CP21: CENA
¡Genial! Ahora perdería una clase por culpa de Nick.
-Todo esto es tu culpa -dije dándole un codazo a Nick, quien se hacía el ofendido.
- ¿Mi culpa? ¿Quién era la que se estaba riendo a carcajadas?
-Pero fue porque tú me hiciste reír, así que sí, es tu culpa.
Nos dirigimos a la dirección, y el director nos puso un castigo después de clases- dos horas, para ser exactos-, en el que tendríamos que quedarnos en el salón sin hablar, vigilados por el profesor de matemáticas.
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3:00 pm
Luego de haber tratado de "matar" a Nick con la mirada -lo cual no funcionó- durante dos horas, me prometí a mí misma no volver a ser castigada. Era la cosa más estresante y tediosa del mundo.
Al salir del castigo me fui directamente a casa, y al entrar, me topé con un delicioso aroma: galletas de chocolate recién horneadas. Caminé directo a la cocina, y al pasar por la puerta, me encontré con una Coraline muy contenta bailando mientras sacaba las galletas del horno.
-Hola, Coraline -dije, colocando mi mochila sobre el mesón y sentándome en la silla frente a este.
Coraline volteó hacia mí con una sonrisa.
-Hola, cariño. ¿Qué tal estuvo tu día?
-Algo cansado -respondí, recordando lo del castigo-. Por cierto, tenía que comentarte que hoy iré a cenar a casa de Athan.
Coraline me miró sorprendida, para luego dedicarme una sonrisa.
-Deberías invitar a ese muchacho a casa.
Asentí emocionada.
-¡Por supuesto! Le diré que venga para la próxima.
Coraline ensanchó su sonrisa. En serio era una mujer adorable.
-Por cierto, cariño, ¿qué llevarás?
Llevar algo... No lo había pensado. Es cierto que aquí tienen la costumbre de llevar algo cuando te invitan a cenar...
-Pues... No lo había pensado. ¿Es necesario?
-Por supuesto que lo es. Debes dar una buena impresión.
-Pero no es la primera vez que voy.
-Aun así, cariño, es un gesto de cortesía.
-¿Qué podría llevar?
Coraline se lo pensó unos minutos.
-¿Qué te parece si horneamos unas galletas?
-¡Me encantaría!
-Entonces, cariño, ponte el delantal y manos a la obra.
Luego de que Coraline me explicara cómo hacer las galletas-y de que casi explotara la cocina-, media hora y un cuarto de harina en mi ropa después, ya teníamos las galletas formadas y cocinándose dentro del horno.
Ahora, solo faltaba esperar...
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5:30 pm
Las galletas ya estaban listas y guardadas en una vianda. Ya me había duchado y colocado el vestuario que había elegido junto con Sofía.
Me puse el anillo que Athan me había regalado en nuestra primera cita y me acomodé el cabello, el cual dejé suelto. Y listo, ya estaba arreglada.
Tomé un bolso y metí dentro las galletas, las llaves y cualquier cosa necesaria.
Bajé y me despedí de Coraline, quien me abrazó y me deseó suerte.
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Ya era hora.
Me encontraba frente a la casa de Athan, y los nervios me estaban carcomiendo.
Inhalé y exhalé varias veces para relajarme un poco. Estaba a punto de tocar la puerta, pero esta se abrió antes de que pudiera hacerlo.
Amelia apareció frente a mí, y parecía igualmente sorprendida.
-¡Axelia, cariño, qué bueno que ya hayas llegado! -me abrazó efusivamente-. No esperaba verte frente a la puerta, pasa, por favor, solo faltabas tú.
Su sonrisa era encantadora.
Hice caso y la seguí hasta el, ya conocido, comedor.
En este se encontraban unas personas mayores -quizás sus abuelos- y otra pareja más joven, tal vez de la edad de Amelia, junto con dos niños. Pero no había rastro de Athan.
-Buenas noches -dije cortésmente, y ellos me respondieron igual.
-Familia, ella es Axelia, la novia de Athan -dijo Amelia, haciendo que casi me atragantara con mi propia saliva. ¿Novia?-. Axelia, ellos son mis padres, Eleonor y Patrick. Y ella es mi hermana, Marion, su esposo Fred, y los pequeños son Louis y Addet.
La mujer, que ya conocía como Marion, se levantó para abrazarme.
-Es un placer.
Fred, su esposo, también me saludó con un abrazo.
-Es un placer que seas parte de la familia.
Juraría que mi cara estaba tan roja como un tomate por la vergüenza.
Los abuelos de Athan también se levantaron para saludarme.
-Querida, toma asiento. Athan está en la cocina trayendo la cena -anunció Amelia, mientras tomaba asiento con los demás.
Hice lo que me pidió y me senté en la silla vacía.
-Oh, casi lo olvido. Coraline me ayudó a preparar galletas para ustedes -le entregué la vianda.
-No era necesario, cariño, pero muchas gracias. Este será el postre.
Asentí con una sonrisa.
-Cuéntame, Axelia, ¿cómo se conocieron Athan y tú? -preguntó Marion, llamando mi atención.
-Estudiamos en el mismo instituto y compartimos algunas clases.
Asintió, como aprobando.
-¿Y desde cuándo son novios? -preguntó la abuela.
-Pues, la verdad es que...
-¡Y aquí está la cena! -Athan entró justo a tiempo, interrumpiendo nuestra incómoda conversación-. Oh, Axelia, hola.
-Hola -respondí con una sonrisa.
-Bien, cenemos -intervino Fred, rompiendo la tensión.
Todos asentimos, y Athan se sentó a mi lado. Estábamos tan cerca que podía sentir su colonia, una mezcla de limón y menta.
-Tío Athan -la voz del pequeño Louis llamó la atención-, tu novia es muy linda.
Athan parecía sorprendido de que usaran la palabra "novia".
-Lo es, ¿verdad? -dijo con una sonrisa, y el pequeño asintió.
Sentí mis mejillas arder.
-Gracias -murmuré en un susurro, y el pequeño me devolvió la sonrisa.
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Después de la deliciosa cena y de haber platicado con la familia de Athan, llegó la hora de volver a casa.
Athan se ofreció a acompañarme, y no me negué. Eran las siete y media, y caminábamos por las tranquilas calles de Londres.
-Le has caído bien a mi abuela -dijo riendo-. Y déjame decirte que eso es mucho pedir, ella es un poco... quisquillosa.
Reí con él.
-Tu familia es encantadora, me han caído muy bien, sobre todo la pequeña Addet.
-Por cierto, lamento que mi madre te haya presentado como mi novia. Ella tiene una ligera obsesión con eso.
Sus mejillas se sonrojaron, y yo solté una pequeña sonrisa.
-No me molestó en absoluto -dije sin pensar. Luego, al darme cuenta de lo que había dicho, intenté corregirme-. O sea, lo que quiero decir es...
No pude terminar la frase porque Athan tomó mi mentón con suavidad.
-Quiero que lo seas... Quiero que seas mi novia -susurró, acariciando suavemente mi labio inferior-. Y no sabes cuánto he querido besarte.
Antes de que pudiera procesarlo, sus labios se encontraron con los míos.
Mi corazón se detuvo por un segundo.
Por la sorpresa, tardé en corresponderle el beso, pero finalmente lo hice, y cuando lo hice, todo se sintió tan natural, tan perfecto.
-Voy a tomar eso como un sí -murmuró entre mis labios, sonriendo.
Recen por mí, porque mi alma acaba de desfallecer.
Le devolví la sonrisa, y esta vez fui yo quien lo besó.
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