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Toma de contacto

Poco después de haber abandonado las estancias del emperador, Rubí y sus tres nuevos compañeros se dirigieron hacia el extremo más alejado de la base militar, donde se encontraban sus habitaciones privadas, aisladas de las del resto de los hombres que servían al changlong, en consideración a su rango y el trato de favor con el que contaban por formar parte del escuadrón de élite. La pelirroja iba contemplando con asombro y fascinación todos los detalles del lugar mientras caminaban en silencio por los amplios corredores, incluidos el movimiento constante de decenas de soldados que iban y venían apresurados, tratando de cumplir con la máxima eficiencia con los trabajos que se les habían encargado, y esos extraños aparatos tecnológicos tan increíbles como peligrosos que portaban, a los que ella jamás pudo acceder durante su vida anterior en Yresh. Tan enfrascada estaba en analizar todo lo que sucedía a su alrededor, que no se dio cuenta de que ya habían llegado a su destino hasta que Salza la zarandeó con suavidad por los hombros para devolverla a la realidad

-Ya hemos llegado-indicó el capitán, mientras colocaba su mano derecha sobre un panel digital con el que abrió el gran portón que tenían frente a ellos, dejando ver a través de él una amplia estancia, decorada únicamente con unos pequeños sillones que rodeaban una mesa de cristal, que resultó ser el lugar en el que los soldados se relajaban después de un duro día de trabajo o cuando regresaban de una de sus misiones- dado que Neiz y Doore ya comparten un cuarto, tú y yo haremos lo propio en el mío ¿de acuerdo?

-¿Voy... voy a compartir la habitación contigo?-preguntó Rubí, tensando su cuerpo ante aquella perspectiva. No es que Salza fuera un mal tipo ni que le hubiera dado motivos de peso para que desconfiase de él, pero en realidad, todavía era apenas un simple conocido, y después de lo que le había sucedido en Yresh, ella prefería disponer de un lugar más privado, como el que tenía en el palacio de la familia real de su planeta para sentirse más segura y poder disfrutar de los pocos instantes de intimidad que tuviera a lo largo del día.

-Sí-asintió el líder del comando, sin prestar demasiada atención al cambio de actitud por parte de ella- sería estupendo poder tener un cuarto individual para cada uno, pero mucho me temo que esto no es ningún hotel de cinco estrellas. Debemos conformarnos con lo que hay.

-Por supuesto-asintió Rubí, desviando su vista en otra dirección para tratar de ocultar el intenso rubor que había cubierto sus mejillas tras escuchar el sarcástico comentario de Salza antes de continuar con aquella especie de visita guiada por la sala, que finalizó en cuanto llegaron al fondo, donde se encontraban tres puertas de aspecto más sencillo y tradicional, de las cuales, dos conducían a los respectivos dormitorios, mientras que la última daba a un gran espacio de entrenamiento equipado con todo lo necesario para mantenerse en plena forma física.

-Nosotros somos la élite. No tenemos por costumbre mezclarnos con la chusma-replicó Salza, con desdén cuando Rubí le preguntó el motivo por el que ellos disponían de una sala allí mismo, pudiendo utilizar las que estaban disponibles para el uso de todos los guerreros al servicio del changlong. Respuesta que no terminó de agradarle demasiado a la pelirroja pues irremediablemente le recordaba a la actitud clasista y arrogante del príncipe Zaebell y sus regios padres con respecto a ella, aunque  aquellas opiniones no se atrevió a expresarlas en voz alta, para no granjearse su desaprobación ni su rechazo.

-¿Adónde vamos ahora?-preguntó Rubí cuando vio que los soldados se dirigían de nuevo al portón por el que habían accedido hacia unos minutos-

-Tenemos que ir a buscarte un uniforme nuevo antes de empezar tu adiestramiento. El que llevas ahora mismo me parece que no te sienta del todo bien-sonrió Salza con sorna, señalándole las pintas que llevaba ella, con la armadura holgada y a medio caer debido a la diferencia de musculatura entre ambos, provocando que el rostro de Rubí enrojeciera de nuevo por la vergüenza.
- Ya hemos llegado- confirmó el rubio al cabo de unos minutos, tras situarse frente a una sala que permanecía abierta de par en par  y en cuyo interior se encontraba un único hombre de apariencia anfibia, con la piel de un intenso color morado, una cresta rojiza a modo de pelo y unos enormes ojos saltones de tonalidad plateada.

-¡Buenas tardes capitán!-saludó con una sonrisa amable cuando se dio cuenta de la llegada de Salza-¿qué se os ofrece?

-Necesitamos otro uniforme urgentemente, Hazzel. En nuestra última misión hemos conseguido reclutar a una nueva persona para nuestro equipo y tiene que estar del todo impecable frente a Cooler -sonrió Salza con visible satisfacción mientras le presentaba a Rubí, dejando desconcertado al encargado tanto de los vestuarios como de la atención médica de los militares, que no esperaba encontrarse frente a él a una mujer.

-Eh... claro por supuesto. Ahora mismo buscaré algo apropiado para ella- Hazzel le echó un vistazo rápido por encima para deducir a ojo cual sería la talla que mejor le podría quedar y se dirigió de inmediato a un pequeño almacén en el que se encontraban una gran multitud de vestimentas, donde permaneció unos minutos rebuscando en un sinfín de cajas hasta encontrar lo que ella necesitaba.

-Lamento informarte de que no he encontrado disponible ninguna armadura de tu escuadrón que te pueda sentar bien así que por el momento, tendrás que conformarte con usar una como la del resto de soldados, en donde sí hay más modelos que se ajusten a tu cuerpo -le informó Hazzel a Rubí una vez que hubo regresado junto a ellos, trayendo entre sus manos todo lo que ella iba a necesitar para adaptarse a su nuevo entorno.-Si quieres puedes cambiarte en ese pequeño vestuario que tengo ahí al fondo, para ahorrarte tiempo antes de ir a cumplir con tus nuevas obligaciones-el militar señaló una puerta blanca, a la que Rubí se dirigió de inmediato, reapareciendo a los pocos minutos, ataviada con la vestimenta obligatoria, que en esta ocasión le quedaba perfecta.

-¿Y para qué narices sirve esta cosa?-masculló Rubí nada más situarse de nuevo junto a sus compañeros, sujetando entre sus manos el scouter mientras lo hacía girar varias veces, sin saber muy bien qué hacer con él. Probó a dar un par de toques en la pantalla con sus dedos para ver si de esa manera ésta se activaba o mostraba algún tipo de actividad pero desafortunadamente, su torpe acción no le dio ningún resultado, causando que los tres hombres de su equipo se desternillaran de la risa.

-Eso es un rastreador-le aclaró Hazzel, con toda la paciencia del mundo, mientras le explicaba cómo debía encenderlo y utilizarlo de forma correcta- te resultará muy útil cuando tengas que ir a una misión y quieras averiguar cuál es la fuerza de combate exacta del enemigo. Pero además de eso, con él también serás capaz de rastrearlos y averiguar su posición en un santiamén.

-Comprendo. Pues muchas gracias por tu ayuda-respondió Rubí mientras se colocaba el aparato en su oreja derecha y probaba a hacer todo lo que el hombre le había indicado, consiguiendo activarlo en esa ocasión, lo que le sacó una tímida sonrisa de satisfacción. -¿Cuándo podré tener la armadura propia de mi equipo?-preguntó Rubí, impaciente y deseosa de poder sentirse una más del grupo.

-En cuanto encargue una y la tenga disponible te avisaré de inmediato para entregártela-sonrió Hazzel, sintiendo al instante, cierta simpatía por aquella nueva joven tan entusiasta y bien dispuesta.

-No-interrumpió Salza, negando con la cabeza, desconcertando a todos los presentes - No harás eso.

-¿Cómo dices?-el militar enarcó una ceja, en señal de extrañeza y confusión.

-Lo que oyes. Puede que ese sea el procedimiento adecuado para los soldados de poca monta, pero no vale para alguien que aspira a ser un guerrero de élite.

-¿Pero no decías que ahora yo ahora estaba dentro del equipo? No entiendo nada- Rubí le miró entre confundida y desilusionada por aquel repentino cambio de planes por parte del capitán.

-Y lo estás, pero por el momento también eres una novata que tiene muchas cosas que aprender antes de empezar a trabajar en serio- le comentó Salza con una expresión indescifrable en su rostro azulado- de modo que si de verdad deseas llegar a ser un miembro de pleno derecho y obtener nuestro emblema tendrás que ganártelo tú misma, superando todas las pruebas a las que tengas que enfrentarte. Aquí no vamos a regalarte nada. No te haríamos ningún favor.

-Cierto-asintió Doore, conforme con lo que había dictaminado el líder del equipo- antes de nada necesitas una buena preparación y demostrarnos de qué pasta estás hecha. No podemos arriesgar nuestra reputación en vano.

-Tómatelo como un reto personal para motivarte a llegar a lo más alto-la animó Hazzel tras comprender las verdaderas intenciones del hombre rubio y para tratar de contrarrestar las duras palabras del soldado de piel verdosa- cualquiera en tu lugar estaría ansioso de conseguir el honor de entrar oficialmente en las fuerzas especiales de Lord Cooler y haría cualquier cosa por lograrlo.-

-Supongo que tienes razón. De todas formas, yo tampoco quiero que me den nada hecho. Nunca he recibido ningún tipo de favoritismo cuando trabajaba para la familia real de mi planeta y ahora tampoco debería ser así -reflexionó Rubí. En el fondo ella sabía que no tenía ningún derecho a exigirles nada pues era la última en incorporarse y por lo tanto, debía obtener su respeto a través del trabajo duro, la disciplina y el sacrificio, no había más opciones posibles.

-Muy bien, pues ahora que ya está todo aclarado creo que deberíamos ir pensando en marcharnos-volvió a intervenir Salza haciéndoles un gesto con la mano en dirección a la salida- al fin y al cabo, tenemos mucho trabajo que hacer y no podemos desperdiciar nuestro tiempo-

-Volved cuando queráis. Mis puertas siempre estarán abiertas para vosotros-les dijo Hazzel a modo de despedida, dándoles la espalda para concentrarse de nuevo en sus propias tareas.

-Él es un buen tipo y completamente de fiar. Si necesitas cualquier cosa no dudes en ir a verle. Te echará una mano encantado.-le informó Salza a Rubí cuando los cuatro hubieron abandonado el lugar.

Rubí asintió con un leve movimiento de la cabeza, aunque se limitó a permanecer en silencio mientras él continuaba charlando animadamente, poniéndola al día sobre todo lo que necesitaba saber para integrarse de forma más rápida en el ejército. Ahora que la habían retado a dar lo mejor de sí misma, sentía una gran presión y una punzada de ansiedad en el pecho, como si en el fondo temiera no estar a la altura de lo que se esperaba de ella. Sin embargo, se forzó a olvidar aquel pensamiento que poco podía aportarle y decidió armarse de valor para enfrentarse a sus propias inseguridades.

-¿Vais a enseñarme ya a cambiar de aspecto a voluntad?- quiso saber ella, interesada, mirándole fijamente a los ojos al tiempo que continuaban caminando.

-¡Eh, calma, no quieras empezar la casa por el tejado!-se rió él, divertido antes de adoptar un gesto más solemne-. Mucho me temo que eso será lo último que vayas a aprender porque antes de nada, tienes que saber controlar los detalles más sencillos.

-Ah- Rubí dibujó una mueca decepcionada en sus labios. -Supongo que entonces nos llevará bastante tiempo terminar con el adiestramiento ¿no?.

-Eso va a depender mucho de ti y de las ganas que le eches, que deberían ser muchas si buscas pasar con éxito nuestro periodo de prueba-le explicó Salza con severidad, mientras que Doore y Neiz, por su parte, conversaban entre ellos, sin prestarles demasiada atención, manteniéndose totalmente al margen de la conversación, como si aquello no fuera con ellos-

-¡Estoy deseándolo!-exclamó la joven, más animada y deseosa de comenzar cuanto antes con sus lecciones- haré todo lo que me digas para poder estar a la altura de lo que se espera de mí.

-Me encanta tu entusiasmo-la halagó Salza antes de dedicarle una sonrisilla desafiante - aunque te advierto de que ésto no va a ser como dar un paseo por el bosque, sino que será un proceso muy duro, tanto física como mentalmente, y no cualquiera puede superar nuestras exigencias. Sin embargo yo confío en ti y en tu potencial oculto, así que espero que muy pronto nos demuestres toda tu valía.

-No me importa lo difícil que pueda ser el camino-replicó ella, obstinada- estoy dispuesta a lograrlo. ¿Empezamos ahora?

-Sería lo más adecuado para que vayas acostumbrándote desde el primer día a todas nuestras normas y rutinas. -asintió el capitán. Sin embargo un ruido sordo proveniente del estómago de la pelirroja cortó de golpe su discurso y le hizo cambiar de planes por completo. -Aunque por otra parte, parece que estás realmente hambrienta. Quizás deberíamos posponer la primera sesión de entrenamiento para mañana y nos vayamos a cenar ya. No queremos que te mueras de inanición nada más llegar. Lord Cooler jamás nos lo perdonaría- el hombre rubio soltó una breve carcajada, divertido por la situación, a diferencia de Rubí, que agachó la mirada, abochornada por aquel comentario y al caer en la cuenta de que efectivamente  ya llevaba mucho tiempo sin probar bocado, siendo la última vez en hacerlo hacia un par de días, antes de llegar a ese horrible e inhóspito planeta del que había sido rescatada.

Después de informar a Doore y Neiz sobre los cambios de planes y obtener su visto bueno, los cuatro no tardaron demasiado en llegar al lugar en el que todos los hombres del emperador comían y se distraían por un breve lapso de tiempo de todos sus quehaceres diarios. Desde fuera se podía oír perfectamente el barullo de decenas de cubiertos siendo utilizados, una maraña de voces entremezcladas entre sí que hablaban casi a grito pelado y una sucesión de risotadas estruendosas.

-Tú primero-le ofreció Salza, cediéndole el paso con amabilidad, mientras que él, Neiz y Doore se situaban a sus espaldas, siguiéndola de cerca en el mismo momento en que ella atravesaba la puerta con timidez. En el interior, el estruendo era todavía más insoportable hasta el punto en que Rubí tuvo que cubrirse las orejas en cierta ocasión para no quedarse sorda, aunque lo peor de todo no era eso sino la incómoda sensación de sentirse observada por todos los soldados que se encontraban congregados allí, los cuales la miraban de reojo mientras cuchicheaban entre sí. Ella en ese instante trató de vislumbrar con ahínco, casi con desesperación, la figura de cualquier otra mujer con la que poder relacionarse y con la que sentirse más segura dentro de esa marabunta de hombres armados, pero por desgracia, se dio cuenta de que ella era la única de su sexo allí. Y por si eso no fuera poco, encima también era la novedad del día después de que los rumores sobre su ingreso en el ejército se hubieran extendido como la pólvora, lo que contribuía a llamar todavía más la atención. De hecho, uno de ellos, de aspecto humanoide y pelo corto verdoso no tardó demasiado en abandonar su bandeja metálica encima de la mesa en la que estaba sentado con la firme intención de dirigirse a ella.

-Bienvenida a bordo, mocosa. ¿Te sientas con nosotros o qué? Hay hueco para una más -la saludó mientras la contemplaba con un brillo malicioso en su mirada y una sonrisa cruel que mostraba satisfacción por haberse burlado de ella y deseando hacerla sentir incómoda. Algo que acabó ocurriendo, aunque ella, acostumbrada a ese tipo de ofensas, decidió seguir a lo suyo sin dirigirle siquiera la palabra para evitar cualquier conflicto, muy al contrario que su capitán, quien igualmente disgustado por el impertinente trato que le acababa de dar aquel soldado a la chica, y sintiéndose incapaz de dejar pasarlo por alto, se plantó justo delante de él, con los brazos cruzados y una mirada rabiosa en sus ojos anaranjados.

-¡Que sea la última vez que te vea a ti o a cualquiera de vosotros dirigiros de esa manera tan irrespetuosa a nuestra nueva compañera- bramó Salza, de muy mal humor-de lo contrario, Lord Cooler tendrá noticias de esto y dudo mucho que vaya a sentirse satisfecho .

-Discúlpanos, Salza. No sabíamos que venía contigo-murmuró el soldado entre abochornado y temeroso por haber provocado la ira del líder del escuadrón de élite.

-Pues para la próxima, haced el favor de fijaros mejor y tratadla con el mismo respeto con que nos tratáis a nosotros tres. - Su voz, aún furiosa y autoritaria, sorprendentemente era capaz de conservar toda su elegancia, aunque a Rubí le impuso bastante respeto ya que todavía no había podido presenciar de primera mano su forma de ser cuando estaba trabajando. Tragando saliva, se prometió a sí misma que intentaría no darle motivos para que él dirigiera esa misma cólera hacia ella.- Como os vuelva a ver en otra ocasión haciendo lo mismo, ya os podéis ir despidiendo de este mundo ¿ha quedado claro, o vuestros minúsculos cerebros necesitan que os lo vuelva a repetir otra vez?

El comedor entero se había quedado en absoluto silencio mientras el hombre rubio se dedicaba a echarle la bronca a ese impertinente y desagradable soldado a grito pelado, y así se quedó hasta que los cuatro finalmente se alejaron del foco del problema y se dirigieron hacia otra mesa, bien apartada de las demás, donde estaba plasmado su símbolo identificativo para que nadie más aparte de ellos pudiera ocuparla.

-La comida por aquí no es ninguna maravilla en comparación con la que hemos podido probar en algunos de los planetas que hemos conquistado-comentó Neiz al tiempo que devoraba con ansias el muslo de un pollo tras unos minutos en los que habían estado conversando del reciente incidente, con disculpas por parte de Salza incluidas, por el mal rato que ella había tenido que pasar- Pero menos da una piedra. Lograrás acostumbrarte ... si es que logras superar las expectativas que hay puestas sobre ti, chica.

-Antes prometí que haría todo lo necesario para ganarme un merecido lugar en el grupo y esa promesa pienso cumplirla, cueste lo que cueste-masculló ella apretando los puños con rabia e impotencia al ver que su valía era puesta en tela de juicio una vez más. Como llevaba sucediendo desde que trabajaba en el palacio real de su planeta- ¡os demostraré que no os habéis equivocado en absoluto al traerme hasta aquí!. ¡Y haré que Lord Cooler se sienta satisfecho de mí!

-Esa es la clase de actitud que quiero ver en mis soldados, Rubí- una voz masculina resonó a sus espaldas, provocando que la pelirroja pegara un bote en su asiento y se atragantase con la comida que se acababa de llevar a la boca, lo que provocó que empezase a toser de forma incontrolable, sorprendiendo tanto a sus compañeros como al propio emperador, que la miró perplejo por aquella extraña reacción-

-Perdone...-respondió ella con la voz entrecortada cuando al fin cesó el ataque de tos- no... no le había oído llegar.

-No te preocupes, no tiene la menor importancia-respondió el tirano con voz inexpresiva, disculpándola en el acto.

-¿Viene a cenar con nosotros, señor?-le preguntó Salza con suma educación, intentando cambiar de tema, al tiempo que le apartaba una silla para que se sentase junto a ellos.

-Sí-se limitó a contestar Cooler, sin apartar su roja mirada de Rubí, adivinando a través de su expresión facial, sus pensamientos cargados de asombro por el hecho de que el líder supremo de ese ejército se dignase a compartir mesa con ellos, pudiendo retirarse a un lugar más privado en el que comer a solas sin que nadie le molestase-a diferencia de mi estúpido hermano, yo acostumbro a juntarme más con mis hombres.

-Y para que quede bien claro, cuando habla de sus hombres se refiere sólo a nosotros tres-interrumpió Doore, orgulloso de poder contar con aquel privilegio- al fin y al cabo, no solo somos sus fuerzas especiales sino que también somos una suerte de guardaespaldas para él y le acompañamos casi siempre adondequiera que vaya.-

Sin embargo, no tuvieron mucho más tiempo para poder seguir conversando todos juntos, pues un soldado desconocido para la adolescente se aproximó hacia ellos apenas unos minutos después de que Cooler se acomodase en su asiento junto al capitán. El recién llegado portaba entre sus manos otro extraño aparato digital, y a juzgar por la rapidez con la que caminaba y gesticulaba al hablar parecía encontrarse bastante inquieto.

-Lord Cooler, lamento interrumpirle mientras está cenando con los suyos, pero le traigo un mensaje procedente de la nave de vuestro hermano que acaba de llegar hace nada.

-¿De mi hermano? ¿Qué querrá éste ahora? -inquirió el emperador agarrando el dispositivo para poder leer la nota que le había hecho llegar el otro emperador- Imagino que ha de ser algo lo suficientemente grave como para que se digne a establecer contacto conmigo después de tantos meses sin saber nada de él. Típico de Freezer. Seguro que se ha metido en algún problema y se le ha ido totalmente de las manos y ahora pretende que yo le saque las castañas del fuego.

Rubí le observó en silencio mientras continuaba comiendo. Realmente daba la impresión de que la relación entre ambos changlongs dejaba mucho que desear. Casi parecían dos extraños o incluso rivales, por la manera en que Cooler se estaba refiriendo a su propio hermano. Sin embargo aquello parecía explicar también la animosidad que sentían sus compañeros hacia los hombres de Freezer.

-Muchas gracias Narsiss.-le indicó el tirano, que ahora parecía estar de muy mal humor. Sin pronunciar palabra alguna a modo de despedida, se levantó de forma brusca y se marchó del comedor, dejando a la adolescente y a sus tres mejores hombres del todo descolocados .

-¿Sabes cuál es el motivo por el que se ha puesto hecho un basilisco?-preguntó Neiz, rascándose la cabeza en señal de confusión, a lo que el atractivo soldado, de pelo turquesa, y brillante piel azulada, negó con la cabeza, reparando poco después en la nueva persona que ocupaba el lugar de la élite. Él frunció el ceño, visiblemente molesto por ese hallazgo indeseado.

-¿Y esa quién es?-preguntó, con más brusquedad de la que podía permitirse, al ser un hombre de más bajo rango que los militares con los que estaba conversando -

-Nuestra nueva compañera, aunque todavía tiene que superar nuestras pruebas para convertirse en un miembro oficial del escuadrón-informó Doore, a quien Salza dio un pisotón por debajo de la mesa para que se callase y no le diese más información a aquel hombre.

-Sí, así que por lo pronto ya puedes irte olvidando de que te consideremos para entrar en las fuerzas especiales. Con cuatro personas ya tenemos más que suficiente.- Comentó Neiz al tiempo que pinchaba con un tenedor el último trozo de comida que le quedaba, haciendo caso omiso del rostro desencajado que presentaba en ese momento Narsiss.

Rubí contempló aquella escena en silencio, sin intervenir en ningún momento, aunque tuvo la ligera sospecha de que el soldado le había dirigido una fugaz mirada cargada de hostilidad y resentimiento antes de marcharse a zancadas para acudir a otra mesa, ocupada únicamente por un hombre de robusto aspecto con el que sin duda alguna se podría desahogar por el desplante que acababa de recibir.

-¿Quién era ese?-se atrevió a preguntar ella una vez que se cercioró de que él no podría escucharla.

-Es un soldado con una gran fuerza de combate, que llegó hace unos tres o cuatro años y cuya máxima aspiración es la de unirse a nosotros-explicó Salza, que también estaba pendiente de los movimientos de Narsiss al alejarse de ellos.

-No creo que le haya hecho mucha gracia mi llegada, entonces- Rubí se encogió de hombros, recordando la frialdad con la que aquellos ojos azules se habían clavado en ella.

-Ese es problema suyo, no nuestro, puesto que jamás le prometimos nada-replicó de nuevo el capitán- aunque él sea bastante fuerte, también tiene la reputación de ser una persona un tanto conflictiva, de modo que siempre respondemos con evasivas a sus peticiones para formar parte de nuestro equipo. No queremos a nadie que nos pueda dar problemas.

-¡Ya basta de hablar de Narsiss. Ni que fuera tan importante como para convertirse en el centro de nuestras conversaciones !-protestó Neiz al tiempo que se incorporaba, listo para abandonar el comedor-además, ya va siendo hora de que regresemos a nuestras habitaciones.

-Cierto, se nos ha hecho bastante tarde y mañana tenemos que ponernos en serio con los entrenamientos. Y esta vez no habrá nada que pueda retrasarlos-asintió el capitán mirando fijamente a la joven antes de encaminarse de nuevo en dirección a sus estancias, donde ella dormiría por primera vez.
Una vez lista, después de haberse lavado los dientes en el baño que compartiría de ahora en adelante con Salza, Rubí se metió en la litera inferior, donde no tardó en caer rendida al sueño, agotada como estaba por la intensidad de aquel día que se le había hecho eterno.
-Tengo el presentimiento de que a partir de ahora todo irá bien-fue su último pensamiento antes de cerrar los ojos, llegando incluso a olvidarse temporalmente del miedo inicial que había llegado a sentir cuando se le informó de que dormiría en el mismo lugar que el hombre de piel azulada, y de la tensión que había sufrido en el comedor, sustituyendo esas emociones negativas por una de completa tranquilidad y confianza en sí misma.

Antes que nada, quería darle mil gracias a Windyanas por haberme diseñado la nueva portada ❤️❤️

Aquí os dejo un par de imágenes. La primera es de Rubí con su primer uniforme. Sé que es como el que llevaba Cheelai en la película de Broly pero en la app donde hago los diseños no hay nada parecido a lo que usan los hombres de Cooler y por el color ésto era lo más cercano posible ^^' espero que igualmente os guste.

Y aquí está el nuevo soldado Narsiss, que no parece estar demasiado contento con la aparición de Rubí. Ya veremos qué sucede con él a partir de ahora.
¡Nos vemos en el siguiente capítulo!

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