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"1"

Su objetivo ese día estaba más que claro: observar al chico bailarín de nuevo.

Así que caminando a paso lento sobre la arena profundizó más en la playa e inhaló profundamente aire, buscando con la mirada al muchacho cerca de las mismas rocas de siempre. Encontrándolo minutos después.

En esta ocasión usaba un pantalón blanco ancho de tela delgada, permitiéndole hacer las figuras necesarias y moverse con agilidad y elegancia, sin importarle demasiado la arena que se pegaba a su torso desnudo cuando debía girar por el suelo.

Las figuras que JiMin hacía eran simplemente hermosas, cuyo origen venían de la increíble manera de utilizar posturas, movimientos y pequeños detalles llenos de fluidez: como el detalle de mover sus dedos lentamente y de manera expresiva cuando estiraba los brazos hacia algún lado, incluso sus movimientos en la cabeza y el cuello eran tan meticulosos y expresivos que junto con todos los demás detalles adornaban su existencia de armonía.

Saltaba, corría y giraba por la arena, siempre danzando; parecía proclamar aquél lugar como suyo.

YoonGi no pudo evitar fijarse en su delgada cintura, las leves marcas abdominales y el tamaño moderado de sus pectorales; también colocó atención en el grosor de los muslos que lograban apreciarse un poco gracias a la transparencia del pantalón y en la piel trigueña adornada de gotas pequeñas de sudor por el esfuerzo. Fue simplemente inevitable no detallar su belleza física mientras se deleitaba con la elegancia de su baile y la pasión del mismo.

Sin mencionar que la melodía que sonaba lo llenaba de una ansiedad inexplicable y el baile a pesar de verse hermoso también dejaba ver un ápice de mensaje de auxilio y desespero. Las cuerdas frotadas en la orquesta llevando la melodía de la canción lograban hacer que quisiera cerrar los ojos y deleitarse con el sonido tan profundo, limpio y lleno de delicadeza; pero simplemente no podía dejar de observar a JiMin, casi hipnotizado por la escena. ¿Hace cuanto algo no lo hacía sentir de esa manera?

De pie a unos metros lo observó hasta al final, sin cansarse. En el momento en que JiMin terminó y aquellos iris mieles conectaron con su intensa mirada, no pudo hacer más que darse la vuelta y marcharse de allí. Arrepintiéndose después.

No tenía una razón específica para no hablarle, y aunque el interés estaba allí no creía poder hacerlo. Probablemente la facilidad con la que JiMin le habló aquella vez fue la que lo desconcertó tanto, y él no es que fuera un joven extrovertido, de todos modos.

A pesar de ello y no soportando el impulso, una tarde después de dos días y con la esperanza latente en su pecho caminó de nuevo rumbo a la playa, esta vez con un bloc.

Tomó asiento sobre la arena, cerca del lugar donde JiMin solía ensayar y miró hacia el enorme mar en frente suyo, preguntándose realmente qué significado debía tener aquél lugar como para que lo atrajera todo el tiempo.

El mar podía significar muchas cosas: desde esperanza hasta desesperación, podrías sentirte libre pero a la vez perdido en la inmensidad del vacío azul, imposible explorar por completo. Lo que resultaba increíble y contradictorio. El pensamiento lo hizo suspirar profundamente, como si en aquella fuerte respiración pudiera expulsar la sensación agobiante en su pecho que con el tiempo incrementaba.

Ahora entendía la irónica expresión de: "Sentir un mar de emociones".

Dejó el bloc en una de las rocas, asegurándose de que no corriera riesgo de caerse; después quitando sus sandalias caminó hasta la orilla y entró suavemente los pies dentro del agua, dejando que se hundieran en la arena húmeda y fresca que inmediatamente contrastó con el calor que sentía gracias al sol. Al escuchar unos chasquidos optó por inclinarse un poco para observar alrededor de las rocas, encontrando un cangrejo de tamaño mediano con una pigmentación carmesí, que amenazante estiraba sutilmente sus pinzas hacia él.

-Hola señor cangrejo -saludó y segundos después bufó por lo tonto que había sonado.

Se levantó para ir por el bloc y luego regresó al mismo lugar. En esa posición incómoda porque si se sentaba sobre los talones se mojaría, boceteó el agradable cangrejo color rojo. Cuando terminó tan solo se levantó una vez más y se sentó un poco lejos del cangrejo, pero aún dejando que la ola que llegaba a la orilla y las espuma color nácar que se formaba mojara sus pies. Se preguntó si JiMin iría ese día, el sol aún no culminaba del todo, por lo tanto asumió que había ido más temprano de lo usual.

Comenzó a pensar en qué estaba haciendo, mientras con el lápiz hacía líneas vagas sobre el dibujo para crear sombra. Tal vez JiMin pensaba que era un acosador por simplemente observar su danza cuando iba a la playa. O no, y solo pensaba que era un patético rarito retraído.

A lo mejor debía hablarle... pero, ¿qué le diría? Aquella ocasión donde se vieron por primera vez no hablaron de muchas cosas, de hecho de nada y él odiaba ese punto de una conversación donde nadie sabe qué decir. E irónicamente él nunca sabía qué decir.

—Dibujas muy lindo.

La voz conocida que habló detrás le ocasionó un sobresalto y por un segundo sintió su corazón detenerse. Aunque procuró actuar como si nada cuando vio su lápiz rodar por la arena justo cuando una ola golpearía la orilla, y solo pudo decirle mentalmente "adiós".

—No puede ser -JiMin rodeó las rocas, manteniendo fija la mirada en el lugar donde dicho objeto había desaparecido, sintiéndose culpable.

—Hey, hey —con pánico se apresuró a tomarle el antebrazo cuando vio en él la intención de entrar al agua.

Resultó por leves segundos sorprendido, debido a la extraña satisfacción que recorrió su cuerpo cuando su piel hizo contacto con la contraria. Y resultó aún más sorprendido cuando los ojos mieles lo observaron con confusión. «¿Cómo era posible sentirse tan nervioso con tan solo una mirada?» Se preguntó mientras mantuvo el contacto visual.

—YoonGi-ssi... su lápiz...

Con esfuerzo parpadeó, tratando de salir de su extraña ensoñación. Como si el tacto quemara alejó rápidamente y casi en un movimiento brusco la mano del brazo ajeno, creando aún más el desconcierto en JiMin.

—Ah... no... no te preocupes... por ello —respondió con dificultad, lleno de confusión y seguramente con las mejillas coloradas. Dios, se sentía como un lamentable adolescente virgen.

YoonGi se consideraba una persona un poco escéptica, pero fue demasiado curioso cuando un ligero viento en dirección a JiMin chocó contra su espalda.

El sol había terminado su tarea, y ahora el firmamento se pintaba de tonos azules, rojizos y naranjas; los cuales también se reflejaban en el mar.

JiMin en ese momento pensó que ese chico era lindo. Le gustaba la manera en que lo observaba como si fuera la octava maravilla del universo; aquello lo hizo sentir importante y admirado, y en una reacción natural esbozó una sonrisa sincera, no siendo consciente de lo que ese pequeño acto ocasionó en el pecho y la mente del contrario.

—¡Park JiMin! —Enseguida dejó de sonreír, esfumándose la alegría para ser reemplazada por un desasosiego y temor que YoonGi notó.

El rubio encogió los hombros mientras ambos escuchaban con atención el sonido de los pasos sobre la arena incrementando y con un pequeño recelo giró la cabeza para encontrar al culpable de la interrupción y la reacción de JiMin.

Un hombre alto ocupó su campo de visión, de ojos grandes, tez canela y cabello color ámbar. Poseía una complexión delgada pero aparentemente con buen físico a juzgar por sus gruesos brazos y pectorales moderadamente grandes que se notaban gracias a la camisa esqueleto de color blanca que llevaba puesta.

—Park JiMin te he dicho mil veces que no puedes salir y menos a estas horas, ¿Cuando vas a entenderlo? ¿Cuando todo empeore? —cruzó los brazos y habló con un tono de voz lleno de autoridad.

—TaeHyung me estás avergonzando...

El mencionado miró a YoonGi, con altivez y recelo, pero dicha atención solo duró unos segundos y volvió a dirigir su atención hacia JiMin.

—No me interesa, nos vamos -tajante en su respuesta y orden tomó al rubio del brazo, casi luciendo brusco.

—TaeHyung, no hagas esto... por favor —rogó con la mirada, poniendo una de sus pequeñas manos sobre la más grande que tomaba su brazo, intentando desesperadamente suavizar el agarre.

YoonGi se sentía inútil, pero ¿qué podía hacer? Solo observó la escena con pesar, era notable que JiMin no quería ir con él.

—No insistas, Park. No empeores las cosas —sin decir más jaló su brazo, obligándolo a caminar y YoonGi solo pudo verlo alejarse poco a poco, con la cabeza gacha y sus pequeños dedos friccionando sus párpados.

Unos metros más adelante y con dificultad JiMin giró la cabeza para mirar un momento al pelinegro.

Esa fue la primera vez que YoonGi vio llorar a JiMin y aquella imagen ocasionó un vacío indescriptible en su pecho, que fue acompañado por un largo suspiro que materializó su frustración.

Y solo tal vez, el sentimiento se debía a su "curiosidad".

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Les amo y gracias por leer.

Pau.

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