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Antes

Mientras nos acercábamos al restaurante, mis nervios no hacían otra cosa que crecer, pero me mantuve firme en mi decisión: yo sabía que Gael y Sarah se iban a volver a ver eventualmente, después de todo, ambos estaban estudiando Derecho en la Universidad pero, si podía ser yo quién propiciara ese encuentro, lo haría.

Sabía que tal vez él la escogería a ella por encima de mí, pero estaba bien con eso, apenas lo estaba bien con eso, pero apenas lo estaba conociendo y no era tan grave, sentía que sería peor si la prefería a ella después, cuando ya estuviera demasiado enamorada como para poder dejarlo ir.

En el momento en que llegamos al restaurante y salimos del auto, recibí un mensaje de texto, era mi amigo Skylar.

Me sorprendes, Lori. Apenas pones un pie en la Universidad y ya llegas al trabajo en un auto de lujo y acompañada de un tipo, ¿se puede saber a quién le pediste permiso?

No pude evitar soltar una carcajada y detenerme para descubrir a mi amigo, viéndome a través de los amplios ventanales del restaurante.

Para comenzar no es un auto de lujo —comienzo a escribir—, y para terminar, ¿estás seguro que no eres gay? Eres demasiado chismoso para no ser lo, ¿no crees?

—Sin quieres, vamos a la Oficina de la Gerencia cuando tengas tiempo y te lo demuestro ;)

—¡Cerdo! ¿Sarah está aquí?

—Sí, está en la cocina, quejándose como siempre o.O —Skylar no soportaba a Sarah, creo que era la única razón por la que habíamos discutido alguna vez—. Tú amigo está mirándome con cara de perros, ¿no te has dado cuenta?

Dejé de escribir y miré a Gael, cuya mirada iba de la ventana del restaurante donde estaba asomado Skylar hacia donde yo estaba y, como escribió mi amigo, parecía que estaba a punto de echar humo por los oídos.

—Pensaba que me habías dado una oportunidad—dijo—. Solo, solo entremos para que yo pueda almorzar y tú puedas seguir con tu novio.

Quería corregirlo, aclararle que Skylar solo era mi amigo, pero no lo hice. Una parte muy grande de mi estaba sorprendida, ¿de verdad alguien como yo podía despertar los celos en alguien como Gael?

Sé que tal vez suene tonto, pero soy honesta cuando digo que descubrir el lado celoso de Gael, y, sobre todo que yo había sido quién lo había despertado, hizo que él me gustará un poco más.

Entramos a mi lugar de trabajo y le pedí que tomara asiento, que ya le iba a pedir a alguien que lo atendiera.

—¿Ni siquiera vas a atenderme tú? —preguntó y volví a sentir cierto chispazo de celos en su voz.

—No —contesté— ¿olvidaste que yo tampoco he almorzado? Voy a almorzar en la cocina, por eso no te puedo atender.

—¿Y no puedes comer conmigo? —preguntó, su mirada cargada de esperanza.

—No puedo, Gael —dije—, no es correcto. En cuanto puse un pie dentro, dejé de ser una cliente y comencé a ser una empleada.

Comencé a alejarme de él y, como ya se estaba convirtiendo en costumbre, él me tomó del codo, deteniéndome.

—Lorraine... —comenzó.

Le dediqué una sonrisa y, por puro acto reflejo, alcé la mano y acaricié su mejilla, provocando que el cerrara los ojos ante mi tacto.

—Ya vuelvo —susurré antes de retirarme a la cocina.

—Vaya —dijo Skylar en cuanto crucé la puerta de la cocina—. No había visto una escena tan intensa desde que mi ex novia me hizo ver 50 Sombras de Grey y vi el encuentro de Christian y Anastasia en el ascensor.

—Idiota —el reñí—, ¿Sarah?, ¿dónde está?

—En el baño —contestó—. Lástima que no vio la misma escena que yo, a ver si así deja de pensar que es la chica más bonita que haya pasado por este restaurante.

—Dile cuando salga del baño que atienda a Gael —comencé.

—¿Gael? —Preguntó mi amigo, alzando una ceja.

—El chico con el que llegué —respondí, poniendo los ojos en blanco—, voy a almorzar y no puedo atenderlo —dije, ante su mirada inquisidora.

—¿Si sabes que el jefe no está y me dejó a mí a cargo, no? Puedes almorzar con él, no se lo diré a nadie.

En ese momento, Sarah apareció en la cocina.

—¿Qué no le vas a decir a nadie? —Preguntó ella— ¡Hola, Lori! ¿Qué tal la universidad?

—Bien, bien —comenzó Skylar— ¡Si hasta consiguió un no...! —soltó antes de que lo interrumpiera dándole una patada en la espinilla del pie.

—Me fue bien, amiga —dije yo—. Amiga, ¿puedes atender a mi compañero de clases? Está en la mesa seis, se quedó sin almuerzo en la cafetería por estar haciendo una tarea conmigo y le ofrecí traerlo para acá en compensación.

Sarah solo afirmó con la cabeza, tomó una carta y su libreta de pedidos y salió en dirección a donde estaba esperando Gael para ser atendido.

—¿Se puede saber que significa todo esto? —Quiso saber Skylar, tras asomarse por la ventana de la puerta de la cocina y ver como Sarah se lanzó a abrazar a Gael en cuanto lo vio.

Cerré los ojos con fuerza, di un profundo suspiro y le conté a mi amigo lo que me había contado Sarah en su oportunidad acerca de su cruce con el hijo del decano Phillips y como descubrí que Gael era ese mismo sujeto.

—O sea —comenzó mi amigo—, ¿este tal Gael está coqueteando contigo y también coquetea con Sarah al mismo tiempo?

—Al mismo tiempo, no lo sé, pero sí sé que alguna vez coquetearon.

En ese momento, Sarah entró furiosa a la cocina y lanzó la libreta de pedidos sobre la mesada.

—Una hamburguesa doble queso y una malteada de chocolate para la mesa seis —gruñó a Skylar, quién no demoró en comenzar a preparar la orden.

—¿Pasa algo? —quise saber, mientras me limpiaba la comisura de los labios y me levantaba para lavar el plato donde acababa de comer en el fregadero.

—¿Puedes creer que no se acuerda de mí? —se quejó mi amiga— ¡Será imbécil!

Le di la espalda a mi amiga y, aunque me sentí mal después, no pude evitar sonreír, mi yo interior bailando La Macarena tras escuchar las palabras de Sarah.

—Perdón que me meta —dijo Skylar— pero, ¿por qué tendría ese cliente que acordarse de ti?

—¡Porque...! —Comenzó ella antes de callarse, recordando que una de las primeras reglas para los empleados del restaurante es que los empleados no pueden relacionarse de forma íntima con los clientes—. Nada, Lori y yo nos entendemos. Por cierto, Lori —dijo, mirándome notablemente frustrada—. Me preguntó por ti y me pidió que te pregunte si no puedes almorzar con él...

—No... yo... no puedo... yo... —comencé.

—Claro que si —intervino Skylar, entregándome la bandeja con la hamburguesa de Gael y su malteada, dándome un sorbete adicional mientras me guiñaba el ojo —Lori, sírvele esto a tu amigo y toma el resto del día libre, tómalo como un regalo de cumpleaños adelantado.

—No, Skylar, yo...

—Es una orden, Lori —dijo, dándome un pequeño empujón por la espalda.

Caminé hacia donde un distraído Gael jugaba con su teléfono.

—Su orden —dije, sirviéndole su almuerzo.

—Ya iba a quejarme ante la gerencia —comenzó—. ¡Mira que no dejar que la mujer más bonita de Alabama atienda a un cliente que pide verla!

—Gael —comencé, con la mirada cargada de sentimientos por sus palabras.

—¿Quién era la loca que vino a pedir mi orden? —continuó—. Se me lanzó encima y me reclamó por no haberle escrito.

—Ella es mi amiga, Sarah. Ella me contó que una vez viniste a almorzar aquí con tu padre y ambos estuvieron coqueteando un poco.

—¡Ah, era ella! —dijo, recordando—. Ese día acababa de llegar de Nueva York, estaba cansado y mi papá se empeñó en que viniera a almorzar con él aquí cuando lo único que quería era ir a su casa, pasar un rato a solas con él para reconectar. Coqueteé con la mesera para distraerme y molestar a mi padre... no pensé que ella se lo iba a tomar tan en serio, más tomando en cuenta que nunca hice el menor intento por volver a ponerme en contacto con ella después.

—¡Qué considerado de tu parte! —ironicé, sintiéndome ofendida por mi amiga—. Dime una cosa, ¿también me estás usando para molestar a tu padre?

Estaba de pie, negando con la cabeza, cruzada de brazos.

—Siéntate, Lorraine —pidió, ante lo cual me negué—. Por favor —completó, suplicando con la mirada.

Me senté en la silla que estaba frente a él, enfurruñada y aún con los brazos cruzados.

—Lorraine —dijo—. Me gusta que además que eres la chica más hermosa, fascinante, interesante e inteligente de toda Alabama, también seas una buena amiga, pero, no porque esa chica...

—Sarah...

—Bueno, sí. No porque Sarah sea tu amiga quiera decir que deba ser amable con ella. Si algo sé de mujeres, y créeme, al ser criado rodeado de muchas sé bastante del tema, ella encaja en el perfil de las mujeres que, solo por su apariencia se creen mejor que los demás...

—¡Ella no es así! —Salté en defensa de mi amiga— ¡Ella es buena, cariñosa, inteligente...!

—De acuerdo, de acuerdo —dijo—. Me disculpo... mi punto es que, aunque no lo creas no hay forma en que solo porque yo la llegará a usar para distraerme en su momento, lo que estuvo mal, lo reconozco, no quiere decir que quiera hacer lo mismo contigo, ¿sabes por qué?

Negué con la cabeza.

—Porque me gustas, Lorraine... me gustas y mucho... y si, sé que apenas nos acabamos de conocer pero no se necesita mucho tiempo para saber si algo o, en este caso, alguien, te gusta o no, y tú me gustas, y mucho... ¿Te digo con esto que quiero que seas mi novia? No, pero si te digo que, entre tu amiga Sarah y tú, siempre voy a ponerte a ti de primero.

Yo no supe que decir, desvié mi mirada hacia afuera del restaurante... Fueron tantas las veces durante la preparatoria que los chicos se acercaban a mí solo para conocerla a ella que, ver que alguien no seguía ese patrón, era por lo menos extraño.

—Y, a todas estas, ¿por qué te estoy diciendo todas estas cosas, Lorraine? Por lo que vi más temprano, tú ya estás con alguien, ¿o me equivoco?

De nuevo, el Gael celoso —el mismo que, muy en el fondo, me encantaba— hacía acto de presencia.

—¿Estás celoso de Skylar? —pregunté, enarcando una ceja.

—Sí, lo estoy —admitió— ¿Cómo no estarlo si ya te dije que me gustas?

—Él es solo mi amigo, mi mejor amigo... —dije—. Él fue quién me entregó una pajilla adicional, supongo que porque quiere filmar el momento en que compartas tu malteada conmigo para molestarme...

—¿En serio? —Interrogó él, con la diversión tiñendo su voz—, ¡ya me empieza a caer bien el sujeto!, ¿le vas a ayudar a cumplir su plan?

—En tus sueños, Gael —dije, sacándole la lengua.

—Se vale soñar —contraatacó.

Terminó de comer mientras me contaba que su madre se había casado con una mujer tras divorciarse de su padre, lo que le parecía normal y que, si había venido de Nueva York para acá era porque su padre le había ofrecido un cupo directo en la Universidad y no podía dejar perder esa oportunidad.

—Yo no hubiera dejado Nueva York por venirme a vivir a este pueblo olvidado... de hecho, de haber podido, yo hoy estaría estudiando allá, lástima que no fui admitida.

—¿Y qué estudiarías allá? ¿Finanzas?

—No, para nada —reí—. Quería estudiar letras.

—¿Letras? —dijo, enarcando una ceja— ¿No es esa carrera prácticamente opuesta a lo que terminaste estudiando?

—Sí, lo es... ¡Bienvenido a mi mundo, Gael! Un mundo donde lo que sueñas no se parece en nada a lo que vives...

De repente, me sentí desanimada. Recordé a mi madre, enferma de diabetes y con problemas cardíacos que tarde o temprano me la iban a arrebatar, a mi padre, asenté y desconocido, a la familia de mi madre, los mismos que me rechazaron desde el momento en que supieron que yo había sido concebida...

—Lorraine, mi niña —dijo, entrelazando mis dedos con los suyos—. No sé qué va mal y no te preocupes, no te pediré que me lo cuentes ahora, pero, si quieres, puedo hablar con la pareja de mi madre. Ella tiene contactos que, estoy seguro te ayudarían a ingresar en la escuela de letras en Nueva York...

—¿Me ofreces eso por qué quieres alejarme de ti? —pregunté, alzando una ceja, fingiendo que su propuesta me había hecho enojar.

—No, ¿cómo puedes creer eso? Ni siquiera quiero ofrecerte ayuda para que te vayas, si te soy honesto, pero si puedo ayudarte yo...

—No, no t e preocupes —sonreí con tristeza—. De todos modos, no puedo irme de aquí, pero gracias, gracias por todo.

—No me agradezcas, Lorraine —dijo—. Haría lo que sea para verte sonreír.

Sonreí y lo miré a los ojos, al notar que él ya había terminado de almorzar, me puse de pie y me dispuse a arreglar la mesa.

—¿Vas a volver? —me preguntó cuándo recogí sus platos y comencé a caminar para llevarlos a la cocina.

—No, me quedaré trabajando. Lo que sí voy a hacer es pedirle a Sarah que venga para te entregue la cuenta, ¿te parece?


—Está bien —dijo—. Así aprovecho y me disculpo con ella.

Asentí y le di la espalda.

—¿Lorraine? —dijo, haciendo que me diera vuelta y lo mirara.

—¿Si?

—¿A qué hora sales?

—A las ocho —respondí— ¿Por?

—Perfecto —dijo—. A las ocho paso a buscarte para llevarte a casa.

—No, no es necesario —dije, avergonzada ante el pensamiento de que apenas lo conocía y lo estaba usando de chofer—. Vivo cerca, puedo irme caminando, no te preocupes.

—¿Qué no me preocupe? —Dijo— ¿Qué no me preocupe y quiera proteger a la mujer que me gusta? No sé qué tipo crees que soy, pero te puedo asegurar que yo no soy así, además, me gusta conducir, me hace bien, y más si así puedo pasar tiempo contigo, conocerte un poco más y, con suerte, tener una despedida como corresponde —dijo, alzando sus cejas con diversión.

—En tus sueños, Gael —dije—. Solo en tus sueños me despediré de ti con un beso.

—Pues, ¡Bienvenida a mi mundo, Lorraine! —Dijo, remedando mis palabras—. Bienvenida a un mundo donde lo que sueñas si se hace realidad.

—Hasta mañana, Gael —dije, sonriendo y negando con la cabeza—. Nos vemos en la Universidad.

—Hasta dentro de unas horas, Lorraine —me corrigió él con una sonrisa desafiante—. Nos vemos cuando salgas del trabajo.

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