Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

12. Reto o prenda

Alex

Eso de estar ayudando a Chloe a recibir invitados no era lo mío, odiaba fingir buena cara cuando todo lo que quería era patearle el culo al mundo y largarme a una esquina donde no llamara demasiado la atención, pero que pudiera tener todo el panorama cubierto con solo un vistazo era algo favorable. Aun así, cuando mi invitada llegó, vi la excusa perfecta para escabullirme.

La pelirroja contoneaba sus caderas para caminar sin siquiera darse cuenta, lo de ser el foco de atención era algo normal en su persona. Se quedó parada en medio del salón intentando ubicarme, ajena al hecho de que yo ya la tenía en la mira. Paseó la vista por los invitados, con claras intenciones, una presa, no había que conocerla muy bien para saberlo. Ella era como un libro abierto y eso, lejos de ser negativo, causaba doble de efecto.

Con mi usual paso lento y calculador, caminé hasta ella y la tomé del codo a modo de saludo, esperando alguna reacción de su parte.

—Campeón —dijo sin verme, todavía estaba con su vista como un radar—, ya te había visto así que todo ese paripé de chico seductor no te funciona conmigo. —Antes de que pudiera preguntarle cómo era que me había visto sin dar ni una sola señal de ello, continuó—. El problema no eres tú, tranquilo, es que yo soy indescifrable cuando quiero.
Tonto de mí, pensando lo contrario.

Solté aire por la nariz, como quien suelta una risa sin ganas al darse cuenta de algo que todo el tiempo estuvo en frente.

Al fin se detuvo, aunque no fue exactamente en alguien, sino en algo. Se volteó para darme un beso en la mejilla, como hacía siempre para saludar. Ese gesto tan sencillo siempre me pareció arriesgado, era como si la persona que lo llevara a cabo estuviera tan ligera de complejos como una pluma, libre y sin miedos hechos ataduras que la sujetaran ante la posibilidad de ser dañada, y fuera repartiendo un poco de vida y calidez, danzando entre la gente sin preocuparse por que un golpe desviara su camino.

—Esta noche planeo emborracharme, así que espérame aquí, que ahora vuelvo.

Palmeó mi pecho y se perdió entre el gentío, mas no tardó en volver y arrastrarme al grupo.

Llevaba un rato esperando a que Andrea diera la cara en su propia fiesta, pero al parecer tenía cuestiones más importantes que atender. No sabía en qué se estaba tardando tanto y eso me tenía inquieto. El único que pudiera haber estado justificado para desaparecer sería yo, después de oír la semejante proposición que me había hecho hecho su habitación. 

¿Quieres ser mi novio? Había preguntado con total inocencia, sin darse cuenta que sus palabras podían tener repercusión real en mí.

Eso jamás se iría de mi cabeza, le daría mil vueltas al compás de los latidos acelerados de mi corazón y no me cansaría de escuchar de sus labios aquel deseo hecho realidad, aunque a medias. Podría reproducir la misma escena un millón de veces y aún así me iba a seguir sacando una de esas sonrisas estúpidas que tanto me esforzaba por mantener a raya.

Sentí el peso de una mirada sobre mí y enseguida levanté la vista, como si ya supiera de quién se trataba. Me miraba sin medir los segundos. Y cuando esas cosas pasaban, el signo de interrogación nublaba mis pensamientos.

¿Era un tal vez?

Por supuesto que le hice saber que me había dado cuenta de su escrutinio, cosa que la hizo tragar saliva visiblemente nerviosa, incluso desde mi posición.

Ella estaba en el piso de arriba, al inicio de las escaleras, apoyada en el pasamanos mientras hablaba con Chloe, probablemente de Anabella ya que por segundos en los que alternaba su mirada con su interlocutora, parecía querer abrir un hueco bajo sus pies, además, era lo único novedoso de por aquí, no había que ser muy listo para darse cuenta. Esta última notó la ligera desviación de mi atención y en un acto demasiado atrevido, me arrebató el vaso del que estaba tomando para terminarse la bebida de un trago. No hizo ni una sola mueca de desagrado, demostrándome que iba en serio con lo de querer emborracharse, tampoco le entró la tos del principiante, lo que quería decir que tenía la experiencia suficiente. A cambio me dedicó una sonrisa, dicho gesto se robó el amago de una mía, que supe ocultar rápidamente pasando mi pulgar por mi labio inferior.

No me había propuesto nada, pero confiaba en su capacidad, así que acepté sin necesidad de palabras. Ella notó que su acción había tenido la respuesta que esperaba, entonces decidió hacer otro movimiento que, de no conocerla, probablemente me hubiera sacado un poco de onda. Puso una mano sobre mi pecho sin ejercer presión, se inclinó lo suficiente para que su boca quedara al mismo nivel de mi oído y susurró de manera insinuante, casi provocativa.

—Conozco esa mirada que intentas ocultar, campeón, llevas un rato buscando a alguien y parece que al fin la encontraste. —Hizo una breve pausa y, a pensar del barullo que teníamos alrededor, pude sentir cómo se relamió los labios antes de hacerme la propuesta—. Esto se me da de maravilla, déjame ayudarte.

Joder, cualquiera pensaría que estábamos a pundo de algo, y que fuera todo lo contrario me causó diversión. Solté una carcajada a manera de respuesta, haciéndole saber que aceptaba su artimaña para obtener la atención de Andrea, y para qué mentir, también para darle inicio al teatro desde ese momento.

Había invitado a Bella a la fiesta por dos razones, primero porque era mi amiga, la única que tenía sin ninguna intención morbosa de por medio, además de Chloe, y segundo, porque sabía que lo que tenía preparado sin duda alguna, Andy no se lo esperaba, después de todo tener en tu fiesta de cumpleaños a la hija de la protagonista real de la película que tanto amas y a la que tantas lágrimas le has regalado, no era algo que se te daba todos los días.

Lo cierto era que Bella había tenido muy buena aceptación en la fiesta gracias a su carisma, no necesitaba mi ayuda, ella se integraba de maravilla. Siempre portaba esa sonrisa que gritaba seguridad y confianza en sí misma, y que, a su vez, trabajaba como un imán tanto en hombres como mujeres. No podían evitar ocultar la fascinación ante semejante figura, ni siquiera yo.

La había conocido en una de las últimas carreras clandestinas en la que había participado, ella me había quitado el primer lugar y eso me había puesto de mal humor, después de todo, que la nueva me destronara en mi propio reino, había sido un duro golpe para mi orgullo. Pero cuando se anunció al ganador por los altavoces, no pude evitar voltearme; voceaban el regreso de Fire a las pistas de carreras, el regreso de la supuesta leyenda, una de la que tanto había escuchado hablar, algo totalmente absurdo teniendo en cuenta los años que habían pasado desde su retiro, pero que aun así hizo que la multitud explotara.

Entonces, en lugar de simplemente marcharme, casi más porque la curiosidad pudo conmigo que por hacer lo correcto, regresé sobre mis pasos. Recuerdo que de un tirón le arrebaté mi casco de las manos a James, el encargado de todo aquel terreno, para entregárselo yo mismo al ganador, era una regla inviolable y a la vez una especie de trofeo, la entrega del casco del invicto a quien, una vez haberlo despojado del título, se convertía en el nuevo campeón de los suburbios.

Al llegar a su lado, fue el momento de revelar su rostro a todos. Los silbidos y vítores no tardaron en aparecer cuando dejó libre su cabellera rojiza, sin dejar lugar a dudas que ella era la sucesora legítima de aquel nombre. Una sonrisa de orgullo adornó sus carnosos labios ante la emoción de la gente, aceptando aquella especie de alabanza, no solo por ganar, sino porque, otra vez, había ganado una mujer.

Entonces fue muy claro el porqué de la euforia ante la mención de su seudónimo, si bien ella no era la verdadera Fire, seguía siendo la hija de una leyenda de los suburbios, de la inolvidable Riley Morgan, por lo tanto, heredera legítima no solo del título y la fama, sino también de la figura.

Esa noche portaba un enterizo de cuero negro que se ajustaba a cada curva bien pronunciada en la esquisita delgadez de su cuerpo tonificado. Y sus pies estaban resguardados dentro de un par de tacones de piel negra, dándole ese aspecto de chica indomable.

Se volteó hacia mí, exigiendo su premio con una sonrisa mordaz en sus labios. Giré los ojos con fastidio. No me quedó más remedio que estirar los brazos para entregarle mi casco, prometiendo internamente que lo iba a recuperar más pronto que tarde.

Su mirada era de un azul tan hipnotizante como dos topacios, poco usual teniendo en cuenta el patrón que seguía su físico.

Volvió al gentío y mirándome de reojo hizo una reverencia a manera de burla.

Harto de aquel teatro, decidí largarme. Abroché mi cazadora para retomar mi camino justo en el momento en el que vi por el rabillo del ojo cómo estiraba su mano en mi dirección. Enarqué una ceja pero ella no desistió. Me erguí, queriendo demostrar mi mal carácter a través de mi genio y finalmente la estreché. Su agarre era fuerte, firme, toda ella era puro magnetismo.

—Soy Bella y ha sido un gusto competir contra ti —sonrió, y lejos de lo que esperé, sin ningún rastro de superioridad, más bien, divertida—. Veamos qué tanto demoras en recuperarte, campeón.

Me había retado sin conocerme ni un poco. Y mi espíritu competitivo, pero sobre todo mi orgullo, no dejaría escapar la oportunidad de una revancha.

Sonreí de lado, sacando a relucir mi lado egocéntrico.

—Ten cuidado, que con el bloque de hielo correcto no solo te puedes chocar, sino también apagar. —Le guiñé un ojo como despedida antes de dar la vuelta y comenzar a caminar rumbo a mi moto—. Será un placer hacerte morder el polvo, pelirroja.

Conectamos al instante y después de eso coincidimos muchas más veces, logrando crear una buena amistad, no solo en las carreras, sino también dentro y fuera del instituto cuando los dos teníamos tiempo libre o nuestros horarios coincidían. En una de nuestras cortas conversaciones me llegó a confesar que había aceptado el intercambio estudiantil no solo por la buena fama que tenía nuestro instituto, sino porque aquí estaba gran parte de la historia de su familia y le interesaba mezclarse un poco en lo que había sido la vida de su madre.

Ese recuerdo me llevó de nuevo a la cumpleañera, puesto que aún no le daba a conocer su sorpresa. Sacudí la cabeza con diversión cuando me di cuenta de que venía hacia nosotros como si la música de fondo le diera ganas de comerse el mundo.

Le guiñé un ojo a Bella y ella me devolvió el gesto lanzándome un beso al aire.

Chloe se puso en medio del camino, cortándole el paso a Andy. Lo que le dijo no lo pude escuchar, pero no le hizo ni pizca de gracia porque de pronto parecía hervir en rabia. Comenzaron a intercambiar palabras y yo me sentí como un acosador, así que enseguida cambié la vista, concentrándome en cualquier otra cosa.

Después de un momento, no le quedó más remedio que seguir la indicación de Chloe. Enseguida las perdí de mi radio de visión debido a la cantidad de gente que había en el salón. Sin embargo, bastaron unos minutos para lograr ubicarla nuevamente. Me arrepentí al instante de haberlo hecho. Apreté los puños, sintiendo un enfado inexplicable comenzar a calentar mi estómago de manera desagradable. Andrea se dirigía hacia el patio e iba a la cabeza, seguida muy de cerca por el imbécil de su ex. No pude ver más porque Bella me lo impidió.

Conforme los minutos pasaban, la incomodidad se hacía presente en mi garganta y cada músculo de mi cuerpo. La sangre me estaba hirviendo, parecía que mis venas se habían hinchado bajo mi piel, quedando a punto de explotar, solo esperando un último movimiento de parte de aquel hijo de puta.

Había osado manosearla y besarla frente a los demás, y lo que es peor, frente a mí. Como si tuviera el derecho, como si todavía fuese alguien importante en su vida.

Con la idea fija en mi cabeza, di un par de pasos fuera del círculo que habían creado a ambos lados de la pelirroja. Pero el cálido tacto de alguien me detuvo, por un segundo pensé que había sido Chloe, pero no.

—¿A dónde crees que vas? —intervino Bella con tono recriminatorio.

—Tengo cosas que resolver.

Me soltó únicamente para cruzarse de brazos y poner su mejor expresión de "¿en serio?". Pero con la velocidad a la que trabajaba mi cerebro me pareció más bien un "hazlo si tienes los huevos bien puestos".

—Sí claro, ¿vas a sacar la basura, no? —Hizo un mohín, haciéndose la inocente—. Pero las cosas no las puedes hacer a lo bruto, o dejarás el rastro de suciedad por toda la casa y el mal olor arruinará la fiesta.

Gruñí como si fuera un animal encerrado. Si bien no lo había dicho con ese objetivo, su comentario no pudo ser más acertado.

De imprevisto y a una velocidad que me dejó fuera de onda, rodeó mi cuello con sus brazos, poniéndo su mejilla contra la mía y su boca a la altura de mi oído, de nuevo fimgiendo seducirme. Enseguida me tensé, no me gustaba la cercanía a menos que fuera yo quien la hubiera provocado.

—Este es el momento perfecto. —Su voz fue un susurro, igual que una melodía perfecta para calmar los sentidos que se habían puesto a la defensiva por el enfado—. Tenemos público a la espera del espectáculo. así que haz lo que te dice la experta. Rodea mi cintura y atrae mi cuerpo al tuyo, muestra que el mando lo tienes tú, de ese modo van a creer que soy otra de tus conquistas. —Hice exactamente lo que me indicó, tal cual lo haría un niño obediente cuando quiere obtener algo a cambio. Podía sentir el ritmo de su respiración calamada debido a la cercanía, pero nada más que eso. Deslizó su rostro para que quedara frente al mío y sonrió pícara—. Ahora toca el beso, pero no te alarmes campeón, no me interesa nada de ti más que una amistad sincera, así que esfuérzate por que el teatro sea lo más creíble posible.

Sus finos dedos se aferrarnon a mi nuca antes de hacer el movimiento maestro. Sus labios jamás tocaron los míos, pero para cualquiera que lo viera desde el frente o la espalda, creería que estábamos besándonos en medio del salón. Claro que la mayoría estaba demasiado concentrada en sus propias conquistas y no prestaban atención al espectáculo, pero estaba muy seguro de que el objetivo lo había visto. Casi podía sentir el peso de su mirada en mi espalda.

Bella se separó y con el mayor cuidado posible para no ser descubierta, miró por encima de mi hombro. Me guiñó un ojo, confirmando el cierre del telón. Yo le regalé una sonrisa cómplice.

Una hora después, cuando parecía que todas las reservas de alcohol se habían agotado, una Megan muy chillona apareció en la puerta siendo escoltada por dos tipos vestidos de negro y una expresión muy seria en sus rostros, dándole ese aspecto inconfundible de gorilas defensores, cada uno con dos barriles en las manos, ganándose una ovación por parte de todos en la fiesta, incluida Andrea, que hasta levantó los brazos para celebrar.

Apreté los labios, inconforme con su actitud. Estaba borracha, esa era la explicación porque hasta hace unas horas la odiaba y ahora que estaba de alcohol hasta el pelo, se le había olvidado toda la mierda por la que le hicieron pasar. Me esforcé por ignorarlo. Hice los últimos dobleces por las líneas imaginarias que había trazado sobre la hoja para terminar de formar la flor, casi por inercia, sin quitarle la vista de encima a Andy.

Andrea siempre había tenido buena tolerancia al alcohol por lo que tardaba incluso más que yo en emborracharse. Así que verla de esa manera, chillando de alegría cada que la pelota no caía dentro del vaso, y abrazando a cuanta persona le pasaba por el lado, me daba una señal de la cantidad que había bebido.

Bella estaba en el mismo camino, ellas y Chloe se habían vuelto el trío inseparable, lo que me llevaba a pensar que realmente no había visto nada de lo me había esforzado por fingir hacía un rato, o bien se lo había pasado por el culo sin darle ninguna importancia.

No pude evitar apretar el vaso rojo entre mis manos hasta que casi tuvo los bordes unidos.

—¡Chicos, vamos a jugar a algo! —gritó alguien, después tropezó con el brazo del sofá y casi pierde el equilibrio.

Comenzaron a hablar unos entre otros sin darse cuenta de que em realidad estaban gritando. Hasta que alguien dominó el gentío, y tuvo que ser nadie más que Bella.

—¡Reto o prenda! —anunció, dándome una mirada se soslayo. Por experiencia sabía que después de eso no podía venir nada bueno—. Todos los que estén en el salón son propensos a caer en las redes del juego. —Metí la flor en mi bolsillo, auxiliándome de sus dobleces para que no se arruinara. Estaba listo para marcharme de allí y volver cuando todo hubiera terminado para ayudar a limpiar el desastre—. ¡Así que ya saben, las gallinas que huyan y los valientes que vengan a divertirse de verdad!

Me detuve en seco. Ella sabía muy bien cómo hacer cada movimiento para dejarme plantado en el mismo puesto y sin opciones a tomar.

Me había retado.

—¡Yuju! —Se escuchó como respuesta de una casi inconsciente Chloe, y después le lanzó un beso al aire a la pelirroja.

—La famosa sí que le sabe —tuvo que soltar Andrea, a ese punto no supe definir si su aporte había sido un cumplido o qué.

Mientas tanto la pelirroja me miraba con una sonrisa en la que claramente se leía, de nuevo, a que no tienes los huevos, y una ceja enarcada, a la espera de que cayera dentro de sus redes.

Elevé la comisura derecha de mi boca, dándole una media sonrisa que no dejó lugar a dudas de mi respuesta.

Ella me había retado, frente a todos y yo jamás perdía contra nadie.

—Que comience el juego —murmuré para mí mismo.

Andrea

Estaba mareada, muy mareada, de hecho. Conforme los minutos pasaban, los valientes cumplían sus retos y los atrevidos hacían volar sus prendas, sentía que aquella habitación poco a poco se convertía en una sauna. Mi cerebro estaba adormecido pero tenía la sensación de que a la misma vez, trabajaba a toda velocidad, y por eso ya ni lo determinaba. Hacía rato que mi inteligencia se había ido de paseo junto con mi dignidad, así que ni siquiera pensé en que todos me comerían con la vista.

—Uuuyyy, pero tu turno aún no llega guapaaa. —No supe si realmente habían alargado la vocal o todo era producto de mi cabeza, dándome ánimos a mí misma para, con movimiento torpes y descoordinados, deshacerme de la blusa, quedándome solo en el sujetador negro.

No es que tuviera las tetas más grandes del instituto, pero de que resolvían para revolver a la manada de lobos hambrientos, lo hacían. Y lo que me apetecía en ese momento era llamar la atención.

Alcé los brazos, celebrando mi acto de valentía y lancé la prenda por encima de mi cabeza. Sonreí de medio lado, embelesada, cuando sentí el peso de una mirada taladrándome el pecho.

Bien, la presa ha mordido la carnada.

Era una inmadurez de mi parte querer darle celos, pero la buena noticia era que jamás me había importado demostrar madurez.

Bella giró la botella y cuando apuntó a mí, casi por inercia, me puse de pie, lista para deshacerme de la otra prenda. La habitación me dio vueltas y tuve que llevarme una mano a la frente.

—Ey, ey, detente preciosa. La cumpleañera eres tú, pero el juego lo llevo yo así que tu reto irá acompañado de un regalito —me informó la pelirroja con un guiño, hice un saludo militar a pesar de ver su cara borrosa.

En las condiciones que me encontraba, poco me importó el cambio de planes.

—¿Alguna sugerencia?

—¡Cinco minutos en el paraíso! —alcahueteó Chloe.

—¿No que eran siete?

Pero ignoraron como un resto fecal a quien hizo la pregunta.

No esperé a ver quién me seguía, me daba igual, solo quería a alguien para resolver el problema que me tenía la cabeza revuelta. Así que caminé directo al cuarto de los instrumentos de limpieza, que estaban después de la cocina y antes de la salida al patio.

Dentro todo estaba completamente a oscuras, así que al estar de espaldas, no me dio tiempo de ver el rostro de la persona que me haría compañía antes de cerrar la puerta.

—Para dejártelo claro —intervine antes que nada pasara, estirando mi brazo en señal de stop—. Esto solo será un calentón, necesito sacarme de la cabeza a alguien que tiene prohibido estar ahí, así que si crees que lo puedes soportar, bien, si no, adiós. No estoy para flojos.

Escuché que resoplaba una risa y giré los ojos con poca paciencia, aunque no pude evitar pensar que aquella presencia me resultaba familiar. Solo rezaba para que no fuera el baboso de Luke.

A pesar de que afuera la fiesta seguía andando, ahí dentro la oscuridad hacía que el silencio se sintiera mucho más denso, por eso fue fácil escuchar cómo se movió en mi dirección.

De nuevo, me pareció que esa tensión ya la conocía de algún lugar.

Con una calma casi dolorosa, posó una mano en mi cintura para acercarme de un tirón a su cuerpo. Detuve el choque con mis manos sobre su pecho. Se me escapó un gritito de sorpresa y esa fue notificación suficiente para que mi cerebro se diera cuenta de que mi cuerpo debía despertar. El conocido dolorcirto que aprieta el estómago cuando los nervios te atacan, hizo su acto de presencia.

Tragué saliva suavemente, esperando el siguiente movimiento. Lo hacía mucho cuando estaba nerviosa. Juraba incluso que podía sentir su respiración en mi oreja a pesar de que todavía su rostro estaba a una distancia prudente.

Sin emitir palabra alguna, posó una mano en mi rostro y, a pesar de que las mías seguían en el mismo lugar, intuí, por la firmeza de su pecho, que los músculos de sus brazos estarían igual de duros y marcados. Sus dedos se deslizaron con parsimonia por mi mejilla, dando una fugaz caricia a mi cuello antes de apoderarse de mi nuca, aferrándose a mi cabello para mover mi cabeza a su antojo y darse mejor acceso a mi cuello.

Me sostuve de su antebrazo, un tanto ansiosa. Pensé que me besaría, se suponía que era el siguiente paso, pero no fue así. Pasó su lengua por el borde de mi oreja y con esa simple acción, sumada a los sonidos que emitía su garganta al abrir la boca o utilizar la lengua, mandó un cosquilleo por todo mi cuerpo que hizo que se me erizara la piel y hasta el nudo entre mis piernas.

Mi boca se volvió agua, anhelando más. Hasta que sus dientes se apoderaron del lóbulo. De pronto mi transpiración, ligada con el alcohol, parecía ser gasolina para el más mínimo roce, y no tenía miedo a prenderme en fuego a manos de un desconocido.

Su pelvis estaba a la altura de mi estómago, así que, dadas las circunstancias, no era un secreto que él tenía las mismas ganas. La mano que tenía en mi cintura la deslizó hasta mi culo y fue como un golpe de realidad, estaba haciendo lo que dije que no volvería a hacer, enredándome con cualquiera.

Fue inevitable que el malestar borrara cualquier vestigio de lo que hubo antes. Quise apartarlo de un manotazo pero de nuevo, no hizo lo que esperaba. Suspiró resignado, como si se hubiese dado cuenta de mi lucha interna. Pegó su frente a la mía, haciendo ligera presión, antes de separarse y levantar su rostro para depositar un beso donde antes estuvo su toque.

Me dio la espalda y se fue, dejándome atontada y con repentinas ganas de llorar. Tal vez fue que esperaba más de él o quizá todo lo contrario y ese último contacto era el cariño que tanto anhelaba mi corazón, pero al final, no podía enojarme porque se marchara, era solo un desconocido y yo estaba lo suficientemente borracha como para no recordar eso mañana.

Sorbí por la nariz, por si se me había aflojado algún moco, y me encogí de hombros, resignada. Metí las manos en los bolsillos traseros, como quien va a patear una piedra en el camino, reafirmando mi actitud conformista. Pero algo llamó mi atención. No sé en qué momento, pero había dejado algo en mi bolsillo. Sonreí como estúpida ante la perspectiva. Nunca había recibido algo así de nadie, mucho menos de un chico. Era una tonta sin remedio que se emocionaba hasta por un pedacito de papel doblado, pero no me importaba.

Me apresuré en salir de la oscuridad y cuando Chloe quiso abordarme, me escapé al único lugar tranquilo de la casa en aquel momento, el cuarto de baño de mi madre. Me senté sobre el retrete con la flor de papel en las manos, girándola para verla desde todos los ángulos. En algunos lados sobresalían trazos con tinta, así que la curiosidad pudo conmigo. La desdoblé con cuidado para después poder dejarla igual. Se me escapó un jadeo de sorpresa al ver su contenido. Y yo no sé qué esperaba encontrar en el interior, pero sin duda alguna, no aquello porque, de todas las personas del mundo, ¿quién sería el loco capaz de dedicarme las líneas de una poesía?


Ay Alex, así no se juega, macho. Te vas a quemar, después no digas que no te advertí.

Andrea la más tolerante al alcohol🤡

¿Han hecho alguna locura bajo los efectos del alcohol?

¡Nos leemos en el próximo!

Recuerda votar antes de irte, ¡gracias!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro