DESTINO
~La casualidad no existe, todo surge de las más profunda fuente del destino~
Muéstrame un jardín
Que explote dentro de la vida
Todo lo que alguna vez fui
Esta aquí en tus perfectos ojos
Son todo lo que puedo ver
─Tal vez no sea el indicado en decir esto pero, hasta acá puedo sentir como se queman los engranajes de tu cabeza ¿En qué tanto piensas?─
─Si ya lo sabes, para que preguntas─ respondió un tanto alterado
─Quiero escucharlo de tus labios, eso es todo─
─Es que no logro entenderlo, en que momento fue que me convertí en una moneda de cambio, es de la única manera en que lo veo, es decir ¿A caso planeaban casarme a la fuerza?─
Kagami termino por acercarse a su omega, este encontraba en medio de la sala, en uno de los sillones que ahora ya no contaban con cojines. En sus manos tenía la taza ya fría de té verde que antes le había dado.
─No lo veas de esa forma, tal vez ellos solo querían lo mejor para ti─ le dijo mientras le quitaba el té de las manos, poniéndolo en la mesa de centro
─ ¿Te estas desvalorando?─
Un gruñido seguido de una risa llego a su oídos, Kouki sonrió sintiendo como Taiga le abrazaba y se acomodaba con el de mejor manera para atraerlo en un fuerte abrazo.
─Claro que no, pero ¿Qué acaso los padres no desean lo mejor para sus hijos? Bueno, pues yo soy lo mejor─
─Al menos no moriste asesinado por el equipo─
Esta vez es Kouki el que ríe primero, recordando como al avisar que se reintegrarían de nuevo a las prácticas y que tenían una serie de anuncios que darles, además de que Rico estaría en el entrenamiento, obviamente más que nada también para saber las noticias y el cómo habían querido entre todos ahorcar al pelirrojo una vez que supieron todo.
Esa mañana, Kouki llego unos segundos antes al entrenamiento matutino, como cada vez y siendo el capitán hizo sus labores como cualquier otro día normal, reviso que el laminado del gimnasio estuviera seco y en óptimas condiciones, escribió en la pizarra las indicaciones que le enviara antes Rico y espero a que los demás chicos llegaran.
Fueron arribando poco a poco, en grupos de dos o tres uno tras de otros, en cuanto le vieron cerca de la canasta se quedaron estáticos en la entrada, estorbando a los que venían detrás intentando ingresar.
Se alarmaron quizá un poco de manera exagerada.
Preguntas desde; ¿Eras un omega? Hasta ¿Fue contra tu voluntad? no se hicieron esperar.
Kagami entro seguido de esas palabras con un deje de molestia y culpa, pero Kouki le hizo calmar con la mirada.
─Tranquilos chicos, déjenme explicarles─
Pero en realidad no llego a decir palabra alguna. ¿La razón? La entrenadora entro solo segundos después de terminar apenas la frase, tacleo a su alfa con toda la fuerza posible que solo otro alfa podía tener.
─ ¡Rico-sempai! De-Déjelo por favor─
─ ¡Con un carajo Kagami! ¿En que estabas pensando? No, mejor ni lo digas, ya me imagino con "Que" pensabas─
Después de unos cuantos forcejeos y casi dislocarle el hombro a Kagami, Kouki se arrodillo frente al alfa algo preocupado; claro después de salir de la muralla de chicos de primero y segundo que se había formado frente a él, y que decir de Fukuda y Kawahara, ya tenían enterrado tres metros al alfa con la mirada desde que sintieron el aroma diferente en Kouki; después de todo, había entre ellos por lo menos tres alfas.
Como pudo Kagami se sentó sin hacer alguna mueca de dolor, al ser un alfa no fácil caería, aunque la entrenadora también tuviera su buena dosis de fuerza bruta.
─Es verdad que no fue algo planeado─ hablo por fin después de tomar un poco de aire ─ Pero debo decir que estoy satisfecho, Kouki en mi omega ahora y pobre de aquel que le mire de mala manera...─
El ambiente se tensó un poco, puesto que lo único que querían entre todos era la seguridad del castaño.
─Ya, ya; basta por favor, no entremos en una disputa por esto, las cosas cambiaran, lamentablemente ya no podré ser parte del equipo y debo dejar la capitanía en manos de alguien que merezca llevar el puesto─
Comenzaron entonces con ayuda de Rico a sopesar quien sería el más apto para llevar el mando del equipo, decidieron que; aunque ya no pudiera jugar como tal, estaría la mando de algunas decisiones hasta que ya no pudiera hacerlo, puesto que al estar en espera de un hijo no sería bueno para su salud.
Cosa que llevo a una nueva discusión e intenso de asesinato del pelirrojo para después pelear por quien sería el mejor tío y el más consentidor del más pequeño de equipo. Porque ya hasta estaban decidiendo donde podrían mandar hacer un pequeño mameluco con el número cero para el pequeño nonato.
Después de poner orden Rico decidió darles el resto del tiempo de la practica libre, tenían clases más tarde así que debido a las noticias le pareció buena idea, quedándose claro con la nueva pareja en medio de la cancha, se dejó caer en el frió piso, llevando una de sus manos al puente de su nariz, masajeandolo un poco, hizo un ademan con las manos, haciendo que ambos chicos entendieran que quería que se sentaran frente a ella.
─Bien, en resumen ¿Ahora son pareja y tendrán un cachorro?─ les dijo sin levantar la mirada ──Y no te rías Kagami o te juro que no quedara nada de ti después del entrenamiento que te pondré por esto─
Kagami elimino cualquier mueca de triunfo que se llegase a formar en sus labios, como buen alfa se enorgullecía de haber preñado a su omega, pero la alfa que tenía frente a el era de armas tomar y quería conocer a su hijo... o hija.
─Además─ prosiguió Rico ─ ¿Cómo está eso de que eres un omega Furi?─
─Bueno, eso es algo que ni yo sabía entrenadora, así que Ta-Taiga no es culpable de nada... de verdad─
La castaña por fin levanto la mirada, viendo el ligero sonrojo mostrarse en las mejillas del chico al que vio por todos esos años como un pequeño beta. Ella como todo alfa y además por el hecho de ser mujer sentía; que debía de protegerlo, quizá por la forma de ser de Kouki o porque su instinto así se lo indicaba, jamás creyó o le paso por la mente que fuese un omega.
No se explayaron en la plática acerca de lo sucedido, ya que nada se podía hacer para dar marcha atrás a ese hecho, además cada quien tenía sus deberes y clases a las que asistir.
Se despidió de la nueva pareja dejándoles unas claras indicaciones, entrenamientos nuevos para el tigre y para los demás chicos, saludos de los demás sempai con los que aun coincidía en la universidad y las amenazas por las que el pelirrojo pasaría seguro al enterarse de los hechos.
─Pobre Taiga─ le dijo al alfa en cuanto cerraron el gimnasio para ir a las clases que aún tenían, aun le sorprendía lo fácil que fue adaptarse al llamarle por su nombre a su alfa, cuando antes el solo pensarlo le hacía explotar de vergüenza ─Hoy la pasaste algo mal─
Al final del día escolar, antes de partir al departamento en el que desde que se hicieran pareja viviría, Kouki no pudo evitar reír por las tantas veces que su alfa se llevó unas buenas reprimendas por todo aquel que se enterara de lo sucedido, después de todo no pudo evitar pensar que no estaba tan mal ser el omega de alguien como Kagami, al ver su sonrisa a veces orgullosa, a veces molesta cuando los abordaban para interrogarlos, sus sonrojos cuando lo atrapaba viéndole o cuando en la cafetería le pasaba el brazo por sobre su hombro cuando veía que algún alfa o beta le veía; según el de manera inapropiada, o cuando por la calle le tomo con algo de timidez pero con fuerza, de la mano.
─Está bien ¿Verdad? El que seamos felices así ¿Esta bien?─ pregunta un poco nervioso al final
─Claro que lo está, no lo dudes─
Sí; Kagami era, a su parecer, el mejor partido que había podido desear. Aunque ninguno de los dos estuviera preparado aun para admitirlo.
En una vieja mansión algo descuidada, se encontraba un hombre. Un alfa.
En esa mansión donde ese hombre alfa se encontraba, más específicamente un despacho lleno de papeles tirados en el suelo, con un aroma inconfundible de alcohol. Ese hombre pensaba.
Pensaba...
¿Cuál era la manera más fácil de arrebatarle al pelirrojo a su omega "Destinado"?
Porque sí; en su mente retorcida, en cuanto vio al pequeño tembloroso escondido en su habitación ya le había marcado como suyo. El niño era perfecto; aunque fuese un niño claro.
Podría manejar a su manera, amoldarlo a su beneficio. Después de todo el niño era lindo. Con esas pequeñas pecas apenas perceptibles en su naricita, esos labios sonrosados productos de su inocente edad, sus pequeñas manos y esa fina vocecita que le llenaba de escalofríos y que en sus noches de remembranza evocaba el tocarse de manera sucia.
No le decepciono al hablarle, en su voz de infante, noto sus pequeños temblores producto de la timidez, de la desconfianza y; ansiaba que de la misma manera temblara bajo su tacto y las caricias íntimas.
Incluso deseo poseerlo a esa edad.
En el poco tiempo que le mantuvo a su lado en esa fiesta, investigo todo lo que necesitaba para hacerse de ese pequeño trofeo, el punto débil era la madre.
Lo supo de inmediato; las ansias de dinero, de poder y prestigio, cosas que una beta no obtendría; le ofreció una suma cuantiosa de dinero, joyas, viajes, todo lo que deseara para un retiro lleno de riqueza.
Un estrechar de manos y ya tenía a la bruja en el bolsillo. El padre fue y seguirá siendo el más difícil. Pero aun lo tiene bajo su mando, después de todo ama a su malvada esposa y tiene los ojos más cerrados que una puerta llena de candados.
Lo que hace el amor ¿No?
Pero no se equivoquen, Asakura Ao, no está enamorado. Solo desea tener un trofeo más que añadir a los que ya tiene y los difíciles son los que más le gustan, jóvenes bellos con los que saciar sus más bajos instintos; y aunque el chico se le haya escapado a la marca, no quiere decir que no lo devorara hasta el cansancio, así tenga que deshacerse de la molesta competencia que se le a atravesado en el camino.
Bebe una copa más del licor más caro que posee, relamiendo sus labios mientras hace la cabeza hacia atrás en una mueca llena de éxtasis, jala la correa que tiene entre sus manos haciendo que el chico que se encuentra entre sus piernas jadee de dolor, instándolo a que haga bien su trabajo.
No puede evitar imaginar que es su pequeño Kouki quien; con su mirada llena de devoción lame su intimidad llenándolo de placer.
Devorara al pequeño castaño tembloroso así sea lo último que haga en su vida.
Hasta el último hueso.
Taiga estrecha fuerte a Kouki entre sus brazos, un escalofrió de malestar hace que su piel se erice en un presagio que le da mala espina.
Kouki alza un poco su cabeza para verle a los ojos mientras se acomoda entre sus brazos ─ ¿Qué sucede?─
─No es nada, no te preocupes. Aunque estaba pensando ¿Qué te parece si esta semana agendamos con un médico para ver el crecimiento de nuestro cachorro?─
Le responde con una ligera sonrisa y un beso en los labios, apoya su mentón en la cabeza castaña, aspirando el aroma de su shampoo, sintiendo lo fácil que es quererle, deseando que esa incomodidad que sintió antes no signifique nada malo.
─Todo estará bien─ murmura para si mismo.
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