Estaba por salir del edificio cuando fue interceptado por el Señor Vargas que le rodeo los hombros con un fuerte abrazo.
- ¡Toño! ¿Te llevo a la escuela? -preguntó el mayor con una sonrisa contagiosa... Menos para Antonio.
- No se preocupe, puedo ir solo -respondió soltándose con el cuidado de parecer grosero, aunque las ganas no le faltaban-. No quisiera ser una molestia para usted o sus nietos.
- No eres una molestia hombre. Supe que estabas mal de salud y no me gustaría que te pasara algo en el transcurso a la escuela.
Lo que menos quería Antonio era que fueran amables con él solamente por lastima, aguantando las ganas de irse dejando el tema por acabado a la fuerza, embozó una forzada sonrisa.
- Le agradezco la preocupación, pero no me pasará nada.
El italiano giró la vista un poco deteniendo al español con otro abrazo. - ¡Lovino! Intenta convencerlo de que venga con nosotros.
El susodicho se recargó un poco en la silla de su hermano el cual le mira como esperando que la conversación acabara con la respuesta de Lovino, al parecer de Antonio, Feliciano estaba tan aburrido como él con la insistencia del Señor Rómulo.
- Si el bastado no quiere, no insistas -comenzó-. Él ya es grande y se puede cuidar solo, además vamos a llegar tarde por tu culpa. Ya deja al idiota tranquilo.
Dicho eso retomó el camino a los estacionamientos llevando a su hermano con él. El mayor soltó un suspiro y se disculpó con Antonio yendo por donde se fueron sus nietos.
Fastidiosos.
Suspiró al ver el corazón y la nota sobre su banco, al momento que la iba a tomar otra mano los agarró, miró al culpable con aburrimiento recibiendo a cambio la burlona mirada de Sadiq.
- ¿Qué? ¿Te molesta que tome la notita que te deja una cualquiera? -preguntó con una media sonrisa divertida.
- La verdad me da igual -Antonio se sentó demostrando desinterés, aunque algo en él le decía que reclamara lo que era suyo.
- Entonces no importa que lea en voz alta lo que está escrito ¿cierto? -hubo un silencio no solo entre ambos, sino también entre todos los presentes-. Lo tomaré como un no -desdobló la nota y la leyó en silencio primero para luego toser falsamente y leer en voz alta-. "Disfruta de la vida, hay mucho tiempo para estar muertos".
Volvió a reinar el silencio hasta que Sadiq comenzó a reír a carcajadas siendo seguido por el resto de los compañeros. En estos momentos Antonio reclamaba a gritos silencioso algo que lo ayudara a salir de aquella situación vergonzosa.
¿Dónde están tus amigos?
El toque suave de la puerta interrumpió la risa y por la entrada se asomó Lovino.
- ¿No ha llegado su profesor? -preguntó.
- ¿Lo vez aquí idiota? -contestó el turco acercándose de manera amenazante, dejando la nota sobre el banco de Antonio, quién lo tomó y guardó de inmediato.
Nadie dijo nada al momento que la puerta golpeó a Sadiq y Antonio tuvo que reprimir la sonrisa divertida que se quería asomar de sus labios.
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