— ¡Antonio! Tanto tiempo sin verte.

Una mujer de treinta años abrazó al español con cariño. Daisy Benítez era, sin dudas, una mujer encantadora por donde la mirase, la madre de sus vecinos italiano, fotógrafa y viejera, por ello no vivía con su familia, aunque esto no hiciera que sus hijos la quisieran menos.

— Sí... Tanto tiempo.

— ¡Que grande y guapo estás! —se separó del abrazo y le tomó las manos dedicándole una sonrisa—. ¿Como te ha ido en la escuela? ¿Como está tu hermano?

— Bien... Hemos estado sobreviviendo... ¿Cuándo regresó?

Hubo un gran silencio, Daisy fue una gran amiga de la madre de Antonio y conocía la familia hace bastante tiempo, a ella no le podía ocultar lo mal que lo estaban pasando, lo notó en el funeral de la mujer y lo notó ahora. Pero no dijo nada.

— ¡Que bien! Regresé ayer por la noche, hoy mi suegro insistió en realizar una pequeña fiesta con unos amigos. Podrían venir y así nos ponemos al día ¿te parece?

— Lo pensaré.

— ¡Perfecto! Entonces nos vemos en la noche, tal vez. Ciao, Ciao.

La mujer se encaminó hasta el ascensor para dejar al español solo en la recepción del edificio. Suspiró, estaba decidido a no ir.

Entró en el pequeño negocio y buscó con la mirada su objetivo, el sector de los congelados, una casata de helado, que se consumiría solo, en menos de una hora escuchando Mägo de Oz y pensando en la mala idea que fue cortarse. Al encontrarlas seleccionó el sabor y fue a pagar.

Ya en la comodidad de su hogar se acostó en la cama colocando "play" en la música pausada dejando sonar fuerte y claro la melodía, giró la cuchara en su mano para luego proceder a comer el helado de chocolate suizo que había comprado.

Miró las notas pegadas deteniéndose en la de ayer, le parecía curioso que el lápiz utilizado fuera de color negro y no azul como las anteriores, además del cambio de firma. No debe ser por nada en especial. Pensó.

"¿Te has preguntado lo que es la felicidad? Yo creo que es algo duradero con pasajeros estados de euforia o tristeza. Por ejemplo, ayer, regresó a casa una persona muy importante para mí y, cuando la vi me dio ese "pequeño ataque de euforia" como si el tiempo que estuve sin ella no fuera feliz. Pero si lo era... Incluso lo seguiré siendo cuando ella se vuelva a ir.
Esto no es nada en especial, pero, tal vez deberías seguir esos pasos. Fuiste feliz con ella, y ahora estas en el lapsus de tristeza que te está consumiendo la felicidad constante que uno debería llevar. Y ahora retomo mi pregunta inicial.
¿Qué es la felicidad?
Porque para mí, la felicidad ajena me hace sentir bien. Entre esas, la tuya.
-Roma"

Luego de leerla una tres veces ya se había olvidado del helado y de la música. ¿Que era la felicidad? Para Roma era él. Abrió el primer cajón donde tenía los corazones guardados. ¿Su felicidad? Fue a coger hilo que tenía guardado en una caja hace unos años junto un montón de ajugas. Tomó entre sus manos un corazón y lo atravesó con la aguja enhebrada.

¿Su felicidad?

Ya no tenía felicidad, pero aferrarse a los corazones y notas de un tal "Roma" no sonaba como una mala idea para salir del hoyo en el que se estaba sumergiendo.

¿Qué es la felicidad?

Roma, voy a convertir a Roma en mi felicidad.