Tocó el timbre esperando a que le abrieran. Se había colocado la ropa más decente que encontró y arregló un poco el cabello, al final había decidido aceptar la invitación de la Señora Daisy. La puerta se abrió dejando ver a la alegre mujer.

— ¡Antonio! Bienvenido, pasa, pasa.

El español entró sintiendo el olor a canela que siempre poseía el hogar y saludó con la mano al Señor Rómulo que se hallaba allí sentado junto a Feliciano.

— Querido —dijo el mayor mirando a su nieto—. ¿No te molesta quedarte con Antonio? Con tu madre debemos ir a comprar unas cosas que faltaron.

— Suegro, primero deberíamos preguntar a Antonio si se quiere quedar. Además, Feli quería ir con nosotros...

— No importa, la silla es algo tediosa. Si a Antonio no le molesta por mi está bien —se encogió de hombros Feliciano.

La familia siguió hablando un par de cosas hasta tomar la decisión de que ambos, Antonio y Feliciano, se quedarían en el departamento mientras los adultos salían. Antonio se sentó junto al italiano en el sillón sin saber de qué hablar, ahora se arrepentía de haber ido.

— ¿Sabías que los colores tienen un significado? —preguntó Feliciano mientras doblaba un papel marrón—. El color marrón es, según yo, el color que representa a Lovino, aunque a él no le agrada que le diga eso... De todas formas, siempre está comprando accesorios de color marrón.

— ¿Por qué el marrón?

— El color marrón se asocia a algo, acogedor y natural. Pero también a lo amargo y la pereza. Tu conoces a Lovino, sabes que le viene.

Antonio asintió, al momento en que Feliciano dejó un gato hecho de papel en la mesa de centro y comenzó a hablar sobre el significado de diferentes colores y como atribuía estos en los integrantes de su familia y amistades. Antonio casi no le escuchaba, estaba mirando directamente a las figuras que hacía Feliciano con las hojas de colores. Luego de un silencio el italiano tomó un papel rosado y comenzó el mismo proceso que los anteriores. Fue entonces que a al español se le ocurrió una idea.

— ¿Qué significa el color rosado?

— Se le atribuye a lo femenino y lo cursi. Pero no me gusta mucho ese significado —lo pensó unos segundos y luego lo miró—. Es un amor incondicional, inocente y fiel. ¿Por qué?

— Digamos que... A mi hermano le regalan corazones rosados. Solo tenía la curiosidad de saber que era eso —se encoge de hombros siendo consciente de que se notaba la mentira, sobre todo porque Feliciano rio cómplice.

— No estoy seguro. Pero seguro quién le regala esos corazones quiere mucho a tu hermano o, si se me permite, lo ama.

¿Amar? Eso debía ser una broma, Roma no me amaría, no tendría razones para ello.

— ¿No hay otra opción?

— Tal vez sea una linda amistad. ¿Qué otra razón podría tener? Por ejemplo, mi hermano todos los días le deja notas y un corazón rosa a alguien de la escuela no me ha dicho quién, pero dijo que se conocen desde niños y que tenía una relación algo... Interesante. Lovino siempre estuvo enamorado de esa persona.

— Esa persona... ¿Lo sabe?

— Yo creo que sí —dejó un gato rosado sobre la mesa.

La puerta se abrió sonoramente seguida de algo contundente caer al suelo y una maldición. A los segundos se asomó Lovino arrastrando un gran bolso negro.

— ¡Buenas tardes Lovi! —saludó Feliciano a su hermano con una sonrisa y estiró los brazos esperando un abrazo que nunca llegó.

— No estoy de humor Feli, quizás después —dicho eso siguió por el pasillo hasta que desapareció.

Antonio se miró las manos sintiéndose ignorado y poco importante. ¿Por qué había decidido ir? ¿Por qué había accedido en quedarse?

Solo estaba de intruso en esa familia completamente constituida, era como un ciervo entre leones.