25. Visión paralela
Podía ver el resplandor en la lejanía, con la oscuridad cernida a su alrededor. Quizás aquel foco luminoso, que flotaba en medio del espacio, tenía alguna coloración, pero esta no podía distinguirse a causa del fulgurante brillo que emitía. Su curiosidad era insoportable, pues todo su ser sentía el peligro acechando en torno a ella y aun así su prioridad era saber qué era esa majestuosa luz que despedía aquel objeto; prever qué estaba esperándola ahí en el núcleo pasaba a segundo plano. Era como ver una estrella en medio del espacio astronómico, solo que a diferencia de esta, no parecía deslumbrar ni molestar a la vista.
«Sé que lo sientes, Alessandra... Permanece alerta... Tienes que verlo venir...»
—Antes de hacer nada me dirás qué es eso —le contestó mentalmente a su compañera, que hablaba desde sus adentros.
—¿Acaso no ves que no es el mejor momento para...?
—Cállate, Pyrea, no es una sugerencia... ¡Dime qué es eso! ¿Qué hace algo tan similar a un astro del espacio dentro de una mente humana? —preguntó Alessa en un tono que pasó desde malcriado hasta sonar incluso bohemio, poético.
—¿Por qué tantos términos innecesarios para una simple pregunta?
—Pierdes tu tiempo, antorcha NO humana —dijo en su mente, enfatizando el «NO»—. Simplemente dime de qué se trata ¿Qué es lo que estamos viendo?
—Mira a tu alrededor...
Al hacer caso a las palabras de Pyrea, se percató de todo lo que la rodeaba. No era oscuridad total, pues en medio de la negrura su propia luz comenzó a reflejarse en numerosos objetos inmóviles y oscuros, suspendidos en medio de aquel espacio, similares a rocas, y al parecer igual de sólidos. A pesar de no encontrarse adheridos a ninguna superficie, permanecían quietos, separados a unos cinco metros uno de otro.
Uno de estos raros objetos estaba muy cerca de ella, y al tocarlo sintió la dureza. Sin embargo, viéndolos en detalle notó cómo una luz verde parpadeaba cada tanto en cada uno ellos. Se estremeció, pues en la visión de Pyrea había encontrado esa misma luz en los ojos de su padre, la luz del tercer ente que ahora invadía de a poco el entorno, incomodándola, pues le hacía sentir observada, le hacía sentir en peligro.
—Estoy mirando, Pyrea, pero eso no aclara mis dudas, de hecho crea aún más dudas... De hecho, no sé tú, pero no me siento segura aquí, hay alguien con nosotros, lo sé...
—Hay dos elementos dentro del núcleo mental no físico: la energía estática y el Nexo. La primera es cada una de estas «rocas» que ves, que no son más que energía inamovible que enganchan al nexo mediante líneas de energía
—¿Y el «Nexo» es aquella luz? —dijo Alessandra refiriéndose al cuerpo luminoso que la mantenía curiosa.
—Sí, es el origen de la conexión entre la mente dormida y el alma de Marko mientras sale de su cuerpo, en este caso solo la parte consciente, por estar dentro de una computadora.
—¿Qué tiene de especial todo esto? ¿Por qué aquel ente del que me hablaste se encuentra aquí?
—Porque cuando Marko regrese a su cuerpo, deberá volver por aquí, probablemente lo esté esperando para absorberlo...
—ESO ES CORRECTO, PYREA...
Al escuchar esa voz interrumpiendo a Pyrea, a quien pensaba que solo ella podía escuchar, sintió como todo cuanto la rodeaba se estremecía ante aquella voz gruesa y vibrante. Luego se percató de que no, nada se movía, solo era ella lo que temblaba al escucharla, pues la vibración sacudía su cuerpo.
Si hubiese estado en su cuerpo de carne y hueso, probablemente su corazón se habría desbocado, casi hasta salirse de su pecho. La luz que parpadeaba en cada objeto oscuro que la rodeaba empezó a brillar sin interrupción, y allá frente al nexo, comenzó a materializarse una figura verde esmeralda, tanto o más resplandeciente que ella misma.
—¿Qué eres? —preguntó Alessa, con su doble voz, reuniendo valor para dirigirse a aquella entidad.
—SI PUDIERAS ENTENDERLO, NO HUBIESES VENIDO A DETENERME, ALESSANDRA...
—Te hice una pregunta. —Su voz empezaba a sonar temblorosa, como si hubiese todo un revoltijo emocional en ella. Confusión, rabia, ansiedad... Miedo.
Desde la lejanía, pudo verse como la entidad de color verde, formada delante del Nexo, parecía reaccionar a las palabras de Alessa. Extendió lo que parecían ser sus dos brazos y sujetó con cada uno de ellos una de las tantas rocas luminosas que le rodeaban; pareció desintegrarse cuando ambas rocas comenzaron a brillar con mayor intensidad, hasta desaparecer por completo. La energía color verde empezó a desplazarse pasando de roca en roca hasta converger una descarga de energía desde dos rocas distintas en dirección a Alessa, quién se echó rápidamente hacia atrás, esquivando la energía. En donde había estado ella un instante atrás se materializó, producto de la energía, un hombre alto de rasgos bien marcados y ojos verdes, todas estas características que no tardó en identificar, quedando completamente atónita.
—P... ¿Papá...? —musitó ella, con su voz temblando desde lo más profundo de su garganta.
—Cuánto tiempo, hija mía —dijo cínicamente la figura espectral de Friedrich Weiss, mientras movía su mano derecha para tocar con ella a Alessa.
«No es él, Alessandra... ¡No es él! ¡Reacciona! ¡No puedes dejar que te toque!»
Pero Alessa no respondió, estaba en trance, paralizada ante la visión de su padre, despierto, consciente, mirando directo hacia ella, hablándole después de verlo durante más de un año en silencio. Sumida en su propia impresión, sumergida entre los recuerdos que le invadían, no escuchaba las palabras de Pyrea, ni se inmutaba ante la proximidad de la mano de Friedrich, que se acercaba a ella y ya estaba a punto de tocar su frente. Muy bien sabía Pyrea lo que sucedería si aquella mano tocaba la frente de su protegida, no lo podía permitir.
«Lo siento, Alessandra, no me dejas otra opción...»
Se sobresaltó al darse cuenta que Pyrea le hablaba, mucho más al oír aquellas palabras.
Repentinamente, el brazo izquierdo de Alessa se movió con rapidez, su mano abierta impactó contra el brazo de Friedrich, cerrándose al instante. Pyrea había tomado el control; desvió la mano de Friedrich y la sujetó en un fuerte agarre. Ante esta reacción, la cara del hombre comenzó a moverse espasmódicamente, hasta esbozar una sonrisa torcida, mientras sus ojos verdes comenzaron a brillar con la misma luz que se vislumbraba a la distancia, dos detalles simples que bastaron para que su humanidad se viese mermada.
—¿Q... Qué ocurre, Alessandra? —Una versión más gruesa y deformada de la voz de su padre comenzó a emerger de la garganta de aquel ser— ¿No reconoces acaso a tu padre?
No solo el cambio en la voz, también el cinismo y la ironía con la que esas palabras fueron dichas, bastaron para que ella cayera en cuenta de la realidad, aquella cosa no era su padre, solo era una siniestra y degenerada carcasa. Pyrea no requirió hacer el siguiente movimiento, pues Alessandra, sintiendo la furia estallar de nuevo en su interior, apuntó la palma de su mano derecha hacia el frente y le disparó una ardiente descarga de energía a Friedrich a quemarropa, enviándolo varios metros hacia atrás. La voz doble de Alessandra volvió a escucharse, sonora y vibrante.
—Esa voz no es la de mi padre... Tú... No eres él —dijo ella, haciendo brillar sus ojos, mirando fijamente a la entidad verde.
—¡Maldita Pyrea! ¡Debí haberte eliminado desde el momento en el te atreviste a asomarte a este mundo! —dijo el ente, no prestando a atención a las palabras de Alessa, encendiendo un aura verde a su alrededor. Parte de su cuerpo adquirió ese mismo color.
—Sí... Tienes razón... ¡Debiste haberlo hecho! —replicó irónicamente Alessa, al momento en que apretaba ambos puños con sus brazos flexionados a la altura de su pecho, haciendo su aura resplandecer en llamas.
Sin mediar más palabras, con su propia energía se impulsó hacia delante, saliendo disparada hacia el ente verde, volando a alta velocidad a través del espacio, lanzándose al combate. Para su sorpresa, la figura verde esmeralda de su padre no hizo nada para esquivarla, en vez de eso, arqueó el pecho hacia delante, recibiendo de lleno el ataque, el cual provocó un estallido que rebotó en los cuerpos rocosos cercanos, esparciendo su llameante energía en todas direcciones.
Alessandra abrió sus ojos con sorpresa, pues todo parecía todo estar en los planes de su contrincante, pues a pesar de la fuerza de la carga inicial y del estallido, no había logrado moverlo de su sitio, y sus manos a puño cerrado habían hecho un agujero y estaban enterradas en el pecho de la figura de su padre, que ahora sonreía de manera aún más exagerada, dejando ver únicamente luz desde ese orificio, aquella cosa era energía pura. Al tener Alessa el impulso de sacar los puños, escuchó su voz distorsionada.
—Ahora es mi turno —susurró ruidosamente el hombre verde, quien para horror de ella no parecía haber sufrido daño alguno.
Antes de poder siquiera pensar en un nuevo movimiento, el cuerpo de su padre se desintegró ante ella, y como si de una cortina de humo viviente se tratase, la atravesó, pudiendo ella sentir como se volvía a materializar detrás de ella. De inmediato, intentó girarse para voltear a encararlo, pero era muy tarde, pues tan pronto lo vio de frente de nuevo, la mano de aquel ser se enganchó en su cara, alargando sus dedos para rodear con ellos toda su cabeza.
Lo siguiente que Alessandra sintió fue una brutal sacudida que partió desde su cabeza hasta cada rincón de su cuerpo, luego de ello la sensación de dar vueltas y justo después una colisión descomunal de un objeto duro y rígido contra su espalda. Había sido lanzada como una muñeca de trapo y su espalda se había estampado contra uno de los cuerpos rocosos. No tuvo tiempo ni de reaccionar al dolor cuando vio de nuevo al ente verde frente a ella.
Quiso gritar de dolor cuando la mano izquierda del espectro tomó fuertemente su cuello y su mano derecha se hundía una y otra vez en su vientre, como si de un enorme puñal se tratase, pero a pesar de estar experimentando el dolor más severo que podría haber imaginado, de su garganta no surgía voz, pues sentía como si se asfixiara, como si toda su fuerza estuviese siendo drenada rápidamente. Sus ojos asustados miraron al hombre verde de nuevo y descubrieron con horror que el aspecto humano parecía haberlo abandonado por completo.
Donde antes estaba el rostro de Friedrich había ahora una esfera etérea con dos puntos luminosos que fungían como ojos, los brazos se habían alargado, dando la impresión de poder ser estirados indefinidamente. A pesar de parecer estar hecho de un humo verde fluorescente, aquel ser era perfectamente tangible, y aquel castigo que le estaba propinando, destrozando su abdomen, era la prueba. Entre el dolor y agarrotamiento de su cuerpo le impedían concentrarse en mover sus manos para disparar e intentar repelerlo. Sus fuerzas se iban, la vida la estaba abandonando sin siquiera haber dado una pelea digna.
—¡Alessandra! ¡Concéntrate! —Escuchar de pronto la voz de Pyrea le hizo distraerse del dolor-. Toca la energía estática con tu mano... ¡Hazlo ya!
A Alessa le tomó breves instantes comprender que hablaba de la roca flotante e inmóvil contra la cual estaba recargada. Entre espasmódicos movimientos, comenzó a mover sus manos hacia el objeto negro, a la vez que su cuerpo se sacudía violentamente ante cada embate de la mano de su agresor y su cabeza parecía a punto de estallar por la presión ejercida sobre su cuello. Al establecer contacto con la roca, todo pareció irse de pronto, el dolor y la sensación de asfixia y aplastamiento se esfumaban y solo quedaba el negro, que en pocos segundos fue sustituido por una visión periférica de todo su entorno.
—Pero ¿qué es esto? —preguntó Alessa, impresionada y confundida.
—¡Rápido, Alessandra! ¡Te alcanzará! Dispárale a otro cúmulo de energía para moverte hacia él...
Entonces lo comprendió. Al hacer caso a Pyrea y disparar a otro cuerpo rocoso, su visión periférica cambió de posición. Estaba haciendo lo mismo que el hombre verde había hecho antes de comenzar la pelea, se estaba desplazando entre aquellos cúmulos de energía estática. Al ver que el espectro le imitaba disparando en dirección suyo, entendió que la estaba persiguiendo, tenía que salir de ahí. Disparó hacia un cuerpo oscuro, luego hacia otro, y a medida que lo hacía, su luz anaranjada podía verse en movimiento, interconectándose entre las rocas flotantes, y detrás de ella una luz verde que la imitaba.
Alessandra huía de su adversario, y al parecer, el contacto con aquellas rocas le había curado el daño. Finalmente salió hacia el vacío y tras de sí pudo ver la última roca dentro de la que estuvo iluminarse en verde, su contrincante venía por ella. Sin embargo, ya ella se encontraba preparada. Apenas la tétrica figura etérea del ente verde se asomó por el cuerpo oscuro, ella disparó con ambos brazos sus descargas ardientes, las cuales aquel ser recibió de lleno, sin inmutarse, simplemente las absorbía con su cuerpo, inmóvil.
Viendo el efecto nulo de su ataque, Alessandra cesó la descarga, tendría que pensar en otra cosa, pero ya el contraataque había empezado. Su aterrador atacante extendió uno de sus brazos en su dirección, y ella voló a toda velocidad para esquivarlo, haciendo a la extremidad impactar de lleno contra uno de los cuerpos oscuros, en el cual se introdujo el espectro verde en un parpadeo. Ninguno de los ataques normales de ella parecían afectarle, para vencerlo debería cambiar su estrategia.
Siguió con sus ojos la trayectoria de aquel ente por entre los cuerpos rocosos, perderlo de vista podría ser fatal. Al percibir su cercanía, arrancó a volar de nuevo alejándose a gran velocidad, entonces se percató de que el ente verde era más lento si se desplazaba dentro de la energía estática. Sin embargo, el espectro parecía haberse percatado también, pues salió nuevamente al vacío, a una distancia considerable de Alessandra, y todo lo que ella alcanzó a distinguir fue un destello de luz, del cual salió una descarga de energía similar a una corriente de viento, solo que luminosa y de color verde esmeralda, directamente hacia ella.
Entonces, su mente trabajó rápidamente, recapitulando cada recurso que todavía no había utilizado. Su energía era insuficiente contra su adversario, por lo tanto necesitaba alguna idea, hasta que finalmente la tuvo, recordando algo que Pyrea le había enseñado en el subconsciente de Marko. Era un plan descabellado, pero las opciones se habían agotado, la descarga de energía de aquel ser se aproximaba a ella, era sucumbir o arriesgarse a sucumbir. La opción más lógica hubiese sido intentar evadir la descarga, pero en cambio, se quedó inmóvil, pues tenía otros planes, así que puso sus manos juntas frente a ella, generando una esfera de energía blanca, la misma con la que había vencido a Lectros dentro de su mente.
—Alessandra, debes moverte, ¿qué piensas hacer? —exclamó Pyrea desde dentro.
—¡UNA PUTA LOCURA! ¡ESO ES LO QUE VOY A HACER! —gritó Alessandra, respondiendo frenéticamente a su protectora.
La ráfaga verde la alcanzó, ella interpuso la esfera blanca, la cual comenzó a absorber de lleno la descomunal descarga de energía. Toda Alessandra vibraba por el movimiento, era bastante obvio que aquella fuerza tremenda podía dejarla fuera de combate de no ser por la absorción de la esfera. Sin embargo, para sorpresa de ella misma y de su adversario, su esfera fue capaz de absorber el ataque en su totalidad, pero no todo eran buenas noticias, pues comenzaba a hacerse inestable, estaba a punto de estallar, y a pesar de ello Alessa sonreía, pues aquello también formaba parte de su plan. Pero de repente, sintió algo hacer contacto con ella a sus espaldas, y el dolor le hizo dar un alarido desgarrador.
Mientras se concentraba en sostener la esfera blanca mientras absorbía la ráfaga de viento, no se percató de que la entidad verde se había movido entre los cúmulos de energía estática y salido al vacío justo detrás de ella, y ahora le había atravesado desde la espalda hasta el abdomen con sus manos alargadas, las cuales al salir por delante siguieron estirándose hasta subir a su cabeza y apretar con fuerza, una en el cuello y otra en su rostro, convirtiendo sus gritos en jadeos desesperados.
Estaba más que claro, era un resultado inevitable, aquel contrincante la superaba en todo, no tenía oportunidad alguna contra él, lo sabía desde el principio del combate, pero muy a pesar de todo, aun cuando su consciencia comenzase a mermar, su plan seguía en marcha. Solo había una única forma de detener a un ser más poderoso que ella: atacándolo con una energía igual a la suya.
En un desmesurado esfuerzo para concentrarse a pesar de los espasmos y el dolor, Alessandra separó ambas manos de la esfera, dejándola flotar, inestable, en medio del vacío. Luego, extendió sus brazos a los lados de su cuerpo, el cual iba a ser partido en dos por el espectro verde en cualquier momento. De inmediato comenzó a cargar absolutamente toda su energía restante a sus extremidades extendidas, dejando sus ojos brillar intensamente; la entidad verde pudo sentir el ardor de su aura anaranjada repeliéndole. Finalmente, tal y como había hecho Pyrea en el subconsciente de Marko, lanzó ambos puños cargados hacia delante, haciéndolos impactar uno con el otro, con el detalle de que el punto de impacto fue la esfera blanca, que al recibir semejante descarga adicional de energía, generó un estallido descomunal que volvió todo el campo visual un conjunto de luces verdes y anaranjadas que para Alessandra no tardaron en volverse solamente penumbras.
Tras aquella violenta agitación producida por la explosión de energía, ella pudo ver aquella luz blanca acercándose, hasta que se dio cuenta que era ella quien se movía hacia la luz, entendiendo de inmediato lo que pasaba: como mecanismo de defensa ante tales colisiones de poder, la mente de Marko estaba expulsando la energía extraña, enviándola hacia el Nexo. Sin embargo, un detalle le resultó espeluznante, y era su libertad de movimiento, lo cual significaba una sola cosa: ya no estaba fusionada con Alessandra, la magnitud del estallido había alcanzado para separarlas.
Miró hacia atrás y solo vio una estela de partículas verdes que pasaba a través de ella, dirigiéndose también al Nexo. Al sentir la energía pasar, se horrorizó, pues sintió una mezcla de dos naturalezas distintas, sin demorarse en entender que, al separarse de Alessa, la entidad verde asimiló su debilitada alma y ahora estaba llevándosela fuera del cuerpo de Marko hacia quién sabe dónde.
Alessandra lo había logrado, pues aquel ser ya no podría absorber a Marko en cuanto él volviese a su cuerpo, pero al costo de que se la llevasen a ella. La impotencia invadió a Pyrea, pero sabía que por los momentos no había nada que pudiese hacer. Tendría que regresar sola al cuerpo de Alessandra para luego buscar la manera de traerla de vuelta. Pensó todo esto antes de alcanzar el Nexo y no ver más que claridad.
De vuelta en la realidad, Marko volvía a encontrarse en la habitación de Annelien, donde Pyrea le acababa de hacer ver todas aquellas imágenes introduciéndole aquella esfera anaranjada en la cabeza, y ahora estaba llevándose las manos a la boca al caer en cuenta de lo que acababa de ver, algo que quizás representaba el sacrificio hecho por Alessandra para salvarlo a él. Sus ojos se humedecieron de golpe y de su garganta no salieron más que balbuceos...
Al mismo tiempo, Alessandra se vio de nuevo en aquel extraño laberinto boscoso, en donde acababa de vencer al mismo espectro verde contra el que luchó en sus recuerdos, los cuales volvieron a asentarse en ella, haciéndole sentir aliviada de finalmente saber cómo había llegado a ese extraño sitio. Sus ojos volvían al color magenta otorgado por la nube, y ella los abrió de par en par cuando vio de nuevo hacia el frente y se encontró, nada más y nada menos, que con ella...
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