XVIII - Voz aterciopelada
XVIII
La voz de Jimin no llega a ser irritante ni mucho menos. Es aguda como la de un tenor, tímida como la de un niño inocente y suave como las sábanas de seda. Lo descubrí cuando hizo audición para el coro de la iglesia; Park Jimin se presentó entusiasmado y ansioso por partes iguales ese día, cantó con una perfecta afinación una canción ajena a temas eclesiásticos, gran parte del grupo del coro se quejó porque cantó música secular, pero a mí no me molestó.
Después supe que le prohibieron escuchar cualquier tipo de música ajena al cristianismo y a la palabra de Dios.
Basura.
Ese día, pese a haber hecho una selección de música arriesgada, todos quedaron sorprendidos con su voz aterciopelada. Todos, incluido mi padre. Noté como el interés hacia Jimin iba acrecentándose, por eso me encargué de ser el primero en decir que su voz me pareció pésica, pretenciosa y poco deleitable. Esparcí esos comentarios entre todos los del coro y sospechosamente sin tener de convencerlos mucho, se pusieron de mi lado, algunos todavía insistían que la voz de Jimin era lo que necesitábamos, pero yo incluso dije que opacaría los demás instrumentos al ser tan aguda y nasal.
Les estaba mintiendo, pero escucharon mis comentarios porque creyeron que tendrían algún tipo de beneficio al ser yo hijo del Pastor.
Ver el rostro entristecido de Jimin al decirle que no pasó la audición fue agobiador, ese chico transmitía bastantes sentimientos a través de sus ojos. Ese día lo miré limpiándose las lágrimas cerca del jardín.
Y aún recuerdo cuando con rostro sonrosado y mirada abochornada se acercó a mí y me preguntó qué necesitaba para entrar al coro, que practicaría lo suficiente para pasar las siguientes audiciones. Realmente se miraba esperanzado en entrar.
«Tu voz no es lo que estamos buscando», le dije cortante, pero Jimin no se alejó, esperando quizá un consejo amable de mi parte, «te aconsejo por el bien de los oídos ajenos, no vuelvas a cantar, suenas fatal», solté mordaz y ahí fue cuando vi a Jimin derrumbarse internamente, asintió llanamente y se fue.
Después vi a su padre molesto con él mientras caminaban fuera de la iglesia, pude ver el cuello encorvado, la cabeza asintiendo y los dedos temblorosos de Jimin al ser empujado por los hombros para subirse al auto.
Al parecer estar en el coro de la congregación era muy importante para Park Jimin y la relación con su padre.
Me sentí mal durante semanas, no quise traerle problemas, pero tampoco quería que pasara tanto tiempo en la congregación. Él era y es muy frágil para moverse en esos ambientes.
No fue mi intención herirlo, no fue mi intención crearle una inseguridad, pero prefería hacerlo.
Pese a todo, Jimin a veces demostraba ser un hueso duro de roer, las siguientes audiciones se presentó con un violín, tocando una versión acortada de una canción de rock estadounidense, dando una cachetada a todos, diciéndonos implícitamente que seguía escuchando música profana de drogadictos. Yo me reí al escuchar las primeras notas, a los demás no les causó mucha gracia, pero admitieron que era bastante bueno.
Yo de nuevo me inmiscuí y dije que estaba mal afinado y que Mina tocaba mejor el violín, lo cual era mentira.
Se volvió a rechazar a Park Jimin y ésta vez él ya no acudió a mí.
Jimin no volvió a aplicar para del coro desde esa vez hace un par de años.
Y un día su padre me pidió que le diera clases de piano, me puse tan nervioso que tartamudeé y solté lo primero que vino a mi cerebro para rechazarlo. «Jimin no tiene talento para el arte musical, mejor que consiga otro pasatiempo donde sí llegue a desarrollar aptitudes». Y para mi sorpresa, Park Sukyeol estuvo enteramente de acuerdo conmigo, me dio la razón e incluso dijo algunos comentarios que no me agradaron sobre su hijo.
«Intento que tenga alguna gracia, pero no deja de ser un inútil».
Soltó tan sencillo como si me conociera de toda la vida y tuviéramos confianza para que insultara a su hijo menor.
«Malgasté en un piano para él y ni siquiera muestra el mínimo interés por no ser un inepto».
Llevé mis manos hacia mi espalda y las hice puño, me increpaba la presencia del señor Park, un soso padre de familia que prefiere darle todo su dinero a la congregación en lugar de conseguir clases dignas para su hijo. Un idiota que cree todos los adjetivos ruines sobre su descendencia.
Yo era ajeno a su familia, mi padre también lo era, ¿por qué creía en nosotros con los ojos cerrados?
Y esa no fue la única vez que arruiné momentáneamente la vida de Jimin. Tampoco fue la única vez que su padre lo maltrató o insultó frente a mí, ya sea estando él presente o no.
Quién diría que ahora ese mismo chico de sentimientos nobles me traería comida a este infierno individual bajo tierra.
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