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El amigo enemigo

—¡Esperad! —El Coronel toma el plato que uno de sus nuevos soldados tiene en las manos. 

Lo huele, y no olió nada. El viento sopla fuerte, unas gotas de líquido caen en el suelo formando un agujero bien profundo donde sale un humo calorífico.

—Tenemos nuestras respuestas —dice el Coronel—. La comida está envenenada. Comeremos lo que llevamos en nuestros sacos y no cogeremos nada de lo que están aquí. Cada uno de vosotros tome una tienda para dormir. Estaré de guardia esta noche.

—Coronel permíteme quedarme contigo —pide Vladįč. 

—Teniente Vladįč... bueno... Está bien.

Los dos hombres se sentaron espalda a espalda en el post de control del ejército que ocupaba los sitios antes de ellos.

—¿¡Coronel!?

—Mande…

—¿Creés que es ella? La que estuvo en la ciudad.
El Coronel piensa antes de responder. Se estaba preguntando lo mismo, ¿cómo puede una mujer ser tan rápida y ágil? ¿Es cierto que ella sola acabó con un campo de militares?

—No sé qué responder. Lo único que sé… es que debemos encontrar a Jacomelo antes de Las Alturas.

—Parece un fantasma. ¿Te das cuenta que la única persona que nos podía dar más informaciones era la muchacha del bar que gobierna ahora la CBO? —se queja Vladįč. 

—Ella no quiso decirme más cosas. Lo único que me dijo fue: "¿Por qué sigues buscando dos personas? ¿Por qué quieres saber dónde está?" —repite el Coronel — No debía sonar raro, por eso me sorprende que ella me respondiese así. Al principio pensé que hablaba del ex comandante ése y de la viuda pero cuando más pienso, más me digo que eso no era el tema.

—Tienes razón Coronel… suena muy raro. Pero, si me acuerdo bien, ella te dijo otra cosa antes de entrar en su habitación.

El Coronel cierra los ojos, buscando en su mente lo que ella había dicho una vez arriba de las escaleras de su habitación. "Y, ¿si buscas mejor quién es Jacomelo en vez de buscar qué es?". "...para saber quién soy, tendrás que dejar de buscarme en otras partes.
", había dicho la mujer antes de huir. 

El Coronel se pone de pie, el teniente Vladįč le imita levantando su arma preparado para tirar.

—Puedes bajar tu arma teniente Vladįč... estamos en una buena pista y necesito que seas más silencioso que Ochora y más vigilante que los lobos, las panteras y las zorras. ¿Podrás serlo?

—¡Mi Coronel! —asiente Vladįč. 

Y es entre risas, secretos y planes que acabaron durmiendo a las dos de la mañana para despertarse a las cuatro de la madrugada.
Los soldados del ejército del Coronel se levantaron cuando escucharon el sonido del silbato. Se ponen de pie y empiezan a prepararse para la marcha. Un largo camino les está esperando, no saben que hay detrás de cada muro, de cada árbol que cruzarán.

—¿Quién silbó? —pregunta el Coronel una vez bajado del puesto de control de los ex guardias de las militares.

Otro silbato sale de las ramas de un árbol no lejos del campo militar.

—Ochora… es Ochora —dice uno de los nuevos soldados—. Ochora viene a decirnos que es tiempo de levantarse e irse.

Como afirmando sus palabras, Ochora el pajarito silencioso despliega las alas y vuela en el cielo, desapareciendo en las nubes. Los hombres empezaron a prepararse, cogiendo las tiendas y otros utensilios que les servirán. Uno de ellos se porta voluntario para llevar la comida infectada diciendo que puede que les sirve de gran ayuda. 

El Coronel no se puso en contra de su decisión, al contrario, impide a otras personas de acercarse a las cosas que llevará aquel hombre. Después, quemaron el resto de las cosas que no podían llevar. Se ponen en marcha cantando la misma canción que años atrás cantaron en la película de Sarafina: "Freedom is coming tomorrow", pero por cada paso que daban, por cada gota de sudor que desperdician, por cada familia que dejaron atrás, por cada familia que los polvos ya se combinaron con la arena y el polvo de los edificios; no podían cantar con orgullo "Freedom is coming tomorrow". 

"¡Liberación!" El grito de la mujer Haitiana que llaman Jacomelo sigue apoderándose de sus mentes cuando ya no tienen ganas de seguir. 

"Enviaron dos soldados violar, maltratar, forzar a una jovencita de 21 años. Si tienen miedo de mí que no es tan sabia ni fuerte, ¿cuál será sus reacciones si vosotros lucháis por vuestra libertad? ¡Liberación para Cuba! ¡Liberación para México! ¡Liberación! "". 

Jacomelo no fue más que una jovencita de 21 años que combatió contra el nuevo presidente de su país en un juego de cartas que llaman "vòlè ti pil". El mismo nombre del juego habla por sí "robar las pequeñas pilas" es un juego sencillo pero incontrolable aún más que el juego del Póker o otros juegos que las empresas comerciales de juegos habían puesto en el mercado.

Es fácil. Se trata, como dice el nombre, de robar la pequeña pila de su adversario. Pueden jugar varios jugadores que se eliminan cada vez que uno se queda sin pila después de un partido. 

Jacomelo se sentó delante del presidente, de su abogado y de su primer ministro. El presidente fué el primero en poner su condición de juego:

—"Si gano… lo que ciertamente será, serás nuestras amantes a los tres. Tendrás que complacernos en cualquier día, en cualquier momento, no podrás ver a nadie más que nosotros ni besar con nadie más."

Jacomelo sonrío y aceptó el trato firmando el documento después de leer las cláusulas. Después de firmar, devuelve el documento al presidente no sin tomarle una foto como prueba. Viendo que todos se pusieron de acuerdo para aprovecharse de su jóven cuerpo, Jacomelo que en aquél momento no era más que una escritora buscando hacerse un lugar en el corazón de sus compañeros, saca una hoja sobre cuál escribe sus propias cláusulas, firma y les pide firmar a los tres hombres. 

Mandó una nota al abogado: "Si impides que aquél contrato eliminé todos los agujeros afilados que ví en el contrato anterior, dejaré escapar, sin darme cuenta claramente, tu secreto al presidente...  Ciertamente no será mi culpa… En nada seré responsable de tu posible muerte." 

Y empezó el juego, el truco de robar las pequeñas pilas de las otras personas es si tienes la misma carta que la que tiene encima de todas sus cartas las otras personas. Compartieron las cartas, sobre la mesa había cuatro cartas: "Un dos, dos As, un cuatro." El presidente cogió el dos con su carta dos y le puso delante de él sin girarles porque esa es la regla del juego. El abogado pasó con su carta dos y toma las dos cartas de dos del presidente, el primer ministro, recogió con su carta cuatro la carta cuatro de la mesa. 

Jacomelo suspira, se rasca la cabeza antes de decidirse a recoger las tres cartas de dos que el abogado había robado al presidente. Siendo la única con las cuatros cartas, nadie podría robarla porque las cartas normales tienen solo cuatro cartas para cada número. A cada uno les faltaban tres cartas y volvieron a jugar, volvieron a robar, Jacomelo se quedó con cuatro cartas hasta el final. 

Cuando todos pensaron que les habían ganado, ella jugó su última carta que era un As. Con ella, roba las pilas del presidente que tenía encima la tercera As que faltaba en la mesa. Con ochos cartas, Jacomelo ganó el Môle Saint Nicolas, un espacio que los americanos hicieron todo para comprarlo por su posición geográfica que da una super vista sobre una parte importante de los Estados Unidos. 

En manos de amigos, será algo magnífico de admirar pero en manos de enemigos será la posición perfecta para eliminar a los Estados Unidos en la lista de país poblado y habitado.

El Coronel y sus soldados caminaron durante siete horas antes de llegar a una humilde granja. Según las indicaciones, esta granja pertenece a los aliados ósea a personas que están contra Las Alturas. Entraron y se encontraron con hombres y mujeres vestidos de campesinos, no había ningún niño en vista. Los llevan delante el jefe y allí fueron doblemente sorprendido... ósea al menos el Coronel.

—¡Osanky! —exclama el Coronel. 

—¡El Coronel! —exclama el nominado Osanky.

Los dos hombres se abrazaron dándose grandes palmadas en la espalda.

—¿¡Cuánto tiempo mi hermano!? O no... perdón tengo que decir… ¿¡Cuánto tiempo Coronel!? ¿Cómo has estado?

—Super relajado... Sabés que los baños de sol son aún más ricos en esa época del año.

—Jajaja siempre tan chistoso.

Los soldados se sentaron en la mesa que les enseñaron. Nunca habían escuchado al Coronel hacer chismes ni verle sonreír, se sintieron seguro de sí mismo pero pusieron bajó la mesa sus armas por si acaso. Llevaron a una mujer al jefe, cuando ella levanta la cabeza y ve al Coronel hace una mueca mostrando los dientes al Coronel, una falsa sonrisa que puso nervioso al Coronel.

—Ésa mujer es mía —afirma el Coronel con seriedad. 

—¿Tuya hermano? No creó… Esta mujer será mía está noche —La voz de Osanky cambia inmediatamente de tono.

El Coronel se levanta pero sus pies lo abandonaron y si no fuese la mesa, hubiera caído. Los soldados se levantaron y cayeron de la misma manera. 

—Hermano o mejor dicho Coronel, olvidé decirte que soy un cazador… bueno, todos aquí son cazadores y hoy os hemos cazado a todos. Quiero agradecerte por habernos llevado monturas, caminar a pie duele mucho y no sería genial caminar al lado de mis prisioneros —se burla Osanky. 



¡Cuántas veces tuvimos este amigo que pensemos que será para toda una vida! Al final, el tiempo y las circunstancias cambian las personas o nos cambian.

¡Hola amilectores! Espero que están bien y que han disfrutado el capítulo.

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