"5"
"Donde el alma vibra, ahí es."
—Joel Montero
La alarma sonó por tercera vez consecutiva, sirviendo como un lamentable recordatorio para Park TaeHyung que su monótono ciclo diario comenzaba de nuevo.
—¡Dios mío, TaeHyung levántate! —escuchó a su madre entrar con prisa en su habitación, removiendo las cobijas— Mira la hora que es, el día para un adulto responsable comienza a las cinco de la mañana y ya son las diez. Ni siquiera debería estar aquí tratando de que lo recuerdes.
«Buenos días para ti también, mamá» pensó quitando sus cobijas y medio dormido caminó hasta su armario para alistar la ropa que usaría para ir al trabajo, escuchando el largo discurso sobre sus "responsabilidades", como todos los días.
—Haz todos los quehaceres de la casa antes de irte a trabajar.
—JiMin también vive en esta casa, ¿por qué tengo que hacerlo todo yo? —preguntó con un poco de mal genio, recibiendo una mirada de advertencia.
—JiMin no puede hacer las mismas cosas que tú y lo sabes, ¿por qué en lugar de recriminar a tu hermano terminas de hacer tus deberes sin reproche? —la mujer acomodó distraída su blazer de color negro mientras se miraba en el espejo de la habitación—. Se supone que para eso sirves.
TaeHyung volteó disimuladamente los ojos hacia arriba, sintiéndose en el fondo frustrado por no poder responder nada al respecto ya que tenía razón.
—Me voy. No se te olvide hacer la comida antes de irte y recordarle a tu hermano que tome sus pastillas.
Sin decir más la mujer salió, dejando al rubio ámbar sumido en un denso silencio, nada más escuchando el tic tac del reloj ubicado en el pasillo cerca de su habitación. Dentro del baño observó con atención su reflejo en el espejo ovalado notando que la barba estaba creciendo rápidamente sobre su mandíbula, aquello le trajo una melancólica pregunta: ¿Realmente había hecho algo útil a sus veintinueve años de vida? Todos sus días se basaban en lo mismo: despertar, hacer los quehaceres y trabajar duramente para ayudarle a su madre con los gastos.
Sin embargo, tan pronto como vino el pensamiento, este se marchó. No era momento para cuestionar ese tipo de cosas, porque al final no podía hacer para cambiarlo.
Una vez terminado su aseo personal comenzó a cocinar. Encendió el televisor para reducir un poco el silencio en la casa, colocando su programa favorito de cocina con el famoso chef Baek JongWon y durante unos momentos terminó observando con nostalgia la manera en la que el chef cocinaba expresando su carisma, parecía disfrutar tanto su profesión…
Agitó la cabeza, creyendo que sería mejor darse prisa porque no quería llegar tarde a su trabajo y entre tanto la comida terminaba de cocerse ocupó su atención en el aseo general, estando atento a ambas cosas. Finalmente cuando creyó terminado todo entró en el cuarto de JiMin para despertarlo y avisarle que solo debía procurar comer bien y tomar sus pastillas, llevándose la sorpresa de que no había nadie.
—¿JiMin? —lo llamó en voz alta un par de veces mientras lo buscaba en los alrededores. También marcó a su celular, el cual tan solo se fue al buzón de voz. Chasqueó la lengua mientras pasaba las manos por su rostro, llegando a la conclusión de que lo más probable es que estuviera otra vez en la playa, pero dada la hora no le daba tiempo para ir por él. ¿Cómo su hermano podía ser tan imprudente y obstinado?
Simplemente optó por asegurarse de que todo quedara en orden y salió directo a su trabajo, el cual realmente quedaba lejos en transporte público porque se ubicaba en una de las zonas con más valor en toda la ciudad y lejos de la costa. Afortunadamente había logrado conseguir un puesto como mesero en un restaurante cinco estrellas y si bien no era lo que realmente quería, TaeHyung se daba por bien servido, porque con el pago podía cubrir necesidades básicas y unos cuántos "caprichos".
Al llegar notó la cantidad de gente que había ya que era hora de almuerzo y su jefe directo quien se notaba bastante alterado le pidió que se alistara rápido para ayudar a atender. Sus compañeros dispersos por todo el salón parecían no concentrarse en nada más que su deber, así que hizo lo mismo. Y con el pasar de las horas de repente la "patética" preocupación por su presente había desaparecido.
El día continuó como siempre y al finalizarlo se encontraba realmente estresado. A veces podía darse el lujo de disfrutar del ambiente en la cocina pero fines de semana como ese y en verano, su tiempo se reducía en: pedir y llevar a los clientes.
Alrededor de las nueve de la noche pudo culminar su turno de trabajo, regresando en taxi a su hogar. Estando en frente del mismo notó que todas las luces estaban apagadas, lo cual resultó extraño porque JiMin no dormía a esa hora y su madre siempre esperaba a que él llegara. Entró con una extraña corazonada, encendiendo las luces principales.
—¿JiMin? —llamó en voz alta, dirigiéndose directamente a su habitación, encontrándola exactamente como estaba en la mañana antes de irse y con pánico fue hasta la cocina, notando que absolutamente todo había permanecido en el mismo lugar en que lo dejó.
Mordió la uña de su pulgar durante unos segundos mientras asimilaba la situación y enseguida tomó el celular para marcarle a su hermano, quien no respondió.
La preocupación comenzó a crecer en su interior y dando vueltas como perro enjaulado imaginó los peores escenarios junto a posibles soluciones. ¿Y si algo malo le había pasado? ¿Qué tal si recayó en la playa o quizá intentó nadar y se ahogó? No solo estaba entrando en pánico por el bienestar de JiMin, también estaba profundamente preocupado porque cualquier cosa mala que pudiera pasarle sería su completa responsabilidad.
Decidió esperar un poco más, solo para no parecer un histérico yendo directo a la policía; pero las horas siguieron pasando y todavía no habían señales de él.
[...]
YoonGi ya no podía más con la incertidumbre, después de horas no tenía ni una sola noticia sobre JiMin a pesar de que las enfermeras permanecían de un lado para el otro; en un intento de expresar su frustración desordenó su propio cabello, levantándose de golpe de la silla y caminando directo hacia la enfermera de piel morena que hablaba en recepción con otra mujer.
—Disculpe señorita, ¿sabe algo de Park JiMin?
—¿Park JiMin? —devolvió la pregunta y a juzgar por el acento YoonGi llegó a la conclusión de que probablemente era extranjera, así que intentó simplificar sus palabras para poder dar una descripción exacta.
—Hace unas horas lo traje porque no respiraba y usted le tomó los signos vitales, luego se lo llevaron a una habitación. Él es bajito, de piel trigueña y tiene el cabello rubio…
La mujer pensativa revisó la planilla que llevaba en la mano derecha y después de unos segundos encontró al parecer una página con la información.
—Me encargué de registrarlo junto al doctor que lo atendió —continuó YoonGi, esperanzado—. En ese momento no me dijo nada más, pero debe estar ahí.
—Sí, está descansando en una habitación de prioridad baja en la sala de urgencias, lo instalamos en esa zona luego de estabilizar sus signos y según leo aquí, practicarle un par de exámenes —anunció la mujer, mirando después a YoonGi quien no podía ocultar su expresión preocupada—. No se preocupe, ya está mucho mejor. Puede pasar a verlo, ya le indico por dónde.
A paso lento YoonGi siguió a la mujer. En el camino no pudo evitar frotar constantemente sus brazos al ver tantas personas enfermas sobre las camillas y terminó intentando vagamente controlar su incomodidad porque tampoco quería terminar internado por un ataque de nervios. En lugar de darle importancia a su propia inquietud comenzó a cuestionarse primero qué rayos le había sucedido a JiMin para que los dos terminaran en ese lugar y es que desde hace unos días la corazonada de que se trataba de algo grave no abandonaba su mente. Aquella coloración en su piel definitivamente no era normal y con el extraño suceso de hoy la simple duda pasó a convertirse en una seria preocupación.
Unos minutos después de caminar por el hospital ya que era extremadamente grande, la amable enfermera le indicó el lugar donde se ubicaba su amigo, diciendo que su turno había terminado justo después de tomar los signos vitales de JiMin y que lastimosamente no tenía información adicional, solo estaba todavía allí reemplazando a una compañera de otra área, por lo que debía preguntarle a las enfermeras que recibieron hace poco.
YoonGi le agradeció por su trabajo y entró con cuidado, encontrando de frente a JiMin durmiendo plácidamente sobre la camilla, quien también usaba una cánula nasal de oxígeno. Quiso acomodarse sobre una silla en silencio, pero JiMin abrió con suavidad los párpados buscando desorientado la dirección del ruido.
—Hola… —saludó en un murmuro, acercándose un poco a la camilla— Lo siento, no quería despertarte. ¿Cómo te encuentras?
JiMin parpadeó un par de veces, tratando de organizar todas sus ideas. Su cuerpo estaba pesado, por lo que le costaba moverse y la cabeza todavía le daba vueltas. También podía por fin sentir a consciencia el incómodo y frío aire de la cánula entrar por su nariz, indicando que realmente estaba en el hospital y no había sido producto de su imaginación. Lo primero que hizo fue regañarse mentalmente por haber sido tan descuidado, ahora tenía enfrente unos ojitos rasgados mirándolo tan atento como preocupado y esta vez no tenía idea de si podría esquivar el tema.
—Estoy bien—su voz salió más apagada y ronca de lo que esperaba por lo que tosió un poco antes de continuar— … Gracias por estar aquí.
Justo cuando YoonGi deseaba preguntar con cautela sobre la situación, otra enfermera de cabello negro liso y rasgos coreanos entró en la habitación con un trolley medical que llevaba encima algo de comida, preguntándole directamente a JiMin sobre su estado. YoonGi notó el cambio de actitud en él, como si de repente hubiera salido de su estado de confusión y automáticamente respondió que se encontraba en muy buen estado. Lo cual generó en sí mismo más inquietud de la que ya traía, porque la enfermera también hizo una expresión de sorpresa ante la respuesta del paciente.
—Enfermera, ¿puedo preguntarle qué le sucedió?
—El señor Park tuvo-
—Tuve un desmayo por debilidad —JiMin se apresuró a interrumpir, enderezando la espalda en la camilla—. La verdad es que no he comido bien estos días… Lo siento por mi descuido, no volveré a causar problemas —realizó una pequeña reverencia con la cabeza para los presentes y seguidamente destapó el envase del jugo color ocre para tomarlo. Solo quería disimular su nerviosismo ante la excusa más barata que había encontrado.
YoonGi observó nuevamente a la enfermera, quien a su vez correspondía su mirada con un ápice de preocupación. Aunque tenía mil preguntas en la mente supo que tanto él mismo cómo la mujer habían entendido que JiMin estaba evadiendo el tema. Lo único que pudo hacer en ese momento fue suspirar profundo; si bien necesitaba conocer el verdadero estado de salud del rubio, simplemente no podía exigirle una explicación. Debía respetar su espacio, eventualmente se lo diría.
—Si el señor Park recibe bien la comida, en un ratito puede comenzar a tramitar el paz y salvo para la salida —anunció esta vez la mujer con amabilidad, sonriéndole ampliamente a YoonGi quien inmediatamente pensó que era atractiva—. Y señor Park… En su historia clínica quedó un resumen de su ingreso hoy, junto a un diagnóstico que le recomiendo revisar.
Una vez la mujer finalizó el aviso y salió de la habitación, JiMin decidió finalmente levantar la mirada.
—Hey, Min. Cierra la boca.
—¿Qué?
JiMin rodó los ojos mientras dejaba el envase de jugo vacío en el trolley.
—Digo que se te va a caer la mandíbula si no cierras la boca. Ya sabemos que te gustó, pero disimula un poco ¿no?
YoonGi parpadeó un par de veces ante el tono arisco que utilizó y sobre todo la manera en que se dirigió a su persona. ¿Acaso le había dicho "Min"? Arqueó una ceja en respuesta, creyendo que entendía el siguiente cambio en su actitud que de repente había surgido.
—Es cierto —chasqueó la lengua mientras ladeaba un poco la cabeza—. ¿Debería pedirle el número?
JiMin torció la boca después de llevarse un pedazo de fruta a la boca con el tenedor, sintiéndose en el fondo como todo un odioso, porque aunque quisiera decir que bromeaba realmente no podía. YoonGi esperó una respuesta, analizando muy bien cualquier gesto contrario.
—Solo hazlo —finalizó JiMin señalando la puerta con la cabeza, mientras que YoonGi notó cuando arrugó un poco la nariz y utilizó un tono irónico.
—Nahhh —pronunció unos segundos después alargando la palabra con aire, como si lo hubiera pensado muchísimo y nuevamente tomó asiento, observando a JiMin quien levantó la mirada confundido y con las mejillas abultadas por la comida—. Estoy en este lugar para acompañarte y asegurarme que estés bien, no para coquetear con nadie.
Ante la inesperada respuesta el rubio terminó tragando un bocado entero que ocasionó una pequeña tos, YoonGi se apresuró a acercarse para preguntarle si estaba bien y palmear un poco su espalda debido a que ya no había bebida. En ocasiones como aquella se preguntaba por qué tenía la sensación de que JiMin reaccionaba en sobremanera a todos sus actos y/o palabras, lo que por inercia también lo llevaba a preguntarse en qué clase de ambiente vivía JiMin. A decir verdad no conocía mucho de él aparte de su hermano "sobre-protector" y soberbio y su extraña prohibición de ir a la playa. Para él era todo un misterio.
—Si no lo haces cambiará de turno y no volverás a verla —insistió JiMin tratando de evitar la intensa mirada de YoonGi quien aún permanecía cerca suyo y con la mano en su espalda.
—¿Y qué más da?
—Pero-
—Solo come —enfatizó en la frase imitando exactamente la reacción que JiMin tuvo hace unos momentos y sonrió de lado, regresando segundos después a la silla.
JiMin de repente no pudo evitar sentirse un poco raro debido a las acciones de YoonGi porque actuaba como si estuviera siendo protector, pero no le molestaba en lo absoluto. Toda su vida había estado rodeado de agobiantes y estrictos cuidados, por lo cual esperaría que naturalmente una actitud igual de un desconocido resultara fastidiosa para sí mismo. Y aquella contradictoria sensación de comodidad era precisamente lo que ocasionaba su irritación.
—Iré a tramitar tu salida, regreso en un momento —YoonGi se incorporó nuevamente y decidido caminó en dirección a la puerta.
—Hyung, ¿qué horas son?
—Son las… Diez y media de la noche —respondió vagamente antes de salir de la habitación sin notar la evidente expresión de pánico que había hecho JiMin.
"¿¡Las diez y media de la NOCHE!?" JiMin estaba al borde del colapso. Deslizó sus dedos a través del cabello y jaló algunas hebras con desesperación. ¿Cómo había permitido que todo esto pasara? Buscó ansioso entre sus pertenencias su celular que antes de entrar en casa de YoonGi había apagado para no ser molestado y tal como lo imaginaba: las llamadas de TaeHyung rozaban casi las cincuenta. Tomando una gran bocanada de aire quiso calmarse un poco, no podía alterarse demasiado debido a la máquina que registraba sus latidos y lo importante en ese momento era estar bien para poder salir.
Unos minutos después YoonGi regresó con una carpeta y una enfermera detrás. No era la misma de antes, pero ella inmediatamente se apresuró a retirar su canalización junto a la cánula de oxígeno y los electrodos adhesivos.
—Un auto ya nos espera afuera, vamos —dijo YoonGi acercándose a JiMin cuando la enfermera terminó su trabajo. Con muchísima delicadeza –de la que incluso terminó sorprendido–, ayudó al rubio a bajar de la camilla y ajustar sus zapatos.
En cuanto JiMin pudo ponerse de pie tambaleó un poco, siendo inmediatamente estabilizado por la agilidad de YoonGi al tomarlo de la cintura y una de sus manos. En esa posición caminaron con tranquilidad todo el trayecto hasta la salida, sin decir ni una sola palabra más que agradecer en recepción por la atención brindada.
Mientras que JiMin tenía la cabeza hecha un completo lío, el pelinegro no podía evitar seguirle dando vueltas al asunto. Durante los minutos que estuvo esperando el paz y salvo se le ocurrió investigar sobre la coloración en la piel de su amigo, encontrando el nombre de dicha condición: cianosis. Por lo que había leído se producía debido a una baja cantidad de oxígeno en la sangre, sin embargo las causas podían ser muy variables y le era imposible sacar una conclusión; así que su única opción parecía tener que esperar a que JiMin confiara en él.
En el exterior la tormenta anunciada en la tarde seguía haciendo de las suyas, las gotas tintineaban con violencia y se hicieron más evidentes una vez los dos chicos subieron al auto negro de vidrios polarizados.
—¿Cómo es tu dirección, JiMin?
JiMin siendo tomado por sorpresa observó a su acompañante con confusión.
—Hyung no es necesario… ya es muy tarde y debería regresar a su casa, me acompañó durante toda la tarde. Yo puedo regresar solo.
YoonGi simplemente guardó silencio, señalando con la cabeza al conductor quien miraba por el retrovisor expresando en su rostro un evidente gesto de molestia. Aunque JiMin estaba muerto de la vergüenza por hacerle pasar a su amigo por un muy incómodo momento, simplemente terminó accediendo a regañadientes. Recostó su cuerpo en el espaldar del asiento luego de indicarle la dirección al conductor y mirando vagamente las casas de aspecto refinado pasar por su vista a través de la húmeda ventana, quiso evitar cualquier tipo de contacto con YoonGi.
El pelinegro respiró profundamente copiando la acción del otro al observar distraído las gotas de lluvia cayendo con ímpetu sobre la ventana. Al parecer había demasiado trancón en la vía principal que los llevaría en dirección a los barrios costeros y al saber que les llevaría un tiempo llegar recostó la cabeza sobre el vidrio cerrando los ojos en el proceso. Se sentía un poco agotado mentalmente por el día lleno de emociones que tuvo y seguía teniendo, lo único que de verdad quería era llegar a su hogar y dormir un poco.
En cierto momento entreabrió los párpados y disimuladamente miró a JiMin jugando con sus pequeños dedos y recordó lo realmente abatido que se había visto en su apartamento con la cuestión de la "cianosis". Independientemente de que se tratara de algo preocupante, no entendía cómo podía encontrar algo así bonito y es que la verdad no era lo único que encontraba bonito en JiMin. Mientras más lo contemplaba, más rasgos lindos encontraba, más quería dibujarlo para plasmar todas esas características en papel.
—JiMin… —lo llamó con suavidad después de enderezar la espalda.
El rubió levantó la mirada correspondiendo la contraria, esperando atento la continuación del llamado.
—Dame tu mano —extendió la propia en un gesto de invitación.
JiMin dudó un momento llevando fugazmente la mirada a sus manos que permanecían gélidas. Segundos después y con timidez reposó su pequeña mano sobre la contraria, la cual rápidamente se cerró rodeando la suya. YoonGi deslizó su cuerpo para quedar más cerca del otro y le dio un corto apretón a la mano de JiMin, tratando de encontrar en el fondo de su ser las palabras correctas porque tampoco quería agobiarlo. En el proceso se dedicó a apreciar los pequeños dedos regordetes que con un poco de rigidez reposaban sobre su palma; nuevamente estos se encontraba fríos, pero no lo encontró incómodo.
—Yo… realmente no conozco tu situación y entiendo que puede ser difícil para ti —comenzó a hablar con un tono dulce dentro de lo que su gruesa voz le permitía—. Tampoco debes sentirte obligado a darme una explicación, solo quiero que sepas que estoy aquí para ti.
YoonGi buscó con cautela conectar con los ojitos almendrados que miraban perdidos la unión, parpadeando tan pausado como si tuviera sueño. Aunque pensó brevemente que su gesto estaba siendo evadido, en medio de la situación pudo notar la fugaz y tímida sonrisita que JiMin esbozó segundos después, percibiendo en el tacto una pequeña caricia que él le brindó con el dedo pulgar.
El rubio estaba sin palabras, la calidez en su pecho parecía no solo querer quemar su mente si no también su cuerpo entero. Realmente apreciaba su presencia y cada palabra, porque siempre la sentía tan sincera y cercana que resultaba incluso abrumadora para sí mismo.
No es que nunca hubiera tenido amigos o conocidos dispuestos a acompañarlo en cada ardua circunstancia que solía atravesar con el pasar de los años o como si no tuviera una red de apoyo, solo tenía la vigorosa sensación de que en YoonGi ni siquiera había un pequeño atisbo de inseguridad ni titubeo. Lo que por consecuencia le brindaba una imágen casi idealizada de él y desde el fondo el temor de equivocarse se abrió paso en medio de su emoción. No podía confiar en alguien tan rápido. Así que terminó apretando sus labios en una fina línea, obligando a callar todo lo que quería decir.
—Gracias… —dijo en voz baja, sintiendo que la simple palabra no hacía justicia al verdadero sentimiento— Probablemente estás ocupado con tus trabajos, así que quiero disculparme por haberte puesto en una situación así hoy.
YoonGi negó con la cabeza, restándole importancia.
—No te disculpes, me alegra que todo esté bien ahora.
—Disculpen que los interrumpa, pero ya llegamos al destino —anunció el conductor aclarando su garganta.
Después de que JiMin observó en un movimiento rápido el GPS del auto en la parte delantera que indicaba el destino, quiso asegurarse a través de los vidrios que estuviera cerca de su casa. Aunque la tormenta no daba indicios de querer detenerse, pudo notar las luces encendidas en el primer piso de la casa de aspecto un poco viejo en la que vivía. Indicaba problemas.
—De todas maneras disfruté mucho pasar tiempo contigo antes de… ya sabes —continuó el rubio, rompiendo con pesar la unión de las manos—. Espero que vuelva a repetirse.
—Asegúrate de comer bien y mantenerte saludable —aconsejó YoonGi mirando la hora en el celular y luego viendo como JiMin jalaba la maneta de la puerta—. Te acompaño —dijo guardando el aparato.
—No, no, no. Está bien, ya hiciste mucho por mí. Por favor regresa a casa —se apresuró a detenerlo con una sonrisa, la verdad es que necesitaba darse un momento a solas para pensar en qué excusa daría en su hogar.
YoonGi suspiró rendido y sin pensarlo dos veces retiró la sobrecamisa de Jean que llevaba puesta para colocarla sobre la cabeza de JiMin y extenderle la carpeta que le dieron en el hospital.
—Trata de no mojarte mucho de aquí a tu casa.
Esta vez fue YoonGi quien le sonrió de manera amplia, acto que provocó un pequeño sonrojo en JiMin que pudo ocultar fácilmente debido a la poca iluminación. Solo murmuró un pequeño "sí" y salió del auto percibiendo enseguida las pesadas gotas de lluvia golpear la prenda que estirada con su brazos podía tapar parte de su torso. Corrió hasta la puerta de su casa donde pudo resguardarse y esperó a que el auto se alejara para finalmente darse la vuelta.
Casi como un mantra se repitió una y otra vez en el interior todo lo que debía decir de acuerdo a cada posible pregunta que pudo imaginar, luego se aseguró de esconder la carpeta en su espalda sostenida por la pretina del pantalón; pero aún tratando de ser valiente su mano tembló con fuerza cuando introdujo la llave en la cerradura.
Estaba seguro de que tendría una calurosa discusión.
∴━━━✿━━━∴
Pau.
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