ANTES
Volví a la cocina, con los platos de Gael. Skylar me miraba como si me hubiera salido una segunda cabeza y Sarah… Sarah me miraba en forma inquisitiva y demandante; si de algo estaba segura era que mi amiga no daba más de los celos.
—Creo que te había dado la tarde libre, Lori. —Comienza mi amigo.
—Si, lo sé —respondí—. Pero he faltado demasiado, y seguro voy a faltar más cuando las clases avancen, así que prefiero tomarme ese beneficio cuando lo necesite.
Vi que Sarah se pone su bolso en el hombro y me miró, como queriendo preguntarme algo, algo que no podía preguntar por la atenta mirada que Skylar tenía sobre ella.
—Sarah, ¿ya te vas? —le pregunté.
—Si —respondió—. Ya se me está haciendo tarde, ¿por?
—Es que mi compañero, Gael, quiere hablar contigo y yo le dije que te iba a pedir que le llevaras la cuenta…
Mi amiga comenzó a sonreír, seguro imaginando que Gael le iba a pedir perdón e invitarla a salir.
—No te preocupes, yo me encargo —sonrió—.Igual, es el primer día, tampoco es que me estoy perdiendo de mucho, ¿cómo me veo?
Mi había se había quitado el uniforme y se había colocado un vestido a medio muslo con estampado de flores y había soltado su rubia coleta, dejando una agraciada cascada de cabellos dorados.
—Te ves genial, amiga —sonreí, mientras mi yo interior me miraba con los ojos entrecerrados.
Sarah sonrió y se fue, no sin antes dar unos pequeños brinquitos de alegría.
—¿Qué se supone que estás haciendo? —me preguntó Skylar, mirándome con una expresión similar a la de mi yo interior.
—Lavando los trastes —respondí, encogiéndome de hombros.
—Lori… —comienza él.
—¡¿Qué?! —pregunté, exasperada—, ¿qué se supone que estoy haciendo mal?
Mi amigo no me respondió, en su lugar, me tomó de la mano y me hizo ver como Sarah se sentaba frente a Gael, jugando con su cabello y con una sonrisa pintada en su rostro.
—No me digas que ver esto no te afecta, Lori, porque ni tu misma te lo crees.
—Pues no, no lo hace —mentí, en realidad estaba que me moría de los celos—, ¿Por qué se supone que debe afectarme?
—¡Porque ese muchacho te gusta! —me recrimina mi amigo y jefe.
—Estás alucinando —dije, chasqueando la lengua—. Además, no tengo tiempo para eso, mi enfoque principal es mi carrera.
Skylar negó con la cabeza, en clara desaprobación de mi postura.
—Solo tú sabrás lo que haces, Lori, solo espero que no te arrepientas de tu actuación cuando ya sea demasiado tarde.
En ese momento, Sarah entró en la cocina, sonriendo.
—Ya Gael pagó —le informó Sarah a nuestro jefe—. Me voy, Lori. Gaélico me dijo que, como tiene unas clases ahora y llevarle el auto a su padre, me puedo ir con él a la universidad.
Me da dos besos en las mejillas y sale de la cocina.
Skylar no me dice nada, solo me mira con un gran cartel de «te lo dije» dibujado en la frente, ante lo cual yo sólo me encono de hombros, ¿qué otra cosa podía hacer?
~*~
Ese día de trabajo fue especialmente pesado, y más porque. como venganza por no haberme ido con Gael como veladamente me propuso, Skylar no me ayudó en nada, al contrario, me atiborró de trabajo, tanto que ni me dio tiempo para cenar.
—Debería haberte ordenado que acomodarás las mesas. —Cuando el último comensal se había marchado y el cartel de cerrado se había colocado en la puerta, me había sentado y apoyado la cabeza sobre la mesa, ya no podía ni con mi alma a ese punto, cosa de la cual mi amigo se había percatado pues se sentó frente a mí, con mi cena ya empacada para llevar.
—Aún no entiendo porque estás enojado conmigo, Skylar —me quejo —, ¿qué se supone que podía hacer, según tú? Escuchaste a Sarah, él tenía que ver unas clases en la tarde, no es como si íbamos a poder pasar tiempo juntos y, además, ¿por qué yo querría pasar tiempo con él de todos modos cuando podría estar aquí, ganando un dinero que bien sabes que necesito?
—Porque te gusta, Lori —mi amigo me miró como si fuese yo una niña prqueña—, ¿acaso no te das cuenta?
—No —respondí—, no me doy cuenta y es mejor así, no quiero ponerme a soñar con algo que no podrá ser jamas. Si Sarah o cualquier otra chica quiere conquistarlo y tener una relación con Gael, pues adelante, no tengo ganas de pelear contra lo imposible, bastantes peleas he tenido que luchar en esta vida.
Tomé mi cena y el resto de mis cosas, me levanté y me fui. Me exasperaba que mi amigo quisiera que yo me comportará como una femme fatales y que me pusiera a pelear por Gael con mi mejor amiga, ella lo había visto primero y, tratar de conquistarlo violaba bajo mi óptica el código de chicas «los novios de mis amigas no tienen penes» y si, él no era su novio, pero no hacía falta más que verlos juntos por un par de segundos para darse cuenta de que ambos habían sido creados en el universo paralelo de las parejas perfectas.
Mientras iba caminando a casa, comencé a escuchar voces y pasos que me seguían, maldije para mis adentros y comencé a caminar más de prisa. No había sido la primera vez que me asaltaban y no iba a permitirlo de nuevo, no ahora cuando me había propuesto ahorrar todo el dinero posible para los gastos médicos de mi madre, haciendo que el pensar en comprarme un nuevo celular no entraba siquiera en discusión.
—Pero mira a quien tenemos aquí —de nada había servido mi plan de huida, uno de los sujetos que me seguía me había tomado del codo, obligándome a detenerme—. La gorda del restaurante de la cuadra. —¡Hey Tommy! —llamó mi atacante, haciendo que su acompañante saliera de las sombras y se pusiera detrás de mí, dejándome atrapada— ¿si sabes lo que dicen de las gordas, no? Ques son las mejores haciendo mamadas y esas cosas...
La luz de la calle nos iluminó de frente y pude verles la cara, eran un par de chicos raros que habían estado en el restaurante más temprano. Mientras estuvieron allí no dejaron de mirarme y cuchichear entre sí, cosa que, aunque extraño, no me preocupaba. Seguro habían ido a la misma escuela que yo y pensaban que había logrado huir de Alabama como todos los demás.
—Suéltame —supliqué con voz aterrada—. Por favor, no me lastimen, se los ruego —no me gustaba ponerme en esa posición de fragilidad pero tenía que hacerlo, solo así los tomaría de sorpresa cuando les pateara el trasero.
—¿Hacerte daño? —siseó el mentado Tommy , sacando una navaja y colocándola en mi cuello —, no, cariño, no te vamos a hacer daño, solo vamos a jugar un rato —susurró en mi oído antes de darme una ligera mordida en mi hombro.
Me zafé como pude de ambos sujetos y rompí a correr, arrojándoles lo primero que se me cruzará, ni siquiera me importó lanzarles mi cena, lo único que quería era huir de esa situación.
Antes de llegar a mi casa, tenía que pasar por un callejón oscuro y así lo hice, con tan mala suerte que el tal Tommy también llegó a ese mismo lugar y me estrelló contra la pared.
—Shh —siseó— no vayas a gritar, pendeja. Vamos a hacer esto por las buenas y nadie saldrá herido, ¿te parece?
Comenzó a barrer sus manos por mi cuerpo y yo comencé a hiperventilar, como si no pudiera tener más mala suerte, en ese momento me estaba empezando un ataque de asma.
—¡Suéltala! —demandó una tercera voz masculina —. ¡Deja que se vaya o no respondo!
—¿Y qué si no lo hago? —Retó Tommy con sorna—. No hay porqué pelear, ¿no la has visto?, ¡Con esta chica podría gozar media ciudad!
El tercer desconocido salió de las sombras y, aunque la oscuridad del callejón era notoria, enseguida pude identificar a Gael, ¿Qué hacia él allí y como supo que lo necesitaba?
Comenzaron a pelear como dos salvajes y. aunque Gael se había llevado un buen par de golpes, sin duda la peor parte sea había llevado el tal Tommy, quién terminó yaciendo desmayado en el suelo.
_¿Estás bien, Lorraine? —Una vez que habían terminado de pelear, Gael me tomó del rostro y me obligó a enfocarme en su mirada.
—In... inhalador —contesté con la respiración entrecortada—. Está en mi bolso.
Gael se movió de forma acelerada, tomi bolso —el cual Tommy me había arrebatado y arrojado lejos de mi alcance— y sacó mi inhalador para después entregármelo.
—Gracias a Dios llegué a tiempo —susurró él, sentándose a mi lado, acariciando mi cabello —, ¿Por qué no me esperaste, Lorraine? Creo que te dije que te iba a pasar buscando en el restaurante.
—Pensé que no vendrías —respondí con la voz un poco más cercana a la normalidad —. Como tenías clases y entregarle el auto a tu padre...
—¿Ah? —Me interrumpió, enmarcando una ceja y negando con la cabeza—. Nada que ver, Lorraine, de hecho, una vez que le di un aventón a tu amiga Sarah, me fui directo a casa a prepararme para verte —me di cuenta en ese momento que Gael no llevaba la misma ropa que llevaba temprano y de hecho, iba vestido un poco formal, tal vez su intención inicial era invitarme a cenar o algo así—, ¿qué te hizo creer que yo tenía que volver a la universidad hoy en la tarde?
No respondí, ¿así que Sarah me había mentido, eh? Todo parecía indicar que ella me consideraba una amenaza, lo cuál era risible si nos comparaban la una con la otra.
Salíamos del callejón e íbamos tomado de la mano. Me llevó adonde había aparcado el auto de su padre, nos subimos a él y comenzamos a recorrer las calles en silencio, cosa que le agradecía en silencio. Siempre que me daba un ataque de asma, necesitaba distraerme para no sufrir una recaída.
—¿Ya quieres irte a casa?
Gael y yo recorrimos las calles en silencio por varios minutos y él se dio cuenta que me estaba quedando dormida, otra de las secuelas que siempre le seguían a mis ataques de asma.
Asentí y él comenzó a conducir rumbo al lugar donde me había rescatado.
—¿cómo supiste dónde estaba? —pregunté, ya me había recuperado del todo y ya le había indicado donde quedaba mi casa.
—Tu amigo Skylar me dijo que te habías ido caminando a casa y me dijo que ruta seguías, como sabía que tenías que pasar por ese callejón, me bajé del auto para esperarte allí, no me gustó el aspecto solitario del lugar y algo me dijo que corrías peligro.
—Pues gracias —logro decir—. El jodido ataque de asma comenzó a atacarme justo cuando estaba por aplicar mis clases de defensa personal contra ese idiota.
—Me hubiera gustado ver eso —dijo Gael—. Seguro le habrías dado una buena paliza.
—Mira quien habla —dije— ¡El imbécil va a terminar preguntando el número de matrícula del auto que lo atropelló!
Gael rió ante mi comentario pero se calló enseguida, poniendo un gesto de dolor en su rostro.
—Si mi padre se entera de que me metí en una pelea, probablemente no me prestará su auto hasta que cumpla setenta años, más o menos.
Me acerqué a su rostro y noté como ya se le marcaba un buen golpe en el pómulo.
—Vamos a casa entonces —dije—. Me voy a sentir culpable si a esa bonita cara tuya le queda un moretón.
—¿Así que mi cara te parece bonita, eh? —dijo él, con una sonrisa socarrona—. Pues gracias, si tú lo dices, tengo que creerlo.
¡Qué ganas me dieron de que la tierra me tragara y me escupiera en el Tibet!
—No... yo... Gael...
El aludido estacionó el auto frente a mi casa y, sin darme tiempo a reaccionar, unió sus labios a los míos.
—Tu cara también me parece bonita, Lorraine —dijo con una sonrisa sobre mis labios—. Más que bonita, me parece perfecta.
Volvió a besarme y en esa ocasión yo correspondí a su beso, ¿a quién quería engañar? El chico besaba como los dioses, como si hubiera sido creado específicamente para ello, ¡vaya manera de comprobar que las personas con hoyuelos en las mejillas son los mejores besadores!
Toc, toc, ¿hay alguién por acá? Ya volví y no pienso irme a ningún lado... Nos leemos el fin de semana.
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