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DESPUÉS

Los últimos tres días han pasado como un borrón para mí y estoy segura que el hecho de que he estado ebria la mayor parte de las últimas setenta y dos horas tiene todo que ver.

Y es que, ¿Quién lo diría? Para la bebida también aplica el refrán de mi madre, una vez que te acostumbras, lo demás no importa. Antes no era una persona a quien le gustaba demasiado la bebida pero ahora, si bien no me gusta del todo su sabor, concibo al licor, y más específicamente al tequila, como un mal necesario: me ha ayudado a dormir sin detenerme a pensar en mi relación fallida.

Bueno, eso si se le puede llamar dormir a caer totalmente inconsciente en cualquier lugar de la casa.

Despierto, son las doce del mediodía y me duele de forma impresionante el cuello: apuntar, recordar, no debo quedarme dormida de nuevo sentada en un taburete de la cocina, con la cabeza apoyada sobre la encimera.

Me dirijo al baño, me lavo la cara y me cepillo los dientes. Sé que debo poner todo en orden antes de comer o incluso tomar una ducha: mi amigo Skylar prometió venir a cenar hoy conmigo y no puedo dejar que él me vea en este estado.

Mientras limpio la casa y tras tirar a la basura las botellas vacías del licor, mi mente vuela a lo sucedido con Sarah hace unos días. Gael nunca se había comportado de ese modo, enviando a alguien para solucionar sus problemas en lugar de arreglarlos de frente, pero bueno, quizás no lo conozco tanto como creí haber aprendido a hacerlo durante el tiempo que estuvimos juntos. Después de todo, si durante casi ocho años no me contó que tenía un departamento en Nueva York, un departamento que, por lo sucedido puedo intuir que ya Sarah sabia que existía, ¿Quién me puede decir cuántas otras cosas no me ha ocultado?

El teléfono de mi casa comienza a sonar y lo tomo, esperando que sea Skylar para avisarme que ya viene en camino.

—Hola, Lorraine.

Justo en ese momento lamento que el efecto provocado por el licor que ingerí ayer ha desaparecido por completo de mi sistema así como el suministro de licor que había adquirido, preferiría estar borracha o con resaca a tener que escucharle.

—¿Qué quieres? —le espeto—. Estoy muy ocupada, no tengo tiempo ni para tí ni para tus estupideces.

—Lorraine, entiendeme. Sarah no dejaba de preguntarme por la llaves del departamento y cuando le dije que te las había dado, comenzó a llamar a una clínica para solicitar una cita para que le hicieran un aborto, ¿Qué otra cosa querías que hiciera? Te quiero, Lorraine, solo Dios sabe cuanto te quiero, pero no podía dejar que Sarah lastime a mi hijo.

Lo sabia, me acuso de chantajista con Sarah porque ella lo estaba chantajeando con lastimar a su hijo o al menos eso era lo que él decía.

—Gael… la verdad, no sé si creerte.

—Vamos, Lorraine… —me interrumpe.

—¡Me engañaste por nueve meses, Gael! —grito, exasperada—, ¿me vas a pedir ahora que te crea? Y eso que solo estoy contando el tiempo que aseguras que me has estado traicionando con Sarah, omitiendo que me ocultaste la existencia de ese departamento durante toda nuestra relación, aún y cuando yo te rogaba que nos fuéramos a Nueva York para hacerme los tratamientos in vitro con todo y que ambos sabemos que allá están los mejores especialistas en esa materia, ¿y ahora me pides que te crea lo que dices de Sarah? Perdóname, pero me niego a seguir siendo tu estúpida favorita,

Cuelgo el teléfono y, para evitar que me vuelva a llamar, desconecto el cable de la línea telefónica: prefiero estar incomunicada lo que queda de este día y el día de mañana que son los únicos días que me faltan antes de irme a Nueva York, que correr el riesgo de que Gael siga ofendiendo a mi inteligencia.

~*~

—Perdon por lo que te voy a decir, Kimi, pero fuiste una tonta, si hubiera sido yo, ni loco le entrego las llaves del departamento a esa bruja.

Hora y media después de la llamada del traidor numero uno, Skylar llego a la casa y le conté lo que había pasado con el infame departamento de Nueva York y la visita indeseable de hace tres días.

—¿Qué otra cosa podía hacer, Skylar? —me defiendo—, ¡Gael le dijo que lo había chantajeado con ese estúpido lugar! Dios, si ni siquiera sabia que ese departamento existía, ¿Cómo carajo voy a chantajearlo?

—Es un cobarde, Kimi, eso es lo que es —afirma mi amigo—, ¿y ahora?, ¿Qué vas a hacer?

—Estuve buscando lugares por Internet pero ninguno termina de convencerme — le digo—. Al menos llevo el efectivo que me dieron por mi escarabajo y unas cuantas tarjetas de crédito sin usar, sino logro rentar algo, tengo lo suficiente para quedarme unos días en un hotel. Igual, si no logro ingresar al diplomado, no se que voy a hacer. Volver a Alabama no es una opción, te lo aseguro.

Mi amigo suspira. Se que si fuera por él, me compraría una casa en Nueva York o donde yo quisiera establecerme pero no es el caso, en primer lugar, porque ha estado realizando muchas inversiones en los últimos tiempos que, si bien le generarán grandes beneficios en el futuro, por ahora solo le han dejado una agujero en su cuenta bancaria y segundo, porque no se lo permitiría. Prefiero vivir en las calles antes de tener que pedirle una ayuda de ese tipo, y él lo sabe.

—Mira, Lorraine —dice y por primera vez me asusto con lo que sea que vaya a salir de sus labios, durante el tiempo que ha sido mi amigo, puedo contar con los dedos de una mano las veces que me ha llamado por mi nombre de pila… y me sobrarían dedos—. No te lo quería decir porque se que no estas de humor para ser la roommate de alguien, y menos si ese alguien es de sexo masculino, pero tengo un amigo en Nueva York, más que un amigo es un socio…

Lo miro, alzando una ceja. Si bien sabia que el había estado haciendo negocios dentro y fuera de Alabama, no sabia que tambien estaba invirtiendo su dinero en Nueva York.

—¿Estas invirtiendo en Nueva York? —pregunto— No lo sabia.

—Es algo nuevo, de hace dos semanas —dice y comprendo todo. Esa negociación la inicio en los mismos días en que mi querido ex marido y mi querida ex amiga se encargaron de darle fin a mi matrimonio—. Estoy comprando el treinta y  cinco por ciento de un restaurante allá, es del hijo de un amigo que me pidió que lo ayude pues, como ambos están atravesando por un pleito familiar, él no puede ayudarle a rescatar el restaurante.
—Okey —digo—, ¿y eso que tiene que ver conmigo?
—Pues que el sujeto está  rentando una parte de su dúplex, ni siquiera está pidiendo mucho dinero. Solo necesita a alguien que se quede en ese departamento ya que él pasa la mayor parte del día trabajando.
Me paso la mano por el cabello. No voy a negar que la oferta  suene interesante pero, vamos, ¿vivir en la misma casa que un tipo soltero? No me siento con muchos ánimos, si soy sincera.
—Mira —me dice y se saca una tarjeta de su billetera—. Esta es la tarjeta de mi amigo, si cuando llegues a Nueva York sigue sin convencerte ninguno de los departamentos, llámalo. Es un gran tipo y, como te dije, casi ni lo  vas a ver porque él prácticamente vive en el restaurante.
Asiento y cambio de tema. Soy la reina en el hecho de cambiar el  rumbo de las conversaciones.
—Y, ¿ya te reuniste con Jennifer? —le pregunto—. Ella está muy nerviosa de arruinar tus cosas, serviría de ayuda que te reúnas con ella y le expliques detalladamente las cosas que necesitas.
—No la he visto —responde él—. No lo sé, Kimi… ¿Si estás segura que la chica puede llevar el manejo de mis empresas? La veo muy joven e inmadura.
—Dale una oportunidad, amigo. Es una gran chica y mejor profesional. Si confías en mí, confía en mi decisión. Ella es muy buena en su trabajo.
—Si tú lo dices, tengo que creerlo —dice él antes de quedarse pensativo. Puedo ver que hay algo que quiere decir pero no lo suelta. Tal vez se trata  de Sarah o de Gael, no lo sé.
—¿Qué quieres decirme, Skylar? —le pregunto.
—Es que no lo sé, Kimi… aun me parece mentira que lo tuyo con Gael termine así…
—No terminó así, Skylar —digo mientras pongo los ojos en blanco—. Gael me estuvo engañando por nueve meses y su amante, que era mi mejor amiga, tiene cuatro meses de embarazo.
—Eso es lo que me confunde, Kimi… ¿Si te recuerdas que te dije que el sujeto dueño del restaurante de Nueva York en que estoy invirtiendo está enojado con su padre y es por esa razón por la que él no pude ayudar a su hijo con su empresa?
—Sí, lo recuerdo.
—Bueno, mi amigo me dijo que su hijo está molesto con él pues está saliendo con una chica y su hijo se opone a ello pues está seguro que esa tipa solo lo está usando… el asunto es que esa chica se llama Sarah Mitchell y es abogada de la firma Watson & Phillips, ¿te suena familiar?
Mi barbilla casi roza el suelo al escuchar lo que dice Skylar, ¿Sarah le está siendo infiel a Gael con ese señor?
—Vaya… eso es… no lo sé, Skylar… capaz y es algo de hace tiempo y ese chico solo le guarda rencor a tu amigo por eso. Tu y yo lo sabemos, Sarah  esta encaprichada con Gael desde antes que yo lo conociera, no creo que esté arriesgando lo que tiene con él por otra persona.
—No lo sé, Kimi. No lo sé y capaz y es mejor que nunca lo sepamos.
Asiento y me dirijo a la cocina para servir la cena. No quiero pensar demasiado sobre lo  que me acaba de contar Skylar. Solo digo que, si  de verdad Sarah está engañando a Gael, en definitiva, el karma es una perra.
Cuando terminamos de cenar, Skylar se ofrece a lavar los trastes y después de que lo hace, me dice que tiene que irse. Ahora que me he quedado sola, es que reparo en la tarjeta que mi amigo me dejó, y, al hacerlo, al ver el nombre del chico dueño del dúplex y quien es socio de Skylar, mi corazón se salta dos latidos, y mi reacción no es exagerada, o tal vez si…
David Leiva es el nombre que figura en la tarjeta.
David Leiva es el nombre del chico que fue mi primer amor y que, mientras yo estaba luchando con el cáncer de ovario, él estaba en  su propia batalla contra un cáncer de hígado…
¿Cuántos David Leiva existen? Solo Dios tiene esa respuesta.
—Ahora mismo, mi vida es un desastre —me digo mientras apoyo la cabeza en la almohada. Sé que no voy a poder dormir, pero puedo pretender que lo hago hasta que lo logre—. Sólo espero no verme obligada a tomar el comodín que me ofrece Skylar, y, si lo hago, espero que ese amigo de él no sea el mismo David Leiva de mi pasado. Gael ciertamente fue un terremoto en mi mundo y, tristemente, me dejó llena de escombros... y no estoy segura de que traer de vuelta a alguien tan importante como lo fue David sea lo mejor, después de todo, ¿a quién le gusta vivir en una zona de devastación?

Hola, hola.
Antes que nada, quiero pedir disculpas por la demora. Comencé a trabajar y, aunque solo trabajo medio turno, apenas estoy en periodo de readaptación y me ha costado encontrar tiempo para escribir. Esperemos que, antes de que termine noviembre pueda subir un par de capítulos más y, después de allí, no prometo una actualización hasta después de la primera quincena de diciembre, por ello, les pido paciencia, después de todo, he actualizado y adelantado la historia en este par de meses más de lo que recuerdo haberlo hecho el año pasado.

Es todo por ahora, nos leemos luego.

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