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Cautiva por el miedo al amor

El Coronel ríe y toma el plato, lava sus manos con el agua de la botella, se sienta y empieza a poner la mayonesa, el Ketchup y el tabasco sobre las espaguetis.

—¿Ya comiste? —Coronel Mamá no responde, ya que como siempre espera que todos terminen de comer para comer. Y si uno de los soldados no está lleno, le regala su plato diciendo que ya había comido. Desde jovencita no le gustaba comer ni podía comer a veces— ¿Cuándo me vas a responder?

—Perdón... estuve lejos. ¿Dijiste?

—Si ya comiste —Los ojos de Coronel Mamá no la acompañan en la mentira que estaba a punto de dar. Abre la boca para hablar y fue un tenedor de espaguetis que entró en su boca—. Te está siendo difícil mentirme Coronel Mamá. Te está siendo súper difícil esconderme cosas. Tus ojos ya no mienten tan bien, ¿o soy yo quien te mira más o mejor? Todo tu cuerpo me responde antes de que puedas abrir tus labios. ¿Me responderás sinceramente si te hago una pregunta?

El Coronel dijo ésta última pregunta con un tono de malicia en la voz. Él siente que ya conoce la respuesta, pero se pregunta si Coronel Mamá aún mirándolo en los ojos puede mentirle sobre una cosa que se está siendo demasiado evidente. Hasta los tenientes y los soldados hablan de eso cuando él no está presente. 

Coronel Mamá le enseña su boca llena de espaguetis, puede responder, pero él fue quién le puso los espaguetis en la boca. El Coronel sonríe y le hace un guiño seductor.

—No pasa nada. Sigues teniendo una cabeza, puedes responderme con ella. O también puedes decirme sí con el índice levantado y no... púes… sin levantar nada —El Coronel sigue mirándola con malicia. Coronel Mamá mastica lentamente la comida en su boca como si quisiera que nunca terminará—. ¿Me quieres?

Coronel Mamá toma una pausa en su trabajo de masticar lentamente. La pregunta la sorprende y no sabe qué responder. Durante un momento, el Coronel se pone nervioso pidiéndose si ha hecho bien de hacerle aquella pregunta, pero después se dice que ya lo ha hecho y no tiene nada que perder.

—¿Me amas Jacomelo?

Coronel Mamá termina de comer, abre la boca, pero lo cierra inmediatamente. Da unos pasos atrás, lejos del Coronel y de su tenedor, no sin levantar la risa efímera del Coronel.

—El amor es un estúpido verbo conjugado por imbéciles Coronel.

El Coronel frunce el ceño, escuchar a Coronel Mamá decir similar cosa le hace pensar que puede ser que alguien le había roto el corazón o que ella nunca tuvo alguien con quien poder compartir su vida. Cuando más piensa, en las partes de historias que cuenta Coronel Mamá a los soldados que llama sus hijos, nunca menciona un amorcito o un hombre que le ha tocado el corazón. Nunca menciona a alguien que perdió y que no ha podido soportar su pérdida, nunca habla de alguien que le prometió esperarla o qué la esperaba en su país natal.

—¿Por qué piensas así? Y, ¿por qué te fuiste tan lejos de mí?

—Porque sí y porque es verdad… no es que digo que eres un imbécil porque, claramente, solo me hiciste una pregunta, pero... bueno… Si estoy a unos pasos de tí Coronel es por miedo de tu tenedor y tus dedos y nada más.

El Coronel sonríe.

—¿Mis dedos dices? ¿Sabés que pueden hacerte volar sin qué tengas alas? Y eso aún más lejos que las naves de la N.A.S.A. Te pueden llevar visitar los colores del arcoiris y confundirte en el color el más caliente o llevarte al norte y hacerte sentir que te estás derritiendo.

—¡Coronel!

—Me gusta escucharte cuando lo dices así. Es tan dulce que si me prometes llamarme así siempre, dejaré de ser Coronel. Me pregunto si no fué copiando tu voz que las abejas producen miel —La seriedad en la voz del Coronel acaricia la piel negra de Coronel Mamá. Las palabras siguen resonando en su mente y su espíritu le hace imaginar mil maneras de qué pudiera ser los vuelos que les pueden hacer los dedos del Coronel.

Ella se imagina estando a su lado y siendo suyo, ¿cómo sería hacerlo? Cierra los ojos para eliminar las imágenes de su mente. Siente una presencia detrás de ella y la respiración regular agitada de la persona; unos dedos acarician suavemente su piel que se llena de piel de gallina. 

El Coronel sonríe y la hace girar, ella abre los ojos y se encuentra con el fuego ardiendo en los ojos del Coronel. El Coronel toma su barbilla y la levanta, acaricia sus labios y sin pedir permiso baja los suyos sobre ellos. Los labios de Coronel Mamá responden a la ternura salvaje de los del Coronel y sus manos suben por los brazos, pasan por su pecho para acabar acariciando su cabeza. El Coronel gruñe de deseo, su cuerpo le ordena atacar, pero su mente le dice otra cosa. 

Coloca a Coronel Mamá sobre la toalla que le servía como cama de descanso en su trabajo, pasa las manos lentamente bajó su vientre y le quita la camiseta. Se destaca de ella y la mirá fijamente mordiéndose el labio inferior y hace un "wow" silencioso con los labios que seguramente hace sonrojar a Coronel Mamá, pero su color de piel tan lindo hasta cuando está en el sol impide a Coronel Mamá de sonrojar. 

Viendo que Coronel Mamá se queda mirándolo, se quita su camisa y ella gira la cabeza tímida. Unas preguntas empiezan a instalarse en la mente del Coronel.

《¿Por qué ahora parece tan inocente? Su forma de hablar a veces es tan erótica que te hace coger el pie sin tocarte, ¿por qué parece tan restrictiva de repente?》. El Coronel elimina sus pensamientos besando a Coronel Mamá en el cuello.

Los gemidos que salen de la profundidad de su garganta inundan al Coronel con más deseos, llegando a hacerle olvidar sus pensamientos. Él le quita su sujetador y después de mirar sus senos con avidez, coge uno de ellos en sus dedos y juega con él haciéndolo girar lentamente y con ternura de un lado al otro. El cuerpo de Coronel Mamá empieza a calentarse, de vez en cuando su espalda se levanta un poco de la servilleta, lo que saca una sonrisa de los labios del Coronel que están ocupados a complacer a Coronel Mamá en su cuello. 

Una vez que siente que su misión está cumplida, el Coronel desliza sus labios a su otro seno que ya estaba pidiendo su parte del trabajo. Coronel Mamá muerde el labio inferior, pero el gemido sale de su garganta como una profunda adoración al cielo erótico. Sintiendo que el cuerpo de Coronel Mamá ya está preparado, que hacerle resistir más será un pecado y eso también a su cuerpo a quien el miembro está doliendo, el Coronel baja sus dedos en los pantalones de Coronel Mamá. 

Sin avisar, Coronel Mamá toma su brazo, lo tuerce y gira sobre él. Ella mira al Coronel con unos ojos desorbitados, pero también llenos de miedo antes de mirar a su entorno, levantarse, poner su sujetador y su camiseta y salir corriendo. Todo eso delante de la cara sorprendida del Coronel que ni tuvo tiempo para impedirla irse. El Coronel pasa las manos en la cabeza y suspira profundamente. No había querido ser brusco, pero su cuerpo, sus ojos le decían que ella también lo necesitaba. Y volvieron sus preguntas, sus dudas.

—¡Coronel!... ¡O perdón! —El teniente Adlof gira la cabeza sonriendo. 

—¡Mandá teniente Adlof! ¿Y por qué mierda giras la cabeza?

—Es mamá… se ha ido.

El Coronel se pone de pie inmediatamente cuando escucha eso.

—¿Dónde?

—No sabemos Coronel, ha cogido a Ogou.

El Coronel se enfurece, contra Coronel Mamá pero aún más contra él por ser quien es él qué lo había hecho huir. Pone su camisa e ignorando la mirada del teniente Adlof sale corriendo del edificio C. 

***
—¿¡A qué podemos hacernos un nombre chicos o una riqueza!? —dice un joven con una vieja gorra negra de cazador.

—Sí, es una probabilidad pero, ¿cómo saber quién es? —pregunta uno con grandes gafas. 

—Ese idiota cree que Jacomelo vendrá a tirarse en sus brazos levantando los puños y diciéndole: "Aquí estoy, capturanme y ganan la recompensa." —se burla uno puliendo un cuchillo. 

Dos puños se levantan delante de los ojos de los tres chicos.

—Aquí estoy, capturanme y ganan la recompensa.

Los tres chicos se miran sorprendidos, delante de ellos una mujer negra vestida de una camiseta y un pantalón corto tiene los puntos levantados, señal de resignación.

—¿Quién eres? —El más grande del grupo, según su posición en el medio, ladea la cabeza esperando su respuesta. 

Niños, entre 14 y 15 años; niños queriendo hacerse una riqueza para hacer no se puede saber qué. Hoy en día las únicas cosas que no da la naturaleza son las placeres encontradas entre los muros de Nueva York y aún recibiendo la recompensa, los de afuera no tienen derecho a entrar dentro. Ni militar, ni militante, aún menos un cazador o un simple vagabundo que capturó un fugitivo. 

Muchos son los que intentaron entrar, pero una vez que les han pagado la recompensa por tal fugitivo, tiran al suelo el dinero y cierran en sus caras las gigantescas puertas de la muralla.

—Yo… yo soy la que están buscando. La fugitiva más buscada de toda América. Mi nombre es Jacomelo, única propietaria del Môle Saint Nicolas en Haïti, tengo 27 años y…

—¡Sí sí basta ya! —dice el de la gorra. 

—No es que te vamos a creer —dice el mayor sin dejar de pulir su cuchillo. 

La empujan, pero ella vuelve en el mismo sitio, en la misma posición.

—Aquí estoy, capturanme y ganan la recompensa. He combatido al lado del Coronel y de su ejército, he matado al comandante y devolví la ciudad a sus ciudadanos que cambiaron su nombre en CBO que significa Ciudad Bendecida por Ochora, he matado a un escuadrón con mis queridos amigos lobos —recita la mujer negra—. Soy Jacomelo, si no me creen, verificad la katana que me regalaron los japoneses. En la hoja está escrito Jacomelo y en el mango está escrito Coronel Mamá.

Uno de los chicos verifica la katana.

—Es cierto lo que dice la negra. En la katana está escrito nombre y en la cintura también. La de la cintura dice: "Coronel Mamá, madre de los soldados del ejército del Coronel".

El que parece el jefe del grupo se siente orgulloso y pone las muñecas en los brazos de Coronel Mamá. Ella se deja capturar, sus ojos están rojos. Un poco en el lejano, Ochora gritó de furia viendo que Coronel Mamá se da por vencida únicamente porque se siente atraída por el Coronel. 

Ogou, su caballo galopa hasta encontrarse con Bassin-Bleu subido por un Coronel furioso. 

—¡Ogou! —Cuando el Coronel ve a Ogou sin Coronel Mamá, su furia se cambia en miedo. 

Fuerza a Bassin-Bleu a poner todo su esfuerzo. Ogou llega antes del Coronel y Bassin-Bleu. En el suelo, un humo sale entre tres piedras haciendo saber al Coronel que unos minutos antes Coronel Mamá estaba aquí, pero no sola. Hay unos cuantos cigarrillos en el suelo y piedras en el entorno del pequeño fuego.





Muy loca la Jacomelo por rendirse por amor,  ¿no?

Hola amilectores, espero que lo hayan disfrutado. No olviden dejarme sus ideas sobre la historia,  gracias.

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