Cupido en el campo
Para decir verdad, limpiar la nueva ciudad de Manhattan no tiene nada de divertido. El suelo está sucio por hojas, por huesos y otros objetos utilizados por los militares durante el tiempo que estuvieron aquí.
Los soldados utilizan las nuevas armas para abrir un agujero suficiente para que pueda pasar unas personas en las paredes construidas por los militares y que invaden las calles de Manhattan con culos de sacos. Otro grupo de soldados tiene como trabajo la verificación de los edificios, cada edificio que se ve capaz de recibir personas es marcado con una bandera negra y los que no están dispuestos, o por causa de agujeros demasiado peligrosos o del estado del edificio, es marcado con una bandera blanca.
La naturaleza había hecho suya la mayor parte de los parques y otros lugares donde el cemento de los edificios no habían puesto sus sellos. Manhattan es grande y ellos ya no son tantos soldados; los trabajos más duros e importantes son compartidos entre grupos de cinco hombres y los menos duros, pero tampoco fáciles, entre grupos de dos hasta tres hombres.
El Coronel y sus tenientes no trabajan en el mismo grupo, diciéndose que juntos acabarán rápido cierto, pero separándose también ayudarán a los otros acabar con más rapidez. Coronel Mamá no puede participar en el trabajo, de momento está entre cuatros pequeños troncos y debajo de una toalla cocinando para los soldados.
Había encontrado un sartén muy grande y muy profundo en una de las casas y algunos productos que parecen tener años desde que nadie los toca. Sorprendentemente, pocos de ellos, para no decir ninguno, están expirados. Ella, con la ayuda de algunos soldados, les había sacado uno trás otro y empezó a preparar una nueva receta para sus hijos soldados.
Como ingredientes, Coronel Mamá había elegido: "maíz, zanahoria encajada, cebolla, chorizo, berenjena, frijol, papaya, pasta de tomate, repollo, sal". Los lobos les habían llevado díez cerdos y cinco pequeños bisontes salvajes; los soldados se ocuparon de ellos y después dejaron a Coronel Mamá solita en su cocina. Coronel Mamá cambió su ropa de cazador con un pantalón corto y una camiseta que no dejaron sin comentarios a los soldados a quienes las nalgas de Coronel Mamá no dejan de dar atracción. Unas horas después, los soldados toman una pausa, cansados y agotados.
—La comida todavía no está preparada, niños por eso les cociné algo para que puedan disfrutar durante vuestra pausa —dice enseñando los platos.
—¡Gracias Coronel Mamá! —Los soldados se sienten y Coronel Mamá, ayudada por tres entre ellos, les lleva la comida.
—¡Macaronis hmmm! Huele rico mamá… —Coronel Mamá sonríe cuando escucha la palabra del soldado.
Cuando todos están servidos, se pone delante de ellos y espera que los tres soldados que estaban ayudándola se sientan también.
—¿Podemos comer mamá? —preguntan casi al unísono.
Coronel Mamá frunce el ceño e imita al Coronel.
—¡Soldados!
—¡Sí Coronel Mamá!
—Pero puto padre, ¿cuáles son esas modalidades? ¿Es con ésas manos sucias que váis a comer? —Los soldados riéndose se levantan y van a lavarse sus manos. Después, vuelven y se sienten todos sobre el pequeño banco portátil que cada uno tuvo que construir desde que Coronel Mamá, llamada Jacomelo en aquél tiempo, empezó a hacerles de comer— ¿Quién reza hoy?
Los soldados se miran uno a otro; casi se olvidan de rezar, están tan cansados y tienen tanta hambre que la oración es sus últimas preocupaciones. Pero Coronel Mamá no piensa lo mismo, ella también estuvo trabajando, aunque no es en la misma parte que ellos, y ella todavía no ha comido.
Los tres tenientes llegaron juntos, el teniente Vladįč es el primero en lavarse los manos y después lo siguieron el teniente Karel y el teniente Adlof. Una vez en la mesa, Coronel Mamá les sirve los platos; rezan juntos y empiezan a comer hablando de todo y de nada. Coronel Mamá les mira con admiración, ésos soldados vivían en el mismo campo, en la misma ciudad pero no se conocían. Con la llegada de Jacomelo, empezaron a comportarse como verdaderos hermanos, verdaderos amigos.
—¿Qué nos estás preparando Mamá? —Coronel Mamá mirá al soldado, su dedo indica las dos calderas sobre el fuego.
—Es maíz con salsa de frijol y legumbre de chorizo, berenjena, zanahoria, repollo y carne de cerdo —Los soldados se quedan atento a las palabras de la Coronel Mamá.
—¿Y cómo se prepara?
—Soldado, ¿en serio piensas que tu Coronel tiene tiempo para explicarte todo eso? —Los soldados ríen de la burla del Coronel Mamá— De momento solo falta que cocina unos díez minutos más y después cuento sobre vuestros hermosos brazos fuertes para bajarlos del fuego. Uno de esos días, os enseñaré como se hace.
En la mesa, la conversación vuelve a su asunto, ósea, el combate de la arena. La carne de bisonte bien cocinada en los macaronis es el vicio de los soldados que hacen complot entre ellos para robar tranquilamente dos trozos en el plato del otro. Por ejemplo uno de ellos te habla de algo sin importancia que sabe que es tu tema favorito y el otro coge silenciosamente la carne. Todos los otros soldados ven, pero nadie va a hablar y todos se pondrán a vigilar mejor sus platos aunque eso no impedirá a algunos más ágiles de coger en sus platos sin que se dieran cuenta o no tengan tiempo para atraparlo.
El truco es simple: "La carne siempre se come antes de la comida cuando estás en grupo." Puede sonar raro, pero es lo que hace la diversión de los soldados durante el desayuno, la cena o la comida; lo que tengan tiempo de tomar. Coronel Mamá sonríe, se acuerda de sus momentos en los campamentos de Scout; en realidad, fue ella quien los había enseñado a comportarse así entre ellos, claramente. Está interdicto por los soldados del Coronel recibir comida o bebida entre las manos de otra persona que no sea Coronel Mamá, para evitar que lo mismo que ella hizo a los otros no lleguen a ellos, ósea, ser intoxicados a muerte.
Coronel Mamá echa un vistazo a la cabeza de la mesa.
—Vladįč… —Coronel Mamá enseña con la cabeza el sitio vacío con una mirada preguntona.
—Si Mamá…
—¿Dónde está el Coronel?
El teniente Vladįč gira la cabeza y mira al teniente Adlof guiñándole un ojo malicioso.
—A pues … ¿Dónde está el Coronel teniente Adlof? —El teniente Adlof gira la cabeza sonriendo y mira al teniente Karel devolviendo el guiño del teniente Vladįč.
—Síí Teniente Karel, ¿dónde puede estar el Coronel?
Coronel Mamá les tira la manzana que tenía en la mano. El teniente Vladįč la atrapa antes de los otros y lo pone en su boca bajó los aplausos y las carcajadas de sus compañeros.
—¡A-já! ¿Queréis ser maleducados? —Coronel Mamá pone una mano sobre la talla, señal de que está preparándose para castigarlos.
Los castigos del Coronel son duros, pero los de Coronel Mamá aún más. A veces solo se enfada con todos, no habla, no come, no bebe nada y se pone a trabajar. Triste de ver sufrir así a Coronel Mamá, los soldados se ponían inmediatamente a pedirla perdón e impedirla herirse aún más.
—Yo no mamá… jajaja… Tu Coronel está en el edificio C, sigue trabajando —Coronel Mamá fulmina con la mirada al teniente Karel, él también se está burlando de ella y naturalmente del Coronel.
Tampoco es una mala burla. "Su Coronel", como si aquél le pertenecía. Desde la escena de la " entre-patas" y la de la arena todos se burlan de ella y de lo que supuestamente hay entre el Coronel y ella. Acordándose que al Coronel no le gusta los macaronis, había cocinado espaguetis para los dos ya que a ella tampoco le gusta. Toma el plato, la salsa de tomate o más conocido como Ketchup en Estados Unidos, la mayonesa y el tabasco y se pone a caminar con precaución temiendo que sus manos temblorosas no dejan caer al plato.
Encuentra al Coronel en una gran sala intentando descifrar algo sobre la pared, se ve tan distraído que Coronel Mamá no sabe si acercarse más o dejar el plato e irse. Coronel Mamá se rasca la garganta, no sabiendo si llamarlo o no.
—¡Dije que no quiero que me molesten!
No se había girado y no se gira tampoco cuando no escucha responder la persona, diciéndose que puede que se haya ido. Coronel Mamá se gira para irse pero su enfado sube en su cabeza y se empodera de su mente.
—¿Y piensas que no estuve molestada preparándote otro plato? ¿O no me molesta dejar mis asuntos para llevarte personalmente ése estúpido plato que tuve que hacerte?
El Coronel gira la cabeza sorprendido. Cuando sus ojos encontraron los de Coronel Mamá, se suavizan poco a poco y su cara generalmente estricta se endulce. El enojo de Coronel Mamá sale volando de sus ojos dejando el espacio para una llama dulce y ardiente. Dándose cuenta, Coronel Mamá baja los ojos sobre el plato, camina hacia el Coronel, le pone el plato en la mano y se gira para irse. El Coronel sostiene el plato con una mano y con su mano disponible sostiene la mano de Coronel Mamá quien se detuvo en seco, no pudiendo hacer nada más que quedarse.
—Lo… lo… lo siento.
La cara sorprendida de Coronel Mamá se convierte en una cara sonriente. Sonriendo, ella se muerde el labio inferior. El Coronel pone el plato sobre una mesa a su lado, tira sobre la mano de Coronel Mamá de manera a que el cuerpo de la Coronel sea pegado al suyo y tuerce su brazo con un movimiento rápido y delicado. Coronel Mamá dejá salir un suspiro dulce y que suena delicioso en los oídos del Coronel.
Por el movimiento, casi se tocan sus labios. La respiración agitada de Coronel Mamá, sus labios entreabiertos, sus ojos fijando los del Coronel hacen sentir al Coronel que lo que él siente por ella, ella también lo siente por él. Con sus ojos pegados el uno sobre el otro, el Coronel repite lo que había dicho y por el cuál no tuvo respuesta.
—Lo siento… ¿Me perdonas?
—Sí… Coronel —El Coronel sonríe destrozando las armaduras que protegen el corazón de Coronel Mamá. Pasa la mano en su cara y acaricia sus labios— Co… Coronel… la comida… se va… a… enfriarse.
El Coronel inclina su cabeza a la altura de su oído y le susurra lo que haría estremecer a todas las hembras… ¿enamoradas?
—Lo dejaré enfriarse, con solo poder calentar mi corazón con tu mirada.
Coronel Mamá se muerde el labio inferior por la gracia del Coronel y se quita de su mano.
—¡Coronel!
—¿Qué?
—Por favor no vuelvas a hacer eso —suplica Coronel Mamá.
—¿Porqué?
—Púes... porque... por... no sé.
—Jajaja… Verte tan agitada me abre un apetito que pensaba enterrada desde hace siglos pero eso es una extra mega super maravillosa sensación —Se lame los labios y pasa una mano en su cabello.
—¡Coronel! —exclamó Coronel Mamá avergonzada.
Yo no veo a esos dos juntos, ¿dónde dejarán a Vladįč?
Hola, hola amilectores, espero que lo hayan disfrutado este capítulo.
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