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La flecha de Cupido

—¿Por qué no cogimos a su caballo? —pregunta el chico con la gorra. 

—¿Acaso era una probabilidad? —pregunta el de las gafas 

—¡Que se callan por Díos! —vocifera el mayor. Los tres chamacos miran a su captura, es increíble que algo así pase. 

Es casi un milagro encontrar tan fácilmente a un fugitivo y que en vez de poner resistencia, te deja capturarlo sin quejarse. Uno de ellos le lleva una galleta y un poco de agua.

—¡Ten!  La probabilidad de que lleguemos antes de mañana es muy improbable.

Coronel Mamá toma las galletas de la mano del chico y bebe el agua que éste último le ofrece.

—A tí te gustan las matemáticas.

El chico sonríe y afirma con la cabeza. Viendo comer a los chicos, Coronel Mamá se dice que los suyos deben estar comiendo, si no dejaron quemarse la comida. Suspira profundamente antes de sonreír al chico. 

Los otros dos chicos empezaron a luchar entre ellos y el mayor  empuja al del gorro que cae cabeza sobre una piedra, muerto. Coronel Mamá se siente un poco culpable de la muerte del chico,  pero no hace nada cuando el mayor lo toma por las muñecas y empieza a tirar de ellas.

—¿Por qué mataste a Colins? —El chico de las gafas fulmina al mayor. Tiene miedo de él, pero la pregunta había forzado sus labios para salir sola en un grito. Y de repente tuvo miedo.

—¡O-o Hoggins! Te dije que no me gritas. Tu amigo lo hizo y por accidente murió pero tú —el mayor avanza sobre el nominado Hoggins—... te voy a matar de mis propias manos y quedarme con el dinero.

El chamaco hace unos pasos atrás.

—¿Qué? ¿Qué está pasando Hoggins? ¿De qué tienes miedo?

—Así que ese es el asunto, lo mataste por el dinero. Un dinero que la probabilidad de tenerlo es…
—¡Shht! Shtt Hoggins. Mejor intenta contar la probabilidad de no morir hoy —El chamaco levanta su cuchillo para matar al otro niño, el niño cierra los ojos para esperar la muerte que estaba casi llegando cuando una mano aún más fuerte empuja el cuchillo en las manos del chamaco. 

Coronel Mamá hace señas al chico de las gafas de salvarse antes que el otro recupere el cuchillo, lo que hace sin dejarla repetir dos veces las mismas frases.

—¿Por qué no me dejaste matarlo?

—Porque no quiero tener que matarte niño —contesta ella con firmeza. 

El chamaco se enfurece al escucharla llamarle niño.

—¿¡Niño yo!? Te voy a enseñar lo que llega a los que me llaman "niño" —El chico da la vuelta y vuelve donde había luchado con el denominado Colins.

—¡Jacomelo! —grita el Coronel. 

Coronel Mamá se gira sorprendida de ver al Coronel de pie a unos metros de ella, sudando y con la respiración agitada. Ella sonríe. El ruido de una bala saliendo de un revólver, los ojos desorbitados de Coronel Mamá, su boca abriéndose sorprendida reciben al Coronel. Coronel Mamá se cae en el suelo, detrás de ella el chamaco sostiene uno de los revólveres de Coronel Mamá. Él fué quién había tirado. 

Ochora y Ogou pegan un grito similar, como si ellos también hubieran sentido la bala perforando la piel negra de Coronel Mamá. El Coronel corrió y se arrodilló a su lado, poniendo su cabeza sobre sus rodillas.

—Jacomelo respóndeme... Jacomelo, abre los ojos por favor —El Coronel acaricia la cara de la mujer, besa su frente, sus mejillas— Respóndeme am... respóndeme ciel (cielo).

El cuerpo de Jacomelo sigue sin reaccionar, el Coronel lo abraza y sintiendo el líquido sobre su mano, la levanta para ver la sangre esconder el color de su piel.

—¿¡Ciel!? ¿Desde cuándo hablas francés? —pregunta la voz débil de la Coronel Mamá. 

El Coronel la abraza de nuevo, pero esta vez llorando de alegría. Le vuelve a dar un beso aún más fuerte en la frente.

—Desde que tú te convertiste en mi oxígeno —Coronel Mamá sonríe, abre los ojos y acaricia la cabeza del Coronel—. Siento haber sido brusco contigo. ¿Me perdonas?

—Si me prometes llamarme así siempre, dejaré de ser una simple fugitiva reclamada por Las Alturas.

El Coronel ríe con más lágrimas en su rostro. Primeramente, de simple, Coronel Mamá no tiene nada que ver y segundo nunca los de Las Alturas dejarán de considerarla como una gran amenaza después del asunto del Môle y sobre todo que es popular de haber matado a grupos de militares y militantes.

—Si solo era tan fácil… —dice el Coronel acariciando su rostro. 

—¿Qué? ¿Qué es lo qué no es fácil?

—Dejar de ser la fugitiva más reclamada por Las Alturas —contesta con una sonrisa triste. 

—Pensé qué era…

—No. Te lo puedo decir mil veces: "Ciel, ciel, ciel, ciel, ciel, ciel,ciel…" —Coronel Mamá se esconde los ojos debajo de su mano derecha.

—¡Basta ya!

—Si es para verte tan tímida, lo diré millones de veces más. Ciel, ciel, ciel, ci.. jajaja noo...jaja basta —Coronel Mamá sigue haciendo cosquillas al Coronel hasta que su hombro en la que entró la bala empieza a herirla. Hace una mueca que no escapa del Coronel—... Ven Ciel, te llevo de vuelta a casa.

Y a casa volvieron cada uno montado sobre sus caballos respectivos Ogou y Bassin-Bleu.

***
—¿Mamá estás bien? —pregunta Vladįč inquieto. 

Los soldados se reúnen alrededor de Coronel Mamá que una vez bajado del caballo se hubiera caído si el teniente Vladįč no la hubiera sujetado a tiempo. Por segunda vez en el día, Coronel Mamá se desmayó, pero esta vez es en los brazos de su teniente preferido, su hijo, el teniente Vladįč. El teniente Vladįč mira al Coronel que parece también preocupado.

—Tenemos que quitarle la bala —dice aquél último cogiendo al Coronel Mamá de los brazos del teniente Vladįč. Ahora más que nunca, sus celos están más fuertes. 

—¿Bala? —responden todos al unísono.

—¿Bala? —repite el teniente Vladįč mirando sus manos empapados de sangre.

Ponen boca abajo a Coronel Mamá, el Coronel rasga la camiseta para liberar espacio. Con delicadez, quita la bala de la espalda del Coronel y pone en la herida la punta de su cuchillo. Coronel Mamá grita de dolor, se estaba levantando cuando el Coronel puso el cuchillo ardiente sobre su herida. El teniente Vladįč le sostiene la mano y ella los aprieta como si no quería separarse de él y se vuelve a desmayar. El Coronel la lleva a su tienda y se queda a su lado hasta que ella se despierte.

—Buenos días ciel —El Coronel baja sus labios sobre los de Coronel Mamá en un beso lleno de delicia.

—Más bueno es tu presencia Sunshine —El Coronel sonríe y gira la cabeza—. La belleza no tiene nombre cuando los rayos de mi Sunshine están iluminando tanto su cara sonrojada.

El Coronel la mira con unos ojos sorprendidos y enamorados. Y sonríe con malicia.

—Cuando el sol sonroja se ve su cara y el cielo se esconde detrás de su majestuoso color ébano escondiendo aún más su sonrojo que no es posible de ver que en sus lindos ojos maliciosos —La molesta el Coronel. 

—¡Coronel!

—Tú empezaste ciel y te juro que me es difícil guardar todas esas frases que me gustaría hacerte saborear —Coronel Mamá sacude la cabeza a lo que el Coronel la pregunta—: ¿Y porqué no?

—Pues porque me puedo perder bajó sus pesos o convertirme en su espejo.

El Coronel toma su mano y deposita un beso sobre ella.

—Si te pierdes, iré a buscarte, si te conviertes en espejo, me convertiré en tu caja. En cualquier sitio que estés, yo estaré aunque tendré que cambiar mi rango de Coronel y de humano con Ochora —declara el Coronel. 

—¿Y si me muero?

El Coronel piensa en su respuesta y se pregunta qué será la respuesta si se muere antes de ella ya que es más viejo.

—Si te mueres, me construiré una casa al entorno de tu tumba, cada mañana vendré a saludarte y cada noche vendré a contarte lo que hice en la mañana. Y si no salgo aquel día, me quedaré a tu lado para hacerte saborear todas las frases que no tuve el tiempo de decirte. ¿Sabés por qué?

Coronel Mamá le mira, ávida de conocer la respuesta.

—No… dime…

El Coronel sonríe.

—Porque tú ciel, mi cielo, eres mi lugar favorito; dónde y para quien siempre quiero brillar. Eres la fuerza de mis rayos y el fuego que es la esencia de mi existencia. No sé porqué no te lo dije antes, no sé porqué no me convertí en un imbécil antes de hoy, pero sí sé algo. No quiero y no te dejaré ir. Y si por una mala redacción del destino llegas a ser capturada, vendré a buscarte con un escuadrón de todos los animales feroces y salvajes de nuestra naturaleza.

Unas carcajadas forzadas salen de la garganta de Coronel Mamá. Reunir los lobos no será fácil para el Coronel, será un milagro si llega a reunir todos.

—Las promesas son arena en un mar de arenas.

El Coronel sacude la cabeza negando totalmente las palabras de Coronel Mamá.

—Las mías son todas las arenas combinadas. Desde las del desierto el más caliente hasta las dulces a la orilla y en el fondo del mar.

Y como para que ella pueda guardarlo en su mente, vuelve a bajar sus labios sobre los de Coronel Mamá. Los dos, en los primeros pasos del amor, se dejan llevar por las olas saboreadas de los besos y las caricias.



Me estoy enamorando de mi propio hijo (Del Corazón), eso no es justo. Casi me olvido que el Coronel era tan romántico.

Hola amilectores, estamos a unos capítulos del final, gracias por seguir leyendo y gracias por los apoyos.

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