XXX - Pájaros azules
XXX
Comencé a limpiar el establo, es una tarea difícil, pero no tenía mucho qué hacer, Jack dormía entre el heno y yo limpiaba los deshechos de los animales. Yoongi se fue en la madrugada después de yo cayera dormido, amanecí cubierto con mi suéter celeste y con las lámparas apagadas.
Estoy sudado y mi cabello empieza a sentirse grasoso por tantos días sin un baño profundo. Incluso mi piel empieza a picar un poco y mi nariz a moquear por la gran cantidad de polvo y demás suciedad. Me sorprende que mi asma no se haya manifestado estos días debido a la sociedad del lugar.
Me sorprende que ningún coordinador venga a dejarme comida o a asegurarse que estoy rezando y pidiéndole compasión a Dios. Al parecer a nadie le importa, puedo ser picoteado por las gallinas hasta morir y se darían cuenta días después.
Mi rutina era simple y sin muchas tareas. Nada de qué extrañarse.
Me aseo con lentitud, procurando dejarme lo más limpio con las herramientas que tengo.
—Jack, ¿crees que sea posible que Yoong llegue a sentir algo por mí? Quizá no ahora, pero sí después, cuando salgamos de aquí y seamos amigos en la congregación —le explico la situación a mi gato barrigón por tanta comida.
Él maúlla.
Yo estornudo.
—Tienes que cooperar, de tus consejos depende si tienes un padre o dos —acaricio su panza y ronronea.
Espero impaciente la llegada de Yoongi, apuesto que Jack se ríe de mí y de mis anhelos de púber. Incluso he notado que sonrío como idiota cuando pienso en él y recuerdo sus palabras.
—¿Estás sin ropa de nuevo? —habla Yoongi al otro lado de la puerta.
—No —le veo entrar con su mochila, me saluda con una sonrisa y se estira en esa pequeña estancia, dejando en claro lo alto y delgado que es.
—¿Cómo la pasaste hoy? ¿Ya comiste? —pregunta casual, se quita la sudadera y queda con una camiseta manga larga.
—Sí —respondo embobado por sus movimientos.
Yoongi se ríe por mi respuesta incongruente.
—Es decir, la pasé bien y sí comí —digo avergonzado viendo al suelo.
—Supuse que Jack te haría todo más ameno. ¿Cómo se portó mi hijo hoy?
El calor sube a mi rostro y veo hacia otro lado, negándome a dirigirle la mirada a Min Yoongi, la persona que ha estado viviendo en mi mente desde hace unos días.
—Bien. Eh... me ayudó a limpiar. Yo recogía y él miraba —toso un poco y limpio mi nariz con un pañuelo.
—Excelente aportación —le acaricia el lomo con su dedo índice y noto que es la primera vez que Yoongi toca al minino, pareciera tenerle miedo—. Trabajo en equipo —al no escuchar respuesta, continúa su hablar—. No limpies este lugar, puedes mover una tabla y desplomar todo.
—Eso suena tentador. Odio este lugar —confieso mi pecado, uno más a la lista.
Y recuerdo cuando Jesús destruyó su templo y lo reedificó en tres días.
—Park Jimin, tu hijo está presente.
Río.
Los minutos pasan y la conversación de hace larga, pero no tediosa. Descubro más cosas de Min Yoongi mientras estamos recostados en ese colchón viejo con Jack sobre mi abdomen.
Él aprendió a tocar el piano gracias a su madre, la cual le enseñó con gran disciplina y rigor, llegándolo a castigar duramente si cometía un error. También descubrí que casi no ve directamente a los ojos de las personas, incluyéndome, esto no me lo dijo, pero lo saqué de conjetura después de horas de charla.
Me reveló que a veces sale en la madrugada de su casa para ir a comprar algún tentempié para sus grandes horas de aíslo puestas por su padre. Siempre ha estado solo, no sé si yo pudiera ser así de solitario.
Entró a la universidad, pero fue echado a los meses por la cantidad incontable de faltas. El pastor Min lo llegaba a encerrar días sin ningún propósito en sí. Yoongi mencionó que su padre creía que con eso se purificaría, pero yo no lo creo. Hace mucho empecé a encontrar vacías las palabras de Min Seonwoo.
—Tú casi no has hablado —me dice después de un silencio, yo me alegro de escuchar hablar a Yoongi, su voz es grave y relajante, no quiero que pare.
—No hay mucho que contar, lo que ves es lo que es.
Yoongi me observa largos segundos y me hace sentir nervioso.
—¿Eres alérgico a los gatos?
—¿Eh?
—Tus ojos están un poco rojos y tienes una tos que no había escuchado antes.
—Creo que es el polvo.
—Creo que es esa bola de pelos —sonríe un poco.
—¡No! Él no me haría eso —le acaricio la panza llena de comida y ronronea.
—Ya lo veremos.
—Cuando salga de aquí, lo llevaré al veterinario de gatos.
—Y tú deberías ir con el veterinario de humanos, no creo que esa tos sea normal.
Le doy un codazo y Yoongi ríe quedito, observo su perfil iluminado por las lámparas. Realmente se ve lindo. No solamente atractivo, sino lindo, es como cuando vez algo tan bonito que capta tu atención durante más tiempo.
—No tengo muchos pasatiempos o talentos, no hay mucho que contar sobre mí —retomo la plática. Mi voz salió más calma, supongo que tener a Yoongi cerca me hace bien.
—¿Ya no tocas el violín?
Niego.
—Estuviste muy bien en la audición.
—Mmm... No estuve mal —digo negándome a adularme—. Pero no sé.
—¿Qué pasa? —pregunta con genuina curiosidad.
—Mi padre se molestó ese día y vendió mi violín —suelto un suspiro, ni siquiera había notado que había empezado a retener aire.
—Oh... ¿No tenían dinero?
Alzo los hombros sin saber.
—No creo, en mi cumpleaños me regaló un piano e insistió mucho para que aprendiera a tocarlo, pero —alzo mis manos y quedan frente a él— mis dedos son diminutos.
Río de vergüenza.
—Park Jimin eso no tiene nada que ver.
—Pero influye —alego como si yo fuera el experto en piano y no él, quiero decirle que sus manos huesudas y grandes son perfectas para ese instrumento, pero muerdo mi lengua—. Además no me gustaba mucho, es un instrumento muy estorboso. Y siempre he pensado que ya tienes que nacer con el talento, no forjarlo.
—Todos podemos aprender.
Veo las sombras que proyectan las lámparas de aceite en el techo, Jack ha comenzado a ronronear entre sueños.
—Si quieres... un día puedo enseñarte —dice con voz lenta como si temiera una negativa de mi parte.
—Puede ser... De todas formas tendremos que convivir más porque ahora tenemos a una criatura —señalo al minino.
—¿Me pedirás manutención o algo así?
Los dos reímos y escucho la lluvia liberarse a las afueras de ese establo.
—Si dejas de hacerte cargo, te demandaré, Min Yoongi.
Bostezo y me lloran los ojos.
—Será mejor que ya me vaya.
—No —le pido—, está lloviendo, espera a que calme un poco —lo tomo delicadamente el brazo y él asiente sin mucha insistencia.
Cierro los ojos y evito otro bostezo, no quiero que Yoongi se vaya tan rápido, estuve esperando este momento durante todo el día.
—Jimin —me habla de nuevo.
—¿Mmm?
—¿Haz rezado mucho estos días? —pregunta regresándome al mundo de los vivos.
—No, bueno, he hecho algunos rezos, pero nada comparado con la cantidad que hacía antes de entrar aquí. Creo que ya no quiero rezar —suelto simple y al ver que sus ojos negros me escrutan pidiendo más, continúo—. No sé para qué rezo si nadie escucha —veo el techo, como si pudiera ver a Dios en las alturas y estuviera quejándome directamente con él—. Me siento estúpido cuando rezo, nadie me escucha. Nunca me escuchan —le envío una mirada recriminatoria a Dios y sé que lamentarme con él no mejorará nada. Ya no.
Yoongi suspira comprensivo.
—Este lugar pone rápido a prueba la fe de hasta el mejor feligrés. Pero tú siempre has sido el buen chico que adora a Dios. Estoy sorprendido.
—Y creo que aún lo soy. Pero empiezo a pensar que Dios no es como me lo plantea tu padre.
Ambos nos callamos, entiendo el silencio de Yoongi como un total acuerdo conmigo.
Y mis manos tiemblan, tanto que tengo que ocultarlas a mis costados. Me siento y Yoongi hace lo mismo. La saliva baja despacio por mi esófago y observo mis pies desnudos, pese a tener frío, nunca me ha gustado dormir con calcetines.
—¿Pasa algo? —me pregunta calmo. Jack sigue dormido y yo siento que necesito a alguien que me dé ánimos para cagarla aún más.
—Bueno... Sí, sí pasa algo —uno mis manos en clara señal de nerviosismo, sé que Yoongi está viéndome con atención. Me niego a levantar mi cabeza y toparme con sus escrutadores ojos negros—. Creo que sí soy un pecador —suelto con un nudo en la garganta, es como si todos mis instintos primitivos de supervivencia se activaran para evitar arruinar algo.
—¿A qué te refieres?
—Creo que soy homosexual —confieso y noto como Jack se despierta y apoya en mi regazo, es como si quisiera darme el confort que nadie puede.
—Oh...
Un trueno se escucha en todo el cielo y salto sobre mi lugar. Jack se refugia y roza su naricita contra mi abdomen.
—¿Puedo darte algo, pero no te enojas conmigo? —pido asustado y acaricio la columna del minino.
Yoongi está serio y presta atención a mis movimientos lentos y delicados.
—No tienes que darme nada —dice y yo me pongo nervioso. Más si es posible. Me provoca una gran ansiedad el pensar los posibles desenlaces.
—Pero yo quiero.
Yoongi suspira y asiente tranquilo. Sus diminutos ojos se ven iluminados por las lámparas y mi estómago da un vuelco.
Juro que en mi cabeza sólo suena Judy Garland cantando Over the Rainbow con su melosa voz.
—Cierra los ojos.
Me sorprende la obediencia de Yoongi, dejando en claro que confía en mí, confía en mí incluso con los ojos cerrados y en un diminuto espacio entre la tormenta eléctrica. Confía en mí a pesar de decirle que soy un pecador.
Me acerco lento y junto mis labios con los suyos. Es un roce gentil y superficial, un acercamiento que me causa un estremecimiento en todo el cuerpo. Es lento y sin movimiento, sólo nuestros labios juntos colisionando cálidos.
Los belfos gruesos y tímidos de Yoongi no hacen mucho más que esperar a que yo me separe, lo cual no es mucho después.
Cuando dejo de besarlo y abro los ojos, los suyos están sobre mí. No puedo identificar sus sentires, pero su silencio es suficiente. Desvío mi mirada y veo como Jack no quita su gran y brillante ojo de mí. Pareciera sorprendido.
Yoongi no dice mucho, sólo toma sus cosas y se va.
Escucho la puerta cerrarse con fuerza y después sólo la lluvia impactando contra el techo del establo.
Por lo menos no se tornó agresivo conmigo, pienso e inmediatamente me arrepiento de haberlo besado. Llevo mis manos a mi rostro y me arrepiento. Jack lame mis brazos para darme calma sin saber que acaba de quedarse huérfano de un padre.
—Jack acabo de arruinar todo —me golpeo la cabeza con las palmas y niego no creyendo que caí ante mis deseos.
Se sentía bien hasta que la indiferencia de Yoongi me golpeó la cara.
Pero, pese a que haya sido un arranque desesperado, me siento volando sobre el arcoíris junto a pájaros azules.
Sin importar la apatía de Yoongi, las mariposas no dejan mi estómago, mis mejillas no dejan de estar calientes y mis labios no dejan de picar ansiosos por más de Min Yoongi.
Suelto un estornudo.
🐏🐏🐏
Hola, lamento la demora, pero he estado pensando en que hago con esta historia 😖, besitos mis corderitos, aquí otro cap de estos dos pajaritos azules tímidos
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro