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Corazón XXI.

"No permitas que la tristeza y el dolor controlen tu camino y dirijan tu vida.
—Roma"

Antonio ya se había aprendido de memoria la nota del día, ahora se hallaba en su habitación atravesando las esquinas de los corazones con una aguja e hilo negro mientras la canción "Siempre" sonaba por milésima vez.

Miró satisfecho la red que había hecho con los corazones y los colgó desde un clavo en el que antes tenía una foto con sus amigos, foto que se hallaba rota en mil pedazos en el basurero del baño. Se quedó mirando los corazones y luego las notas y así repetitivamente hasta que suspiró.

Se levantó casi de un salto para ponerse los zapatos y caminar hasta el canasto de ropa sucia para luego ir a la lavandería del edificio, hace un tiempo no hacía aquello ya que solía ser trabajo de Joao.

Al llegar a la lavandería programó una lavadora y se sentó a esperar mirando como la ropa se movía de un lado a otro dentro del aparato. El lugar estaba vacío y con olor entre humedad y detergente, en estos momentos pensaba que pudo a ver traído algo para matar el tiempo, el móvil lo había dejado en el departamento por lo que se estaba aburriendo y casi cayendo en las trampas del sueño.

— Vaya, pensé que estaría solo —la voz de alguien le obligó a despertar, lo miró encontrándose con Lovino.

— Si quieres te dejo solo.

— No importa —Lovino se sentó detrás de Antonio—. Yo voy a leer e ignorarte —se recostó un poco en su asiento ocupando la espalda del español como respaldo.

— ¿Por qué me estás ocupando de respaldo? ¿Esta es tu manera de ignorarme?

— Eres cómodo es todo, ¿te molesta?

— No realmente...

Antonio se acomodó en lo que pudo con el otro apoyado en él y volvió a su trabajo de mirar la ropa dar vueltas.

Se giro y me miro con una sonrisa radiante, pero forzada, sus ojos estaban rojos y cristalizados, no se movía, solo me miraba con ese semblante que me producía tristeza, sentí mis ojos húmedos y una punzada en el corazón, levante con algo de esfuerzo mi brazo, él se acercó y tomo mi mano, la besó con delicadeza, le apreté la mano y el me miro, fue un segundo eterno en el que nos miramos, él acerco su rostro al mío y me beso la frente.

Antonio lo miró por encima del hombro al escucharlo leer y luego volteo su mirada al frente, sintió el peso de Lovino quitarse y luego los pasos de este que se posicionaron a su lado y lo miraban expectante.

— Cuando éramos niños tú siempre estabas allí cuando yo lloraba. Y fuiste uno de los primeros en consolarme cuando mis padres se fueron de viaje dejándome con el abuelo —dijo—. Pero yo nunca pude devolverte el favor por ser incondicional en ese momento ya que te olvidaste rápidamente de mi existencia al conocer tus nuevos amigos de la escuela —desvió la mirada—. Sé que es un pensamiento egoísta, y nada propio de mí, pero... Déjame ser yo el que te consuele ahora.

Antonio simplemente se le quedó mirando sin expresión alguna.

— ¿Por qué? ¿Por qué ahora? Todo este mes estuve sufriendo en gritos silenciosos pensando que no había nadie que me contuviera, pero ahora, que me siento un poco mejor, vienes y me dices eso. Lovino, no tiene sentido.

— No, no lo tiene. Pero no sabía cómo hacerlo... Maldición esto me complica la vida. Quiero ayudarte, pero joder no puedo. Mi "yo" no puede.

— Entonces no lo hagas. No necesito saber que tienes lástima por mí, no me sirve para nada, solo me daña aún más. Me duele sentir la mirada lastimera que me dirige todo el puto mundo, ya no soporto que me traten como el "pobrecito, se le murió la mamá". Mi vida ya cayó lo bastante profundo del pozo para que vengan otras personas que, lejos de ayudar a salir, lo empeoran y cavan aún más —no se percató que su voz fue aumentando gradualmente y que las lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas—.

» Me duele estar solo, ver a mi hermano matarse en alcohol, ver a quienes juraron su amistad eterna alejarse con un falso arrepentimiento. Me duele sentirme como el alma en pena de la escuela, el que todos miran y susurran "Desde que se le murió la madre anda irritable", me duele, de verdad me duele recodar al Antonio feliz que fui antes, al contenedor, al divertido, el que pasaba más tiempo detenido en la oficina del rector que en clases, extraño a mi viejo yo, el que mencionarlo era sinónimo de diversión. Me duele ver cómo me voy pudriendo en la miseria de vivir...

Todo quedó en silencio hasta que Antonio rompió en llanto desconsolado siendo abrazado de inmediato por Lovino, le acarició la espalda hasta que el español calmara el llanto un poco y lograra separarse del abrazo, se miraron a los ojos en silencio.

— Ayúdame. Lovino, por favor ayúdame a salir de este infierno.

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