba viviendo mis últimos momentos, luego de rogar por una segunda oportunidad, rogar no morir para poder salvarte a ti de una muerte segura, ¿crees que iba a desperdiciar esta oportunidad?

Como era de esperarse, Marko quedó mudo, completamente conmovido ante estas palabras, lo que no era de esperarse es que su semblante comenzase a decaer bruscamente, mostrando una expresión melancólica y de aparente reproche.

—¿Qué pasa Marko? ¿Acaso dije algo que...?

—No, Alessa —contestó él, con la mirada baja—. No has dicho nada malo, todo lo que acabas de decir es invaluable para mí, es solo que... —Subió la mirada hacia ella nuevamente, y lo que ella interpretó fue preocupación e incertidumbre; Marko quería decirle algo más, algo que contenía apretando los labios.

—Falta algo más por contarme, ¿verdad? —preguntó ella, a lo que él asintió, preocupándola enormemente.

Aquellos ojos púrpura comenzaron a verse más sombríos, manchados de la incertidumbre por la reacción de ella ante lo que estaba por decir.

—Asumo que ya sabes qué pasó con Richard. —Esperó a que ella asintiese antes de proseguir—. Bien, pues sucede que al morir no quedó ningún rastro físico de él, se desintegró en micropartículas de energía, por lo tanto, para efectos de las autoridades del instituto, desapareció sin dejar rastro, eso sin mencionar las condiciones en las que quedó su vivienda sin explicación alguna, o mejor dicho, sin explicación que conozca alguien fuera de nosotros. —Vio como la preocupación se acentuaba en el rostro de ella, junto con la aflicción que le producía el rememorar los recuerdos transmitidos por Pyrea—. Se abrió una investigación y un cuerpo completo de agentes de seguridad se apersonaron al campus para investigar el lugar. Sin embargo, Annelien se encargó de ellos.

»Desconozco cómo lo consiguió, pero lo cierto es que luego de hablar en privado con las autoridades académicas y el cuerpo de seguridad que había sido enviado a investigar, todos desistieron de seguir con las averiguaciones, además de que se las arregló para eliminar toda prueba física de nuestra presencia en la vivienda de Richard. Lo único que sí se mantuvo fue el confinamiento que habían dictaminado, nadie podrá abandonar las instalaciones del instituto hasta el próximo fin de semana, por eso toda la población del instituto sigue aquí en pleno sábado. No termino de creérmelo, pero sí, la verdad es que justo ahora podríamos decir que nunca supimos nada, que nunca estuvimos ahí, sin pruebas en contra, lo cual es un alivio, pues no quiero ni imaginarme cómo hubiese sido si hubiesen descubierto que tú o yo tuvimos algo que ver con toda esa locura. De todas formas, la información sigue a salvo, pues Leo logró hacer un respaldo antes de abandonar el sistema.

En ese momento, Marko volvió a detenerse en su relato, al notar como Alessa miraba hacia un lado, intentando asimilar todo lo que él le contaba, en un gesto de evidente incredulidad.

—Hay tantas cosas que no entiendo. Me pongo a pensar en qué será de nosotros cuando todo esto pase y todo es tan oscuro, tan incierto —dijo ella, ladeando un poco su cabeza antes de mirarlo de nuevo—. Creo que debería hablar con Annelien... Quiero verla, cerciorarme de que se encuentra bien...

—Con respecto a ella, Alessa...

—Ella lo amaba, Marko, no llegó a decírmelo pero sé que era así, lo amaba y no había nada que desease más que reparar el daño que había causado al abandonarlo. Si tuvieras una idea de lo que vi en ella en ese laberinto. —La tristeza pareció apoderarse por completo de sus gesticulaciones al decir eso—. Entonces entenderías por qué me destruye tanto que todo terminase así para ella.

En otro contexto, quizás Marko se hubiese mostrado sensible ante lo que acababa de escuchar, mucho más escuchándolo de boca de aquella chica de ojos anaranjados, pero en cambio mantuvo su frialdad y seriedad al responderle.

—Pues yo creo que no todo ha terminado para ella, tiene un plan, algo entre manos, algo que solamente ella sabe. —Consciente de haber captado la total atención de Alessa, se adelantó a cualquier posible réplica—. Verás, por fin he logrado conversar directamente con ella estos últimos dos días, pero no ha sido lo que yo esperaba... Ella... Ella no se parece en nada a la mujer cálida y carismática que conocí hace unos días. Ya era algo anormal que despertase por sí sola luego de estar sumergida junto con nosotros en el abismo, pero ahora estoy casi seguro que hay algo más, por mucho que Lectros insista en que debo confiar en ella. Hay algo monstruoso, algo aplastante que se siente al estar cerca de ella, sin importar cuán grande sea mi energía, es algo que me intimida sin control alguno.

—Marko... No terminaré de entender hasta que no termines de contarme qué has hablado con ella estos últimos dos días.

—Lo primero que hice al traerte aquí fue asegurarme de que estarías bien, de que solamente necesitabas descansar y reponerte. Supuse que despertarías en unas horas, probablemente con muchas preguntas, así que decidí pasar la noche aquí en tu habitación, vigilándote mientras dormías, hasta que yo mismo me quedé dormido. Fue una sorpresa cuando al abrir mis ojos de nuevo ya era de día, por primera vez en muchísimo tiempo no salí de mi cuerpo al dormir. Lectros me explicó luego que mi mente estaba demasiado agotada para proyectarme, misma razón por la que tú no saliste de tu cuerpo en todo el tiempo que estuviste inconsciente. Cuando vi que seguías tal cual como te había dejado, viendo que amanecía, decidí contactar con Ann, la llamé a su número.

»Lo primero que le dije fue que todavía no despertabas pero te encontrabas bien. Le pedí que nos reuniésemos, que necesitaba aclarar mis dudas, pero en ese momento solo me dijo que asistiera a clases normalmente, que ella se encargaría de justificar tu ausencia ante el consejo académico. Lectros no ha dejado de insistir continuamente en que debo confiar en ella, y solo por esa razón le hice caso. Sin embargo, no iba a quedarme con eso, ya tuve suficiente de todo el misterio que nos terminó metiendo de lleno en esta locura. Tenía que saber la verdad, y por eso busqué el momento oportuno para confrontarla, hasta que la encontré a solas en uno de los grandes auditorios del instituto, justo ayer, al salir de mi última clase.

»Me cercioré de que nadie más anduviera cerca y cerré la puerta, pero ella lo había visto venir. Todo era parte de su plan, incluso todo lo que se me ocurrió preguntarle, ella tenía preparadas todas las respuestas, me superó completamente, todo lo que alcancé a obtener de esa conversación fueron solo sombras, solo los pedazos aislados de información que ella estaba dispuesta a darme, pero a pesar de ello, creo que fue demasiado...

—Por favor, te lo suplico, no lo alargues más y dime qué fue lo que te dijo...

En ese punto, ya Alessandra no sabía que esperar, su mirada mostraba incredulidad total mezclada con un inexplicable miedo. Miedo ante lo que acababa de escuchar, miedo al imaginarse lo que escucharía a continuación. Marko, por su parte, no hizo sino dar un largo suspiro.


Todo él se estremeció tan pronto comenzó a revivir aquel recuerdo...


La puerta dio un sutil chasquido cuando él la cerró discretamente al entrar, transmitiendo un tenue eco en las paredes de aquel enorme y vacío auditorio. Ella seguía de pie frente al ventanal, mirando directamente el sol del mediodía que iluminaba el exterior del campus, algo imposible para cualquier par de ojos normales, pero no para los suyos, cuya tonalidad roja escarlata dejaba en evidencia que la humanidad se había extinguido en ella, al igual que todas las limitaciones que había conocido hasta entonces, pero esto solo lo sabía ella, solo ella y su antiguo protector, quien ahora habitaba en la mente del chico de ojos oscuros que ahora se acercaba cautelosamente hacia ella.

Por un momento recordó cuando el control de sus acciones no le pertenecía, cuando vio esos mismos ojos encendidos en luz púrpura, cuando él la encaró a ella con furia, pero también con un gran valor, dispuesto a jugárselo todo muy a pesar de saberse inferior. Pero ese recuerdo iba más allá, pues la terminaba transportando mucho más atrás, cuando ella tenía la misma edad de él, cuando eran sus ojos los que brillaban en luz púrpura, y aunque ya había tenido tiempo para reflexionar al respecto desde que aquellas memorias revivieron en ella, no dejaba de sorprenderse cada vez que caía en cuenta del inmenso parecido entre ella y él.

Sí, no por mero azar era precisamente él quien ahora portaba a su antiguo protector, y no por mero azar acababa de producirse aquel encuentro entre ambos. Ella lo había visto venir, sabía lo que él deseaba y había seleccionado cuidadosamente cada una de las palabras que pronunciaría a continuación.

—Alguna vez nos imaginé como una especie en transición —susurró ella, permitiendo que el suave eco de su voz se propagase por el recinto entero. Ella ni siquiera volteó a mirarlo, como si no supiera que él se encontraba ahí; como si de repente se le hubiese antojado pensar en voz alta. Su mirada ausente, su expresión templada, su esbelta silueta bañada de claroscuros y el resplandor cobrizo de su abundante cabello al reflejar los rayos solares le daban un semblante misterioso e inexplicablemente sensual a los ojos de él—. Nos imaginé como un salto en la escala evolutiva, pues no habría otra forma posible de concebir a la primera creación conocida de este universo realmente capaz de dar los primeros pasos para comprenderlo en sí mismo. Supuse nuestras limitaciones físicas como barreras que debían ser quebradas, y al mismo tiempo, supuse nuestras mentes como la clave para quebrar esas barreras.

»Me hice una infinidad de preguntas, y entre ellas estuvo aquello que sucedería si lográsemos prolongar nuestra existencia durante millones de años más, hasta qué punto serían capaces nuestras mentes de evolucionar. Ni siquiera me permití desmotivarme viendo la decadencia de nuestra especie, viendo cómo nos vamos destruyendo a nosotros mismos sin parar. No, en cambio fui en busca de respuestas, y en cuanto empecé a obtenerlas, empecé a imaginar de nuevo. Nos imaginé trascendiendo a lo físico, con nuestras mentes trabajando a un ritmo tan acelerado que lográsemos entender a la perfección el comportamiento de nuestro universo físico, hasta el punto de vislumbrar con precisión el futuro, rompiendo entonces la más grande de nuestras limitaciones: el tiempo.

—Dudo que eso sea cierto, Annelien —replicó Marko, evocando una voz lúgubre y firme, mientras detenía su pausado andar, cruzándose de brazos a unos cuantos metros de ella—. Desde donde yo lo veo, no hay tal posibilidad de evolución para nuestra especie, solo hay casos atípicos como el mío, junto con seres eternos que intervienen en este mundo sin darnos cuenta, seres como el que me ha dado su energía. Pero eso es todo, si hay algo más que descubrir me da igual. Tan solo mira las consecuencias que ha tenido el conocer todo lo que hemos conocido hasta ahora... Si tal y como tú lo dices, algo como lo que soy ahora es nuestro próximo salto evolutivo, entonces ¿por qué jamás he visto el futuro?

Ella esbozó una sonrisa maliciosa antes de girarse a mirarlo, y justo antes de hacerlo transformó sus ojos rojos en el acostumbrado verde claro que él ya conocía, pues ella no estaba dispuesta a contarle la verdad entera, al menos no por su propia boca. Al girarse finalmente hacia él, tan pronto cruzaron sus miradas él se sintió inesperadamente intimidado, como si aquellos simples ojos sin nada aparentemente especial pudiesen ver a través de él, como si una energía aplastante que él no alcanzaba a ver la envolviese.

—Tal vez, solo tal vez —dijo ella con un tono de voz completamente neutro y calmado, al igual que su expresión, como si no hubiese escuchado el recordatorio de Marko acerca de todo lo que había perdido tan solo la noche anterior—, todavía no hayas desarrollado al máximo todo el potencial que tu mente es capaz de alcanzar, o tal vez... —Hizo una breve pausa, durante la cual su mirada se tornó muchísimo más oscura y penetrante—. Tal vez ya no exista un futuro hacia el cual mirar...

Un extraño miedo invadió a Marko al escuchar detenidamente esa última frase, y en un arrebato de incredulidad, típico de aquel que se niega a sí mismo lo que acaba de escuchar y necesita escucharlo de nuevo para confirmarlo, no hizo sino balbucear.

—Que... ¿Qué estás queriendo decir?

No hubo respuesta inmediata por parte de la pelirroja. En lugar de ello, y muy para sorpresa de él, ella se aproximó hasta quedar al frente suyo, poniéndole ambas manos en las mejillas, mirándolo a los ojos con aparente pesar, como si le tuviera lástima.

—La devastación es inminente, Marko —suspiró Annelien, con el tono de voz más melancólico imaginable—. Ni tú, ni Alessa, ni yo, tenemos futuro. No se puede mirar hacia el futuro cuando este no existe.

—No, Annelien, estás equivocada —murmuró él entre dientes, separándose bruscamente de ella, apretando sus puños, buscando contener su impotencia, aparentando indiferencia ante lo que acababa de escuchar, aparentando furia para disimular su miedo—. Si todavía corremos peligro aquí sigo estando yo para enfrentarlo, para que todavía exista un futuro. De todas formas, no he venido a tener una charla existencial, he venido a obtener respuestas.

—¿Y cuáles son esas respuestas? —preguntó ella con ironía, frunciendo el ceño con una repentina actitud retadora, escupiendo cada una de sus siguientes palabras con una frialdad aterradora—. Anda, dime, ¿qué quieres saber? ¿Quieres saber si todavía corremos peligro? Pues bien, creo que ya te dije antes que no hay futuro, que estamos condenados. A ver, ¿alguna otra cosa más? Ah, sí... ¿Cómo desperté por mí misma cuando Alessa no pudo? Pues por tu protector, él me ayudó, él me dio la energía necesaria para salir del abismo. ¿Que si me encuentro bien? Pues sí, todo está perfecto, con excepción de que Richard murió porque fui una cobarde cuando más me necesitó y porque fui la pieza principal de la cadena de desastres que nos han traído hasta esta locura. Sí, sí, definitivamente todo está bien, ¿algo más que quieras saber? A ver, dime, soy toda oídos...

Marko intentó responder, pero estaba estupefacto, tanto por la actitud de Annelien como por la crudeza de sus palabras. Ella, en cambio, se encontraba satisfecha ante la ausencia de respuesta de él, pues al acallar cualquier réplica tenía ahora vía libre para reservar su gran secreto. Terminada su exitosa primera actuación, procedió al siguiente acto.

—Entiéndelo, Marko —le dijo ella, acercándose nuevamente, poniendo sus manos sobre los hombros de él, mirándolo ahora de forma mucho más cálida—. Tú y yo somos iguales, todas esas preguntas son las que yo haría, pero la respuesta ya no sirve de nada. Debes volver con Alessa y aprovechar tu tiempo restante con ella, no tienes otra alternativa, pues él volverá y no importa cuán duro luches, ni tú ni Alessa podrán contra él, lo único que lograron allá en la mente de Friedrich fue retrasarlo, dejarnos temporalmente fuera de su...

—¿Y qué pasó con Friedrich? —interrumpió bruscamente Marko, con una voz rasposa y afligida, mirando fijamente a Ann— ¿Qué fue lo que hicimos entonces con aquella explosión en la que te salvamos? ¿Qué es lo que le diré a Alessandra cuando finalmente despierte y me pregunte acerca de su padre?

Con aparente sorpresa ante la pregunta, el semblante cálido de Annelien volvió a cambiar, su mirada se ensombreció por completo. Mordió sus labios antes de sentenciar la respuesta.


Entonces hubo un tenso silencio, que fue interrumpido por otra voz desde el presente...


—¿Qué? —preguntó ingenuamente Alessa, confundida y al mismo tiempo aterrada ante el repentino silencio de Marko mientras relataba aquella conversación— ¿Qué fue lo que te dijo? ¡¿Qué pasó con mi padre?!

—Ella... Ella me dijo...

Las palabras no alcanzaban a salir de su boca, pues el miedo lo impedía, miedo porque no había una sola forma optimista para él de imaginarse la reacción de Alessandra apenas le diera la respuesta, miedo al recordar cada una de las sílabas pronunciadas por la pelirroja ante aquella pregunta...


El recuerdo de aquel momento volvió para atormentarlo una vez más...


—Ya no tiene sentido preocuparse por Friedrich, él dejó de existir hace mucho.

Marko dio dos pasos atrás. Quiso responder con una negación, preguntarle si estaba segura de lo que acababa de decir, pero no, él sabía que era cierto, de una forma inexplicable podía sentirlo. De sus labios, nada salió, ni siquiera una tenue exhalación. La sola idea de pensar en Alessandra, en cómo reaccionaría al enterarse de que su padre ya no existía, lo destrozaba por dentro. Sin poder contenerse, siguió caminando hacia atrás, tambaleándose torpemente hasta darse de espaldas contra la pared, entonces se dejó caer hasta quedar sentado en el suelo. Intentó resistir, pero no pudo, y cuando se dio cuenta, sollozaba amargamente, tapándose los ojos con las manos.

Así estuvo por varios minutos, hasta que escuchó un tenue susurro.

—Marko...

En ese momento, él sintió un toque cálido sobre su cabeza. Miró hacia arriba, era Ann, que le acariciaba el cabello con ternura. A continuación, ella se acuclilló junto a él y le puso la otra mano en la mejilla. Una rara sensación le recorrió, como si las manos de aquella hermosa mujer trasmitieran su calor a todo su cuerpo, como si con cada caricia, el dolor se esfumase poco a poco.

—Mírame...

Él obedeció sin chistar, y sin darse cuenta, sus ojos se iluminaron en color púrpura. Ella, al ver aquellos anillos luminosos rodeando sus pupilas, le dedicó una hermosa sonrisa de labios juntos.

La diosa se presentó ante él, dejándolo hipnotizado, sumido en un trance, perdido en la perfección de aquel rostro, en el verdor de sus ojos, en los bucles cobrizos que lo enmarcaban, en la finura de sus rasgos y la blancura de su piel. No era bella, no, era perfecta.

—Si estuviera en tus manos, los salvarías a todos, ¿verdad? —suspiró ella, impregnándole el rostro con su aliento.

Él asintió, y sus manos empezaron a temblar. Era como si ella se metiera a través de sus pensamientos, directo a su corazón.

—Si fuera por ti, la protegerías de todo, incluso de su propio dolor. —Esta vez, Annelien habló en una afirmación, sabía que decía una verdad innegable.

Su garganta entera se contrajo. Alessandra había vuelto a su mente, y con ella, los incontenibles sollozos amenazaban con volver. La luz de sus ojos ondulaba, como dos linternas sumergidas, todo él luchaba por no romper en llanto. Marko no dijo nada, simplemente volvió a asentir.

Para su sorpresa, los ojos de ella correspondieron a los suyos, dejando escapar pequeñas lágrimas que rodaron por sus tersas mejillas, acompañadas de un profundo suspiro. Inmediatamente, una sonrisa triste se dibujó en su fino rostro mientras mordía suavemente sus labios. Su voz se escuchó tenue y quebrantada.

—Te pareces tanto a él...

En ese momento, ella acercó su rostro y sin previo aviso, le plantó un tierno beso en los labios. Fue un beso confidente, dulce y profundo, al que él no opuso la más mínima resistencia, no fue demasiado rápido ni demasiado lento y se prolongó el tiempo exacto. Aquel era un beso perfecto, uno que sobrepasaba todo lo terrenal, que exploraba en lo más hondo de su ser con un simple movimiento de labios, un beso que no era humano, el beso de un ser divino. Su dolor colisionó con el de ella para destruirse mutuamente.

Cuando ambos se separaron, sus miradas volvieron a cruzarse y fue como si él despertara de un profundo sueño. Al caer en cuenta de lo que acababa de hacer, Alessandra volvió a su mente, y él no pudo resistir más. Se sintió débil, impotente y diezmado, y el llanto se hizo incontenible. Su garganta se deshizo en sordos gemidos y sus lágrimas brotaron a chorros. No mostró la más mínima resistencia cuando sintió los brazos de Ann rodeándole el cuello, ofreciéndole su hombro para llorar sobre él, como una madre consolando a su hijo pequeño.

—Tranquilo —susurró ella a su oído—. Sé que no soy ella, tú le perteneces. —En ese instante, mientras él no podía verla, sus ojos se iluminaron en una luz roja escarlata—. Jamás podré ser tan afortunada...

Atrapado en su propio lamento, Marko nunca se percató de lo que ocurría. Solo sintió las manos de ella en su espalda cada vez más cálidas y su cuerpo cada vez más pesado. Así lo fueron abandonando sus fuerzas, hasta que en cuestión de minutos se quedó profundamente dormido.

De vuelta en el presente, Alessa seguía expectante para saber qué había pasado con su padre. Sin embargo, la respuesta no llegaría a salir de los labios de Marko, sino que ella se enteraría de la verdad de una forma muchísimo peor, pues la devastación de la que Annelien había hablado estaba a solo instantes de dar inicio.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro