Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

*9*




       

Nos conocimos hace tres años en un caluroso día de verano. Ambos coincidimos en un festival que marcaba la llegada de esta estación del año. Cantábamos y bailábamos al ritmo de La Tribu de Abrante a muy pocos pies de distancia. La multitud, con sus empujones, nos había colocado uno al lado de otro. Nos sonreímos y nos dejamos llevar por la euforia de la música.

«María Luisa no seas mala, llévame contigo a la playa» La letra era demasiado pegadiza como para no vociferarla. Comenzamos a bailar juntos. El alcohol nos quitaba la timidez y las inhibiciones, y lo agradecí. De lo contario, jamás me hubiera atrevido a bailar con un desconocido. Cuando el grupo musical terminó su número, todos los allí presentes gritábamos: "otra, otra". Pero no accedieron. Mi amiga me haló por el brazo y me dijo al oído que la acompañara al baño. Miré al chico y me encogí de hombros. Me alejé de allí sin despegar mi mirada de él.  Literalmente nos comíamos con los ojos.

Seguí caminando con la esperanza de volverlo a encontrar después de acompañar a mi amiga a los baños públicos del lugar.

—¿Viste que nene bello?— le dije a mi amiga dentro del sanitario.

—Nena, ¿en serio no sabes quién es? Pensé que si bailabas con él era porque lo reconociste. Ese es Bertito, el que estudio con nosotros en la high. Pa' mí que vino de vacaciones porque lo último que supe de él era que se había ido pa' alla afuera.

—¿Qué? Pero ni se parece.

—¿No lo tienes en Facebook?—preguntó y negué con la cabeza—Él se metió a crossfit y toa' esa pendejá.

—Oh, con razón. Ahora está como quiere el infeliz.

—Ni que lo digas— reiteró Lola, mi amiga.

Salimos de allí y caminamos todo el club de playa en busca de Bertito. Dimos con él en una de las barras de bebidas. Caminamos hasta donde se encontraba. No andaba solo; un grupo de ocho personas lo acompañaban. No conocía a nadie salvo a Bertito. Aunque dudaba que realmente eso fuera un hecho. Él había cambiado demasiado y no solamente físicamente. Ahora era seguro, coqueto y sensual. Cosas que se logran con una alta estima de sí mismo. Lola rápidamente socializó con todos. Yo traté de seguirle el paso, pero se me daba fatal eso de la socialización. De modo que con sangría en mano me alejé un poco del grupo y fijé mi mirada en la tarima. Un DJ tocaba música electrónica en ese momento.

—¿Y qué es de tu vida, Kenya?—El hecho de que recordara mi nombre me hizo sentir bien.

—Pues nada, estoy en mi segundo año de universidad. Estoy en micro. Me hospedo cerca del recinto. ¿Y tú?

—No hay mucho que contar. Estoy trabajando en un hotel allá afuera y me va bien. Vine de vacaciones.

—Oh... interesante.

—No, no lo es. Pero finjamos que sí—me dijo tirándome un guiño.

—Vale. Finjamos que nuestras vidas están transcurriendo como siempre soñamos y que estamos donde siempre hemos querido— le dije con sarcasmo.

—¿Y qué es lo que realmente quieres, Kenya?— me dijo acercándose seductoramente.

—¿Me preguntas qué quiero ahora mismo?— le contesté en el mismo tono, a lo que él sonrió maliciosamente.

No necesitamos ningún permiso para besarnos descaradamente allí mismo. El calor nos abrasó instantáneamente. Sin pudor me acerqué más para que nuestros cuerpos rozaran. El tacto fue dinamita pura.

—Eh, váyanse a un motel—gritó uno de sus amigos. Nos despegamos y observé como todos nos miraban. Mi amiga sonreía feliz; se alegraba porque ese día tendría un polvo seguro.

Sonreí nerviosa. En cambio, Bertito estaba relajado.

—¿Quieres ir a un lugar más privado?— preguntó y asentí sin dudar.

Terminamos en la parte de atrás de su guagua. Tuvimos sexo salvajemente. Me hacía falta echar un polvo; llevaba como dos años sin ningún contacto sexual con otra persona. Fue delicioso, abrumador y sofocante. Terminamos entripados en sudor.

—Wow, chichas rico— me dijo jadeante.

Yo volteé los ojos al cielo. ¿Eso era un cumplido o qué?

Regresamos al festival y estuvimos bebiendo y vacilando hasta que este se acabó.

Al salir de allí fuimos a un restaurante de comida rápida y a la hora de despedirnos nos intercambiamos números. Quedamos en encontrarnos esa misma semana.

Seguimos hablando los días siguientes, nos encontramos muchas veces—y sí tuvimos sexo en cada una de ellas—. La pasábamos muy bien juntos. Él se mostraba atento y caballeroso. Era agradable recibir atenciones después de tanto tiempo sin contacto alguno con el sexo opuesto. A decir verdad, Bertito me estaba empezando a gustar mucho. Lo confirmé luego de tres semanas de salidas y mucho sexo.

El día que regresaba al Estado donde vivía, me entristecí un poco. Prometió seguir en contacto y que en cuanto pudiera iba a volver. Y si no era así, que me pagaba un pasaje para que yo lo fuera a visitar. Ganas no me faltaban, pero debía resolver varios asuntos universitarios. Además de que en agosto comenzaba mi tercer año universitario.

Los primeros días sin Bertito transcurrieron normal. Yo era realista, lo de nosotros fue algo pasajero. Mas, sin embargo, hablábamos todos los días a la misma hora. Me decía que me extrañaba y que no veía el momento para regresar a Puerto Rico. Llegamos a intercambiar fotos íntimas. Era un juego de lo más excitante. No desconfiaba de él así que me arriesgaba y le enviaba videos e imágenes de mi cuerpo desnudo. Eso sí, nunca se me veía la cara. Ustedes saben, bellaca, pero no pendeja.

El tiempo transcurría y más me ilusionaba con Bertito. Era una relación a distancia, ¿pero qué más daba? Fácilmente nos podíamos ver si él o yo decidíamos sacar un pasaje.

En una de las tantas conversaciones me escribió «te quiero» y ¡yo le respondí lo mismo! La cosa se ponía seria y eso me hacía sentir extraña. No se me daban bien lo de las relaciones amorosas, pero con él me quería zumbar de pecho y sin salvavidas.

Y llegó el día en que todo se fue a la mierda.  

Navegaba por Facebook. Cuando decidí darle refresh a la página de inicio, una publicación hizo que el corazón se me paralizara.

«Hace dos años me preguntaste si quería ser tu novia y respondí "sí" sin dudar. Hoy, dos años después me preguntaste "¿quieres ser mi esposa?" y nuevamente, sin dudar, vuelvo a decir "sí". Sí quiero casarme contigo. Porque eres tú el hombre que Dios puso en mi camino para hacerme mejor persona, para complementarme y hacerme feliz. Eres un hombre maravilloso, fiel, encantador y hermoso. ¡Te amo futuro esposo!»

Sentí como si me arrojaran un balde de agua fría y esta me bajara hasta los pies. Miré varias veces y en efecto era Bertito el que había sido etiquetado en la publicación. Rápidamente entré al perfil de la mujer. Un sinnúmero de fotos junto a Bertito me abofetearon la cara. Se les veía risueños y felices en cada una de las imágenes posteadas. No podía dar crédito a lo que mis ojos observaban. Él había estado engañado su novia...conmigo. Lo curioso era que yo también había sido engañada. ¡Y de qué manera! Me preguntaba porqué Bertito no tenía ni una foto con ella o porqué estas etiquetas no podía verlas en su perfil. Llegué a concluir que las ocultaba para que estúpidas como yo no las viera, que tenía lo de Revisión de Biografía y no aceptaba las etiquetas. Fue entonces cuando me dio con sacar a la detective y registré su cuenta de rabo a cabo. Publicación tras publicación comencé a leer los comentarios, las reacciones. ¡Todo! Ella no le comentaba nada, aunque esto podía ser que él borraba los comentarios... No fue hasta que llegué a un post de un año atrás que encontré algo. Ella le había escrito "bello, mi amor" en una foto y él le había respondido "te amo, preciosa" ... Hijo de la gran puta. ¿Cómo pude pasar por alto algo así? ¿Cómo pude ser tan idiota, ilusa y pendeja?

Decidí darle «me divierte» a la publicación que ella le había etiquetado y a ese viejo comentario. Cosa de que Rigoberto supiera que estaba al tanto de su engaño.

Lo bloqueé de Messenger y de mi celular. No quería explicaciones, no deseaba que me hablase... ¡Nada! Lloré de coraje, de frustración... El saber que te habían engañado de esa forma era una pesadilla.

Él no tenía forma alguna de comunicación conmigo y eso me parecía perfecto.

Pasaron dos meses antes de volver a saber de Rigoberto. En ese lapso el sabor de la traición se había menguado. Ya no lloraba como en los primeros días y tampoco ocupaba tiempo para el recuerdo de lo vivido en mi cerebro. La herida estaba sanando. Salía de mi hospedaje cuando lo vi de espaldas parado en la acera ubicada frente al apartamento. En cuanto me oyó se giró para quedar delante de mí. Transcurrieron largos segundos en los que solo nos miramos sin decir ni una palabra. Cuando logré salir del trance hice uso de las palabras:

—¿Qué carajos haces aquí?— dije en un tono más alto del que pretendía.

—Kenya, lo siento... No quería que te enteras así—dijo con urgencia. Como si esas palabras hubieran estado contenidas por mucho tiempo.

—No te tienes que disculpar por nada. Pudiste haberte ahorrado el viajecito— le raspé tajante.

—Jamás fue mi intención engañarte de esa forma... No soy así. Me gustas demasiado... te quiero. Siempre lo he hecho... Desde que era invisible para ti. Desde que éramos niños. Pensaba que todo...

—No quiero escucharte— interrumpí.

—Escúchame, por favor— rogó, acto que me pareció patético. No dije nada por lo que el interpretó mi silencio como un permiso para continuar con sus malditas excusas.—Pensaba que el crush contigo se me había pasado, pero cuando te vi moviendo las caderas y sonriéndome de esa forma que siempre logra sacudirme por dentro, supe que no era así. Ese día no me importó un carajo y me viví la película. Solo que después no pude darle stop. Era demasiado bueno como para dejarlo ir.

—¿Qué me estás diciendo? Maldita sea, esto es peor que el engaño. O sea, yo era un capricho tuyo. Es que hay que joderse.

—No, eres más que eso... Eres el amor de mi vida.

—¿Qué diablos te pasa?—dije con el pecho apretado y con unas inmensas ganas de abofetearlo.

—Es la verdad, Kenya. Siempre te he querido.

—Ah, ya... Muy cursi y todo, pero ¿en qué parte de la ecuación está Diomara, tu prometida en todo esto?

—No puedo dejarla... No ahora.

—Ah, pues mira que sencillo: ve con ella y no me jodas más. Yo no tengo problema con que estés con ella, yo superé lo que pasó. El problema que tengo es que sigues aquí y no quiero verte—dije, dándole un empujón y caminando hacia mi auto.

—Ella está enferma... No puedo abandonarla—soltó deprisa. Yo me detuve en seco y di un giro dramático para encararlo. Ni siquiera lo pensé; mi mano atestó sólidamente en su cara.

—Eres un imbécil y manipulador; egoísta y caprichoso. ¿Cuál es la necesidad de hacer mención de una enfermedad para justificar tu engaño? Antes habías caído bajo, pero esto es mucho peor.

—Hablo en serio... Tiene una enfermedad terminal. Sé que no se merece todo esto, pero tampoco puedo pasar por alto lo de nosotros—dijo con pesar.

—¿Qué nosotros? Por el amor de dios, solo chichamos par de veces y ya. No hubo un nosotros en realidad, solo fue un montón de bazofia virtual; una gran mentira a distancia.

—¿Eso es lo que fue para ti? No sabes lo ansioso que pasaba el día, esperando la hora de conectarme para escribirte o para escuchar tu voz. Realmente siento por ti todo lo que te dije. Es lo único que no es mentira.

—Me estás dando dolor de cabeza. En serio, pierdes el tiempo. No hay forma de que te perdone o lo que sea que quieras de mí en estos momentos.

—Lo sé, solo quise venir a decirte que mis sentimientos por ti son reales. No vine a pedirte perdón, vine a decirte que te quiero y siempre lo haré. Cuídate, Kenya—dijo antes de dar media vuelta e irse.

No hice nada por detenerlo. Todo estaba dicho.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro