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"4"


"El arte no reproduce aquello que es visible sino que hace visible aquello que no siempre lo es."
—Paul Klee

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La misma tarde YoonGi se encargó de bocetear algunas poses de JiMin –quien amablemente le ayudó– para adelantar trabajo durante el tiempo que estuvieron en la playa. Y después de intercambiar números, la fecha de encuentro fue acordada para tres días después.

El pelinegro estaba hecho un completo lío. JiMin sería la primera persona (aparte de su mejor amigo) en ir a su casa a observar su pequeño nido de arte y quería que cada objeto causara una buena impresión. Terminó re-acomodando todo únicamente para mostrar sus mejores trabajos y escondiendo los que consideraba peores, porque si algo había decidido era no prohibirle a JiMin mirar algo.

El timbre resonó por el lugar arrebatándole un susto, con rapidez observó su reflejo en el espejo para asegurarse que estaba bien presentado y luego se apresuró a dejar pasar a JiMin.

El rubio le brindó una amplia sonrisa y un saludo. Por alguna razón a YoonGi le sudaban las manos pero ignorando su propio nerviosismo lo invitó a entrar amablemente.

JiMin sin hacerse esperar comenzó a observar el lugar con detenimiento y fascinación, siendo seguido cautelosamente por YoonGi quien estaba muy ocupado pensando si había limpiado lo necesario.

Lo primero que notó JiMin al entrar fue el agradable aroma a vainilla en el aire, suponiendo que provenía de un tarro transparente con palillos el cual estaba puesto en un estante cerca de la puerta. Posteriormente, detalló una enorme pintura llena de todos los colores, que juntos formaban al parecer un rostro femenino. Era preciosa.

—¿Quién es? —preguntó con curiosidad ya que era idéntica a YoonGi.

—Es mi madre, lo hice para un regalo de cumpleaños —respondió orgulloso, observando también el cuadro.

—Increíble... —murmuró detallando más de cerca.

YoonGi escuchó un par de veces a JiMin exclamar lo bonitas e increíbles que eran sus pinturas, o lo interesante que se veían algunas pequeñas esculturas abstractas que tenía sobre un mueble de madera de abedul, ubicado en un extremo del salón. Hasta que, al llegar a la amplia mesa de trabajo, YoonGi notó una pila de hojas que conocía muy bien y enseguida entró en pánico. Lastimosamente JiMin también se había fijado en ellas y antes de que se acercara YoonGi se interpuso, tartamudeando con nervios y dejando en evidencia sus pálidas mejillas eclipsadas por un rojo intenso.

—E-Es-Esto no… no hace parte de mis trabajos- solo son- ¿Dibujos feos? —terminó mordiéndose la lengua al no encontrar otra excusa más válida.

—Todo lo que he visto hasta ahora es precioso, ¿por qué no me dejas ver qué tienes ahí? –colocándose de puntillas intentó mirar por detrás del hombro de YoonGi y luego por un costado. En todos los intentos el pelinegro se interpuso pareciendo a punto de explotar, debido al rojo que se había extendido por todo su rostro.

—Porque… —YoonGi se sentía completamente abrumado y como un idiota porque se había prometido a sí mismo no prohibirle nada a JiMin, pero había sido su culpa por no guardar esos dibujos.

Si permitía que los observara, toda su dignidad se la llevaría consigo la marea y si no… quedaría como un grosero, un patético por su actitud y con un sentimiento de hombre de falsa palabra.

Notó entonces un signo de resignación por parte de JiMin, quien comenzó a disculparse por parecer un metiche. Ver al rubio con una expresión de arrepintimiento por ser curioso mientras decía que no había necesidad de mostrarle y que estaba bien, le ocasionó una sensación extraña en el pecho, como si no le gustara del todo la versión de un JiMin cabizbajo y tuvo el impulso de querer hacerlo sonreír como lo estaba haciendo antes.

Tomó un profundo suspiro, levantó la pila de hojas con las dos manos y antes de darle el paquete se mordió la lengua anticipando cualquier reacción del rubio.

—YoonGi hyung, esto es…

Y el hecho de que JiMin se hubiera referido a él como "hyung" ocasionó que la vergüenza aumentara considerablemente.

Cuando JiMin observó cada dibujo y a medida que avanzaba su boca se entreabría en una expresión sorprendida, YoonGi pensó que estaba perdido. Sabía que habían dibujos desde cuerpo completo hasta partes específicas del mismo (nada explícito, afortunadamente). Aún así seguía creyendo que ahora tendría una muy mala imagen de él siendo un descarado acosador que dibujaba a sus víctimas. Entonces cerró los ojos esperando el reclamo lleno de indignación, pero aquello nunca llegó.

—¡Esto es precioso! ¿¡Soy yo, verdad!?

Abrió los ojos para observar atónito a un JiMin señalando específicamente un dibujo de él de cuerpo completo, en el que estaba haciendo uno de los movimientos del último baile que practicó y asintió suavemente con la cabeza.

—Fiu… —YoonGi soltó el aire que estuvo conteniendo, sintiéndose más ligero al no escuchar ningún comentario malinterpretado—. Por un momento pensé que me llamarías acosador o algo parecido.

—Pues acosador sí pareces… pero los dibujos están lindos.

—... ¿Gracias?

El pequeño chico rubio terminó riendo sin control ante la mueca de indignación que hizo el contrario, quien en medio de la burla le arrebató los dibujos de la mano a JiMin.

—Bien, no volveré a dibujarte.

—Pero harás una escultura mía. ¿No es eso peor?

—Podría hacer un gusano en su lugar si quisiera. No me retes.

Por más de que YoonGi intentara ponerle seriedad a la situación, la melodiosa risa de JiMin sonando por toda la habitación y deleitando sus oídos se lo impedía. En realidad, por el tiempo que llevaban conviviendo, podría llegar a concluir que se trataba de una persona bastante risueña. Sin querer había notado que cada vez que se reía solía cubrirse la boca con su mano o apoyarse en cualquier cosa que tuviera cerca. Justo como en ese momento. JiMin estaba riendo mientras recostaba la frente en su brazo. Risa que al final siempre terminaba siendo contagiosa, así que se encontró riendo en voz baja también mientras negaba con la cabeza.

—No entiendo por qué te indignas si te llamaste a tí mismo acosador, yo solo te seguí la corriente en broma. Nunca pensaría eso —una vez terminó de reír se incorporó y observó a YoonGi con una amplia sonrisa que provocaba una fina línea en sus párpados—. Hasta ahora no había notado lo adorable que te ves intentando ser serio. Por cierto, esos dibujos son del baile que practiqué la última vez y tú te fuiste ¿cómo es que lo hiciste y cuándo? —indagó con curiosidad.

YoonGi pasó por alto el comentario de que era "adorable" porque en realidad no supo qué responder, ¿se trataba de un halago o un insulto?

—Tengo memoria eidética, puedo recordar cosas con buen nível de detalle, así que los hice durante el mes que… no nos vimos.

—¿Hubo alguna razón? Tal vez… —JiMin se acercó peligrosamente a YoonGi quedando a centímetros, inclinó levemente la cabeza a un lado para parecer curioso y puso una expresión de inocencia— ¿Me extrañaste?

Ante el leve sonrojo de YoonGi y su silencio, JiMin asumió que en efecto, de eso se trataba. Su pecho se infló de un sentimiento al que quiso llamar ternura y el hecho de saber que el pelinegro había extrañado su presencia durante un mes completo le hizo preguntarse qué tanto y en qué sentido YoonGi lo quería. ¿Tal vez solo porque bailaba? ¿Tal vez porque lo consideraba un amigo importante?

Por otra parte, YoonGi dejó los dibujos sobre la mesa de trabajo y caminó lejos de JiMin hasta otra habitación sin decir una sola palabra. Encontrándose a sí mismo ligeramente aturdido por la pregunta mientras sacaba la arcilla de una alacena. Sí, lo había extrañado y muchísimo más de lo que esperaba; pero más importante aún: ¿Cuál era la razón detrás de su extraña fascinación y apego por ese chico?

Después de los recientes encuentros finalizaba el día deseando que llegara el siguiente para volver a verlo. Cada vez que intentaba dibujar algo diferente en lienzo su mano parecía moverse en automático hasta acabar en un boceto con las características del chico rubio. ¿Acaso se estaba obsesionando con su belleza, su talento… o su presencia? ¿Y si no era obsesión, entonces qué?

La única verdad que tenía muy clara hasta el momento es que se sentía cómodo, pleno e increíblemente dichoso cuando estaban juntos. Después de su madre quien cumplía también con el papel de mejor amiga y confidente, aquel sentimiento nunca surgió de nuevo con nadie, ni siquiera con la mujer que hizo parte de la última relación "larga" que tuvo. Tampoco sus amigos fueron capaces de provocar ese tipo de sensaciones en él. Era como si finalmente hubiera encontrado un lugar al cuál podía pertenecer si quería.

En cualquier caso, solo quería disfrutar de una compañía agradable por el momento. Pensar demasiado le producía jaqueca.

Una vez regresó al salón se encontró con  JiMin sentado en la silla de su mesa de trabajo, acariciando un dibujo con su dedo índice. Tras notar su presencia se levantó enseguida y con ojitos llenos de desasosiego se acercó.

—¿Dije algo malo? ¿Estás enojado? Discúlpame en serio, no quise ser imprudente. Lo siento, lo siento —aclaró hablando rápidamente con evidente desespero. YoonGi solo sonrió en sus adentros porque aquello le pareció lindo y… un poco preocupante.

—Tranquilo JiMin, no pasa nada —respondió con voz apacible, colocando su mano grande y varonil sobre la cabeza del menor, despeinando un poco su cabello—. Solo fui por la arcilla —levantó el paquete y caminó hasta la mesa de trabajo. JiMin se limitó a seguirle como un pequeño perrito tímido.

YoonGi se encargó de desocupar la mesa; después trajo una silla adicional, pinceles con un tarro de agua junto lo que parecía ser una base y un par de tiras de alambre grueso. Enseguida invitó a su compañero a sentarse a su lado, quién curioso comenzó a observar las ágiles manos de YoonGi preparar los alambres como molde.

Para JiMin la vergüenza que había sentido la eclipsó la fascinación por lo rápido que YoonGi había preparado la pose con los alambres y luego separó estratégicamente los pedazos de arcilla. Y debido a que la habitación estaba sumida en completo silencio, quiso buscar un poco de conversación.

—YoonGi hyung, nunca lo he visto trabajar. Si no trabaja, ¿cómo paga sus estudios?

Ante la incógnita YoonGi lo pensó durante unos momentos, no estaría mal que JiMin conociera un poco de su vida.

—Mi madre ahorró durante toda su vida para mis estudios porque supo que tenía talento. Yo solo me encargué de conseguir la beca. Si mantengo mi promedio tengo que pagar un pequeño porcentaje del valor total del semestre, pero no es mucho. A veces también vendo mis pinturas por internet y hago comisiones, lo cual ayuda un montón. Y bueno, mis tíos maternos suelen ayudarme con dinero para la comida —explicó con calma mientras se encargaba de unir sobre el molde los pedazos de arcilla.

—Eso es increíble, tu madre fue muy linda al apoyarte en lo que eres bueno —JiMin sintió curiosidad por su madre, sabría que de pronto metería la pata y aún así se arriesgó—. ¿Y dónde está ella ahora?

—… Falleció… de Leucemia hace ocho meses —respondió con la concentración imperturbable.

Si bien quiso parecer fuerte y pintar el tema como algo normal, el rubio pudo notar que no era del todo cierto, su semblante había decaído en sobremanera. Entonces en un impulso repentino de empatía, rodeó con sus pequeños brazos al mayor convirtiendo la cercanía en un cálido abrazo.

—Lo siento mucho…

YoonGi solo pudo quedarse estático en esos momentos, sintiéndose raro y sin poder corresponder tal acción. Cuando pudo entender a fondo lo que sucedía, su pecho se sintió tan increíblemente conmovido que quiso llorar. No podía decir que fue el calor del cuerpo contrario lo que ocasionó una reacción en el propio, porque los brazos de JiMin se encontraban fríos. Concluyó que se debía a la calidez de un abrazo sincero y comprensivo, que sin saberlo había necesitado desde que su vida se sumió en completa soledad.

Así que tal y como ambos internamente deseaban, YoonGi finalmente correspondió el abrazo, esta vez sintiéndose tranquilo. Envolvió con sus brazos la menuda cintura de JiMin, atrayéndolo solo un poco más hacia él, mientras que JiMin sintiendo su propio corazón latir con más ímpetu de la que debería, apoyó su frente sobre el hombro ajeno, tratando de respirar disimuladamente lo más suave y profundo que podía.

Justo en ese momento fueron plenamente conscientes de lo mucho que necesitaban esa unión, resultando  familiar y acogedora.

No supieron cuánto tiempo pasó exactamente pero fue YoonGi quien se encargó de salir primero de aquella burbuja, sabiendo que no podían quedarse todo el día así. Y con pesar tomó suavemente a JiMin de los hombros, separándolo de sí mismo. JiMin se limitó a parpadear adormilado.

—¿Quieres un poco de limonada?

—Sí, al clima, por favor.

El pelinegro se dirigió hasta la cocina que de hecho estaba justo detrás de ellos siendo separada solamente por una barra. Ante el silencio una duda había surgido de repente y que sin miedo quiso aclarar.

—Por cierto, los últimos días no te he visto bailar aunque hemos estado varias veces en la playa. ¿Te lastimaste o algo?

JiMin dudó por un breve momento si responder aquella pregunta o no. Se trataba de un tema casi delicado para sí mismo también, pero sabiendo que su amigo lo admiraba por ello consideró que no tenía caso mentirle. Solo diría lo necesario, no estaba listo para hablar de más. Aún no.

—Decidí tomarme un pequeño descanso… es que practicaba todos los días y luego el cuerpo me dolía, así que…

—Me parece bien. Por más que algo nos guste es importante tomar descansos —comentó de acuerdo con el contrario, sin saber por completo el trasfondo—. Me sorprende que estos días el mismo chico no haya ido por ti —dijo recordando lo que había pasado, sintiendo un pequeño temor de que se repitiera.

—TaeHyung fue bastante agresivo ese día… pero no es tan malo como parece.

—¿Es tu "casi algo"?

—Iugh ¡No! ¡Es mi hermano! TaeHyung no sería mi tipo ni siquiera en otra vida —exclamó con indignación. A lo que YoonGi solo pudo sonreír por su propia e inevitable imprudencia.

—Entonces, ¿cuál es tu tipo?

—Como nunca me gustaron las chicas… Creo que mi tipo ideal va hacia el lado de los chicos que parecen serios y fríos, pero terminan siendo un amor. Altos, inteligentes, atentos, comprensivos, con buen sentido de la moda. Ah y con cabello negro ondulado.

—Wow, suena difícil conseguir a alguien así —comentó ligeramente distraído mientras servía la limonada en dos vasos.

—No creo que sea tan difícil encontrarlo. Yo creo que lo difícil sería conquistarlo —comentó seguro de sí mismo, no queriendo ser tan evidente.

YoonGi se sentó nuevamente al lado del chico rubio después de brindarle la bebida, hubo un pequeño silencio antes de que pudiera notar nuevamente los dedos de JiMin que rodeaban el vaso con el ya típico color azulado intenso justo en la punta. Entonces sin saber exactamente porqué, quiso dibujarlos.

—Espera, quédate así como estás, no te muevas.

JiMin no se inmutó tal y como lo pidió, aún cuando estaba confundido. Simplemente notó de soslayo a YoonGi tomar una libreta aparentemente de dibujo, un lápiz y comenzar a dibujar sobre el papel ágilmente. Para su sorpresa no demoró más de cinco minutos, y cuando YoonGi le mostró el resultado terminó observando con disgusto el dibujo a lápiz que resaltaba específicamente la punta de sus dedos y sus labios con color azul. No pudo evitarlo, detestaba que aquello le ocurriera.

Ante la reacción del rubio YoonGi se preguntó si había hecho mal, aún más cuando el mismo se levantó con una expresión seria, casi fría, agradeció la invitación y dijo que lo mejor era irse para evitar problemas en su casa dada la hora.

YoonGi le siguió hasta la puerta de recepción.

—Oye JiMin, lo siento si te hice sentir mal con el dibujo… Yo… simplemente lo ví bonito —se vio en la necesidad de aclarar antes de que saliera. Justo entonces JiMin se giró para observarle, esta vez con confusión.

Un trueno retumbó de repente y el viento frío recorrió toda la zona, debido a que estaban justo en frente del edificio de apartamentos, la ráfaga provocó un pequeño temblor en ambos. Al parecer llovería pronto.

—¿¡Bonito!? —levantó sus manos con frustración a la altura de los ojos de YoonGi para que los observara a detalle— ¡Esto es horrible, hyung!

—A mí no me parece, honestamente —tomó con delicadeza las heladas manos de JiMin para apartarlas de su campo de visión y las envolvió con las propias. Creyendo adorable la forma en que podía cubrirlas casi por completo. Seguidamente observó el rostro del contrario, a quien el labio inferior le temblaba y sus ojitos cristalinos estaban teñidos de un rojo carmín. Comprendió enseguida que se trataba de una inseguridad.

JiMin se obligó a sí mismo a tragarse cualquier comentario. No es que no quisiera desahogarse un poco, simplemente comenzaba a sentirse un poco mal.

—Estás… —fue lo único que alcanzó a articular antes de sentir de repente un dolor punzante en el pecho, que lo obligó a inclinarse en dirección a YoonGi, buscando un poco de estabilidad.

—JiMin, ¿estás bien? —preguntó alarmado al ver la mueca que hizo el menor y la palidez que se pintó en su piel de repente.

Debido al dolor JiMin comenzó a respirar con dificultad y apretó los párpados varias veces con fuerza, deseando que todo se tratase de un sueño mientras una de sus manos se ceñía a su camisa justo en la zona del corazón. Se trataba de una sensación tan peligrosamente agonizante que ni siquiera podía moverse. YoonGi atrapó a JiMin en sus brazos cuando notó la manera en que su cuerpo perdió fuerza y se desvaneció lentamente.

—JiMin, ¡JiMin! ¿Qué sucede? ¡Dime algo! —exclamó un par de veces tratando de conseguir una respuesta pero no llegó ninguna, el rubio solo boqueaba como un pez sin poder decir una sola palabra.

Eventualmente, notó los ojos de JiMin desorbitados, como si estuviera a punto de desmayarse. No tenía ni la más mínima idea de lo que estaba ocurriendo, simplemente levantó en sus brazos a JiMin con un poco de dificultad porque su cuerpo pesaba bastante en ese momento y desesperado corrió hasta la calle principal en busca de un Taxi. Al tenerlo tan cerca suyo se dio cuenta que la respiración de su amigo era casi nula y fue cuando el pánico terminó de invadir su interior por completo.

Finalmente y para suerte de ambos, un Taxi se detuvo.

—Al hospital más cercano, rápido —dijo YoonGi con los nervios a flor de piel.

El conductor al percatarse del estado crítico de uno de los jóvenes condujo lo más rápido que pudo. Mientras tanto YoonGi recordó la vez que tomó un curso de primeros auxilios solo para ayudar a su madre en caso de que lo necesitara. Con sumo cuidado acostó a JiMin sobre el asiento del auto, quien había sucumbido en un estado de inconsciencia. Se acomodó a un lado de su cabeza con un poco de dificultad debido al espacio, luego tapó la pequeña nariz de botón del rubio al mismo tiempo que abrió su boca y pidiendo permiso mentalmente, acercó sus labios a los contrarios y comenzó a realizar respiración boca a boca.

Alcanzó a hacerlo solo un par de veces porque en el momento en que el conductor avisó que habían llegado al hospital YoonGi le dijo que esperara unos minutos allí y alzando nuevamente a JiMin corrió desesperado hasta la sala de emergencias.

—¡Alguien por favor ayúdeme! ¡No respira! —gritó. Sintiendo su propio corazón latir ansioso y preocupado, no quería que le pasara nada malo a JiMin pero tampoco comprendía por qué estaba pasando todo eso y aquello solo provocó más angustia en su interior.

Una enfermera trajo urgente una camilla, luego se acercaron otras dos más, una de ellas con oxígeno. Dejaron a JiMin sobre la camilla y mientras una joven de cabello rizado y piel morena se ocupaba de tomar sus signos vitales, la otra colocaba la máscara. Todas las personas en la sala de emergencias miraban curiosas la escena, pero YoonGi ni siquiera había notado aquello, estaba demasiado absorto en la preocupante situación, sintiéndose inútil e impotente por no poder hacer nada al respecto.

Un rato después llegó un doctor, quien rápidamente indicó que se llevaran a JiMin hasta una habitación. YoonGi quiso seguirlos pero se lo prohibieron, debía quedarse en la sala de espera y estar atento a cualquier novedad.

Mordiéndose las uñas, terminó sentándose en una de las sillas con las demás personas después de pagarle al conductor del Taxi. Creyendo que los segundos ahora eran eternos e imaginando los escenarios más desastrosos que su mente perturbada podía.

Estar allí le recordó las innumerables veces que llevaba a RyuJin a las quimioterapias, o cuando debía esperar en la sala de espera de manera tortuosa en tanto le pedía al universo que todavía no se la llevara cuando su salud se complicaba. Hasta que, en una de esas ocasiones, finalmente ocurrió la tragedia.

Y terminó preso del pánico ante la idea de que algo grave pudiera pasarle a JiMin.

∴━━━✿━━━∴

Pau.

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