Corazón XII.
Antonio se había levantado más temprano de lo normal, fue al baño para darse una ducha rápida si preocuparse tanto de que el agua estaba helada o que casi no quedaba jabón. Luego volvió a su habitación para colocarse el uniforme, tomar su mochila y correr a la cocina donde sacó una caja individual de leche y un paquete de galletas, ya iba saliendo cuando sintió la voz de su hermano.
— ¿Ya te vas? Son las seis y media recién —Joao parecía estar con la resaca de su vida y a Antonio le causó algo de gracia.
— Lo sé, pero ya me aburrí de estar acostado —contestó como si nada y salió.
Cuando entró al salón de clases se percató con algo de alegría que era el primero en llegar y que la nota junto al corazón ya estaba en su banco. ¿Qué tan temprano llegaba la persona que le dejaba las notas?, desdobló el papel que era algo más grande que los anteriores y se sentó para leer.
"Supe que no leíste la nota de ayer por culpa de Sadiq (lo voy a golpear algún día) y tampoco sé si vayas a leer esta pero ya que, me estoy arriesgando a que cualquiera lea estas cosas cuando deberías ser tu el único que las leyeras. Joder, odio esto.
Bien, lo que te iba a escribir; No te creas muy importante ni nada, porque me da lo mismo si has hecho caso a alguna de las cosas que he escrito para subirte un poco el ánimo. ¡Y no es porque me importes! Es solo que me molesta ver tu cara de muerte cada vez que nos topamos, y no, esto no es una especie de despedida ni nada porque tengo prohíbido dejar de mandarte estas mierdas.
Espero que lo leas (o no lo leas, me da lo mismo).
- yo".
Antonio rio un poco, aunque no entendió muy bien a lo que iba la nota, la guardó en su bolsillo y se quedó mirando el corazón de color rosa, en estos momentos se preguntaba seriamente si el color tenía algo en especial o simplemente la persona no tenía otro color.
La puerta se abrió dejando entrar a un compañero que había llegado, suspiró y guardó el corazón para luego acomodarse sobre la mesa y dormir, después de todo tenía más de media hora antes de que comenzaran las clases... O ese era al plan.
—Antonio, disculpa que interrumpa tu idea de dormir, pero me gustaría hablar contigo un poco —dijo la voz de quién había recién llegado, el español levantó la vista para caer en cuenta que frente a él estaba quién fue su mejor amigo.
— ¿De verdad? ¿Aún te importo, Francis?
— Oui, somos amigos desde ni—.
— No —le cortó—. Éramos amigos. Dejamos de serlo cuando poco a poco te fuiste distanciando de mi sabiendo que estaba pasando un momento difícil.
— Lo sé Antonio, lo sé —suspira—. Pero he estado hablando con Gilbert y nos preocupa como has estado...
— Debieron pensar eso antes de dejarme solo cuando más los necesitaba.
Dicho esto, Antonio se levantó y salió lo más rápido del salón hacía algún lugar vacío donde no lo molestaran. Lo que menos necesitaba ahora era que sus amigos quisieran una reconciliación.
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