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"8"

Park JiMin nunca se había considerado un chico aplicado ni mucho menos listo. Tampoco especial. Solo una persona promedio que por casualidad tenía talento para la danza.

Cuando terminó la secundaria no soñaba con entrar a la universidad; aunque sonara tonto, solo quería ser reconocido por alguna agencia y ser entrenado como bailarín.

Él realmente se habría conformado con eso.

Y ahora, de pie a un lado de las rejas que delimitaban la entrada a la universidad en la que estudiaba YoonGi y distraído contemplaba a las personas ir de un lado a otro, creyó que esa ilusión no era del todo cierta. De repente se imaginó haciendo lo mismo, compartiendo agradables momentos con un grupo de amigos y aprendiendo lo que quería en un salón de clases.

A pesar de ello, se preguntó si todas aquellas personas eran felices. ¿A ellos también los habrían obligado a estudiar algo diferente solo para cumplir el capricho de sus padres?

No podía saberlo con certeza, pero el anhelo de experimentar la vida universitaria no se fue como JiMin esperaba. De hecho, el sentimiento solo incrementó. Sin el apoyo de Dabin o una beca sería imposible entrar por su cuenta. ¿No era eso un poco injusto?

—¡JiMin! —una voz conocida se escuchó cerca. Se trataba de YoonGi quien caminaba en su dirección con una ligera sonrisa en los labios.

Ya que participaría en la audición, era necesario formalizar la inscripción directamente con la facultad de Artes, así que YoonGi lo acompañaría para poder guiarlo por todo el campus.

—Lo siento, llego un poco tarde. ¿Estás aquí desde hace mucho?

—No realmente… Tal vez 1 hora o más.

Los ojos de YoonGi se abrieron en una expresión de preocupación y vergüenza pura. JiMin simplemente soltó una pequeña risa.

—Llegué hace media hora, tranquilo.

Entonces por fin notó el aspecto de YoonGi, quien aunque se veía bien presentado como siempre, las marcadas ojeras y sus ojos gatunos más pequeños de lo normal indicaban un evidente cansancio.

—No dormiste bien, ¿verdad? ¿Qué hacías?

—... Me dormí muy tarde terminando la escultura. ¿Me veo muy mal? —musitó, mirando con cautela alrededor porque realmente se había esforzado por no lucir tan demacrado.

JiMin negó, acomodando con el dedo índice un delgado mechón de cabello de YoonGi que estaba cerca de interrumpir su campo de visión. El pequeño gesto impulsivo trajo a su mente la noche del viernes pasado, cuando compartió con YoonGi el momento más agradable que jamás había experimentado. Y aquello le sacó de forma inevitable una tímida sonrisa.

—Te ves bien, como siempre. ¿Me la mostrarás?

—Claro que sí, debo entregarla antes del fin de semana así que debe ser en estos días. Cuando quieras vamos.

—Es un trato —sonrió satisfecho.

YoonGi suspiró aliviado, permitiéndose por fin detallar la apariencia de JiMin ese día, ya que a diferencia de los anteriores sus abultadas mejillas poseían un ligero color rosa. Supuso que se debía al frío del ambiente, sin importar que este se encontrara bien abrigado con un suéter que traía una capota de lana color rojo y que además le brindaba una impresión adorable. Enseguida recordó un detalle importante.

—Por cierto, te traje esto…

YoonGi rebuscó unos segundos en su mochila y sacó un par de guantes de lana que combinaban casi perfecto con el color del suéter de JiMin. Entonces, en un movimiento tímido pero decidido, rozó sus dedos por debajo de los contrarios, para después tomar las manos ajenas por completo y de esa manera poder colocar los guantes.

—Aunque sigo sin saber por qué tus dedos se ponen azules, pensé que abrigarlos podría ayudar un poco.

El simple gesto alteró por completo las emociones de JiMin y a pesar de que no pudo reaccionar de otra manera más que observar con la mirada perdida sus manos desaparecer —de la manera más delicada posible— dentro de los guantes, los latidos de su corazón palpitando con rapidez lograron retumbar en sus oídos cual tambor en plena marcha de orquesta, porque YoonGi lo trataba como si fuera la cerámica más bella y frágil del lugar.

Y por primera vez tuvo la sensación de que su corazón, aunque errático, le daba una señal.

—Ya está. Se ven lindos.

—No era necesario hyung… pero gracias. Son hermosos.

Después de cruzar un par de palabras más en relación al clima frío debido a la llegada del otoño, decidieron entrar finalmente al campus. JiMin observó cada objeto y cada pequeño detalle con unos ojos llenos de ilusión que YoonGi de forma muy perspicaz notó, tomando enseguida el papel de guía y explicando la mayoría de cosas que estuvieran al alcance de sus conocimientos.

—Todo aquí es tan bonito, me gustaría poder asistir a un lugar así —dijo observando los arreglos de arbustos que se extendían por los costados del camino de piedras por el que iban. La zona verde que se alzaba a su alrededor le indicó que se trataba de algún tipo de jardín.

—¿Por qué no lo haces?

—Es… complicado.

JiMin no dijo una palabra más, siendo reacio a hablar de su vida personal de forma instintiva. Sin embargo, ¿por qué tenía la impresión de que al menos hacer eso con YoonGi lo hacía sentir inquieto?

Entonces se armó de valor.

—Alguna vez te dije que mi madre quiere que estudie derecho, ella nunca ha estado de acuerdo con que yo baile… por diferentes razones.

—Oh sí, aquello lo recuerdo.

—Bien, ella jamás pagaría por una academia, mucho menos por una universidad a menos de que haga lo que ella quiere. Hace un tiempo me amenazó diciendo que no quería que volviera a bailar. Ni siquiera… —tomó aire, tratando de ignorar las emociones contradictorias en su cabeza— Ni siquiera quería que regresara a la playa. Me pidió precisamente las dos cosas que no puedo dejar de hacer.

YoonGi apretó los labios en una línea, pensando muy bien qué podría decir al respecto y de esa manera no sonar maleducado o no indagar en temas familiares porque parecían ser una parte muy sensible en la vida de JiMin.

—Debe haber alguna otra manera. ¿Quizás una beca? —respondió con una ligera pesadumbre en el pecho. Le sabía mal por él. De alguna manera, independientemente de que JiMin fuera una persona genuinamente noble y soñadora, parecía cargar con un enorme nubarrón gris sobre su cabeza. Y cada vez crecía más. Aquello solo le brindó un nuevo impulso desde lo más profundo de su ser: querer cuidarlo.

—Lo he pensado… una y mil veces, cada posibilidad. No exactamente sobre la universidad pero… aunque consiguiera cualquier oportunidad como bailarín, estoy seguro de que ella me daría la espalda.

—No quiero entrometerme mucho pero… ya eres adulto ¿no? ¿Has pensado en vivir solo? Podría ser una solución.

—No para mí Hyung. No podría vivir solo aunque quisiera.

—...

Un denso silencio creció entre los dos a medida que se acercaban a uno de los edificios del campus con una estructura moderna pero artística, el cual poseía hermosos murales en ciertas zonas y un evidente jardín bien cuidado y decorado. Muchos de ellos podados de diferentes formas y tamaños. Parecía casi sacado de una película de Disney.

YoonGi tenía un pánico increíble de preguntar un simple: "¿Por qué?" debido al semblante decaído de su amigo, quien ya no observaba el lugar con la misma emoción, ahora solo caminaba con la vista en sus pies que parecían avanzar casi en automático.

—Espera —dijo de repente, tomando el antebrazo del rubio para detener sus pasos. Este levantó la mirada, curioso—. Antes de entrar, quiero mostrarte algo.

—Pero llegaremos tar-

—Te va a gustar —insistió, tomando esta vez con firmeza la mano de JiMin y guiándolo a paso rápido por detrás del mismo edificio.

JiMin se preguntó hacia dónde lo llevaba y aquella pregunta terminó siendo eclipsada cuando sus ojos avellanados terminaron en la bonita unión que sus manos formaban. Y es que parecía una tontería, pero la abismal diferencia de temperatura y de tamaño le pareció curiosa por un pequeño instante.

—Esta facultad decidió crear un pequeño museo para guardar algunos de los mejores trabajos de los estudiantes —comenzó a relatar una vez estuvieron frente a un cuarto de grandes puertas de vidrio decoradas con unos amplios patrones de rombos blancos en la parte baja—. Normalmente está cerrado hasta los eventos y festivales, pero… ya que se trata de JiMinnie, podemos hacer una excepción.

El gesto que YoonGi hizo con las cejas, moviéndolas arriba y abajo un par de veces mientras colocaba el dedo índice en sus labios susurrando un "shh", le arrebataron a JiMin una pequeña risita y sin dudarlo dos veces entró, esta vez siendo él quien jalaba al pelinegro debido a la unión de sus manos.

Al entrar, lo primero que encontraron fue una enorme vitrina de aproximadamente un metro ochenta que poseía tres amplios pisos en su interior, cada uno con artefactos artísticos de metal y de cerámica; todos de diferentes formas, tamaños, colores y patrones grabados con tanto detalle que parecían dignos de pasar a ser historia. También había algunos más raros que otros, especialmente uno que podría parecer un jarrón de cerámica común de no ser por la forma femenina característica que resaltaba en los redondos y caídos pechos junto a un abdomen prominente moldeados en la misma.

—Representa la maternidad —añadió YoonGi enseguida cuando notó al rubio observar la pieza con detenimiento.

JiMin asintió con una sonrisa en los labios. Toda la turba que lo agobió minutos atrás se había disipado en su gran mayoría. Ahora solo estaba concentrado en apreciar cada objeto con una emoción casi inexplicable, pareciendo un inocente y asombrado niño pequeño yendo de un lado para otro.

YoonGi de verdad disfrutaba de la misma emoción porque por fin alguien además de sus compañeros de estudio entendía su pasión por el arte y escuchaba sus conocimientos con admiración. Hasta que, en cierto momento, un objeto en específico captó por completo la atención de JiMin: una especie de "muñeco" con el cuerpo de madera, cabeza de tela (rellena de algodón por dentro, supuso) y con ropa de diversos colores al parecer cuidadosamente tejida.

—¿Y eso qué es? —señaló el susodicho con el dedo índice.

—Es un muñeco quitapenas.

—¿Quitapenas?

— Sí —dijo, acercándose un poco más para observar también—. Hacen parte de una leyenda originaria en Guatemala, un país ubicado en América Central. Se cree que quien está agobiado, le cuenta sus problemas a este muñeco antes de ir a dormir y así la persona podrá descansar tranquilamente.

JiMin se acercó más a la vitrina donde estaba el muñeco, notando una nota grabada en metal bajo el podio donde descansaba el mismo.

"Los muñecos quitapenas quitan las penas que tengo, se las cuento muy bajito y me las curan en silencio… —musitó JiMin, leyendo con atención el poema escrito en la placa y con el cuerpo ligeramente inclinado hacia delante— "Y debajo de mi almohada duermen siempre mis muñecos y si tengo alguna pena yo sin ella me despierto. Y yo que nunca creí en amuletos ni hechiceros, explícame qué hago yo contando penas a muñecos…" —después de mirar el autor del poema, miró más abajo en los créditos— ¿Min YoonGi? —se incorporó de nuevo. YoonGi parecía muy relajado, aunque con la mirada perdida en el lugar.

—Un mes después de la muerte de mi madre, estaba tan desesperado por un poco de alivio que terminé buscando amuletos o cosas esotéricas. A pesar de ser absurdamente escéptico —suspiró, como si en el simple gesto pudiera expulsar toda la pesadumbre que de repente lo invadió e hizo que tragara saliva con dificultad ante el nudo que se empezó a formar en su garganta—. Al mismo tiempo estaba en medio de un proyecto para la universidad, consistía en expresarse a través de una creación y una cosa terminó llevando a la otra. El día que lo presenté en clase supongo que les pareció muy interesante presentar una leyenda de un país occidental como parte de manejo de emociones y lo colocaron aquí. Yo mismo lo diseñé.

JiMin no pudo dejar de observar cómo realmente se estaba esforzando por no derrumbarse y es que él mismo, a pesar de tener una relación caótica con su figura materna y de paso no tener figura paterna, no podría imaginarse el dolor tan desesperante que sería perder una madre. Especialmente como la de YoonGi, que a juzgar por cómo hablaba de ella, debió ser una excelente persona.

—Deberías llorar si quieres hacerlo…

YoonGi apretó los labios con fuerza, mirando hacia arriba cuando las amenazantes lágrimas nublaron su vista y luchó para evitar parpadear. Inhaló y exhaló un par de veces, tomando como generador de fuerza el generoso apretón en la mano que el rubio le brindó, como si le dijera en silencio: estoy aquí.

—No… no es el momento —inhaló una gran bocanada de aire y la expulsó suavemente con los ojos cerrados, repitiéndose en el interior que debía ser fuerte, como si fuera un mantra.

—YoonGi, en serio no pasa na-

—Vinimos para inscribirte y eso haremos.

—No deberías reprimir así tus emociones, hyung —sugirió otra vez.

—Estoy bien —con pesar soltó el agarre para poder limpiarse los ojos; sin embargo, cuando su vista estuvo más clara, JiMin no parecía contento—. Hey, mejor vamos —señaló la puerta con la cabeza, escondiendo las manos en los bolsillos porque habían comenzado a sudar.

JiMin refunfuñó entre dientes pero después de un suspiro retomó la compostura. Claro que tenía curiosidad por saber más sobre él, incluso sobre aquellas cosas que seguro le dolían en silencio; pero enseguida cayó en cuenta que quizá YoonGi querría que fuera equitativo y él tampoco estaba listo para dejarse ver en debilidad.

—Oh, pero antes. ¡Tómame una foto! —JiMin corrió en dirección al muñeco y posó colocando sus tiernas manos sobre las mejillas.

YoonGi no tuvo más remedio que sacar su teléfono del bolsillo y tomar la foto con una sonrisa ladina. ¿Cómo es que podía verse así de adorable con tanta naturalidad? Una vez finalizada la foto, se dio la vuelta en dirección a la salida, escuchando un: "Espera, quiero observar todo por última vez" de JiMin, así que simplemente salió a tomar un poco de aire y esperarlo en la entrada. Quiso comprobar que la foto había salido bien, así que buscó en su galería las fotos recientes y sin poder evitarlo, terminó observando la misma con una ligera sonrisa.

—¿Es tu nuevo ligue?

La voz a su espalda provocó un enorme sobresalto que le robó por segundos el aliento, guardó su celular con tanto nerviosismo que parecía un completo criminal cibernético. Cuando se giró sobre su mismo eje y el rostro familiar ocupó su campo de visión, atinó a darle un pellizco a HoSeok en el brazo.

—¡Auch! ¿¡Y eso por qué!?

—Te habría pateado si no fueras un llorón.

HoSeok hizo un puchero mientras sobaba su brazo con prisa, pero de inmediato le devolvió el pellizco a YoonGi quien siseó con fuerza.

—Podrás parecer un dumpling hervido pero eres más agresivo que perro Rottweiler. Algún día llegará tu karma —tomó un respiro y luego regresó a su actitud alegre, apoyándose a propósito en el hombro de su amigo—. Entonces… ¿Nuevo ligue?

—No seas idiota, no es un "nuevo ligue".

JiMin salió del salón finalmente, buscando ansioso con la mirada a YoonGi porque no lo veía. En ese preciso momento HoSeok miró con complicidad a YoonGi, reconociendo enseguida que se trataba de la misma persona de la foto que él observaba, mientras que el pelinegro le lanzaba una mirada de pura advertencia. Bien era conocido su mejor amigo por ser de las personas más imprudentes que existe. Segundos después el rubio visualizó a YoonGi y se acercó un poco tímido ante la nueva presencia.

—¡Así que tú debes ser JiMin! Es un placer conocerte al fin después de tantos días de escuchar a YoonGi hablar de ti —dijo con una evidente energía en su voz, extendiendo su mano en un acto de generosidad—. Mi nombre es HoSeok, soy su mejor amigo.

YoonGi cerró los ojos, suspirando de forma disimulada porque era imposible evitar que dijera algo fuera de lugar. Aunque JiMin lo notó, no mostró ningún ápice de burla. Se concentró en la persona frente a él que a juzgar por su apariencia tenía toda la pinta de ser el "extrovertido" de los dos. Parecía muy amable. Y en sus generosos rasgos, JiMin pudo destacar una agradable sonrisa en forma de corazón.

—El gusto es mío. ¿Cómo supo que yo era JiMin?

—YoonGi me contó sobre la audición. ¡Lo hubieras visto! El día que se enteró me acosó como nunca para que le diera información, él de inmediato pensó en ti. Hoy es día de inscripciones, así que era imposible que no vinieras.

Aunque JiMin procesó toda la información dada, la parte de: "él de inmediato pensó en ti" quedó resonando en su mente. YoonGi no solo se había dedicado a preparar una bonita velada para darle la noticia y celebrar con él, también lo había tenido en cuenta desde el primer instante. Aquello calentó su pecho.

—¡Suficiente! Basta de charla que llegamos tarde —YoonGi intervino de forma descarada en la conversación, pasando sus brazos por encima de la nuca de ambos, quedando en el centro y obligándolos a caminar hacia delante.

—¡Tú, maleducado! ¡Estaba hablando con el bonito JiMin!

—¡Basta que llegamos tarde, dije!

—Mimimimi —arremedó HoSeok con una mueca.

Una vez en el edificio, JiMin tuvo que prepararse psicológicamente al escuchar los murmullos. Lamentablemente, la tranquilidad se esfumó al entrar y ver la cantidad de personas haciendo fila para inscribirse, muchas de ellas sentadas también y si sus cálculos rápidos no fallaban, habían más de cuarenta personas en el hall del lugar.

—Oh Dios, no creí que hubiera tantas personas.

A lo lejos un grupo de estudiantes llamaron con euforia a HoSeok, quien respondió con la misma intensidad y se alejó diciendo que saludaría y en un rato regresaba.

YoonGi también observó sorprendido a la multitud, pero nada le llamó más la atención que un JiMin estático, moviendo de forma muy evidente sus dedos mientras golpeaba de manera ansiosa ambos costados de sus piernas. Parecía nervioso, así que lo incitó a caminar con un empujoncito suave y en aras de querer calmarlo un poco, quitó su brazo de la nuca y lo deslizó por la espalda para poder abrazarlo mejor.

—¿Sabes qué? Tengo el presentimiento de que le ganarás a todos ellos.

—¿Y si no? —subió la mirada en dirección de YoonGi, dejando en evidencia una expresión auténtica de terror.

—Tienes talento JiMin, no deberías estar nervioso en primer lugar. Incluso si no tienes éxito, haberlo intentado es parte de un logro.

—No lo entiendes, YoonGi —Jimin negó con la cabeza, muy desanimado de repente—. Yo tengo que ganar esto. Debo hacerlo.

—Estoy seguro de que lo harás. Como también estoy seguro de que si no es así, lo intentarás hasta hacerlo. JiMinnie no es alguien que se rinde fácil, ¿verdad? —preguntó, estando seguro de la respuesta y no equivocándose al respecto, porque JiMin recuperó un poco de la confianza que había perdido. Estaba decidido a demostrarle al mundo que sí podía.

—A veces me pregunto cómo puedes ser tan optimista —comentó JiMin, después de detenerse detrás de la última persona en aquella larga fila. YoonGi quien ahora estaba a su lado simplemente se encogió de hombros.

—No creo del todo que sea optimismo. Solo es… ¿ser realista? —pensó durante unos segundos, tratando de organizar muy bien sus ideas— Yo solía preocuparme mucho por el éxito. Me dí cuenta que aquello drenaba mucho mi energía y gastaba más tiempo pensando en una meta incierta. No deberías preocuparte por el futuro, ¿no sería mejor si solo disfrutas el proceso?

JiMin bajó la mirada para analizar sus palabras. No estaba de acuerdo, al menos no del todo. ¿Qué sentido tenía asumir retos si no se aseguraba el éxito de los mismos? Para él era una pérdida de tiempo. YoonGi por su parte, notó que no estaba del todo convencido.

—Todavía no entiendes lo que significa esto para mí —dijo en voz baja, negando con la cabeza de forma lenta—. Esta es la oportunidad perfecta para demostrarle a todos que sí puedo hacerlo.

YoonGi suspiró con pesadez, cada vez más convencido sobre su teoría de que algo realmente grave pasaba con JiMin y él intentaba ocultarlo a toda costa. Para su pesar, estaba con el alma en vilo y casi a la completa expectativa porque no tenía ninguna certeza de la misma. Al menos, no todavía. Optó por no decir nada más, tal vez no era el momento adecuado.

Ambos entendieron que se trataba del final de la conversación. YoonGi tomó su celular un rato para distraerse, JiMin solo se dedicó a mirar las manchas en el suelo como si fueran lo más interesante del universo. Y finalmente, después de interminables minutos pudieron llegar hasta la mesa de jurados donde tres personas tomaban los datos necesarios. Sin embargo, justo cuando JiMin estaba a punto de hablar con uno de los jurados, un chico alto, fornido, de cabello negro largo y rizado se acercó de prisa y casi de forma ruda, ignorando la larga cantidad de personas que aún estaban esperando su turno y que seguían llegando.

—Vengo a inscribirme.

JiMin y YoonGi se miraron con cierta sorpresa, mientras que las demás personas solo comenzaron a susurrar cosas entre ellas que tristemente no pudieron entender.

—Disculpa, pero es que es mi turno —dijo JiMin con amabilidad, esperando por lo menos una disculpa de aquél chico. Aunque eso nunca llegó. En su lugar recibió una mirada llena de altivez, acompañado de un par de comentarios a sus espaldas diciendo: ¿"Cómo se atreve"? Lo que generó aún más confusión. El chico volvió a pasar de él, insistiendo a las tres personas que estaban allí como jurados, quienes parecían saber de quién se trataba pero a la expectativa por la intervención.

—¿Y este quién se cree que es? —preguntó YoonGi en voz baja después de acercarse a JiMin para que solo él pudiera escuchar.

—No sé, pero esto no se va a quedar así.

Y con una evidente seguridad, decidió acercarse de nuevo para enfrentar al tipo prepotente.

∴━━━✿━━━∴

Pau.

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