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34. Dos resplandores

En lo alto distinguió la luz, como un sol distante, brillando a través de los densos nubarrones en movimiento, el nexo, la salida al mundo físico, a la cual se acercaba cada vez más mientras ascendía velozmente en paralelo al muro de la inmensa torre, hasta que este dejó de existir, para dar lugar al tejado.

Una vez alcanzó la cúspide de la enorme estructura, sintió cómo el viento que lo había acompañado favorablemente en su ascenso se arremolinaba tempestuosamente ahí arriba, formando una corriente circular que encerraba todo el espacio en una especie de domo eólico, y en el centro de aquel gigantesco remolino, brillaba una nueva luz, una de color verde esmeralda.

Tan pronto vislumbró aquel resplandor, la furia se reactivó en él instantáneamente. Sin dilación alguna, cargó de energía sus puños y disparó contra la figura luminosa en medio del remolino. Los rayos púrpuras viajaron hasta el centro de la corriente circular, se arremolinaron en torno a la luz verde y en un instante todo se contrajo y estalló en un vendaval incontrolable que lo arrastró a él hacia atrás. La explosión pasó a través de él, difuminando los límites del domo de viento, quebrando la trayectoria y provocando que las nubes se dispersaran por completo, dejando solo una inmensa corriente invisible de viento que permanecía ascendiendo verticalmente.

Entonces fue justo ahí, en el punto desde donde surgía antes la luz, donde pudo verla con claridad, de pie frente a él, con ojos cerrados que de inmediato se abrieron despidiendo el mismo resplandor verde esmeralda, con el cabello rojo danzando al compás de la poderosa corriente de viento y sus manos abiertas a ambos costados de su cuerpo, envuelta en una deslumbrante aura del mismo color de sus ojos. Tal y como él lo había supuesto, la persona que había construido el mecanismo de entrada de la Energía Eterna al mundo físico, convirtiendo su conocimiento, único entre los humanos, la pieza clave para la consecución del plan de Imperos, lo miraba ahora en silencio y sin expresión alguna en su rostro, hasta que Marko se atrevió a pronunciar su nombre.

—Annelien Hagens.

Como respuesta inmediata, ella mostró una sonrisa espeluznante.



En horas de la madrugada, las hojas crujían a la distancia, producto de los pasos que hacían eco en la lejanía a través del silencio nocturno, escuchándose cada vez más cerca del claro boscoso donde ella, en completa soledad, esperaba sentada el amanecer, prestando atención a la presencia que se aproximaba, proveniente del sendero boscoso a sus espaldas. Todo estaba en calma con excepción del viento, que parecía acelerar sutilmente, resonando con cada vez más fuerza a cada paso que ella alcanzaba a escuchar.

Repentinamente, el sonido intermitente de los pasos se detuvo justo a la entrada del claro.

Se sintió observada, incómodamente expuesta al sentir la mirada de quien sea que estuviese detrás de ella, proyectando una energía muy distinta a la que percibiría en una persona normal, una energía sobrenatural. Quizás otro de los tantos espectros errantes con los que ocasionalmente se encontraba mientras su cuerpo dormía deambulaba por aquella zona, de modo que se dispuso a ahuyentarlo, tal y como había aprendido a hacerlo, aguardando el momento preciso para actuar. Sabía que la luz del firmamento iluminaba la totalidad de aquel claro, enmarcando su silueta, difícil de detallar a la distancia que aquel ser se encontraba de ella. Permaneció quieta sin inmutarse, de espaldas a él como si no le hubiese escuchado acercarse. Un silencio absoluto se produjo y el viento se detuvo repentinamente, indicándole que esa era su oportunidad.

—¿Qué está ocurriendo aquí? —le escuchó murmurar mientras se disponía a ponerse de pie— ¿Quién es ella? ¿Por qué me observaba? ¿Por qué la seguí hasta aquí? Debo irme, debo salir de aquí antes de que... ¿Uh?

Una vez terminó de incorporarse, se encargó de romper el silencio girando su cuello completamente hacia atrás, produciendo un crujido de huesos rompiéndose, hasta quedar mirando fijamente a la figura masculina azulada ubicada a sus espaldas, algo que la tomó de sorpresa, pues su aspecto era inequívocamente humano, haciéndola reconsiderar el amedrentarlo, pero el daño estaba hecho, y su inequívoca expresión de pánico lo evidenciaba. Sabía que la luz anaranjada de sus ojos y el color completamente blanco de su piel ya habían hecho efecto en él, llenándolo de un miedo atroz.

No deseaba que él se fuera, no todavía, así que se dispuso a intentar detenerlo, desplazándose tan rápido como pudo hacia donde él se encontraba, solo para cruzarse con una de esas miradas que tanto odiaba, de las que reflejaban terror, uno provocado exclusivamente por ella. Al verlo así, paralizado, con sus músculos entumecidos por el miedo, mostrando nula comprensión de lo que sucedía, pensó en lo que debía hacer («¿Hablar? ¿Tomar su mano? ¿Perseguirlo?»), pero entonces cayó en cuenta de que ya había visto antes a alguien como él, porque ella era igual, y al escuchar lo que él dijo a continuación, como hablándose a sí mismo, supo que él todavía no tenía idea.

—Pesadilla... Tiene que ser una pesadilla, no puede ser real... Estoy soñando, maldita sea, ¡tengo que estar soñando!

En ese momento, la luz del amanecer se coló por encima de las copas de los árboles y ella sintió como su cuerpo la llamaba a volver. Ella comenzaba a desvanecerse, y vio como él también comenzaba a hacerlo, solo que sin saberlo, sin entenderlo, probablemente abrumado por el zumbido en su audición y la sensación repentina de vacío, con su campo visual torciéndose cada vez más. Quiso hablarle, quiso explicarle que no había nada que temer, pero era tarde, pues su cuerpo en pleno despertar se lo imposibilitaba, así que, como última medida desesperada para establecer algún contacto con él, ella extendió su mano, buscando su rostro, pero él solo se mostró irremediablemente más aterrorizado, y ella se maldijo a sí misma en cuanto todo volvió a ser oscuridad.

La noche había terminado, pero no se detendría hasta encontrarlo nuevamente.

Nada de lo que acababa de ver era un sueño. No, era un recuerdo, uno tan real como la luz hacía la cual estaba siendo transportada. Era el momento a partir del cual todo había comenzado, y justo ahí, justo cuando la luz llenó su campo visual, su propia voz hizo eco su mente, hablando para sí misma.

«Desde el presente puedo verlo, fue en ese punto exacto que todo esto comenzó. Sin embargo, es aquí, en este punto exacto desde el cual miro al pasado, donde todo terminará».



—Luego de cometer tu primer asesinato, llevar a cabo el segundo es más sencillo, ¿no es cierto, Marko? —profirió esas palabras con un cinismo exagerado, con una voz doble que resonaba con fuerza a través del viento.

Escuchar esa atrocidad le hizo hervir la sangre, haciéndolo sentir ansioso, sediento de descargar toda esa furia descomunal e incontenible que estaba acumulada en su interior, la misma con la cual respondió con la voz más áspera que su garganta alcanzó a generar.

—¡Maldito infeliz! ¡Fuiste tú el culpable! —exclamó, mientras apretaba todos y cada uno de sus músculos, como si todo su cuerpo fuese un arma engatillada— ¡Tú los mataste desde que los convertiste en tus malditos títeres!

Tan pronto terminó de hablar, advirtió cómo la figura de Annelien se retorcía levemente ante sus palabras, bajando la cabeza un instante para después enderezarse mientras profería una sonora y estridente carcajada, en el tono más burlesco y degenerado posible de emular, haciendo vibrar la totalidad del entorno.

—¡Pero qué fácil es culparme cuando fuiste tú quién disparó contra ellos! —dijo, todavía en medio de sonoras risotadas, hasta que su risa se detuvo para volver a sonreír ampliamente—. Nada de eso hubiese sucedido sin ti, Marko. Ellos seguirían vivos si no te hubieses empeñado con interponerte en el destino de tu mundo. Solo mírate. —lo señaló directamente—. Aquí has venido, con la intención de asesinar por tercera vez.

—Tu plan macabro no es el destino de ningún mundo, solo es el resultado del pensamiento retorcido del parásito que eres, Imperos. —Hizo una pausa en la cual chocó un puño contra el otro, generando un breve estallido púrpura, para luego bajar la vista y suspirar profundo, murmurando entre dientes—. Annelien... Sé que estás ahí, sé que puedes escucharme... —Fue subiendo la vista, mostrando sus ojos color púrpura, que brillaban con cada vez más intensidad—. Lo que estoy a punto de hacer es la única forma de salvar nuestra realidad de este infeliz. No deseo hacerlo, pero es necesario, espero que puedas perdonarme...

—De seguro Alessandra estaría orgullosa de ti, sabiendo que no te importa matar a su querida amiga —espetó con sarcasmo—, pero no te preocupes, no podrás hacerlo, ¿o acaso crees que es casualidad que sea la última a la que te enfrentas? —Justo al formular esa pregunta, un aura verde esmeralda se encendió vorazmente en torno a ella, elevándose furiosamente varios metros— ¡Todo, Marko! Todo cuanto has destruido: el alma resquebrajada de Richard, los muros de energía estática del laberinto, ¡todo eso ha sido absorbido dentro de ella! ¡Solamente has llegado hasta aquí para ser eliminado!

Tan pronto terminó aquella declaración, la figura de Annelien, rodeada por el aura verde, comenzó a ascender, y una vez suspendida en el aire, dicha aura comenzó a incrementar su tamaño, convirtiéndose en una traslúcida nube fluorescente que adoptó, en torno a ella, la forma de un espectro titánico de brazos alargados, un gigante etéreo de aspecto aterrador. Sin embargo, Marko, lejos de amedrentarse, sonrió justo antes de emitir una última sentencia.

—Si he de morir, me encargaré de que desaparezcas junto conmigo...

Sin más preámbulos, apretando al máximo sus puños hizo estallar los relámpagos de su aura púrpura en torno a él y sus ojos emitieron un último chispazo justo antes de salir volando a toda velocidad contra Ann, ubicada en el torso de aquella colosal nube viviente. A punto de impactar, el gigantesco espectro extendió uno de sus enormes brazos para atajarlo en vuelo, pero Marko se desintegró en un conjunto de rayos púrpura que pasaron a través de la monstruosa mano, reintegrándose más adelante para impactar directamente contra Annelien.

Al estrellar su feroz puñetazo cargado contra la pelirroja, toda la enorme figura verde se contrajo sobre ella, generando una explosión desmesurada que la lanzó hacia abajo hasta estrellarse contra el suelo, en medio de una nube color verde esmeralda, desde la cual surgieron dos largas extremidades que se estiraron rápida e indefinidamente hasta alcanzar y sujetar a Marko, quien no tuvo oportunidad de reaccionar antes de ser halado hacia abajo y azotado violentamente contra el tejado de la torre.

Aturdido, intentó ponerse de pie, pero los enormes brazos espectrales lo presionaban contra el suelo como una enorme roca a sus espaldas. Sin embargo, logró desmaterializarse rápidamente, y aparecer justo encima de las extremidades, sujetándolas y transmitiéndoles una descarga eléctrica que viajó fugazmente a través de los alargados brazos verdes en dirección hacia Annelien, quien desde lejos los proyectaba a partir de los suyos.

Aquella descarga nunca llegó a su objetivo, pues la pelirroja deshizo la proyección y esta vez fue ella quien se cargó de energía y salió disparada en dirección a Marko, quien se cargó de energía para resistir la colisión. Los relámpagos se pintaron de color esmeralda cuando la fuerza imparable de ella chocó contra el objeto inamovible que era él, produciendo un nuevo estallido, que al despejarse producto del viento dejó ver a ambos contrincantes de pie sobre el suelo, rígidos mientras sujetaban uno al otro, cargados de sus respectivas auras, empujando con una fuerza extraordinaria al adversario. El viento aciago y los rayos eléctricos buscaban eliminarse mutuamente mientras ambos proferían un grito ensordecedor.

De repente ella sonrió y Marko comenzó a sentir una vorágine aplastante sobre él, y al mirar a su alrededor vio como el domo de viento comenzaba a formarse tal y como estaba cuando él llegó a la cúspide de la torre, donde ahora se encontraba. Fue entonces que se horrorizó al entender lo que sucedía: la corriente circular estaba recogiendo toda la energía que traía la corriente de viento, y la batalla que libraba él contra Imperos controlando a Ann no estaba sino alimentando cada vez más dicha corriente, luchar era la única forma de detenerlo, pero mientras más tiempo se prolongase la lucha, más rápido el remolino acumularía la energía necesaria para llevarla al nexo y comenzar a controlar el mundo físico.

Entonces se supo perdido, pues su energía, aunque fuerte, no bastaría para neutralizarlo a tiempo. Cerró sus ojos, sobrecogido por la impotencia, mientras no cesaba de empujar a su adversaria, negado a rendirse, negado a todas las probabilidades que jugaban en su contra, pero ahí, en medio de la desolación, surgió en sus adentros una idea, una del tipo suicida, pero idea al fin, una que podría detener a aquel ente infernal.

Resignado a no tener otra alternativa, volvió a abrir sus ojos, soltando repentinamente el agarre, para ser inmediatamente embestido por toda la energía contenida de Annelien, la cual lo lanzó hacia el borde del domo formado de nubes de energía verde esmeralda. Tan pronto sintió aquella corriente de viento intentar llevárselo, activó su campo eléctrico, el cual pretendía resistir mientras era golpeado vilmente desde todas las direcciones por la energía de la corriente circular. La electricidad comenzaba a esparcirse a través de todo el remolino, desestabilizándolo progresivamente.

—¡IDIOTA! ¡VAYA MANERA DE DESTRUIRTE A TI MISMO! —gritó Annelien con gran satisfacción al momento en que lanzaba una potente descarga de energía en dirección a Marko.

Al sentir el impacto sobre el campo eléctrico, él supo que no podría, que no contaba con el tiempo ni la energía suficiente para detener aquel vendaval...

Al final, su poder por sí solo era enorme, pero no bastaría para vencer a aquel ente enfermo...

Al final, su voluntad había sido fuerte, pero no bastaría para resistir esta vez...

Al final, con la certeza de que no se fue sin dar pelea, sintió como su campo protector comenzaba a resquebrajarse, como sus fuerzas le abandonaban y como el universo entero dejaba de existir para él, estaba muriendo...

En ese momento, alcanzó a vislumbrar el repentino brillo de un objeto en llamas que ingresó al domo de viento desde arriba y se estrelló justo delante de Annelien. Lo siguiente que ocurrió fue una hecatombe, una explosión de dimensiones apocalípticas que hizo temblar todo el espacio y terminó de nublar su vista.

Tan pronto la brusca sacudida cesó, abrió sus ojos para verse todavía arrodillado sobre el borde de la torre. Para su sorpresa, el domo se había desvanecido con la explosión, su campo de fuerza lo había protegido efectivamente. Él se encontraba entero y consciente, pero tan pronto su vista se alzó al frente, vio una silueta femenina poniéndose de pie, quedando más petrificado que nunca cuando aquellos inconfundibles ojos anaranjados se cruzaron con los suyos.

—Imposible —susurró, completamente incrédulo al verla de nuevo, sintiendo como algo revivía instantáneamente dentro de él, sintiendo la euforia más absoluta e incontenible.

El cruce de miradas, por muy eterno que a él le pareciera, duró apenas un instante. A continuación, ella volteó en dirección a la pelirroja, que recién se incorporaba luego de haber sido lanzada por efecto del estallido, la miró con furia asesina, encendió su llameante aura anaranjada y salió disparada contra ella.

Al alcanzar a Annelien, la golpeó en el rostro con su puño envuelto en llamas, estampándola de espaldas contra el suelo. Acto seguido, la levantó con fuerza por el cuello y lanzó tan lejos como pudo, y antes de que tocara el suelo de nuevo le disparó con ambos puños cerrados una descarga llameante que la arrastró por varios metros. Al ponerse la pelirroja de pie nuevamente, su rostro parecía a punto de reventar de la rabia.

—¿PERO QUÉ COÑO HACES TÚ AQUÍ? —gritó Ann justo antes de lanzar contra Alessandra una descarga de energía desde sus puños.

Alessa reaccionó esquivando el ataque a duras penas, pero al mirar hacia adelante de nuevo tenía casi encima a la pelirroja, quien se preparaba para aplastarla con una mano gigante proyectada desde la suya, pero un relámpago púrpura se interpuso en su camino, junto con la consecuente aparición de Marko y su puño eléctrico impactando en el torso de Annelien, pero en lugar de ser lanzada, él ya la tenía sujeta por el pelo, y con una fuerte sacudida la azotó contra el suelo.

En ese momento, tanto Marko como Alessa cargaron sus puños y dispararon, dos resplandores que se unieron en uno solo, una descarga de energía color naranja y púrpura, el fuego y el relámpago que arremetieron juntos contra ella, envolviéndola por completo mientras la arrastraban por el suelo. Cuando el ataque cesó, su aura verde esmeralda se veía claramente disminuida.

Visiblemente debilitada, la pelirroja se dispuso levantarse una vez más, a lo que Marko, furioso, volvió a cargar su aura para dispararle el tiro de gracia, pero la mano de Alessandra lo detuvo, sujetando la suya.

—Marko, no lo hagas, espera... —Él todavía seguía sin poder creérselo, no cabiendo en sí mismo de la emoción al poder mirarla a los ojos nuevamente.

—Alessa... Tú... ¿Cómo es que...?

—Prometo explicártelo en un momento, pero ahora escúchame. —Lo tomó del rostro con ambas manos, sonriendo, visiblemente emocionada al igual que él—. Hay otra forma, Marko, todavía podemos salvarla...

Para cuando Annelien se levantó, ya Marko se encontraba frente a ella, pero en cuanto se disponía a atacar, fue sorprendida por la palma de su mano, que se colocó sobre la frente de ella. Enseguida Marko separó su mano con rapidez y extrajo una nube verde esmeralda. El brillo en los ojos de la pelirroja se apagó y ella se desplomó al suelo, inconsciente. Tan pronto hubo hecho lo anterior, Marko formó su campo eléctrico, envolviendo a Ann dentro de él, cargándola en brazos mientras un iracundo Imperos surgía de entre la nube que había quedado fuera, con su forma inhumana y espectral.

—¡Es inútil! ¡Ella me pertenece! —gritó el espectro verde con su estruendosa voz, mientras golpeaba el campo de energía, haciéndolo vibrar— ¡No puedes liberarla de mí, tendrás que...!

—Ella no morirá, Imperos... —Esta vez, fue la voz de Alessa la que hizo al espectro infernal volverse, retrocediendo, incrédulo, a lo cual ella respondió siendo irónica— ¿Qué pasa? ¿Por qué actúas como si vieras a un fantasma?

—Maldita Alessandra... ¿CÓMO? ¡¿CÓMO ES QUE NO ESTÁS MUERTA?! —profirió nuevos gritos mientras disparaba una nueva descarga con toda su energía contra la mujer de ojos anaranjados que caminaba hacia él envuelta en llamas.

Ella recibió de frente la descarga verde esmeralda, conteniéndola entre sus manos, siendo arrastrada hacia atrás sin despegar sus pies del suelo, solo dejando ver el brillo del punto de impacto contrastar con su aura completamente encendida, así hasta que el ataque cesó y ella sonrió confiada, mirando al frente por última vez.

—Confórmate con saber esto, mal nacido: ¡TU PIERDES! —gritó al momento que revelaba la esfera blanca que envolvía entre sus manos.

Fue así como el ser eterno de color verde esmeralda que ansiaba controlar a la humanidad entera cayó en la trampa de Alessandra, quien sin dudarlo un segundo, disparó el fulminante rayo blanco contra él, atravesándolo por completo...

Fue así como Imperos no pudo hacer nada más que soltar un grito furioso y ensordecedor al saberse derrotado por dos simples humanos que resultaron no ser tan simples...

Fue así como la energía desatada generó un último gran estallido, que arrasó con todo a su paso...

Fue así como Alessandra, Marko, Annelien, Imperos, el campo eléctrico, la corriente de viento, la colosal torre y en conjunto, todo cuanto podía ser visto, desapareció envuelto en un manto de luz blanca.

Lo único que quedó fue el vacío...

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