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CAPÍTULO 13

Las mañanas siempre son la mejor parte del día, al menos así lo pensaba Park Jimin. Sin embargo, lo que nunca pensó fue abrir los ojos y encontrarse en la azotea de un edificio.

Tenía un fuerte dolor de cabeza y un hambre que le estaba matando por dentro, parpadeó varias veces para tratar de acordarse todo lo que había estado viviendo estos últimos días y vaya sorpresa que se llevó.

Al voltear la mirada se encontró con un tierno Yoongi, completamente dormido, dejando salir pequeños ronquidos y con pequeños cuernos en su cabeza, los cuales sobresalían de su cabello completamente alborotado. Era una imagen digna de admirar y Jimin sentía que podía guardarla para siempre en su subconsiente.

Se sentía pleno y una extraña sensación  le llegó al corazón, como si se tratara de una brisa, una fría y refrescante brisa que llenaba su alma de afuera hacia adentro. Sonrió tiernamente, al ver tan simple imagen como lo era una persona durmiendo.

Un pequeño hilo de saliva salía de la boca semiabierta de Yoongi, lo cual lo hacía ver mucho más tierno, Jimin no sabía que estaba sintiendo, ni que era lo que le llamaba a seguir con todo esto, pero alejarse de Min, parecía una misióm imposible, dejar de verlo como algún ser perfecto, era imposible y muchas veces se olvidaba que la persona a su lado era nada más ni mada menos que un ángel caído.

¿Debía confiar en él? Era el diablo, el ser tan tenebroso y malvaldo que ha existido en toda la humanidad, pero con aquella facha de un tierno corderito dormido, no se veía como un ser endemoniado dispuesto a quitarte el alma o tal vez solo era el hecho de que Jimin estaba apreciando la verdadera personalidad del diablo.

Tocó delicadamente un mechón de cabello que tapaba sutilmente su rostro. Su cabello era largo y ruloso, unos rulos que no eran marcados pero que le hacían ver el cabello alborotado.

—No parece malo— Susurró Jimin, sonriendo al ver las mejillas de Yoongi sonrojadas por el frío. —Es muy tierno para ser malo.

Y Jimin tenía toda la razón de mundo, muchas veces los malos, son los villanos de una historia mal contada y Jimin sentía que tal vez no conocía todo el transfondo de la vida de Yoongi, ni el paríso, ni del infierno, pero podía ver a un ser vivo que simplemente tenía anhelos de seguir respirando y de seguir existiendo.

—Min Yoongi— Apartó la vista del mayor y observó el cielo, sintiendo paz y tranquilidad en su interior. —Min Jimin, suena lindo ¿no, rey del inframundo?

Una vez más aquella brisa abrazadora que fue capáz de mover las suaves ebras de su cuero cabelludo, la suave brisa que invadió su ser, la suave brisa que cualquier persona tomaría como símbolo de una próxima lluvia o de alguna tormenta de viento, pero no Min Yoongi, quien al abrir los ojos lentamente, se encontró con la mirada de un ángel.

Ese rostro perfecto, ese cabello danzando de un lado al otro, mejillas sonrojadas, ojos chiquitos y una sonrisa de oreja a oreja, una sonrisa que inspiraba ganas de luchar.

—Siento como si estuviera de regreso en el paraíso.

Jimin soltó una pequeña carcajada antes de levantarse y estirar su espalda y brazos.

—Creo que es hora de irnos, dormilón— Le hizo una seña para que lo siguiera hasta la puerta de salida de la azotea.

Yoongi se levantó, quejándose de todo el dolor que sentía su cuerpo por haber dormido en aquel lugar, frunció el ceño ante esos dolores, eran nuevos, muy nuevos y extraños.

—¿Desde cuando eres el que manda en esta relación?— Preguntó Min caminando hacia el menor.

—La pregunta correcta es ¿esto es una relación?— Yoongi se sonrojó ante la pregunta de Jimin y desvió la mirada.

—Pues claro, una relación de alumno y profesor, yo te estoy enseñando del inframundo porque tú me invocaste—

Jimin soltó otra carcajada, ambos estaban ya saliendo del motel, logrando pasar desapercividos. No obstante, un extraño sonido logró que ambos se detuvieran.

—¿Qué fue eso?— Preguntó Yoongi, mientras que con sus manos estrujaba su estómago, estaba demasiado impresionado y alterado, Jimin pudo notarlo.

—No puede ser, parece que el ruido viene de tu estómago.

Yoongi negó.

—No, ni los demonios, ni los ángeles sienten hambre, ni dolor.

No era posible que él siendo un ángel caído, pueda sentir hambre ¿verdad?

—Bueno, tal vez se te está pegando mi forma de comer y tener hambre cada cinco segundos. No te preocupes, no hay nada que un par de panqueques no puedan solucionar.

Ambos caminaron hacia un mini restaurante que se encontraba a tan solo media cuadra del motel, era lujoso y algo hogareño, ambos sonrieron y Jimin se sintió complacido al ver la tierna expresión de Yoongi al ver los cientos de pasteles y bebidas refrescantes que se asomaban en el mostrador, sin duda alguna, era el paraíso para cualquier persona con un apetito voraz.

—Buenos días, bienvenidos a Tannie gourmet ¿en qué podemos servirle?— Un chico con delantal y cabello morado se hizo presente fentre a ellos. —Espera...

El joven frunció el ceño y después se pudo ver como su expresión cambió por completo, una llena de terror y desespero.

—¿Señor Yoongi?

Fue en ese momento cuando Min se dio cuenta de aquella voz, ese rostro y esa inolvidable marca que salía de su cuello.

—¿Jeon Jungkook?









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