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Capítulo diecinueve

-ˋˏ ༻ 19 ༺ ˎˊ-


Fue por esa misma tarde cuando de repente James se levantó de su lugar, estiró los brazos por sobre su cabeza y anunció que iría a dar una caminata. Nadie pareció prestarle atención, solo Elena que hizo un sutil movimiento de cabeza para dar a entender que lo había escuchado, y Aleu, que saltó lejos de Samuel y corrió hasta tomarlo de la mano. 

—Yo te acompaño —dijo.

James hizo una mueca y Aleu ya se imaginó que se negaría, pero a último segundo él se detuvo.

—Claro —murmuró—, vamos. 

Se aventuraron dentro de la profundidad del inmenso bosque. A ella, en parte, siempre le gustó el bosque. Le gustaba el color verde vibrante que tomaba durante la época de flores, y la numerosa cantidad de animales que albergaba. Le gustaba que los árboles eran tan altos que ver el cielo a veces era difícil, y también le gustaba el dosel de hojas por el cual, durante cierta hora del día, el sol se colaba iluminando la tierra en forma de pequeños charcos de luz. 

Ella suspiró alegremente, percibiendo el sabor agridulce proveniente de un arbusto de bayas por el que estaban pasando. La fruta madura había empezado a caer al suelo y estaba en un proceso de descomposición avanzado. Aprovechó a ojear un poco el resto de bayas que todavía colgaban de las ramas, y consideró que era un buen lugar para pasar más tarde a recolectarlas.  También había visto más atrás unos cuantos nogales, así que tal vez podrían guardar unas cuantas nueces para su viaje. 

—Aleu. 

Ella parpadeó rápidamente y volvió su mirada hasta él. 

—¿Sí? 

—Me he alejado porque en realidad me apetecía transformarme —dijo—. Si lo quieres, tú también puedes, no creo que corramos peligro por aquí. Lo sabes, ¿no? 

Ella asintió con energía. 

—No quiero, estoy bien. 

Él asintió y ella lo miró con curiosidad. Ni Joe, ni Tony, ni Sam o Elena se alejaban del resto para poder transformarse, lo hacían sin ningún reparo. Elena se transformaba y jugaba con ella y con Samuel, o se echaba a tomar siestas al sol cada tanto. A Joe tampoco le gustaba transformarse mucho, decía que se sentía insignificante y pequeño, y era algo con lo que no estaba enteramente cómodo. Pero, cuando lo hacía, no se escondía. James, por el contrario, cada vez que tenía que hacerlo parecía casi que avergonzado. Se alejaba en silencio y no volvía hsta un par de horas más tarde. 

—¿Por qué no te gusta transformarte? —preguntó Aleu. 

James ladeó el rostro para verla con los ojos abiertos de par en par. 

—¿Quién te dijo que no me gusta? —inquirió, mirándola con recelo. 

—Te escondes siempre, no dejas que nadie te vea. ¿No te gusta que nadie te vea? ¿Te da vergüenza? ¿Es porque eres un bendecido? 

—¿Acaso sabes lo que eso significa? 

—No —respondió de inmediato—, ¿es por eso que no te gusta? 

Él resopló.

—No me gusta transformarme porque cada vez que lo hago, me duele. 

—¿Y por qué? A mí nunca me dolió. Bueno, sí, pero fue una vez, y sólo dolió un poquito, creo. Fue la primera vez que lo hice. 

—Supongo que hay gente a la que no le cuesta tanto, pero hay otra a la que sí. Es un proceso que prefiero pasar por mi cuenta. 

Ella frunció el ceño. 

—¿Te duele tanto que te pones a llorar? ¿Por eso te da vergüenza? 

—Aleu, ¿no preferirías volver con el resto y jugar con Sam o Joe, o… ? No lo sé, simplemente estar con alguien más —gruñó, y parecía enojado, pero no lo suficiente, por lo que  ella solo sonrió y negó con la cabeza. 

—Estoy bien aquí  —prometió—. ¿Y qué es un bendecido? Tony y Joe hablaban de eso el otro día. 

—¿Y tú estabas fisgoneando? 

Ella entrelazó sus manos tras su espalda y frunció los labios en una mueca. 

—Yo no lo llamaría de esa forma —decidió tras un momento. 

James levantó una ceja,  luciendo divertido.

—¿No? ¿Entonces cómo? 

—Como alguien que pasaba por un lugar inadecuado en un… ¿Momento inadecuado? —dijo, no tan segura como le habría gustado sentirse. 

Él asintió lentamente. 

—Ajá, bueno, deberías tener más cuidado con eso —declaró con más seriedad que antes—. Puede haber veces que escuches algo que no te va a gustar.  

—¿Y qué? —resopló, sin poder evitar sonar desafiante; detestaba que la trataran como a una niña tonta. Ella no era como Samuel—. Si no me gusta, no me gusta y ya. 

—Está bien —James levantó las manos al aire en signo de rendición—. Tan solo era un consejo. 

Se abrió paso un silencio contemplativo. Aleu frunció el ceño.

—Todavía no respondiste a mi pregunta. 

James tiró la cabeza para atrás y suspiró. 

—Es una… condición —contestó luego de un rato, no sin cierto esfuerzo—. Creo que esa es la descripción más acertada. Has visto que nosotros, los metamorfos, no somos muy comunes. Bueno, se dice que es porque nosotros, a diferencia de otras personas, tenemos un poco de magia que nos vuelve como somos.   

—¿Somos magia? —preguntó, alzando su mirada hacia él . 

—No lo sé, solo sé que somos algo que aún ahora, después de tanto tiempo, a la gente todavía le cuesta comprender. Todo se vuelve mágico, extraño o sobrenatural si las personas no logran comprenderlo. 

Aleu lo pensó. Antes, ser considerado mágico no era algo enteramente bueno. La magia no era algo bien visto a ojos de la religión. En sus clases de Historia, el señor Richards le habló sobre cómo la Iglesia fue un factor muy importante luego de la Revolución Francesa, situada entre los años mil setecientos y algo. Un fenómeno que más tarde fue bautizado como La Gran Caza: una persecución y matanza despiadada a los metamorfos, quienes nunca siguieron las reglas de la religión impuesta. 

 —En la antigüedad —prosiguió James—, había algunos metamorfos más distinguidos que otros. Se creía que era porque, por así decirlo, poseían más magia. 

Ella ladeó el rostro para poder verlo mejor, porque, ¿más magia? 

—¿Cómo? ¿Son esos los bendecidos? —inquirió, mientras James le ofrecía una mano para ayudarla a saltar una enorme raíz de un roble, que sobresalía desde la tierra torcida en varias formas inusuales. 

—Precisamente. —Entonces ella aceptó su mano y saltó el roble con agilidad—. Se les llama bendecidos porque normalmente poseen una característica muy inusual y que uno pensaría que sería casi imposible. Como, por ejemplo…

—¡Astas de oro! —exclamó, alzando una mano con una sonrisa victoriosa por haberlo descubierto. 

James asintió, esta vez, luciendo mucho más triste por alguna razón. 

—Exactamente —Pero entonces Aleu frunció el ceño, porque había algo que todavía no estaba muy claro—. ¿Por qué Joe y Tony estarían enojados por eso?

Él inhaló aire abruptamente y detuvo su andar, por lo que Aleu hizo lo mismo. Al ver que no respondía, ella le dio un ligero apretón en la mano para llamar su atención, y funcionó, porque en seguida James meneó la cabeza y se giró hacia ella. 

—Eso es porque es peligroso estar conmigo.

—¿Por qué? 

James presionó sus labios en una línea y Aleu se dio cuenta de que su mano derecha había comenzado a moverse rítmicamente sin que él se diera cuenta. Al final, tras un momento de cavilación, James dejó salir el aire en sus pulmones e hincó la rodilla en el suelo, para poder estar a su altura. 

—¿Te acuerdas cuando conocimos a Elena? —preguntó, y al mismo tiempo comenzó a levantarse la manga de su camisa. Aleu asintió lentamente—. Yo le enseñé esta marca, ¿la ves? Esta de aquí. 

Aleu se puso de puntas de pies e inclinó la cabeza para tener un mejor vistazo. La imagen era clara; justo sobre el antebrazo, yacía la carne cicatrizada bajo el sello de una rosa y, en el medio de esta, rezaba la letra R.  Contuvo el impulso de levantar una mano para tocarla; tenía miedo de que a James todavía le doliera. 

—¿Eso…? 

—Es una marca de un hombre muy malo, que me está buscando por todo el mundo para poder matarme. Mientras más mágico eres, mientras más imposible seas, mientras menos te entiendan… Más peligroso se vuelve todo, porque para ellos, más valioso eres. Más quieren cazarte. 

Ella se mordió el interior de la mejilla, luego levantó sus ojos de la marca y se enfrentó a la mirada indescifrable de James. 

—¿Y tú les tienes miedo? 

Y entonces, tomándola por sorpresa, una carcajada resonó desde lo profundo de su pecho. Pero a Aleu eso no le parecía ni un poco gracioso. Para nada. Esto era algo muy serio.  

—A veces —decidió, divertido—. Si pienso mucho en ello, entonces sí. Me asusta bastante, creo que no me gustaría morir. 

Ella asintió. Era bastante justo; morir no le parecía para nada divertido. Pero al mismo tiempo, James era muy asustadizo, lo que la llevó a pensar que se parecía un poco a Sam. De hecho, cuando todavía estaban en Tok, ella supo de inmediato que James había querido huir nada más oyó salir los primeros disparos, pues así era él. Cuando se asustaba, quería huir. Lo había visto querer hacerlo cuando les tocó esperar en el aeropuerto de Anchorage, con Joe. 

Ella volvió a tomarlo de la mano y lo obligó a seguir caminando por la espesura. 

—Está bien si tienes miedo —afirmó más seria—, a veces da miedo tener que ser valiente. Pero yo puedo protegerte.

Por alguna razón, sus palabras le hicieron gracia, pues él volvió a reírse, solo que más mesurado. 

—¿Ah, sí? —dijo, mirándola de reojo con una media sonrisa. 

—Sí —declaró, elevando la barbilla—. Yo seré valiente por ti. Tú puedes tener miedo por los dos. Es justo. 

 —No me lo parece. Tal vez deberíamos turnarnos. 

—¿Turnarnos? 

—Claro. Un día, yo soy valiente, y otro día lo eres tú. 

Ella lo consideró con cuidado. Al final, se encogió de hombros. 

—Está bien, es justo. 


˗ˏˋ ♕ ˎˊ˗

Se habían sentado en un diminuto prado lleno de flores silvestres de miles de colores que encontraron a los pocos minutos. A James le pareció un buen lugar para pasar el rato, así que fue a esconderse tras unos árboles para poder cambiar, y un par de minutos después, un ciervo blanco apareció por detrás de un abeto, abriéndose paso por el claro con una actitud mucho más elegante y majestuosa, alzando su barbilla bien en alto. Lo cierto es que James ya no le parecía un ciervo tan grande como la primera vez que lo vio. Pero sí que era bonito. Bonito y silencioso. No es que fuera un hablador nato como humano, pero el que él estuviera en esa forma implicaba que Aleu podría hablar de cualquier cosa y él no podría mandarla a callar. 

Primero, le preguntó si faltaba mucho para llegar a Boston, a lo que él, con la cabeza, le contestó que sí. Eso no le agradó; no sabía cuánto tiempo más aguantaría esas caminatas tan largas y tediosas. Eran Elena y Joe quienes no paraban de hablar de Boston y un lugar donde por fin podrían establecerse. Un hogar. Aleu no veía la hora de llegar y la ponía de mal humor no saber cuánto realmente faltaba. James decía que todavía tenían muchísimo viaje por delante, pero cuando Aleu le preguntaba cuánto, él no sabía responderle y solo se quedaba callado. 


˗ˏˋ ♕ ˎˊ˗



Más tarde, mientras ella rumiaba una canción, quiso saber si algún día estaría dispuesto a comprarle un gramófono como el que tenía antes en su casa. Pero James solo le dio una mirada impasible, por lo que Aleu se tomó el tiempo de explicarle por qué  era tan importante tener uno.  Ella quería ser una bailarina de ballet, como su tía abuela Daria, una mujer seguro que igual de  excéntrica que su madre, a quien sólo conoció por viejos álbumes de fotos. 

—Mamá nunca quiso pagar a una profesora para que me enseñase, así que me propuse aprender por mi cuenta —confesó—. Pero para aprender, necesito música. Después, cuando aprenda, daré muchos shows y me volveré rica. Me compraré una mansión. Si tu quieres, puedes vivir conmigo, y no te preocupes porque te seguiré cuidando.  Tendrías tu propio cuarto, y también invitaré a los demás. Y viviremos juntos, como una familia. 

De repente, una asombrosa idea arrasó en su cabeza y le arrebató una sonrisa. Ella se volteó hasta el ciervo. 

—¿Quieres ver cómo bailo? —exclamó, levantándose de un salto del suelo—. Pero todavía no soy muy buena porque no soy profesional como mi tía abuela, así que no te burles o te rías. 

El ciervo se limitó a mirarla con un aburrimiento abrumador, lo que en parte le generó cierto alivio, pues por más que James quisiera burlarse, el ciervo no podría. 

Se alisó la ropa que llevaba puesta. Sus pantalones no eran los más agraciados para una danza tan sutil, y tampoco sus botas, pero aún así Aleu dio su mejor esfuerzo. Incluso se animó a tararear una melodía clásica para que al bailar, no se viera tan tonta. 

Maniobró sus mejores saltos, y exhibió las piruetas más gráciles. Giró y giró sobre sí misma hasta que el mundo continúo dando vueltas y, cuando paró, hizo equilibrio para no caerse o vomitar su pobre almuerzo de horas atrás. 

Ella sonrió. 

Estaba jadeando ruidosamente; se le había ido todo el aliento en esa demostración. Entonces alzó una mano y espantó lejos una maraña de pelo que le caía en la frente. 

—¿Y? —Quiso saber, mientras percibía el latido desbocado de su corazón contra su pecho—. ¿Te gustó? 

James, que había contemplado el espectáculo con una estoicidad digna, tan sólo parpadeó con pereza, sin nada que revelara su disgusto o lo contrario. Por un segundo, Aleu temió haber hecho un baile terrible, indigno de alguna reacción, pero inesperadamente, el ciervo se movió y ella lo vio inclinar la cabeza con un deje reverencial. 

Alue volvió a sonreír. 


˗ˏˋ ♕ ˎˊ˗

—Cuando estoy callada por mucho tiempo, extraño mucho a mi abuela —le comentó más tarde, a medida que sus pequeños dedos iban enredando pacientemente varias flores en su corona hecha de ramas, que se entretejían entre sí.

 Kireama le había enseñado a hacer coronas de flores la primavera pasada para que ella pudiera jugar a ser una princesa. 

Usualmente trataba de no pensar demasiado en ella porque de lo contrario, se ponía triste. Se le abría un agujero muy grande en el pecho que dolía hasta hacerla llorar. Así que se esforzaba por borrar la imagen de su abuela lejos de su mente y tragarse las penas, como le solía exhortar su madre.

 Y lo cierto es que, con cada día que pasaba, olvidar era más y más fácil: su cara arrugada se tornaba igual de borrosa que el reflejo de un creciente y su voz… Su voz se oía cada vez más y más a un invento de su mente.  Lo único que no se podía disipar era la sensación de sus brazos cálidos en torno a ella y su olor a inciensos, hierbas y humo que una vez la hicieron  sentir como en casa.  

Ahora Kireama era más un recuerdo que otra cosa; no era ni una madre, ni una niñera, ni su abuela. Solo un recuerdo y un nombre al que lloraba en las noches, cuando añoraba sus abrazos y todo lo que había sido su hogar. 

Lo que la ponía más triste es que a veces también extrañaba a su mamá, y eso era mucho más complicado.

—¿Tú extrañas a alguien? —murmuró. 

James, naturalmente, no le contestó. Tampoco esperaba que lo hiciera. El animal tan solo se removió bajo su peso y resopló con un cansancio de mil años. Ella se enderezó un poco antes de volver a recostar su espalda en sus costillas, que subían y bajaban con cada pesada respiración que el ciervo daba. 

Entonces, mientras su mente divagaba entre los recuerdos más antigüos que compartió en su hogar, a su mente arribó la noche en la que conoció a James. La misma noche en la que todo cambió. 

—¿Qué hay de Jane? Era tu hermana, ¿no? —preguntó, y el movimiento que la había estado meciendo se detuvo. Ella suspiró cuando el silencio se volvió muy largo. Sus dedos entrtejieron las nomeolvides en la corona—. ¿Sabes? Creo que hubiera preferido que te escondieras en otra casa esa noche, y no en la mía. Así, no tendría que extrañar a nadie yo tampoco. 










NOTA DE AUTORA

Buenas nochess, ¿cómo andan? 💕

Cómo les comenté la última vez, les traigo este capítulo de Aleu breve y al pie que sirve sobre todo como un punto de transición para esta segunda parte que podríamos decir va a ser... tranquila en comparación a su antecesora. Primavera va a servir para poder ahondar y conocer más a fondo a los personajes, donde van a poder tener el tiempo de establecer relaciones entre ellos —eso no significa que no va a haber drama👀—, pero tampoco vamos a estar saltando de un lugar al otro tan seguido como antes.

Por cierto, ¿se acuerdan cuando dije que este libro iba a tener un romance slowburn? Bueno, las cosas se me están yendo de las manos por un personaje que en estos días cobró vida e interfirió con todos mis planes (no voy a decir nombres, pero pueden tratar de adivinar si quieren), por lo que el romance va a tomar otro rumbo (más adelante se darán cuenta). Así que... Nada, por ahora puede culpar al personaje 😅

El próximo capítulo volvemos con James, por lo que el drama va a regresar. 

Prepárense y teman 👹

Btw, estuve editando el libro y en la introducción van a poder encontrar los trigger warnings actualizados, esto les aviso por si son muy sensibles a ciertos temas, porque  voy a estar abarcando varios más adelante en el libro y no quiero que los tome tan desprevenidos <3

(De cualquier forma, si es un capítulo muy fuerte van a tener el aviso arriba, no se me se asusten, que no voy a dejar que vayan a ciegas)

Yyy bueno, eso es todo por ahora, espero que el capítulo les haya gustado y...

Nos leemos ✨💞

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