¿Así se sentía la muerte?

Una oscuridad absoluta donde que sentías nada.

Absolutamente nada.

Antonio fue criado como cristiano católico, pero al pasar de los años sus creencias se fueron en picada hasta el punto de denominarse ateo.

Ahora hubiera deseado creer en algún Dios y aferrarse a un libro para sentir ese algo que muchos profesan.

Amaba a Lovino, más de lo que creía que lograría a amar a alguien y por lo mismo no podía encadenar al italiano a una vida dónde se desgastaría por cuidarlo.

Mis ganas de morir se mezclaron con mi amor.

Eso rezaba la única carta de suicidio que había dejado intacta, las otras rebalsaban el basurero en pequeños trozos de papel.

Joao no le lloró a su hermano, no se sentía capaz de derramar lágrimas por la culpabilidad.

Todo era tan confuso.

Tan putamente confuso.

Lovino no entendía nada, hasta que vio el cuerpo del español en el cajón, parecía dormido... Y eso le molestaba.

Te hubieras matado con algo que destrozara tu cuerpo.

Pensó.

Pero decidiste beber una botella de limpia vidrios.

Sin siquiera notarlo Lovino comenzó a insultar al ataúd, sólo siendo deteniendo por los brazos de su abuelo en los que lloró a los gritos.

No pudo hacer nada.

Culpa.

Nada para salvarlo.

Culpa.

Todos sus esfuerzos fueron en vano.

Culpa.

— ¡Maldita culpa! ¡No es mi culpa! ¡Es la suya! ¡Su culpa! ¡Suya! ¡Y sólo suya! Yo no... No es mi culpa...

Pero no importaba cuantas veces se lo repitiera, ese sentimiento no quería dejarlo, no lo haría, lo sabía.

¡Que molesto! ¡Que odioso! ¡Lo odio! Lo odio tanto... Lo odio tanto que me duele, me duele odiarlo hasta el amor...

¿Así se sentía la muerte?

El líquido le quemaba la garganta, el pecho, el estómago... Era como el alcohol, como... El vodka. Sí, era como el vodka, pero con un sabor horrible y mortal.

Mortal.

Antonio se quería morir.

Quería ser feliz.

Pero no podía. No servía, no importaba que haya estado cerca de un año y medio en tratamiento, que haya acabado la escuela, que haya conseguido trabajo, que haya hecho el amor con Lovino...

No importaba.

Se quería morir y así lo hizo.

Vagaría por el vacío eterno, porque no había ni un cielo ni un infierno para él.

Nada.

Absolutamente nada.