Corazón XI.
Cuando llegó lo primero que hizo -y que se había vuelto costumbre- fue ver su banco y en busca de los corazones y notas, pero no había nada. Absolutamente nada, procuró no demostrar su asombro o decepción y tomó asiento como si nada dejando su mochila sobre la mesa para luego recostarse sobre esta.
Ya se aburrió de ti.
— Oh, Pareces muy calmado. Al parecer no te importaba mucho las tontas notas que te dejaban ¿verdad? —dijo Sadiq sentándose frente a él—. Pobre chica, debe estar desilusionada.
Antonio no se atrevió a mirarlo y simulando estar dormido aguantaba las ganas de golpear al turco porque estaba seguro de que él había tomado la nota. La mano de Sadiq se posó sobre la cabeza del español agarrando sus cabellos para obligarlo a mirarle.
— ¿Quieres que te lea lo que te escribió tu acosadora? —silencio—. ¿Acaso te importa lo que te escribe una loca? —silencio—. ¿No? Bien, entonces no importa si me deshago de esto.
Sadiq lo soltó y se levantó caminando al basurero tirando el corazón junto a la nota. Antonio volvió a acomodarse en su mesa restándole importancia, porque eso no debía importarle.
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