Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo veinte


-ˋˏ ༻  20 ༺ ˎˊ-

Guardaba la sospecha de que estábamos dentro del territorio del Yukón. Me preocupaba que muy pronto tendríamos que acercarnos a alguna ciudad para conseguir provisiones. Robar no era lo mío. Podía hacerlo, claro, pero volver a acercarme a la sociedad después de días enteros resguardados en lo salvaje era algo que me ponía muy nervioso y, sobre todo, paranoico. Pero la comida finalmente escaseaba y no todos podíamos alimentarnos en nuestra forma animal.

Yo podía vivir de plantas, raíces y hierbas por meses enteros. Aleu, por otro lado, apenas masticaba algunas moras si es que Joe no tenía suerte con la pesca o la caza. Además, la había visto sacarse su enorme anorak durante la tarde; estaba más delgada que antes.

Respiré el aire frío de primavera y contemplé el campamento. Había estado tratando de seguir nuestro recorrido en el mapa, y aunque no tenía ninguna referencia clara salvo mi intuición, me animaba a decir que estábamos en alguna parte de una larga extensión del río Yukón. Caminando por el Noroeste —calculaba que a un par de días a pie— estaría Dawson City. Cuando hice mi camino por Canadá con Harold, un par de años atrás, pasamos por Dawson City. Conocimos a un grupo pequeño de metamorfos a las afueras que al igual que nosotros, estaban de paso. Recuerdo que nos ofrecieron ir con ellos; estaban buscando un lugar para vivir, nos dijeron que por alrededor de la zona había muchas casas abandonadas que estaban interesados en ocupar. Harold y yo declinamos la oferta y le aseguramos que ya teníamos un destino previsto, pero la verdad era que esa enorme ciudad logró intimidarnos bastante; las ciudades implican personas, y las personas implica más posibilidades de ser descubiertos.

Ahora, Martha nos había dicho que eso de las ciudades era un mito y, de hecho, podría ser incluso más seguro, pero yo todavía prefería mantener mi escepticismo.

—Tenemos que seguir moviéndonos. —Les dije al resto cuando regresamos con Aleu—. Siguiendo río arriba, tendríamos que llegar a Dawson City en para el fin de la semana, pero hay que ser constantes.

Todos me miraron cuidadosamente como si fuera un ser de otro mundo. Creí que para entonces ya me habría acostumbrado a recibir estas miradas cada vez que se me ocurría abrir la boca, pero no.

Ninguno confiaba del todo en mí, no desde lo que ocurrió en Tok semanas atrás. Creían que era mi culpa, y lo era, no me pondría a discutir eso, yo ya lo sabía. La Rosa me buscaba a mi. Pero aún así, nadie se había animado a echarme del grupo todavía. Entendían el peligro que implicaba estar alrededor mío, y aún así...

—¿Dawson City? —dijo Elena, indiferente a la tensión tan tangible que surcaba el aire.

— Una ciudad —suspiró Bash, que mientras se recargaba contra un árbol, giraba entre sus dedos un revólver al igual que si fuera un juguete. Entonces él se detuvo, afianzó su agarre y levantó el arma, apuntando en mi dirección—. Muy lindo para morir —Y luego pretendió apretar el gatillo y disparar—. ¡Bum!

Ignoré la pesadez en mi pecho y lo señalé con un dedo.

—Más te vale que esa cosa no esté cargada, porque si no....

Él se apresuró a abrir el tambor en un ademán demasiado veloz —ciertamente era diestro con el arma, o solo muy temerario— y lo agitó en el aire con una mueca mordaz, demostrando que no había balas en su interior. Rodé los ojos y él se limitó a sonreír. Cerró el cilindro, giró sobre sus talones y pretendió desenfundar el arma antes de apuntar a Elena, que estaba sentada en un tronco a menos de un metro de él.

Elena se enervó.

—Te reto a volver a apuntarme con esa mierda —bramó.

—¿Es una invitación?

—Te arrancaría el brazo de cuajo.

Me resultó muy fácil creer en su amenaza. Elena parecía el tipo de persona capaz de hacer algo como eso. Sin embargo, Bash era el tipo de persona a la que no le importaba jugar con fuego.

—Bueno, me doy cuenta de que ambos están tensos —declaró, levantando ambas manos sobre su cabeza en rendición—. Está bien, no sabía que estaba prohibido divertirse y pasar el rato. No lo volveré a hacer.

—Si te gusta hacer idioteces, puedes ir y hacerlo en otro lado —espeté.

—Solo estaba jugando —exhaló él, sin darle mayor importancia y guardando el arma en uno de sus bolsillos.

Negué con la cabeza y caminé hasta mis cosas apiladas justo bajo un pino. Lo cierto es que no era —y tampoco sería — la última vez que Sebastian causaba problemas. Si no estaba molestandome a mí o a Elena, entonces estaba burlándose de Sam, Aleu y Joe. El único que, por el momento, estaba fuera del radar de Bash era Tony —decía que era porque molestar a alguien que no estaba dispuesto a hablar no era tan divertido—, pero lo cierto es que Tony en su mayoría irradiaba una energía tranquila y evadía el conflicto con facilidad. De todos nosotros, era al que mejor se le daba ignorar por completo las pullas de Bash.

Joe, en cambio, se enfurruñaba y le gritaba que se fuera al infierno, entre otras palabras menos gentiles. Usualmente Sam hacía una rabieta con ojos llorosos, pues parecía ser un niño sensible a toda regla. Aleu no lo era. Ella era silvestre y emocional de una forma caótica; cuando se enojaba, lo hacía con cada fibra de su ser. Se enderezaba y gritaba para hacerse escuchar mientras sus pies se arraigaban a la tierra, volviéndose igual de inamovible que una montaña. Ella junto a Elena eran quienes más se dejaban engatusar por las provocaciones de Sebastian. Y mientras que Aleu optaba por contraatacar con una rectitud inflexible, Elena era más voluble y física. Saltaba, golpeaba y empujaba.

La última vez que habían discutido, tuve que interferir antes de que alguno saliera herido. El pleito de ahora, sin embargo, había concluido sin menos agresión de la que esperaba.

—¿Cómo sabes que es seguro? —dijo Joe de repente, empleando un tono de voz insolente que me arrancó lejos de mis cavilaciones—. ¿Cómo sabes siquiera que este es el camino indicado?

No pude reprimir mi actitud displicente. Al final del día, Bash no era el único que intentaba sacarme canas a tan pronta edad.

—Viéndolo lógicamente —comencé despacio, sin querer exaltarme tan pronto—, el río Yukón es el único con el que podíamos habernos cruzado si miramos bien el camino hecho desde que pasamos la frontera. Este es el camino indicado. —Y después, porque alcancé a leer sus intenciones y cuestionamientos innecesarios, agregué: —No me gusta repetirme, Joe.

Él chasqueó la lengua.

—Claramente —refunfuñó por lo bajo, pero aún así llegué a oírlo.

—Si tienes algo para decirme Joe, este es el momento perfecto.

No iba a ser yo quien trajera el tema a colación; en parte era porque me aterraba un poco. Pero si era él quién lo hacía... Eso era algo diferente con lo que sí me atrevería a lidiar.

—Sí, dile lo que piensas, pequeño Joe —intervino Bash de repente, con una mirada que delataba sus ganas por echar leña al fuego—, todos te escuchamos.

Por alguna razón, a lo largo de los días, muy en silencio y con cierta sutileza, Bash se había posicionado de mi lado en esta guerra fría que Joe y Tony me habían declarado. Puede que fuera esa la razón por la cual ninguno se animaba por completo a llevarme la contraria: yo tenía el apoyo de los únicos dos adultos que quedaban. Aunque eso no evitaba que Joe fuera una pequeña mierda condescendiente a veces.

Él nos contempló a los tres —a Bash, Elena y a mí— con el ceño inyectado sobre los ojos. Sin embargo y, una vez más, desistió con la discusión.

Los únicos ajenos al tema eran Aleu y Sam. Todavía muy jóvenes para entender, muy jóvenes para importarles.

Percibí la mirada lacerante de Tony desde la distancia. El coyote escuálido y pelaje arenoso que se arremolinaba en torno a Joe abrió sus fauces y me enseñó los dientes en un gruñido mudo. Era muy protector de Joe.

Resollé por la nariz con mucha fuerza. Las amenazas no me valían.

—Transfórmate y ven aquí a hablarlo como un adulto, Tony —espeté, harto de toda la situación—. Esto puede hablarse, tienen voto y voz, como todos aquí.

—¿Yo también? —Se interesó Aleu distraídamente, que se hallaba cerca de un roble jugando con Sam.

—Todos pueden expresarse libremente —aseveré, antes de redirigir mi atención al dúo dinámico nuevamente—, o pueden enfurruñarse en un rincón al igual que chiquillos. Es su decisión.

Aleu sonrió complacida antes de volver a concentrarse en su corona de flores. A su contrario, Samuel no podía evitar desviar su mirada a la discusión de tanto en tanto, como si temiese que algún momento algo fuera a explotar.

Tony me miró a través de aquellos ojos fríos de depredador antes de esconder el hocico entre sus patas.

Ninguno de los dos volvió a insistir con el tema.



˗ˏˋ ♕ ˎˊ˗



Una hora después, nos encaminamos por el cauce del río arrastrando todas nuestras pertenencias una vez más. Estábamos atravesando por un bosque sinuoso cuando Sam y Aleu pasaron corriendo por mi lado entre risas. Elena les había propuesto jugar un tonto juego donde debían alcanzarla y derribarla al suelo. Ella corría muy rápido pero, al final, se dejaba alcanzar. Ellos se tiraban sobre su estómago como si fueran misiles de guerra una y otra y otra vez.

Hice una mueca cuando volví a ver cómo la derribaban brutalmente en el suelo. Elena, en cambio, profirió una carcajada que hizo estremecer todo el bosque.

Elena regresó a mi lado minutos después, cuando, finalmente, los niños parecieron agotar toda su energía.

—Los consientes —opiné.

—Me divierto —contradijo con resolución, todavía jadeando.

—Alguien podría salir lastimado.

—Tienes el alma de un anciano. Si pudieras, seguro te pasarías tus tardes sentado en un sofá mecedor, en la esquina de una casa, leyendo el diario sobre las noticias que agobian al mundo, con una taza de té caliente a tu lado, ¿me equivoco?

Entorné los ojos.

—Bueno, para ser justos, cualquier cosa es mejor que pasar un segundo más en este odioso bosque.

Elena chasqueó la lengua.

—Predecible.

—A ver, entonces ilumíname, ¿qué serías tú en otra vida?

Ella pretendió pensar la respuesta, golpeando su mejilla con su dedo índice.

—En otra vida, probablemente estaría por terminar la secundaria. No creo que ni en miles de vidas diferentes sepa qué hacer conmigo. Estaría confundida y asustada, pensando en las infinitas posibilidades de la vida, justo como ahora.

—Yo creo que probablemente serías una actriz —acotó Joe, que caminaba a nuestras espaldas, pateando piedras de tanto en tanto.

Ella se giró a verlo con un gesto risueño.

—Una actriz, qué escandaloso. No creo que un trabajo de actriz esté bien visto en mi hipotética familia. Probablemente serían padres estrictos, querrían que me case de inmediato con el chico que me llevaría al baile.

—Pero amarías la atención y el reto —contradijo, como si él la conociera más que cualquiera de nosotros.

Ella se encogió de hombros con un gesto enigmático.

—Tal vez —declaró, ominosa por demás—. Aunque sí me gustan las películas.

—Al menos no eres la única que le gusta soñar despierta —dije.

Ella entrecerró los ojos y me empujó. Seguimos caminando, con la risa de los niños haciendo eco por el bosque.

—Al menos cuando llegue la noche ellos se irán a dormir más rápido. Están gastando demasiada energía.

—Bueno, eso espero. —Ella estiró los brazos por sobre su cabeza hasta que escuchó un satisfactorio crack—. Mi espalda acaba de sacrificarse solo por una noche donde no tenga que contar el mismo cuento otra vez. Sam adora un cuento antes de dormir. Tú tienes suerte, Aleu es una niña fuerte.

Hice una mueca.

Es decir, no dudaba de eso, es solo que había algo que me hacía pensar que no era del todo correcto que fuera una... niña fuerte. Ella solía hablar mucho de su antiguo hogar y su familia, casi siempre de su madre. Y me daba la impresión de que la señora Blair se había encargado personalmente de que su hija no tuviera permitido llorar por cosas por las que los niños normalmente lloran. Mientras que Sam necesitaba mil pantomimas para poder dormirse y evitar la necesidad de seguir jugando, Aleu se tapaba hasta la cabeza y se acariciaba un mechón de cabello hasta quedarse dormida.

—James —dijo Elena súbitamente, dejando una mano sobre mi hombro para llamar mi atención. Hice un movimiento con la cabeza para dar a entender que la estaba escuchando—. Te he visto contar los días que pasan.

Fruncí el ceño. Sí, lo hacía. Me gustaba no perderme demasiado del mundo por más lejos que estuviéramos de él, pero...

—¿Hay algún problema con eso? —Quise saber.

Ella empezó a hurgarse las cutículas de los dedos.

—No, solo quería saber el día. A veces me siento perdida.

Asentí.

—Eh... Si no me equivoco —Y no lo hacía—, estamos en Marzo, 25.

Ella pareció sorprendida.

—El tiempo corre malditamente rápido.

—Cuando viajas como nosotros lo hacemos, perderse es fácil —sopesé con comprensión, pues era por eso mismo que llevaba una cuenta de los días que pasaban—. Aunque no se sienten como tres semanas.

—Se sienten como años —asintió ella, todavía hurgando la piel junto a sus uñas.

No pude evitar darle un vistazo de arriba a abajo.

—¿Estás... Bien?

Elena se sobresaltó cuando sintió mi mano en su espalda y yo retrocedí como si me hubiera quemado, sorprendido por su reacción. Ella dejó escapar una risa áspera, luego sacó la lengua y sopló, haciendo un ruido gracioso que funcionó para aligerar la tensión previa.

—Solo agotada, llevo caminando en lo salvaje por casi tres semanas. Tengo ampollas en los pies, me duele mi espalda, la cadera y mi cu...

Carraspeé.

—Evitemos las descripciones innecesarias, ¿por favor?

—¡Ella iba a decir cu-lo! —canturreó Aleu con un tonito de sabionda, antes de desaparecer entre la maleza con Samuel pisándole los talones entre risitas histéricas, como si hubieran hecho una gran travesura.

Hice una mueca de dolor. Probablemente trataría de repetir la palabra más tarde, porque le gustaba cuando su limitado vocabulario adquiría una palabra nueva.

—¡James, James!

Di un respingo y volteé la cabeza en dirección a Aleu, que había vuelto a brotar de entre un numeroso grupo de zarzamoras. Ella se me acercó corriendo hasta que consiguió estrellarse conmigo.

—¿Qué? —quise saber—. ¿Pasó algo?

—¡Una casa! —exclamó ella, jadeante—. ¡Es una casa!

Samuel salió desde el mismo lugar y se acercó dando trompicones emocionados hasta su hermana.

—¡Es una casa gigante! ¡Vengan!

Compartí una mirada insegura con Elena, quien tampoco parecía saber qué hacer o cómo reaccionar.

—¿Están seguros de que... ? —Pero antes de que pudiera terminar la oración, vi como Joe y Tony se precipitaron dentro de la maleza por donde los niños habían venido—. ¡Joe, no...!

Pero fue en vano.

—Odio a los niños —decidí.

Aleu me dio un manotazo en el brazo.

—A los jóvenes adolescentes, entonces.

Con eso ella pareció más de acuerdo.

No estoy seguro de lo que estaba esperando cuando me dijeron que había una casa en medio de la nada. Tal vez nada en lo absoluto; a una distancia como en la que nos encontrábamos, era muy difícil —por no decir imposible— toparse con algún rastro de vida humana. Y aún así, ahí estaba: una casa de madera, abandonada a la intemperie de ese terreno salvaje.

Era una casa grande, lo suficiente para albergar a una familia numerosa. De cierta manera, tenía una arquitecta muy similar al hogar de Aleu. El color de los tablones parecía haber menguado a través de los años. La naturaleza tan imponente había hecho su hogar en cada rendija, y donde antes habría ventanas, ahora solo podía ver cortinas de enredaderas verdes. Sobre el techo, descansaba el follaje de los árboles que crecían a su lado, acariciando de tanto en tanto las tejas rotas al ritmo de la brisa.

Era una casa abandonada, reclamada sólo por el bosque. No había ni un alma alrededor y aún así, todos decidimos mantener una distancia prudente de ella.

—¿Vivirá alguien ahí dentro? —susurró Aleu a mi costado.

—Solo fantasmas —sopesé, sin esperar que me tomaría en serio.

La idea no le hizo mucha gracia, porque en seguida frunció el ceño.

—Los fantasmas no existen —dijo, pero no parecía tan segura—. No existen, ¿verdad?

—Sí que existen —dijo Bash, emergiendo a nuestras espaldas con una rama en la mano con la que barrió nuestras nucas—, te tocan los pies mientras duermes y tiran de tu sábanas.

Aleu espantó la rama con un manotazo y lo fulminó con la mirada. Bash se rió.

—Deja eso —advertí—. Y no, Aleu, los fantasmas no existen.

—¿Deberíamos entrar? —Quiso saber Joe; se veía emocionado—. Yo voy a entrar de todos modos, quiero decir, amo las casas, ¿creen que tenga camas? Me gustaría dormir en una cama, por lo menos una vez.

—Yo creo que sí —asintió Elena—. Parece ser el tipo de casa que tenía muchas camas. Ojalá que no haya muchas alimañas dentro.

—Solo nosotros —contestó Bash sombríamente.

Elena resopló.

—¿Y podemos explorarla? —dijo Sam con su voz pequeña.

—¡Pues claro! —exclamó Aleu, dándole una palmada en la espalda.

—Pero, ¿y los fantasmas?

Los niños hicieron un silencio vacilante antes de voltearse para verme. Estaban esperando algo que los tranquilizara nuevamente, que les repitiera que todo estaba bien. Yo alterné mi mirada entre ellos dos y el resto del grupo —Bash, Elena, Joe y Tony— que se acercaban a la casa sin temor, dejándonos atrás con facilidad.

Yo no estaba seguro de si existían fantasmas. Quería creer que no, que no los había en lo absoluto. Que solo se trataba de una tontería que Sebastian se había inventado para molestalos, pero entonces me di cuenta de que eso me había molestado a mí también y, así, yo no era tan diferente de ellos.

Dejé salir un resoplido y me crucé de brazos.

—No existen los fantasmas —refunfuñé y, junto a ellos, me encaminé hasta la propiedad.

Aunque en el fondo, eso era mentira. De alguna forma, ellos sí existían. 














NOTA DE AUTORA

Buenas nochesss ✨ ¿cómo estánn?

Hoy traigo un capítulo no tan movido y un poco más... Cotidiano, podría decirse.

Sin muchas amenazas, podemos ver un poco más de esta mezcla caótica de niños, adolescentes y jóvenes adultos(? 

James va a ir soltándose más y más con cada capítulo que avance.

Esta vez no tengo mucho para comentarles, solo que el próximo capítulo va a ser bastante intenso (emocionalmente) y va a tocar un tema muy sensible, por las dudas ya voy avisando, cuando lo publique dejaré la trigger warning correspondiente, así que no se preocupen!

Espero que este capítulo les haya gustado, si quieren comenten si ven algún error que se me pudo haber escapado (me ayuda mucho) yy  nos leemos muy pronto 💞✨✨

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro