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"Unas palabras amables, un libro cálido y una sonrisa honesta pueden hacer milagros."
— William Hazlitt.
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Había pasado mucho poco más de tres semanas, YoonGi a pesar de haber caminado cada tarde por la playa con la excusa de "aprovechar" su mes de vacaciones de verano no vio a JiMin en ningún lado; incluso caminó la extensión de la playa de extremo a extremo hasta que las rocas bloquearon por completo su camino de un lado y por el otro lo hizo la zona verde.
En cada paso dejaba en evidencia su inquietud: ¿Quién era ese joven como para que se llevara a JiMin a la fuerza? ¿Por qué no había vuelto? ¿Estará bien? Preguntas que a pesar de ser comunes tenían un gran peso en su ser, el cual resultaba desconocido.
En ocasiones se sintió extraño por parecer tan desesperado buscando a un chico que escasamente había visto algunas veces y con el cual muy poco había hablado; por supuesto, tampoco pudo pasar por alto el hecho de que curiosamente terminaba haciendo bocetos del joven misterioso de la playa mientras estudiaba y cuando menos lo pensaba comenzaba a tararear la suave melodía de la canción que escuchó la última vez que observó su danza.
El sentimiento estaba latente porque todo parecía cuestionarlo a sí mismo: ¿por qué hasta ahora lo veía si llevaba bastante tiempo yendo a esa playa? ¿O por qué se encontraba extrañándolo ahora mismo? Tampoco podía estar tranquilo porque no había podido decirle ese día lo talentoso que era y lo hermoso que bailaba. ¿Y si nunca podía verlo de nuevo?
La última vez que lo observó danzar cerca de aquellas rocas antes de que desapareciera por completo, el nerviosismo lo invadió y prefirió no acercarse. Había decidido que era mejor observarle desde la lejanía, y de esa manera, apreciar de su existencia lo que considerara necesario sin que Park se desconcentrara o él hiciera el ridículo. Y ahora que lo analizaba, su pensamiento sonaba aún más patético.
Esa misma noche terminó buscando la melodía que JiMin practicó durante días: se llamaba Butterfly, de un grupo llamado «Beyond the Scene» y la cual se convirtió en su canción favorita.
No admitiría en voz alta lo mucho que se emocionó, ni tampoco lo alegre que regresaba a su hogar después de verlo. Le encantaba la manera en la que el rubio desprendía pasión y elegancia en cada movimiento, aunque llegaran momentos en los que se preocupaba porque JiMin parecía perder la respiración por tanto ensayar y se arrodillaba en la arena para regularla.
JiMin había despertado su curiosidad y captado su completa atención. Quizás era lo malo de estudiar arte, porque cuando veías algo hermoso era casi imposible dejar de pensar en ello, o al menos para YoonGi lo era. Intentó actuar tranquilo, parecer sereno y restarle importancia los últimos días, pero por dentro lo estaba carcomiendo la incertidumbre.
Justo fue un martes en la tarde cuando decidió no regresar por un tiempo y desde entonces había pasado una semana. Con la convicción más fuerte que su instinto comenzó a trabajar en una escultura de arcilla como proyecto para final de semestre, debía ser de un tamaño medianamente grande y el objetivo consistía en plasmar en la escultura una representación de la felicidad propia.
No obstante, YoonGi no tenía ni siquiera una idea, mucho menos un boceto, solo poseía un pedazo de arcilla que no medía más de cincuenta centímetros y tampoco tenía una forma exacta, solo era una masa marrón e insulsa la cual se supone le serviría como una réplica para luego pasar el diseño al tamaño real en el próximo semestre.
El día de entrega de su réplica se acercaba y no tenía absolutamente nada. Lo cual resultaba preocupante porque podría afectar sus notas por su negligencia, siempre tapando la verdad con el típico "no estoy inspirado".
La pregunta esencial era: ¿Qué lo hacía feliz?
Parecía fácil de responder, y tristemente no lo era.
La felicidad normalmente es un concepto conplicado, no porque sea difícil encontrarla o sentirla, la verdadera razón es porque en la mayoría de casos resulta desconocida. Muchos aseguran que la felicidad es el dinero, cosa en la que YoonGi difiere porque el dinero nunca le solucionó sus problemas.
Ni siquiera el dinero puede salvar a alguien con una enfermedad terminal y él lo sabe a la perfección.
YoonGi tiene la teoría de que en realidad la felicidad se encuentra en los lugares más inesperados; es cierto que él no ha encontrado nada que provoque sensaciones eufóricas en él, pero está seguro de que cuando lo haga, será en algo aparentemente común.
De todos modos necesitaba tener la réplica lista en menos de un mes. Si la magia del arte está en transmitir ciertos mensajes o sentimientos, claramente no podía hacer cualquier cosa que se le ocurriera, debía ser sincero. Ese era su criterio.
Suspiró profundamente en aras de bajarle por lo menos dos líneas a su desespero, luego colocó con más fuerza de la que había calculado su frente en el escritorio de madera, quejándose después por el golpe.
Necesitaba relajarse un poco y como era de esperarse su mente lo llevó al único lugar que lo calmaba: la playa. Solo que esta vez llevaba una caja de cigarrillos y un encendedor para aumentar la dosis de relajación con la nicotina.
Como si lo hubiera necesitado, tomó asiento en la blanca arena soltando una larga exhalación, sin dudarlo dos veces encendió el cigarro y observando las olas oscilando debido a la fricción del viento se permitió ordenar sus ideas. Aunque la luz del sol ya se había ocultado en la fina línea que separaba al cielo de la tierra, la claridad del cielo seguía presente.
¿Qué podría hacer en esa escultura?
Tenía una fascinación por los animales, en especial los gatos; pero una escultura de un gato era muy cliché y no es como si generara euforia en su ser.
¿Un perro? ¿Un caballo?
¿Una vaca tal vez?
Definitivamente no. Y empezaba a ser una molestia el hecho de descartar todas las ideas. Pasó desde personas, hasta instrumentos, pensó en plantas, en objetos… y nada lo convencía.
La solitaria playa le brindó en aquellos momentos una sensación similar a la que ocasiona la dopamina en el cuerpo. Era simplemente acogedor, aunque su cabeza estuviera echa un lío.
Tan ensimismado estaba que terminó perdiendo la noción del tiempo, de pronto ya era de noche y escasamente la luz de la luna ayudaba a su campo de visión. El frío también se había convertido en una molestia para sus brazos descubiertos, y las olas se movían con un poco más de brusquedad chocando con ímpetu contra las rocas en la orilla.
Tampoco supo cuántos cigarrillos fumó, solo sacó uno más de la caja decidiendo que sería el último antes de regresar a casa a terminar sus otras tareas.
Justo cuando estaba por llevar el filtro del cigarrillo a sus labios, la suave voz a sus espaldas le causó un enorme sobresalto y que tristemente soltara el objeto de las manos.
—Debería cuidar de su salud…
Por supuesto que iba a asustarse, ¿quién además de él iba a esa playa vacía? No pensó en el chico bailarín porque se había dado por vencido, pero sin previo aviso la persona tomó asiento a su lado y confirmó enseguida que se trataba precisamente de JiMin, quien menos esperaba ver. Así que prendió la linterna en su celular y lo dejó en medio de los dos, para no sentirse tan a ciegas.
Se encontró sonriendo con tan solo ver el perfecto perfil de su ahora acompañante, había pasado tal vez poco más de un mes apróximadamente sin verlo.
—No le digo que no fume, pero al menos debería hacerlo con regulación. Existen personas que anhelan tener los pulmones sanos.
—En realidad no soy de fumar, es una… excepción.
—¿Cuántos gastó hoy?
YoonGi apretó los labios en el momento en que JiMin giró su rostro para observarle, y apartó la mirada cuando los ojos del rubio se dirigieron hasta el objeto que aún tenía en las manos. No había gastado la caja entera pero estaba seguro que tal vez quedaba solo un poco más de la mitad.
—¿Le preocupa algo? —preguntó JiMin con suavidad.
—Nada importante.
Después ninguno dijo nada, aunque YoonGi se estuvo mordiendo la lengua constantemente para evitar hacer preguntas porque no sabía si a JiMin le molestaría que indague en su vida privada. ¿O solo debería hacerlo en lugar de pensarlo tanto? Incómodo se removió en el puesto, cruzando las piernas en flor de loto. JiMin abrazaba las rodillas a su pecho con el mentón apoyado en ellas, también se veía incómodo.
Decidiendo que no llegaría a ningún lado si no le preguntaba, abrió la boca para hablar, encontrándose con que JiMin había hecho la misma acción, por eso terminaron riéndose juntos.
—Habla tú primero —sugirió YoonGi con voz apacible, apoyando ambas manos a sus costados.
—Perdón por lo de ese día, TaeHyung fue grosero.
— No te preocupes por eso, no me molesta. ¿Puedo preguntarte sobre ello?
— Sí…
JiMin quien estaba mirando el mar, tomó la misma posición que YoonGi pero esta vez girando el cuerpo en su totalidad hacia el pelinegro, para disponer toda su atención hacia él.
— ¿Estás bien?
— ¿No vas a preguntarme quién era él?
El rubio se vio ligeramente desconcertado porque esperaba una pregunta distinta. YoonGi negó con la cabeza y cerrando la caja de cigarrillos la guardó en su bolsillo derecho del pantalón.
— ¿Por qué lo haría? Yo quiero saber sobre ti, no sobre él... Pero si está relacionado contigo supongo que eventualmente tendría que saberlo –dijo balbuceando la última parte.
No pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa ante lo que dijo el pelinegro, algo se había removido en su pecho y quiso sacarle un suspiro que con mucha fuerza de voluntad oprimió.
Había extrañado esa sensación durante el mes que pasó. Por un momento pensó que el chico nunca volvería porque la última semana vino a buscarlo y no lo encontró. No sabía por qué ni cómo, pero resultaba extraño que se sintiera importante y cómodo con la simple presencia de alguien que no conocía y probablemente era aquello lo que impulsaba el querer acercarse a él.
—Estoy bien, YoonGi-ssi.
—¿Seguro? Luces decaído. Además, ese día estabas llorando, ¿o me equivoco?
Probablemente se debía al grado de relajación en su cuerpo que le permitía al pelinegro hablar con libertad con JiMin, porque siempre terminaba sintiendo nervios o temor. Esta vez afortunadamente era distinto.
—Bueno… actualmente estoy bien, solo extrañaba venir aquí.
—¿No te dejan venir?
JiMin negó suavemente con la cabeza, mientras que con el dedo índice derecho removía los granos de arena en movimientos circulares. YoonGi no quiso responder nada, tenía solo una pequeña corazonada de que el tema era delicado para él, así que decidió no indagar más.
—JiMin, ¿estudias algo sobre danza? —preguntó luego de unos segundos en silencio.
A pesar de la poca luz que brindaba la linterna, el pelinegro pudo conectar fácilmente con la mirada del otro. En ellos pudo observar un hermoso resplandor a causa del reflejo de la luna en su retina, notando al mismo tiempo la ligera sonrisa que había mantenido en sus labios luego de escuchar la pregunta.
La playa en realidad pasó a un segundo plano, especialmente porque frente suyo no estaba el mar: su campo visual se centraba más en ese chico que lo llenaba de intriga y de placidez al mismo tiempo.
—¿Me creería si le digo que no?
—¿De verdad no? —respondió con evidente asombro.
—No… mi madre es una de las que cree que el baile no es para varones, en su lugar pasa sus días presionándome para que estudie derecho, así que estoy seguro de que no gastaría dinero en una academia para mí cuando hay cosas más importantes según ella —terminó bufando con ironía—. Por eso me gusta venir aquí… de algún modo me siento ¿libre?
—Entiendo, pero si no te dan permiso no creo que sea conveniente que estés aquí. ¿Seguro no tendrás problemas después?
—Lo dudo. Mamá no está en casa, ni siquiera sé a dónde se fue desde temprano, y TaeHyung hace turnos de noche en su trabajo. De no ser por eso no podría haber venido, solo aproveché.
Ahora que había despejado su duda, YoonGi sentía incluso mucha más admiración que antes al saber que sin estudiar tenía la habilidad de moverse tan pulcramente. El talento lo llevaba impregnado en su existencia, no necesitaba más para comprobarlo. Así que por fin decidió hablar sobre lo que tanto le había rondado la mente los últimos días.
—No lo había dicho porque no quería interrumpirte, pero pienso que bailas maravilloso. Tampoco creo que existan las palabras correctas para expresarlo, porque es… casi indescriptible lo talentoso que eres. Y mucho más ahora que sé que no estudias nada que tenga que ver con ello. De verdad eres muy bueno, JiMin. Te admiro.
La sonrisa de JiMin se amplió en sobremanera; mientras para YoonGi era indescriptible su talento, para él mismo resultaba imposible describir el sentimiento acogedor que comenzó a crecer en su pecho.
A pesar de que resultaba agobiante porque no había sentido tal emoción nunca, era similar a lo que hace el fuego con el hielo, podría jurar que todo el frío que se había acumulado en su interior durante tantos años, había siso derretido por lo menos la cuarta parte con aquellas palabras.
Porque al final era la única persona en sus veintitres años de vida que valoraba lo que hacía aunque siguieran existiendo estándares en la sociedad sobre los varones.
—Gracias, en serio lo aprecio ¿Vamos a caminar un rato por la playa, YoonGi-ssi? —propuso después de ponerse de pie y extender su pequeña mano hacia el contrario.
YoonGi sin vacilar envolvió con delicadeza la mano del rubio con la propia —que era relativamente más grande— para levantarse. JiMin no lo soltó cuando comenzó a caminar, YoonGi supuso que quería el contacto pero terminó simplemente uniendo sus meñiques porque tomarle de la mano podría ser incómodo.
Caminaron lento y pausado, disfrutando de la compañía en la solitaria playa. Hablaron sobre la belleza del lugar y de la paz que la naturaleza ofrece.
YoonGi también comentó algunas anécdotas que había tenido en el tiempo que vivía en Daegu. Como la vez que por andar de curioso un cangrejo casi lo machuca con las tenazas, o cuando encontró una almeja a la orilla del mar con un pulpo dentro. El rubio siempre le sonreía radiante, y le respondía a cada cosa con el mayor interés.
YoonGi no negaría que el momento fue mucho más placentero que estar sentado por horas observando el mar, la sensación de compañía resultó agradable y por eso una vez más regresó a casa con una sonrisa imperturbable en sus labios.
JiMin dijo que le gustaba ir a la playa porque se sentía libre para bailar, pero se encontró con que esta vez en ningún momento había bailado, ni siquiera llevó un equipo para reproducir sonido y tampoco ropa cómoda para hacerlo porque llevaba prendas medianamente abrigadas.
Y la idea que se había hecho de que JiMin solamente fue a la playa para verlo le alegró aún más la noche.
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¿Y a ustedes qué los hace felices? 💕
Cuídense y tomen awita,
los tqm.
Pau.
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