Condenada
Sin embargo, Rubí no se había dado cuenta de que había alguien más al otro lado de la puerta, alguien que había pasado por casualidad y que había llegado justo a tiempo para presenciar la escena en que ella abofeteaba con todas sus fuerza a uno de sus invitados de honor.
-¡Rubí! ¿Qué demonios te crees que estás haciendo?-gritó una mujer, entrando como un huracán a través de la puerta entornada, mirándola con una inmensa furia que se reflejaba en sus ojos del color del chocolate-¿tú te crees que es parte de tus deberes soltarle un guantazo a uno de nuestros huéspedes o qué?-
La aludida sintió cómo se le congelaba la sangre en las venas al darse cuenta de lo que podía significar para ella el hecho de que alguien hubiera presenciado esa escena. Jeice, en cambio, al observar las reacciones de ambas criadas, se percató de que tal vez podría sacar provecho de la situación para hacerle pagar muy caro a la pelirroja el rechazo y la humillación a los que le había sometido hacía apenas unos minutos, por lo que decidió intervenir en la conversación, echando más leña al fuego.
-En la vida había visto una persona peor educada que ella. No tiene el más mínimo respeto por las jerarquías ni por los invitados-resoplo el peliblanco, cruzándose de brazos para darle más énfasis a su enfado-
-si no es indiscreción preguntar al respecto ¿qué es lo que ha pasado exactamente?-preguntó la criada, con semblante preocupado por lo que pudiera haber sucedido entre ambos-
-Resulta que le pedí que me acompañase a mi habitación para poder familiarizarme con este laberinto de pasillos y así no tener que depender de nadie cuando se me antojase regresar. Todo marchaba de perlas hasta que ambos llegamos justo aquí, donde aprovechó la oportunidad de estar a solas conmigo para insinuarse. Obviamente yo me negué porque no sería nada adecuado ni respetuoso mancillar la hospitalidad que nos ha brindado vuestro rey, pero ella no se tomó nada bien la negativa y trató de besarme a la fuerza.
Cuando intenté alejarme y mantener las distancias para impedirle conseguir su propósito, ahí es cuando decidió abofetear mi hermoso rostro, escena que tú misma has podido comprobar en primera persona.-
-¡Qué escándalo! Por favor, espero que nos disculpe y no le dé ningún informe negativo a su líder- la compañera de Rubí, de una categoría más alta que la de ella y con más experiencia, sí que estaba al tanto del peligro que suponía hacer enfadar a Freezer y de las consecuencias que su planeta podría correr, en represalias-
-Si ella recibe su correspondiente castigo no lo haré, te lo prometo- en realidad, lo hiciera o no, él no tenía la más mínima intención de abrir la boca, para evitar humillarse a sí mismo delante de todos sus compañeros y de Freezer, pero de esa forma, al menos podría asegurarse de que aquella niñata insolente se llevara su merecido por haberle despreciado de aquella manera.
-Ten por seguro que lo recibirá.- la mujer miró con cara de muy pocos amigos a la pelirroja- el rey tendrá noticias de ésto ahora mismo.
-Me alegra saberlo. Espero que le sirva de lección para que deje de ir acosando a los demás y menos a alguien de mi estatus-resopló Jeice cruzándose de brazos, arrogante.
-¡no le creas Lázuli, te está mintiendo!-exclamó Rubí, indignada por la frialdad y la estupidez de su compañera, que estaba demostrando ser incapaz de ver un engaño tan evidente ni aunque se lo estuvieran poniendo justo debajo de sus narices.-¡a estas alturas deberías saber que yo jamás haría algo semejante con ningún visitante! ¡Ha sido él el que ha intentado morrearme!
-¡Debería darte vergüenza!-gritó la nombrada, colérica, mientras Jeice sonreía divertido y satisfecho por la cizaña que había causado entre ambas con sus mentiras -¡mira que intentar echarle la culpa a un invitado! ¡Eres lo peor que le ha podido pasado a este reino en muchos años! Ahora haz el favor de retirarte a tus habitaciones y dejar de incordiar a este hombre de una vez por todas. Ya me ocuparé yo del resto para que no le falte de nada y no se marche ofendido de nuestro planeta.
-De acuerdo...-La pelirroja agachó la cabeza abochornada por el lío que se había organizado en tan solo unos escasos minutos. Cuando estaba a punto de marcharse por la puerta, escuchó la voz del hombre resonar a sus espaldas, amenazadora.
-Ya has oído. No vuelvas a acercarte a mí nunca más ¿entendido?-Jeice la repasó de arriba abajo con desdén-No quiero ver tu patética cara por ninguna parte hasta que me vaya de Yresh.
-Como desee- Rubí caminó cabizbaja por todos los corredores que conducían a su habitación, con sus iris dorados encharcados de lágrimas cargadas de impotencia y de rabia amenazando con salirse de sus ojos dorados.
-No es justo- pensó ella con amargura, una vez que entró su dormitorio, dejándose caer de boca sobre el colchón endurecido- la culpa ha sido de ese pervertido, no mía. ¡Y encima soy yo la que tiene que cargar con el muerto mientras que él se va de rositas, como si nada!
La oscuridad de la noche tornó su habitación en una especie de celda fría y hostil, donde el silencio resultaba sobrecogedor. La chica sintió cómo los latidos de su corazón se aceleraban a causa de la tensión y el miedo a una más que posible represalia por aquel alboroto que se había organizado entre ella y el soldado de élite.
-Ojalá por una vez tenga un poco de suerte y sólo me caiga una bronca-pensó antes de quedarse dormida-pero a juzgar por la manía que me tienen por aquí, no podría asegurar nada al respecto. Sólo me queda esperar a que amanezca para averiguar qué será de mí después de todo este lío.
Mientras tanto, Lázuli, tras acompañar al peliblanco de regreso al comedor para que pudiera reunirse de nuevo con los suyos, acudió a toda prisa hacia el salón del trono, donde el rey continuaba conversando con el capitán Ginyu acerca de las nuevas exigencias de Freezer, al tiempo que ambos disfrutaban de una copa de vino suave y afrutado. La aparición repentina de la mujer en el interior de la sala, irritó profundamente al monarca que la miró con muy malos ojos desde su asiento.
-¿Se puede saber qué quieres?-le espetó con grosería-por si no lo has notado, ahora mismo estoy en una reunión muy importante con el capitán de las fuerzas de Freezer y ninguno de los dos deseamos ser molestados.
-Perdone por haber irrumpido sin previo aviso pero tengo que tratar urgentemente un tema muy importante con usted... y a solas a ser posible- Lázuli miró de reojo al invitado y sintió un escalofrío recorrer toda su piel cuando percibió que los siniestros ojos rojizos de aquel extraño hombre se posaban sobre ella con total indiferencia.
-Por mi parte no hay ningún inconveniente al respecto. Cuando acabéis hazme el favor de venir a buscarme para que pueda reanudar la conversación con su Alteza. Estaré en el comedor con mis compañeros-Ginyu se incorporó de mala gana y abandonando su copa, se encaminó hacia la salida, sin sentir el más mínimo interés por el misterioso asunto que el rey y la criada iban a zanjar en su ausencia.
-Venga, suéltalo ya. ¿Qué narices ha pasado para que vengas a arruinar mi reunión?-el monarca frunció el ceño, todavía disgustado, una vez que el joven militar hubo desaparecido de la habitación y sus sonoros pasos desaparecieron por el pasillo hasta convertirse en ecos lejanos.
-Majestad. He encontrado a una de mis compañeras, Rubí, en la habitación de uno de esos soldados de élite de Freezer. ¡Resulta que le ha pegado un bofetón en pleno rostro después de haber tratado de seducirle!-Lázuli se encontraba tan nerviosa que empezó a balbucear de forma estúpida, irritando todavía más al líder de su planeta - y como es lógico, él estaba que echaba humo por el trato recibido.
-Ya sabía yo que esa cría tarde o temprano acabaría dándome problemas, igual que nos los dio el imbécil de su padre-masculló Beryl rechinando los dientes con rabia-lo que ha hecho es intolerable y puede causarnos serios problemas con esos hombres, tal vez incluso con el propio Freezer, cosa que no nos interesa en absoluto. Tengo que deshacerme de ella para que no vuelva a causarnos ningún inconveniente más.
-¿va a condenarla a muerte?-tras escuchar la dura sentencia del rey, Lázuli de repente se sintió extrañamente culpable por haberle dado el chivatazo y por un breve instante en sus ojos marrones apareció un destello de compasión hacia Rubí-
-No de forma directa, pero sí, esa es mi intención.-afirmó Beryl, cruzándose de brazos,-de hecho, mañana mismo pienso hacerla arrestar y exiliarla bien lejos de este planeta para que no sea capaz de regresar nunca más. Pero eso tendrá que esperar hasta que los hombres de Freezer se hayan ido de aquí. No quiero montar ningún numerito que pueda dejarnos en mal lugar delante del emperador. Necesitamos seguir manteniendo relaciones comerciales con él o de lo contrario nos podemos ir directos a la ruina.
-Comprendo-Lázuli asintió con la cabeza, manteniendo un semblante tranquilo a pesar de la agitación que sentía por dentro.-
- Agradezco mucho que hayas venido a informarme de esta situación. Ya puedes retirarte.
-Como usted mande- ella hizo una leve y respetuosa reverencia antes de dirigirse a la puerta. Sin embargo la voz grave del rey la interrumpió justo cuando había colocado la mano derecha encima del pomo.
-Recuerda que antes de irte a dormir, debes avisar al capitán Ginyu para que regrese de nuevo y acompañar también a sus hombres a sus propias habitaciones. No te demores. No queremos más conflictos con ninguno de ellos.-
-¡A la orden!-exclamó la sirvienta, saliendo escopetada de la sala real para ir en busca de su invitado y sus compañeros. Con un poco de suerte ya no habría más sobresaltos por aquella noche y el resto de la estancia sería perfecta para esos importantes soldados. Tenía que serlo si no deseaban provocar la cólera del tirano.
A la mañana siguiente, poco después de que el escuadrón de las fuerzas especiales hubiera partido de regreso a su base militar, varios guardias vestidos con armaduras plateadas entraron a la fuerza en el pequeño cuarto de Rubí y agarraron a la pelirroja por los brazos y las piernas, sacándola a rastras de la cama sin darle ninguna explicación, y sin concederle siquiera tiempo para que pudiera asearse y cambiarse el sencillo camisón que llevaba puesto por una ropa más apropiada.
-¿qué estáis haciendo?-exigió saber ella aterrada, aunque sólo obtuvo silencio por su parte. El capitán de la Guardia Real puso una mano enguantada encima de su boca para mantenerla callada, mientras que otro de sus hombres volvía a aferrarla con fuerza por los brazos, colocándolos justo detrás de la espalda para que no pudiera hacer ningún movimiento. Rubí se revolvió, tratando de liberarse pero todo intento resultaba inútil. Las personas que la habían apresado eran mucho más fuertes y además la superaban por creces en número. No podría escapar de ellas sin que le dieran caza a los pocos segundos, y entonces todo sería mucho peor para ella, si es que eso era posible.
Cuando llegaron a la sala del trono, el rey se encontraba ya sentado en el trono, flanqueado a su derecha por la reina Ámbar y a su izquierda por el príncipe Zaebell. Todos ellos iban vestidos con gran elegancia pero sus rostros denotaban amargura y un profundo resentimiento por lo que había sucedido la noche anterior. Los guardias empujaron con violencia a Rubí, tirándola de malas maneras en el suelo, justo enfrente de la familia real, para que pudiera empezar a ser juzgada.
-Imagino que ya sabrás por qué estás aquí-comenzó a hablar el rey Beryl, mirándola con desprecio-
-S-sí Majestad- musitó la adolescente, con el cuerpo tembloroso, sin atreverse a alzar la vista en dirección a los monarcas.
-Esta vez sí que la has hecho buena-se burló Zaebell, señalándola con un dedo mientras se reía con carcajadas crueles, disfrutando de aquella espantosa situación- tendrás mucha suerte si consigues sobrevivir a lo que te espera, criada.
-¡Cállate, Zaebell!-exclamó Beryl, mirándole a él también con cara de muy pocos amigos- ¡tú no te metas en asuntos que ni te van ni te vienen! Si te he hecho venir hasta aquí es sólo para que aprendas lo que debes hacer cuando alguien te cause problemas en el futuro. Cuando seas el nuevo rey de Yresh.-
-Bah-resopló el heredero, dibujando una mueca de aburrimiento en su hermoso rostro y se sumió en sus propios pensamientos, como si aquella ceremonia no le causase el más mínimo interés.
-A lo que íbamos- continuó Beryl, sin levantarse en ningún momento de su asiento- el comportamiento que mostraste anoche con el segundo al mando de ese grupo de hombres fue despreciable e indigno. Nos avergonzaste a todos y eso no pienso pasarlo por alto ni tolerarlo.-
Rubí se quedó en silencio, mirando a un lado y a otro, buscando con desesperación alguna cara amiga que estuviera dispuesta a interceder a su favor. Sin embargo, todos los ojos con los que se iba cruzando, eran fríos y hostiles, desde los guardias del rey y la reina, pasando por sus propias compañeras y hasta los trabajadores de menor categoría que ella. Todos la estaban juzgando y condenando de antemano. Ninguno estaba dispuesto a jugarse el pellejo por ella, ni poner en riesgo su propia vida para salvar la suya.
-Como ves, nadie está de tu parte-intervino Ámbar, dándose cuenta de lo que la pelirroja andaba buscando con la mirada- así que en lugar de hacerte falsas ilusiones sobre algo que no va a suceder, más te vale seguir escuchando a tu rey,
-Debido a la cantidad de inconvenientes que nos has causado desde que empezaste a trabajar para nosotros y a la gravedad del delito que has cometido, ya he tomado una decisión con respecto a ti y a tu futuro. No quiero seguir viendo tu cara de imbécil por mi casa, lo que significa que te condeno al exilio-declaró Beryl tras haber escuchado en silencio a su señora esposa, utilizando un tono de voz tan gélido como el mismo hielo- ¡guardias, llevadla inmediatamente a la nave que hay preparada en el exterior!
-¡No!-gritó ella, horrorizada mientras pataleaba intentando resistirse a la fuerza de los hombres del rey que habían vuelto a sujetarla, para arrastrarla a los inmensos jardines del palacio-¡prometo que no volveré a hacer algo semejante nunca más, lo prometo! ¡No quiero el destierro!- ella había oído hablar a menudo de ese cruel castigo y sabía qué era lo que acababa sucediendo con todas las personas que eran condenados. Sin embargo, el rey hizo un gesto con la mano para que se la llevasen de ahí sin perder más tiempo. Quería librarse de ella lo antes posible.
En el interior de la cápsula en la que la habían encerrado, ella gritó con todas sus fuerzas hasta desgañitarse al tiempo que golpeaba con fuerza la ventana, aunque sabía perfectamente que nadie podía oírla ni verla desde fuera. Estaba insonorizada a propósito y los cristales tintados de negro para evitar que alguien pudiera sentir compasión de ella y tratase de echarle un cable a última hora, aunque en realidad, al igual que había sucedido en la Sala del Trono minutos antes, nadie se atrevió a mover un dedo para evitar la tragedia que estaba a punto de suceder.
La familia real al completo por su parte, miraba con indiferencia desde la distancia cómo la nave despegaba del suelo y ascendía hacia el intenso cielo azul de la mañana, aunque Zaebell en su fuero interno llegó a lamentar su marcha. Al fin y al cabo, con la pelirroja fuera de combate y bien lejos de su alcance, ya no tendría más ocasiones para poder meterla en líos y divertirse a su costa como venía haciendo desde hacía años.
-Ya me buscaré a otra persona a la que fastidiar en su lugar-se encogió de hombros con resignación antes de regresar a la comodidad y a los lujos que le proporcionaba su hogar, mientras la nave que se llevaba a Rubí terminaba de desaparecer, abandonando la atmósfera de Yresh y sumergiéndose en la profunda oscuridad del espacio.
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