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♥️ Capítulo 2. "Favores"

Einer.

Su mirada filosa se dirige hacia la copa que reposa en la mesa, algunas gotas de sangre todavía se encuentran dispersas por los bordes. Regresa sus ojos a mi persona, veo cierta molestia en ellos.

Yo debería ser la que está enojada. No puedo terminar mi comida en paz sin que me hagan preguntas sin sentido.

—¿Hace cuánto te alimentas con sangre? —cuestiona con cierta inquietud. Toma mi rostro con sus manos para examinar cualquier rastro que indique que he vuelto a consumir sangre en grandes cantidades—. ¿Qué es lo que haces, Einer?¿Por qué, eh? Habíamos acordado que no volvería a suceder.

Lo aparto con brusquedad, doy unos pasos hacia atrás con rapidez. Detesto el contacto físico sin mi autorización y mi hermano lo sabe muy bien. No comprendo porque no respeta algo tan sencillo como eso.

—Porque no puedo más, Einar. No puedo más con esta sensación de asfixia y de sentir que en cualquier momento me volveré loca —espeto cortante, le sostengo la mirada solo para incomodarlo—. No tengo porqué darte explicaciones. No preguntes más nada. Enfócate en tus "asuntos importantes" y en el imbécil que nos ha causado varios problemas ya.

Mi mellizo no puede enterarse que mis sentidos se han agudizado a tal punto que siento el más bajo sonido como si estuviera dentro de mis oídos. Mi audición será lo primero que me hará perder la cordura. Son los efectos adversos de evitar el consumo de sangre, los Drashkaras los sufrimos.

Me asombra que él todavía no los sienta. Sé que no me lo ha ocultado, porque yo lo descubriría. Sin importar qué. Las mentiras no duran mucho en mi presencia.

—¿Te has puesto a pensar en si es verdad que la señorita Trayshon ha escapado de Abdrion por voluntad propia? —sisea con notable desconfianza. Entrecierra sus ojos, dubitativo—. ¿Y si es alguna especie de trampa en la que has caído?

—Es una deshonrada de los Trayshon —señalo sin más, no tiene sentido que le oculte esa información. Él investigará de todas formas—. Créeme, Einar. Nos he hecho un favor como imperio y como emperadores. Ella es importante.

Le oigo respirar profundo como si intentara serenarse. Sus ojos tan idénticos a los míos no se apartan de mi rostro, de mis expresiones, de mi semblante rígido e imperturbable. Sé que intenta molestarme, despertar la furia que vive en mi interior, igual que en el de él.

Siempre ha sido tan curioso en todo, se mete en asuntos que no le incumben. Mi hermano sabe a la perfección que yo jamás tomaría una decisión que pudiera herirlo o poner su vida en riesgo, pero sigue con esas ansias de inmiscuirse en lo que sea. Es muy impulsivo cuando se lo permite.

—Es parte de la antigua familia imperial Arino —digo con seriedad antes de que pregunte algo—. Ese es el mayor secreto de los Trayshon y ellos pudieron haberla asesinado. De hecho, Astenont estuvo a punto de hacerlo de no ser porque yo revisé las órdenes de ejecución. Respeto a la señorita Trayshon por la memoria de nuestros padres, ellos eran grandes amigos de los emperadores Meire de Abdrion y lo sabes, Einar.

Se queda en silencio sin objetar ni una sola palabra, se acaba de dar cuenta que ha desconfiado de mis decisiones sin fundamento. Sin razón, porque jamás le he dado motivos para hacerlo. ¿Me cree tan imbécil como para caer en alguna trampa? Eso jamás sucederá, analizo todo antes de actuar y me aseguro muy bien de investigar a cada persona a la que decido ayudar.

De haber sido una trampa, hubiese encarcelado a Keatlyn Trayshon sin pensarlo dos veces. No volvería a Abdrion, pero tampoco tendría derecho a vivir aquí en Astenont.

—Discúlpame, Einer —baja la cabeza para evitar mirarme, se acerca a la puerta con más serenidad—. Estos días han sido pesados, mi humor no es el mejor y tal vez he desarrollado un poco de paranoia. Desde lo que hizo Herafel...

Esbozo una pequeña sonrisa comprensiva, la paranoia es uno de los efectos adversos de evitar consumir la sangre que nuestros organismos necesitan.

—Comprendo, hermanito —asiento para demostrarle que creo en sus palabras. Aprendió a reconocer sus errores en los últimos años, la muerte de su esposa Makayla Darietkeva lo ha dejado profundamente herido. Diría que su corazón se ha roto en mil pedazos, después de todo, ellos eran íntimos amigos—. Lo que no comprendo es porque le das tantas oportunidades a ese idiota.

Abre las puertas para llamar a alguno de nuestros empleados y pedirle si podría hacerle el favor de traerle su comida, que al final ha decidido sentarse a comer en familia. Cierra las puertas con el mayor sigilo posible, no porque esté enojado, sino porque ha comprendido qué es lo que sucede conmigo y la razón por la que estoy tan alterada.

—Es respeto hacia nuestra tía Alyam y hacia el tío Seryv —se limita a responder, con cierta resignación. Deja caer sus hombros en medio de un suspiro lleno de pesadez—. La familia lo es todo para nosotros, lo sabes muy bien.

Regreso a mi silla para terminar mi plato. Continúo con lo que hacía antes de que llegara Einar, por lo que comienzo a cortar el filete en pedazos perfectos y no le doy atención a lo que sea que haga. Sus palabras se repiten en mi mente una y otra vez, tal vez como un disco rayado o una maldición que nos condenará si no rompemos el lema familiar de los Ditnov antes de tiempo.

Nuestro padre solía ser muy unido con su familia, el gran linaje de Drashkaras que gobernó Astenont por siglos. La primera persona que ostentó este apellido fue la Diosa Versh, esposa de nuestra Diosa creadora, Skara.

«La familia lo es todo» solía decir cuando éramos niños para que respetaramos a nuestros parientes de sangre Ditnov. Mi madre no se sentía muy entusiasmada de que le dijeran ese lema a sus niños hasta el cansancio, ella creía que los lazos sanguíneos no siempre lo son todo, y que hay personas que no merecen ni un ápice de respeto.

Hoy en día creo que pongo en duda si aquellos que se apellidan igual que yo, por mantener lazos sanguíneos conmigo, se han ganado ese estimado respeto del que tanto hablaba mi difunto padre. Hay un miembro de este linaje que me ha hecho titubear al respecto.

Porque está arruinando todo lo que han construido nuestros antepasados durante años y porque pretende gobernar con crímenes y excesos, con altanería y miedo, cuando él no tiene ningún derecho en la política de este imperio.

No es nada. No tiene ningún poder.

—Si piensas en Herafel, ya le he dejado en claro que si comete un delito más, será desterrado de esta familia —habla mi hermano como si leyera mis pensamientos. Levanto la mirada del plato para observarlo con atención—. Ha ido demasiado lejos con sus acciones. Si no reflexiona, deberemos hablar con su madre.

...

Keatlyn.

La mansión en la que me voy a hospedar por ahora tiene casi la misma cantidad de metros cuadrados que la mansión de mi familia. La única gran diferencia es que cambian mucho los espacios y el concepto abierto es algo que al parecer se utiliza bastante en Astenont.

La decoración es un tanto oscura, hay pocos candelabros y los que cuelgan del techo, no iluminan lo suficiente. Hay muchas sombras proyectadas por ese motivo.

Observo cuadros en las paredes, de marcos plateados, y pinturas referidas a personas. Supongo que son retratos. Al parecer antes vivía una familia aquí, porque en una de las pinturas veo a dos mujeres junto a una niña y un niño.

Los muebles son de ébano o de metal muy brilloso. No hay una sola pared que no sea de piedra, así que el aspecto oscuro creo que es por ello.

Desde que llegué aquí, las personas que trabajan en esta casa no han parado de cuchichear sobre mí. He oído que piensan que tal vez soy la nueva pareja de alguno de los emperadores o que soy una persona que viene a engañarlos y asesinarlos.

Ninguna de esas teorías es cierta. Solo soy una persona que huyó de un trágico destino.

A mis padres les importó poco y nada que yo sea hija de la ex princesa del imperio Arino, Krayla Arino. Ellos planeaban ejecutarme en cuanto se les presentase la oportunidad, nunca fui parte de los Trayshon, solo una persona oculta para el mundo por el miedo al qué dirán.

Toda mi vida fui un error. Yo no debí nacer, soy el resultado de como mi padre mantuvo una corta relación con Krayla mientras estaba separado de su verdadera esposa de forma temporal.

Les entregué veinte años de mi vida para que no me asesinaran, para que me quisieran como si fuese su hija, como todos mis hermanos. Sin embargo, era notable que siempre mantuvieron cierta preferencia por la mayor de nosotros, mi hermana Krissalida Trayshon. Ella es la perfecta mujer e hija que todo cumple, que todo hace, la más poderosa y la futura heredera del cargo como Líder de la élite de Abdrion.

Mi error fue negarme a continuar con los planes para desterrar a los emperadores de Abdrion, Dríhseida y Vorkiov Meire, y en su lugar tomar el trono de forma ilegítima. La antigua familia imperial que se encuentra encerrada y oculta del mundo es quien está detrás de todo esto, los Trayshon solo obedecemos órdenes de a quienes les juramos lealtad en el pasado.

Por eso me nombraron como una deshonrada. Y por ello estoy aquí, en el imperio que mis padres odian a más no poder.

Levanto la mirada para observar el reflejo que me devuelve el espejo frente a mí. Solo soy capaz de apreciar un rostro cansado, resignado a vivir en las sombras. Mis ojos brillan con tanto dolor y con tanta ira reprimida, siento que esta furia que crece dentro de mí en cualquier momento explotará y no podré detenerla.

Tomo el cepillo que reposa en el tocador con cuidado y comienzo a peinar mis rizos. Me tomo el trabajo de humedecer el cabello antes, no quiero tenerlo esponjado como hasta hace unos días atrás.

—Disculpe, señorita Trayshon —habla de repente una mujer desde la puerta, sostiene una bandeja entre sus manos mientras me analiza con atención—. Nuestra emperatriz ha ordenado que se le avise cuando son los horarios de comida en esta mansión. Es la hora de la cena, tiene que bajar, por favor.

Arrugo las cejas al detallar sus rasgos tan inusuales y tan familiares para mí. Estoy segura que he visto a esta mujer en otro momento, esos ojos plateados no se los he visto a cualquiera.

Solo no recuerdo dónde podría haber visto esas iris tan particulares.

—Disculpe, ¿Usted ha viajado a Abdrion en algún momento? —me atrevo a preguntar mientras me aproximo a ella, me percato de que se tensa un poco ante mi voz—. Su rostro me suena familiar, discúlpeme.

—No se preocupe, señorita Trayshon —una sonrisa amable se dibuja en sus labios, me entrega la bandeja de plata con sumo cuidado—. Respondiendo a su pregunta, no. No he viajado a otros imperios. Pero tal vez ha visto mis rasgos en los ciudadanos de Zildwi. Mis padres emigraron desde ese imperio hasta Astenont para trabajar para los Ditnov.

—En ese caso, discúlpeme por la confusión —le sonrío un tanto nerviosa—. Bajaré en un momento.

...

Tomo el colgante de mi collar entre mis dedos, es la mariposa que me obsequió mi hermana Krissalida años atrás. Se trata de una pieza de plata con pequeñas gemas violetas incrustadas.

Intento brindarme más confianza y menos nerviosismo. Estoy esperando una respuesta de Einer Ditnova, dado que solicité hablar con ella más temprano. Nadie en esta mansión quería prestarme atención hasta que alegué que es algo importante que podría ayudar a proteger con mayor seguridad el imperio.

—Trayshon, la emperatriz aceptó hablar contigo —espeta un hombre de cabellos oscuros, viste el uniforme de los soldados de Astenont. Pantalones oscuros, camisa roja y una pechera de metal reluciente que podría frenar cualquier ataque realizado con poderes sobrenaturales—. Vamos, no tenemos mucho tiempo.

Agarra mi antebrazo con fuerza para levantarme de mi silla con la mayor rapidez posible al ver que yo no he reaccionado ante sus palabras. La presión que ejerce sobre mi piel llega a arder en algún momento, está presionando el lugar de la marca que me han hecho mis padres.

—Suéltame —lo empujo para que se aparte de mí, mi fuerza lo asusta un poco—. Puedo caminar sola, soldado.

La burla en mi voz enciende el fuego de la ira en sus ojos azabaches, tan semejantes a dos abismos que consumirían a cualquiera. Su mirada pareciera drenar la energía de quién se le presente enfrente, me veo obligada a girar la cabeza para no sentir que se roba mis ganas de vivir.

Nunca creí que conocería a otra persona con ese poder. Dríhseida Meire y su hija son las únicas reconocidas con el poder de hipnosis hasta donde tengo entendido.

—¿Qué es lo que sucede, Makeiar? —inquiere un hombre más joven que el estúpido que ha agarrado mi brazo hace unos minutos atrás—. Su Majestad de la corona roja nos ha pedido que llevemos a la señorita Trayshon con ella. Te ordené que la trajeras, no que la maltrataras.

El muchacho que responde al nombre de Makeiar baja la cabeza sin responder nada. El que pareciera ser su jefe, pues por lo que veo lleva una pechera de metal negro en vez de plateado, desenvaina su espada para colocarle el filo sobre el cuello.

—Vuelves a faltarle el respeto a nuestra emperatriz y te corto el cuello —sisea con una frialdad que asustaría a cualquiera—. Sé que no es la primera vez que nos faltas el respeto. ¿He sido claro, Makeiar?

—Sí, Jefe Kalem Darietkev —asiente Makeiar sin dirigirle la mirada, veo que sus manos se retuercen en puños para no responderle de mala manera.

—Vete al carruaje, antes necesito hablar con la señorita —le dice en tono serio, Makeiar se limita a acatar la petición de su jefe—. Me presento ante usted, señorita Keatlyn Trayshon, como el Jefe del Ejército Rojo, Kalem Darietkev. Es un gusto servirle a usted.

Extiende su mano hacia mí, tardo un poco en tomarla, pero al final lo hago. Al parecer es un hombre de confianza para Einer Ditnova y si ella confía en él, ¿Por qué no yo? Siempre han dicho que la emperatriz de Astenont es una mujer desconfiada. Se ha vuelto así luego del asesinato de sus padres.

—Se lo agradezco, señor Darietkev —asiento con una suave sonrisa—. Vámonos, no queremos hacer esperar a su majestad, ¿Verdad?

...

Mantengo mi mirada en alto al llegar al comedor donde se encuentra la emperatriz Einer Ditnova desayunando o almorzando, he perdido la cuenta del horario. El Jefe del Ejército Rojo se posiciona a mi lado antes de golpear la puerta.

—Adelante.

Kalem Darietkev abre las puertas frente a nosotros, los guardias dentro del recinto inclinan su cabeza ante su jefe y nos permiten el paso. Él es el primero en avanzar, con la esperanza de que yo siga sus pasos y es lo que hago.

—Su Majestad de la corona roja, como lo ha pedido, he traído a la señorita Trayshon —desenvaina su espada para dejar que la punta toque el suelo, procede a inclinar su cabeza con las manos sobre la empuñadura. Él me mira como si quisiera decirme que haga lo mismo, pero yo no bajo la mirada en ningún momento. El contacto visual con Einer Ditnova es, de alguna manera extraña, reconfortante—. Discúlpenos si observa una marca rojiza en el brazo de la señorita, el soldado Makeiar Astriev aún no comprende cuál es su lugar.

—Sé que sabrás educarlo para que reconozca su lugar —asiente con cierta complicidad, sus labios teñidos de un rojo escarlata se esbozan en una sonrisa burlesca—. Sabes que detesto a los que no respetan los títulos honoríficos. Puedes retirarte, Kalem Darietkev. Gracias por todo.

El hombre a mi lado asiente varias veces antes de guardar su espada otra vez y salir de la habitación.

Es entonces cuando Einer Ditnova se levanta de su silla, la mesa rectangular de caoba enseña dos platos con abundante comida y dos copas llenas de lo que parece ser vino tinto. Sus ojos admiran el desayuno listo antes de regresarlos a mí.

—Ven, Keatlyn. No tengas miedo, nos sentaremos y hablaremos —señala con su brazo la mesa delante de ella, sus labios aún esbozan esa sonrisa, pero ahora se ha transformado en una que destila amabilidad. O eso parece.

No le respondo, no estoy segura de que tan buena idea sea sentarme a desayunar con ella, por lo que decido quedarme parada. Einer Ditnova, al no obtener respuesta de mi parte, alza los hombros como si quisiera restarle importancia a ese detalle y comienza a caminar para acercarse a mí.

Sus botas de tacón alto resuenan en el silencio de esta gran habitación de paredes de piedra.

—Como prefieras, Keatlyn. El silencio también es una respuesta —habla con aparente serenidad—. Dime, ¿Sobre qué deseas hablar? Has jurado que se trataba de algo de suma importancia.

Sus ojos me evalúan de pies a cabeza. Sin embargo, se detienen en mi pecho, en el lugar donde reposa el colgante de mariposa. Me percato de la curiosidad en ellos, al parecer le sorprende el tipo de gemas preciosas que se encuentran incrustadas en las alas de la mariposa.

—Quisiera formar parte del grupo de trabajadores y científicos que construyen el armamento que se distribuye en Astenont —afirmo con voz firme, ella alza las cejas con sorpresa—. Estoy calificada para ello, en Abdrion estudié Ciencias y fui parte del equipo que elaboró las armas y reforzó la barrera protectora. Sé que en este imperio el armamento es débil, no han avanzado tecnológicamente en ello, ¿O me equivoco?

Da unos pasos hacia mí, hasta que es poca la distancia que nos separa. Sus ojos, de un azul tan profundo y tan gélido, aún continúan sobre el colgante en mi pecho. Detallo la forma almendrada de sus ojos, las sombras de brillos plateados que los rodean, el labial escarlata que abraza sus labios carnosos, y las fases de la luna que se asoman por debajo del escote de su blusa.

Los tatuajes son un accesorio que detestaba la Diosa Versh Ditnova por lo que sé. Es de extrañar que la emperatriz de Astenont se haya tatuado.

—De acuerdo, Keatlyn. Estarás a prueba por estos meses —accede tras largos minutos de silencio, donde solo nuestras respiraciones eran lo único que se escuchaban. Acomoda algunos mechones rizados de mi cabello—. ¿Por qué haces esto?

—Porque no haces favores sin esperar nada a cambio —susurro al sentir su cercanía, aparto con ligereza su mano. El contacto entre nosotras es electrizante, ella suelta una pequeña risita ante mi respuesta.

—No te equivoques, Keatlyn. Hay favores de los que no espero nada a cambio. De todas formas, mañana comenzarás con tu nuevo trabajo.

...

¡Buenas, buenaaas!

¿Cómo están?

Les juro que pensé que había actualizado Corona Roja y después me di cuenta que no 😭😭😭
Pero acá está el capítulo prometido <333

Voy a tardar un poco en actualizar Silencioso Preludio, ya que escribo y reescribo cosas. Siento que la historia no va como yo quisiera, pero no se preocupen, que pronto tendré el cap listo

¿Notaron la tensión entre Keatlyn y Einer? 👁️👁️

¿Qué piensan de la relación entre Einer y Einar?

¿Y qué opinan de Makeiar? 👁️👁️

Kalem sería mi hombre si me gustasen los hombres, es que es perfecto, respetuoso, detallista y caballeroso. Es el estándar de hombre, ahr

¿Están amando a Einer? 👁️

¿Teorías de lo que va a pasar?

Sin más que decirles, nos vemos en el cap de Silencioso Preludio y en Lúgubre Alma. Los amooo 🫶🏻

Besitos y abrazos 🫂💕








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