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Capítulo catorce

-ˋˏ ༻ 14 ༺ ˎˊ-

Tony había sufrido una herida de bala.

Cuando lo encontramos, estaba medio inconsciente sobre la nieve, con una especie de torniquete presionado torpemente sobre su herida cerca de su cadera, casi en su estómago.

Al igual que Sebastian, parecía que había sido herido en su otra forma, ya que también estaba a medio vestir. Apenas llevaba alguna prenda encima. Había alcanzado a echarse encima un enorme abrigo marrón que tapaba un poco más de la mitad de su cuerpo. Aún así temblaba, y su piel oscura estaba perlada de sudor.

Joe fue el primero en acercarse.

—¡Tony! —gritó, arrodillándose a su lado.

Elena fue la segunda en hacerlo. Ella dejó el arma y acudió a asistirlo desde el otro lado. Se arrodilló a su lado y acercó una mano temblorosa a su frente. Cuando Joe la miró, esperando un veredicto, ella se mordió el labio inferior y negó con la cabeza.

—¿Habías visto una herida de bala antes? —pregunté, sin poder esconder mi actitud indulgente.

—No precisamente —masculló con enfado, aunque no parecía dirigido a mí, sino a ella—. Los pocos que vi recibir un impacto tendían a morir en el acto.

—¿La bala sigue adentro, o salió por el otro extremo? —Bash se hizo notar; dando un paso al frente—. Si sigue adentro, eso podría ser una buena señal. Si su amigo tiene suerte, no habrá dañado nada severo y solo habría que sacar la bala y coser la herida.

Él tenía razón. Luego de la muerte de mi hermana, aprendí a moverme con grupos numerosos de metamorfos; la mayoría no eran más que extraños entre sí. Los grupos grandes siempre terminaban siendo una presa más fácil, por lo que los cazadores solían encontrarnos continuamente, y los heridos siempre habían sido numerosos. Yo sí había visto diversas heridas de bala, de flecha y otros objetos que pudieran ser punzantes. Así que sí, sabía que estar en esas condiciones por mucho tiempo no era bueno.

Joe se apresuró a inspeccionar la herida con brío, sacudiendo a Tony y levantando su abrigo para tener un mejor vistazo del daño. Hubo un segundo de tensión antes de que él aflojara sus músculos y suspirase con alivio.

—No hay mucha sangre, por lo que significa que sigue adentro, ¿no es así, Tony? —murmuró con una media sonrisa temblorosa en las comisuras—. ¿La bala sigue ahí?

Tony movió la cabeza con dificultad y balbuceó algo que pareció ser una afirmativa.

—Pero no tenemos las herramientas para proceder de esa manera —dije yo—. Necesitamos buscar refugio.

—Northway todavía queda lejos —refutó Elena.

—Tony no resistiría el camino, y quedan pocas horas de luz —sopesé, más nuestra única opción era obvia—. Tetlin es el pueblo más cercano y nuestra mejor opción.

—Recomendaría evitar a Tetlin —Bash levantó una mano y nos ofreció una mirada cabizbaja—. Vengo de allí, no encontrarán buena medicina ni gente dispuesta a ayudar; es uno de esos lugares apenas habitados. Por otro lado, si vamos hasta Tok...

—¿Tok? —exclamó Joe, negando con la cabeza—. Estaríamos volviendo mucho más atrás y...

—No podemos volver —Elena estuvo de acuerdo—. De por sí ya venimos escapando de una situación bastante... Comprometedora.

En mi cabeza, la imagen del piloto muerto relampagueó por un momento, dejando en mi cuerpo un escalofrío. Me pregunté si alguien ya habría encontrado al piloto, y si sospecharían de nosotros.

—Si piensan que yo no vengo de una situación mucho más comprometedora me estarían subestimando —replicó Sebastian en cambio—. Casi me hacen sentir halagado.

—¿No podemos tratar de buscar al resto? —reclamó Joe, ahogando un poco el tema y atrayendo la atención al verdadero problema—. No deberían de estar lejos. Algún grupo...

—El grupo más cercano era el de Galo —irrumpió Elena con amargura—. Apuesto a que ese tonto debe haber huído lejos si llegó a escuchar los disparos.

—Necesitamos a alguien que vaya a buscarlos hasta Northway y les avise —repuse, mucho más resolutivo que cualquiera—. Mientras que nosotros iremos a llevar a Tony a Tok y con suerte podremos sacar esa bala a tiempo. Aleu. —La susodicha dio un paso al frente; habían arrastrado junto a Samuel el trineo que le robamos a los cazadores—. Ayuda a Joe a atar a Tony en el trineo... Ten cuidado con la herida. —Ella tardó solo un segundo en hacerme caso. Entonces me voltee a Elena—. ¿Piensas que podrás llegar hasta Northway...?

—Yo lo haré —interrumpió Joe, levantándose del suelo—. Soy más rápido, sabré guiarme y en realidad tengo buena nariz.

Vacilé. A pesar de que no dudaba que Joe pudiera llegar hasta Northway, sí me preocupaba las adversidades que el camino podría presentar. Pero, como ya había dicho antes, no teníamos muchas opciones. Debíamos trabajar con lo poco que teníamos.

—Bien —dije—. Nosotros haremos nuestro camino hasta Tok... ¿Sabrás encontrarnos?

—Por supuesto —dictaminó con un asentimiento determinado—, memoricé el mapa de John; y sé guiarme. Los encontraré.

Entonces tomé mi arma y se la tendí. Joe se la quedó mirando un momento, como si mi gesto de alguna forma lo hubiera impresionado y conmovido un poco. Él negó con la cabeza.

—Mi animal es muy pequeño como para llevar eso encima —me aseguró—. Seré rápido.

Me lo quedé mirando con desconcierto, aún con el fusil extendido entre nosotros.

—Más te vale —añadí con severidad, antes de tomar la correa del fusil y colgarla en mi hombro.

Antes de separar nuestros caminos, Joe ayudó a establecer a Tony en el trineo; con un par de cuerdas que él llevaba, lo ató lo mejor posible para que no cayera durante el trayecto.

Metí una mano en el bolsillo de mi abrigo y comencé a hurgar hasta que di con mi reloj solo para chequear la hora. No faltaba mucho para que fueran las seis, por lo que tampoco faltaba mucho para que el sol nos abandonara. Inhalé con fuerza y terminé por aflojar un poco mi postura; mis ojos volaron a Bash, que se había mantenido al margen; no supe deducir si acaso eso era porque no estaba de humor, o simplemente nos estaba evaluando.

Después miré a Elena, que se había quedado mirándolo también. Al notar mis ojos sobre ella, sonrió. Era una sonrisa de derrota; estaba cansada, probablemente desalentada.

—Bash —llamé—. ¿Podrás aguantar la caminata? Tenemos alrededor de dos horas a paso de hombre.

—Puedo.

Caminé hasta Tony, agarré una de las sogas y comenzar a arrastrar su cuerpo por la nieve. Hizo un gesto al resto.

—Andando, queda poco para que comience a anochecer. Aleu, ayúdame con el otro extremo.


˗ˏˋ ♕ ˎˊ˗


Tok no era más que otra comunidad perdida entre nieve, bosques y montañas. Diminuta como Bahía Kanaaq, pero con estructuras más modernas como las de Anchorage. Las propiedades estaban todas separadas unas de las otras, lo que no nos permitía mucha vía libre para arribar al pueblo de forma discreta. Nos verían fácilmente desde la distancia. Por eso fue que terminamos por escondernos en el linde del bosque que lo rodeaba.

El sol ya había descendido desde hacía rato, y la nieve había comenzado a caer una vez más con mucha más fuerza que antes. Sobre nuestras cabezas los abetos susurraban, impulsados por el viento. Con una tormenta de nieve más que cerca, el bosque letárgico había comenzado a desperezarse en su inquietud.

Sería una noche difícil.

—Esto es perfecto —gruñó Elena echándose para atrás—. Oye, tú, ¿no dijiste que esta era nuestra mejor opción?

—Mejor que Tetlin, sí —Bash se dio por aludido, ofreciéndonos una sonrisa por demás sardónica antes de chasquear la lengua—. Ahora, ¿mejor que cualquier otra cosa? Lo dudo. Pero por lo menos aquí sí hay una clínica.

—Definitivamente podríamos tratar de robar algo —medité para mí mismo; me había dejado llevar por mis propios pensamientos y estaba contemplando los lugares más factibles para acceder—. Ojalá tuviera un mapa.

—Uno de nosotros tendrá que acercarse al pueblo por su cuenta y conseguir un lugar donde guardarnos de la tormenta —aseveró Bash—. Y otro...

—Deberá buscar las medicinas —completé —. Yo lo haré, sé lo que tengo que buscar.

Necesitaríamos antibióticos, agua oxigenada, instrumentos y mucha, mucha suerte.

—¿Ya habías hecho esto antes? —Elena se volteó a verme.

De hecho, sí. Recordé entonces todas las veces que tuve que verme obligado a tratar las heridas de algún incauto que no fue lo suficientemente rápido para esquivar una bala, pero en mi mente, el recuerdo que más presencia tenía era el de la primera vez. La primera vez que tuve que obligarme a ignorar la repugnante sensación que te dejaba tener que hurgar el interior de una herida, de atravesar la carne con una aguja apenas esterilizada en alguien que se retorcía del dolor por mi culpa.

—Una vez —dije—, cuando era niño.

Quien me había ayudado a proceder en ese intento desesperado de salvarlo había sido una estudiante de enfermería llamada Molly, que había sobrevivido junto a unos otros del grupo y, gracias a algunos de sus conocimientos, se había encargado de enseñarnos a cómo proceder lo mejor posible.

—¿Alguien desea acompañarme? —Pregunté.

No sabía qué podría haber esperado en respuesta, honestamente. Las únicas manos que se levantaron, irreverentes, pertenecían a Aleu y Bash. Entrecerró los ojos y Elena se encogió de hombros.

—Me parece justo —añadió, como quien no quiere la cosa—. Tú te quedas con el herido y la niña, y yo me quedo con el herido y el niño. Bastante parejo.

No estaba con los ánimos para desestimar ese hecho. Sacudí la cabeza y suspiré.

—Sean cuidadosos —murmuré, mientras que invitaba a Aleu a acercarse a mí.

Bash cojeó hasta estar a nuestro lado y más atrás, Elena guiñó un ojo.

—Procuren no perderse.



















N/A: Buenassss, perdón que estuve sin subir capítulos por tanto tiempo, estoy en época de finales y la verdad me costó mucho poder terminar este capítulo, incluso tenía planeado que fuera más largo, pero decidí cortarlo por la mitad, por eso capaz puede que llegue a sentirse como algo de relleno, jeje

Espero que aún así lo hayan disfrutado, y ya les advierto desde ahora que el próximo capítulo va a estar mucho más intenso 👀

Nos leemosss ❤

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