ESE AROMA...
Vivía en una sociedad inflexible.
Llena de normas pero también de concesiones.
Alfas, omegas y betas.
Kouki no quería saber nada de eso. Conocía varios de sus compañeros que pertenecían al rango más domínate.
Las alfas eran fuertes, territoriales y con poder representativo en todos lados, los omegas; mujeres y hombres eran protegidos pero también sufrían de muchas formas.
Y después en el último rango del escalafón social se encontraban los que como él; al ser betas, no podían aspirar a mucho. En la mayoría de los casos.
Estaba bien. Hacía mucho tiempo que había aceptado ello, cuando a los doce años sus padres le anunciaron a que rango pertenecía. Estuvo bien porque no le dijeron más nada, le trataron como siempre. Su rutina no cambio. Ellos siempre trabajando y el sabiendo todo lo necesario para no volverse una carga y al menos saber cuidar de sí mismo.
Sabía cocinar, lavar su propia ropa e incluso administrar su hogar en las largas ausencias de sus padres.
Fue cuando entro a Seirin que las cosas cambiaron radicalmente. Su madre renuncio a su trabajo diciendo que ya había desperdiciado demasiado tiempo alejado de su único hijo y que ahora quería pasar más tiempo a su lado y; aunque no fuese un omega mostrarle todo lo que esta sabia.
Sabía que su madre había deseado una hija con todo su corazón o en su caso una omega alguien con quien compartir costuras y cosas sobre el cuidado de bebes.
Kouki a pesar de sentir un nudo en el estómago por el sentimiento de rechazo por su condición sabía que podía llegar el momento en el que se casara y le diera nietos. Pero para ella no sería la misma sensación.
Asi que se decidió a complacerle en cada capricho que esta tuviera.
El tiempo avanzaba y pronto se dio cuenta de las continuas visitas de amigos de su padre. A pequeñas reuniones. Ellos ya eran algo mayores y realmente no le preocupaba. Entro al club de básquet en Seirin, hizo buenos amigos y... se enamoró.
Ella era una linda chica, o eso fue lo que creyó, por alguna razón su mente y cuerpo rechazaban algún tipo de contacto o sentimiento más profundo. No entendía por qué pero pensó que tal vez era porque no era la indicada aun para pasar el resto de sus vidas juntos.
Y luego estaba ese sentimiento extraño que le embargaba cada que veía a uno de sus compañeros alfas.
Los betas; al ser betas no poseían ningún tipo de olor calificativo como los omegas o los alfas. Ni mucho menos podían sentir los de estos. Su humanidad estaba demasiado arraigada a sus cromosomas. Las dos clases habían evolucionado para ser más aptas dejando a los betas como el eslabón débil y sin necesidad de dejar marca en el mundo.
Entonces... ¿Cuál era la razón por la que a veces sentía un aroma provenir de algunos de sus compañeros alfas? Como Kagami o Kiyoshi. O lo que era peor y le horrorizaba de tan solo recordarlo.
Aquella ocasión en primer año en aquella primera competencia de invierno donde el aroma profundo y devastador de un alfa llamado Akashi Seijuuro lo dejo sin posibilidad de moverse y temblando de miedo por su seguridad, con unas ganas irrefrenables de echarse a sus pies y rogar sumisamente por algo de atención.
Nunca lo comento a nadie, ni a sus padres ni a sus más cercanos amigos. Eso lo aterro y no supo cómo explicarlo.
¿Y si algo en su interior estaba mal e iba a morir pronto? Esa fue la razón por la que callo. Además de que; al llegar Kagami a escena le invadió un sentimiento de absoluta protección que le hizo salir del estupor del miedo y hacerle sentir totalmente a salvo.
Ni loco diría algo como eso. Temía lo tacharan por loco o lo llevaran a una institución donde hicieran crueles experimentos con él. Debía de dejar de ver películas de terror en definitiva.
Ese año en particular era el último de sus estudios en Seirin. Hacia un año que era capitán de su equipo y aunque la entrenadora le dejase el mando segura de sí misma y de él; a la fecha no se sentía lo suficiente para ello.
Más aun; habían salido bien parados en varios torneos. Dejando una buena; a su parecer cantidad de trofeos en la institución.
Sí; podría decir que se sentía satisfecho.
Ese día intuía algo diferente. Estaba algo cansado, la noche anterior su madre habían celebrado una fiesta en honor del ascenso de su padre. Y habiéndose desvelado ayudándole a servir platillos para los invitados y agasajando al festejado, casi no durmió.
Además de sentir una ligera incomodidad por la pesada vista de un alfa adulto en su persona. Le conocía; en ocasiones anteriores había asistido a otras reuniones en casa e incluso sus propios padres le habían arrastrado a otros lugares donde le había visto de lejos.
Ese hombre le incomodaba. Pero naturalmente no decepcionaría a sus padres además de que seguro eran pensamientos infundados.
Adolorido tomo una ducha para ir pronto a la escuela. No quiso despedirse de sus padres considerando que también deberían estar cansados. Tomo un ligero desayuno y partió a clases.
A mitad de camino vio y sintió cosas raras. Diferentes de anteriores días.
Algunas personas le miraban de manera extraña. Más a conciencia. También sentía un poco de calor. Tal vez la temperatura del ambiente era más alta que en días anteriores.
No presto atención a nada más que concentrarse en acudir a sus clases. Pronto entraría a la universidad y tomaría las pruebas para la facultad de literatura; aunque también le atraía la biología. Había hablado con sus padres de sus planes pero estos no le dejaron nada en claro.
No se dio cuenta perdido en sus pensamientos el cómo llego a las puertas de Seirin. Se encontró con varios de sus compañeros de curso y amenamente entre pláticas de los entrenamientos que aún les enviaba Rico y las clases fue que llegaron a sus aulas.
De todos en el equipo solo compartía clases con Kuroko y Kagami.
Aun se preguntaba si estos eran pareja. Ya que al ser alfa y omega se les notaba muy unidos, pero nunca tuvo el valor de preguntarles. Nunca tenía el valor para hacer muchas cosas.
Pasaron las horas en lo que sentía una lentitud extrema, por alguna razón su cuerpo se sentía diferente. Tal vez el cansancio de los últimos partidos y de la noche anterior se estaba acumulando. Tal vez necesitara comprar vitaminas para su débil cuerpo.
Que equivocado estaba.
Tenían un pequeño partido de entrenamiento contra una escuela de nueva creación, estos al saber de sus inicios se habían acercado a el específicamente pidiendo un pequeño encuentro. Lo había consultado con Rico y esta le había dado la aprobación. Seirin al principio también tuvo dificultades así que no les haría pasar por lo mismo.
No le asombraba que su ex-entrenadora pudiera con tantas cosas, la universidad, sus prácticas, trabajo de medio tiempo y todavía enviarles menús de entrenamientos. Era una alfa después de todo.
Así que con la tabla de seguimiento en mano fue que dio por comienzo al entrenamiento. Las cosas salieron mejor de lo que pensaba. A pesar de sentir la mirada un poco pesada e incómodo de varios de sus compañeros y de los invitados.
La que más; lejos de incomodarle si no que le extrañaba era la de Kagami. Era una mirada fiera y algo posesiva. Además de que le vio olisquear el ambiente en diferentes ocasiones, incluso llego a gruñirle a un par de chicos del equipo contrario en varias ocasiones.
Eso le pareció extraño y gracioso de diferentes maneras.
Al finalizar la jornada y habiéndose ido la mayoría a sus hogares, aun se encontraba guardando algunos balones y otros implementos en la bodega del club antes de ir a las duchas. Esa tarde Kuroko se había escusado de sus deberes como vice-capitán por cuestiones familiares y a él no le importo realmente terminar las labores de limpieza solo.
- ¿Necesitas ayuda Furi?-
Casi salto cual gato mojado al escuchar la voz de Kagami a sus espaldas, tocándose el pecho intentando relajar los latidos asustados de su corazón.
-Maldición Kagami... Casi me matas del susto-
-No sería así si no estuvieras tan distraído... ¿Te sucede algo? Es que estas... diferente-
Sintió como este se acercaba invadiendo de más su espacio personal, le inquietaba un poco pero al ser su buen amigo no lo suficiente para apartarlo. Al menos hasta que sintió la nariz contraria rozar el hueco de su cuello, sintiendo el tibio calor contrario exhalado en su piel y como este inhalaba en el mismo lugar.
-Ba-Basta... ¿Qué te sucede? Es solo que no me ido a duchar... No me digas ¿Apesto?-
Acerco su propia ropa a su nariz intentado percibir su propio aroma, mas no encontró nada.
-No; no apestas... mal quiero decir-
No le tomo importancia ya que no sentía olor fétido alguno, encaminándose a las duchas habiendo terminado su trabajo. Tampoco le importo que Kagami le siguiera a pesar de saber y notar que este ya se había duchado.
La incomodidad de la mañana estaba volviendo, ese calor extraño que le envolvía como un manto tibio de otoño.
Necesitaba una ducha y rápida.
Escucho el sonido de la puerta ser cerrada con seguro por dentro estremeciéndolo, sintió el sudor bajar por su sien. Se sentó en una de las bancas intentando saber la ubicación de Kagami, se quitó las zapatillas deportivas junto con las calcetas dejando sus pies cansados desnudos, sintiendo la frialdad de las baldosas de los baños.
- ¿Por qué hueles tan bien Furi?-
Dio un nuevo salto de susto ahí donde se encontraba sentado, botando sus pertenencias al suelo.
- Tú quieres provocarme un infarto ¿Cierto? ¿Pero qué dices Kagami...? No te entiendo-
Sintió y vio como era tomado por los hombros, apegándolo con seguridad a una de las paredes de las duchas, vio las manos de Kagami y estas temblaban. Podía decir que se estaba conteniendo ¿Pero de qué?
Levanto el rostro poniendo atención a las facciones de su amigo, mordía sus labios con insistencia, viendo como le escaneaba, con sudor en la frente y sobre todos sus ojos, no; su mirada.
Ojos dilatados y potentes, además de que sus colmillos habían salido de sus encías; esos que le demostraban al mundo de que se trataba de un alfa, un poderoso alfa.
- ¿Eres un omega Furi? ¿Por qué no nos lo habías dicho?-
- ¿Que?... ¿Has enloquecido? Soy beta Kagami... Be... Ta...-
Abrió sus ojos llenos de desesperación en cuanto sintió un aroma que bien le podía hacer rememorar hojas de sándalo o una imagen del otoño en pleno apogeo, de hojas rojas cayendo secas por doquier. Como el color del cabello de Kagami, el calor corporal que había sentido por la mañana se potencio de manera alarmante y lo que era peor. Sintió un líquido escurrir entre sus piernas, debilitándole y casi cayendo de no ser por Kagami que le sostenía con fuerza.
-Te lo digo Furi... eres un omega, un omega que huele muy bien y que ha entrado en celo por cierto-
Iba a protestar pero solo salió de sus labios un gemido lastimero. Un gemido.
Se afianzo de los brazos contrarios, acomodándose en el regazo de Kagami; un alfa. Perdiendo de a poco la cordura y restregándose en el cuerpo ajeno. Pronto sintió la lengua de Kagami pasearse por su cuello, además de las manos fuertes contrarias manoseando todo su cuerpo.
Eso no podía ser posible... simplemente no podía serlo.
Furihata Kouki era un beta, nacido y registrado como tal al inicio de su pubertad cuando tenía solo doce años. Sus padres le habían mostrado el acta y vio los ojos decepcionados de su madre, por querer un omega.
No era posible, no lo era.
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