CP5: FLECHAS DE CUPIDO
Luego de ese incómodo momento, Matt nos guió hasta la oficina del director, quien, después de darnos "La charla de bienvenida" y explicarnos las reglas del instituto, nos entregó nuestros horarios y las llaves de nuestros casilleros.
Según mi horario, tenía Historia como primera clase, que compartía con Ethos. La clase duraba toda la primera hora, seguida de un descanso de veinte minutos. Después, me tocaba Filosofía, la cual compartía con Matthew.
Matt nos llevó hasta nuestro salón.
El timbre aún no había sonado, pero el aula ya estaba casi llena. Desde el pasillo, pudimos ver a una mujer de unos treinta años frente a la pizarra; dedujimos que era la profesora.
El timbre finalmente sonó, indicando el inicio de la clase.
-Buenos días, alumnos. Por favor, tomen asiento -dijo la profesora con voz clara y firme.
Los estudiantes obedecieron de inmediato.
-Disculpe... -empecé para llamar su atención. La mujer se giró y caminó hacia nosotros.
-¿Qué se les ofrece? -preguntó amablemente.
-Somos alumnos nuevos -comentó Ethos con su usual calma.
-Axelia y Ethos, si no me equivoco -dijo, entrecerrando los ojos, como si intentara hacer memoria. Ethos y yo asentimos al unísono-. Mi nombre es Carmen, seré su profesora de Historia.
Nos sonrió cálidamente y, con un gesto de la cabeza, nos indicó que la siguiéramos.
-Chicos, ellos son los estudiantes de intercambio de Grecia de los que les hablé. Estarán todo un año con nosotros -dijo, captando la atención del salón-. Por favor, preséntense al grupo.
Dicho esto, la profesora Carmen se sentó en su escritorio, dándonos el espacio.
-Hola, mi nombre es Ethos -dijo él con una sonrisa coqueta. Todas las chicas lo miraron, embelesadas. Y cómo no hacerlo; por Zeus, es un dios, literalmente.
-Hola, yo soy Axelia -dije, intentando sonar natural. Noté cómo varios chicos, y alguna que otra chica, me miraban de arriba a abajo. «Efecto Cupido», pensé.
-Me sorprende gratamente su manejo perfecto del inglés -nos alabó la profesora-. Siéntense donde quieran.
Caminamos entre las hileras de asientos hasta encontrar una mesa con dos lugares libres al fondo.
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La hora de Historia pasó rápidamente.
Estábamos saliendo del aula cuando una pequeña mano me agarró suavemente del brazo. Al girarme, vi a una chica más baja que yo, con ojos marrones claros y cabello rubio oscuro, cortado a la altura de los hombros. Llevaba gafas, lo que le daba un aire de seriedad y dulzura.
-¿Se te ofrece algo? -le pregunté con curiosidad.
-Mi nombre es Sofía, soy la presidenta del comité de bienvenida, y es mi deber darles la bienvenida a NG High -dijo, dedicándonos una gran sonrisa.
-Mucho gusto, Sofía. Soy Axelia, pero puedes llamarme Lia. Y este es mi primo, Ethos.
-Dime Et -agregó él, estrechándole la mano.
-Es un placer conocerlos. ¿Quieren que les dé un recorrido por el instituto?
Iba a responderle cuando Matt se acercó, colocándose entre nosotros sin darse cuenta de la presencia de Sofía, lo que la hizo fruncir ligeramente el ceño.
-Tengo una reunión importante con el equipo de rugby y no puedo faltar, así que no podré acompañarlos a casa -dijo, como si fuera un anuncio crucial.
-Está bien, de todas formas Sofía se ofreció a mostrarnos el instituto. Nos las arreglaremos para llegar a casa, así que ve a tu práctica -respondí sonriendo. Sorprendentemente, él me devolvió la sonrisa.
-Vale -dijo mientras se daba media vuelta para marcharse, pero Ethos lo detuvo.
-Oye, ¿te importa si voy contigo? Me interesa entrar en el equipo -preguntó con entusiasmo.
Matt levantó los hombros con indiferencia.
-Mientras seas bueno y no me hagas pasar vergüenza, ¿por qué no? Solo tienes que hablar con el entrenador -dijo, haciendo un gesto con la cabeza para que Ethos lo siguiera.
Me quedé observando cómo se alejaban. Al menos habíamos comenzado a construir una especie de "relación" con Matt. Solo esperaba que con el tiempo nos lleváramos mejor.
Sofía soltó una pequeña carcajada al notar mi expresión de alivio.
-¿Sabes que con cada suspiro pierdes años de vida? ¡Morirás joven! -dijo, en tono de broma.
-Hace falta mucho más que un suspiro para que yo muera -respondí, riendo.
Sofía me miró con una mezcla de desconcierto y diversión, pero rápidamente se unió a mis risas.
-Entonces, ¿eso es un sí al recorrido?
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Durante los veinte minutos de receso, Sofía me mostró los puntos clave del instituto: el gimnasio, la cafetería y mi casillero, que aún no había usado. Mientras caminábamos, me di cuenta de que la escuela era más grande de lo que había imaginado.
El timbre sonó, indicando el final del descanso. Me tocaba Filosofía, así que me dirigí al salón 32B, ubicado en la segunda planta. Sofía me había dado las indicaciones, así que no me costó encontrarlo.
Entré al aula, que ya estaba parcialmente llena. El profesor aún no había llegado, y tampoco Matthew, así que me senté en uno de los asientos vacíos cerca del final de la sala.
Sentí varias miradas sobre mí. «¿Recuerdan cuando mencioné que Ethos tenía un aura que inevitablemente atraía la atención? Pues, resulta que yo también la tengo», pensé con ironía.
Los ignoré y me concentré en acomodar mis cosas. A los pocos minutos, entró el profesor, seguido de Matt, Stency y otro chico de cabello blanco y ojos azules. El profesor cerró la puerta tras él.
Sentí un escalofrío al ver al chico de cabello blanco. Sus ojos me resultaban extrañamente familiares, como si los hubiera visto antes en algún lugar, pero no lograba recordar dónde.
Matt se sentó a mi lado, al parecer intentando evitar a Stency, quien me lanzó una mirada poco amigable antes de sentarse con sus amigas. El chico de cabello blanco se acomodó justo detrás de mí, y pude sentir su mirada clavada en mi espalda. ¿Quién era ese chico?
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La clase terminó y comencé a recoger mis libros cuando un chico de piel bronceada, cubierto de pecas, se acercó a nosotros.
-¡Hey, Matt! -saludó animadamente. Matt le devolvió el saludo con un leve gesto de la cabeza-. ¿Quién es la hermosura que está contigo?
Matt soltó un largo suspiro, pero antes de que pudiera responder, me adelanté.
-La "hermosura" tiene nombre. Soy Axelia, ¿y tú quién eres?
Pude escuchar un ligero bufido de burla detrás de mí. El chico de cabello blanco había salido del salón antes de que pudiera darme cuenta. Parecía que solo yo había notado su reacción.
El pecoso sonrió ampliamente.
-Tienes personalidad, y eso me agrada. Mi nombre es Nickolas, pero puedes llamarme Nick.
-Un placer, Nick. Pero me están esperando -dije, mirando hacia la puerta donde Ethos y Sofía ya me esperaban-. Matt, ¿vienes con nosotros?
-Tengo práctica, así que no -respondió.
-Está bien. Nos vemos luego. Hasta luego, Nick -me despedí con un gesto de la mano, y Nick respondió con un leve movimiento.
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Ya de camino a casa, Sofía nos había dejado unas calles atrás, ya que su casa quedaba más cerca del instituto que la nuestra. Ethos y yo charlábamos tranquilamente cuando una sensación familiar me recorrió el cuerpo. Un hormigueo, el mismo que siempre aparecía cuando dos almas gemelas estaban cerca.
Me detuve en seco, lo que alertó a Ethos.
Busqué a mi alrededor y pronto los vi. Un hombre y una mujer, ambos jóvenes, caminaban por aceras opuestas, sin siquiera mirarse, absortos en los aparatos que sostenían en sus manos. Aún no sabían lo que estaba por ocurrir.
Era momento de intervenir.
Con un movimiento rápido, hice aparecer mi arco y una flecha dorada. Estaba a punto de disparar cuando Ethos me detuvo.
-¿No crees que las personas se asustarán al ver a una chica apuntando con una flecha en plena calle? -dijo con cautela.
-Normalmente lo harían, pero mi arco tiene un encantamiento. Al igual que tu collar, quienes lo ven lo olvidan al instante. Es un truco que Hefesto colocó para protegernos -le expliqué.
-Bueno, en ese caso, adelante -respondió con una sonrisa.
Volví a apuntar, y esta vez, sin interrupciones, lancé mis flechas.
Ambos levantaron la mirada al mismo tiempo.
Ambos se vieron a los ojos.
Ambos sonrieron.
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