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Corazón VII.

Antonio se sentía fatal, el estómago le pedía gritos algo de comer, pero su cuerpo se negaba a levantarse, su cabeza daba vueltas y no sentía el calor en su cuerpo. Su hermano ya se había ido a su trabajo -lo cual le sorprendía-, y él no había asistido a clases.

Que fastidio.

Tomó su móvil buscando el número de alguien que le pudiera ir a ayudar, pero nada, no había nadie. Sus contactos se limitaban al número de su hermano, emergencias y el número de su madre ¿por qué? Masoquista.

- Me voy a morir -le dijo al aire intentando levantarse, fallando en el intento y cayendo sobre su cama-. Moriré solo y en silencio. Lenta y dolorosamente.

Das lastima Antonio. Das pena. Das asco. ¿Por qué sigues viviendo? ¿Por qué aún estas aquí? ¿Cuál es el propósito de seguir con vida?

Comenzó a jugar con las mantas y a esconder su rostro entre las almohadas como esperando que le muerte viniera y llevara su alma al infierno. Si no lo buscas, no lo encuentras. Pero Antonio no buscaba morir, espera con impaciencia que esta llegara ya sea en un accidente, en sus manos o en manos ajenas.

El timbre sonó taladrándole los oídos, ¿Quién en su sano juicio toca la puerta a las diez de la mañana? Se negaba ir a abrir ya que -se supone- que no hay nadie en casa.

Por qué tu eres nadie, por supuesto.

Resopló con fastidio ante la insistencia y se levantó a duras penas, todo le daba vueltas y tenía ganas de vomitar, vomitar las tripas porque no tenía otra cosa dentro de sí. Abrió la puerta y se encontró cara a cara con el Señor Rómulo y su hermano que se mantenía en pie solo porqué el mayor le sostenía.

- Correo de correspondencia -dijo el italiano con una sonrisa-. Lo encontré ebrio a unas cuadras de aquí, supongo que es mejor tenerlo en casa que medio muerto en la calle.

Antonio asintió y todo quedó en silencio unos segundos.

- Lo dejaré adentro -Rómulo hizo un ademán de entrar, pero Antonio le cortó y paso sus hombros por el brazo libre y casi inerte de Joao.

- Lo haré yo. No se preocupe.

Hizo un esfuerzo sobre humano para llevar al mayor dentro dejando a Rómulo fuera y su vista alejada de su infierno. Dejó a Joao sobre el sillón y volvió a su habitación.

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