Escenas eliminadas
¡Holaaa! Esto va dedicado a Danger2002lis, Naranja_Amarga y valerianayarithperez, los usuarios que pidieron este apartado. ¡Muchas gracias por leer el libro! ❤
Esto de aquí es la primera introducción, titulada "Misma flama". La escribí hace varios años, sorry si la encuentran medio deforme:
Varios rayos se dejaron ver entre la negrura que había en el cielo, y los truenos escandalosos no dudaron en acompañarlos. Sólo se escuchaban los quejidos de los árboles al ser maltratados por el viento, esparciendo un susurro sombrío en una suave melodía que ni los pájaros se atrevían a entonar.
Nubes oscuras se arremolinaban en el cielo mientras aquella pareja se observaba, sin decir nada, estáticos, dejando que las lágrimas comunicaran todo lo que sentían en esos momentos de angustia, en esos instantes en los que su vida parecía estar acabándose.
A un lado de la habitación yacía de pie la joven de cabellos azules, cuyas lágrimas se convertían en trozos de hielo al impactar contra el piso. Sus ojos celestes observaban al muchacho frente a ella de forma melancólica, quien, con una triste sonrisa en los labios, intentaba tranquilizarla.
Sus emociones de odio resultaron efímeras, tal y como el humo que empezaba a colarse por las rendijas de las ventanas, producto del fuego que los ciudadanos se encargaron de encender alrededor de aquella estructura. Esa noche, dos corazones se iban a quemar en el vapor efímero de los sentimientos que no fueron aceptados.
Dos corazones condenados.
—Norian... —pronunció la chica con delicadeza, mientras los picos de hielo se esparcían a su alrededor. El chico la miró con ojos compasivos, acortando la distancia entre ellos para sujetar su rostro y dejar que sus lágrimas se unieran, creando caminos que alguna vez desearon recorrer juntos, pero que ahora sería imposible.
—No llores Lessa... —le susurró, recorriéndole las mejillas con su dedo pulgar para limpiarle las lágrimas. Su compañera hundió la cabeza en su pecho para hallar conforte, tan sólo quería ahogarse en su presencia antes de que el fuego los alcanzara.
Afuera se oían los abucheos de las personas, vociferando maldiciones en contra de los jóvenes cuya existencia estaba a punto de desparecer. Y ahí estaban los dos, aferrados al otro como lo único que deseaban mantener, pero también como lo único que las demás personas querían destruir.
—¿Y ahora qué va a pasar, Norian? —Su voz era quebradiza—. La guerra es cada vez peor, los ejércitos van a destruirse entre sí luego de esto. Aquí termina todo.
—No, la guerra no me importa ahora... —Él le alzó la mirada y le regaló una tierna sonrisa, a lo que ella frunció el ceño a modo de disgusto ¿cómo era posible que sonriera en un momento así?—. Este no es el fin. Es el comiendo de algo nuevo.
—¿A qué te refieres? ¿Norian... que no ves el fuego? —Lessa endureció su voz, mientras sus lágrimas seguían cristalizando, ahora débilmente, el piso alrededor de sus pies. El muchacho simplemente la volvió a acercar para que no se fuera.
—Sí veo el fuego, Lessa —afirmó con voz más suave, pero temblorosa al ver que el humo se volvía más fuerte y convertía el aire en no apto para respirar—. ¿Recuerdas lo que te dije hace unos días? —Ella asintió—. ¿Qué te dije?
—Que estaríamos juntos... —murmuró ella, bajito, con la voz de quién cuenta un secreto en un lugar silencioso, a la vez que entrelazaba sus manos discretamente— que estaríamos juntos p-para siempre.
—Y-y así es... —El muchacho tosió al sentir el humo entrar con mayor furia a la pequeña habitación, mientras la temperatura subía debido a las llamaradas de fuego que estaban envolviendo el castillo—. R-recuerda el collar que tu abuela te dio, somos uno.
La joven enfocó sus ojos azules en el collar en forma de gota que colgaba de su cuello. Era de color azul, un tono que identificaba las generaciones del reino de hielo, de su raza. Era una reliquia que siempre perduraba con el pasar de los años. Luego clavó sus ojos en el collar de su compañero, el cual mostraba la figura de una gota invertida de color rojo, que al unirse con la de ella, encajaban perfectamente.
—Tu abuela dijo que estaríamos juntos porque así es que...
—¡Pero el destino se equivocó! —lo cortó de tajo— y ahora vamos a morir.
—L-Lessa... —suspiró el chico, sujetándole el rostro entre las manos. Tenía miedo de lo que estaba a punto de pasar, y el sudor que recorría parte de su rostro no mejoraba las cosas. Pero ya nada importaba, sólo quería pasar sus últimos segundos con aquella chica que llegó a amar con todas sus fuerzas—. Lessa, te prometí que estaríamos juntos... sólo hay que esperar.
—¿E-esperar a qué Norian? —espetó la chica, queriéndose zafar del abrazo pero a la vez queriendo permanecer en aquella posición. Ambos sabían muy bien que sus vidas habían llegado a un tope del que no podían huir—. ¿Esperar a qué? ¿a qué el fuego nos consuma?
—No... —Le dio un beso en la mejilla—. Esperar a un nuevo comienzo. —El muchacho sujetó sus collares y los encajó perfectamente, tal y como sus emociones se unían en un solo y diferente corazón, lleno de un amor por el que desgraciadamente estaban a punto de morir—. Es un ciclo que sigue, c-como nosotros... —Norian la abrazó más fuerte al ver como las llamas de fuego penetraban en el cuarto—. S-sabes que te quiero Lessie...
—Y yo a ti. —La joven trató de no enfocarse en el fuego, hundiendo su cabeza en el pecho de su compañero mientras él también la abrazaba, enfrentándose juntos a las consecuencias de sus actos. Pero no había sido su culpa, intentaron odiarse pero les fue imposible; esa emoción destructiva había sido remplazada por su opuesta, terminando envueltos en ella sin remedio.
La calidez entre ellos se había vuelto una.
El fuego derribaba la estructura lentamente, pero por un instante, sus miradas cristalizadas se encontraron por última vez. Una sonrisa haló de los labios de ambos al pensar en todas las cosas que habían pasado para llegar a ese punto, de todas las gracias, de todos los besos, de las peleas y sobre todo... de aquellos momentos en los que se sentían tan especiales por estar juntos.
Sus corazones iban a arder en una misma flama.
Y luego desparecerían como el humo.
Excepto aquella emoción tan fuerte que los ataba.
—T-te amo, Lessa.
—Te amo, Norian...
Y ahí, la estructura zarandeó con fuerza mientras las llamas de fuego penetraban al interior de la habitación, derribando la estructura pedazo por pedazo frente a los tristes ojos de aquellos jóvenes, cuyas fuerzas se desvanecían progresivamente al estar dentro de esa condena injustificada.
Sus cuerpos ardieron en una misma llama, consumidos por el odio de aquellas injurias en su contra, desvanecidos ante la maldad de la guerra. El fuego consumía todo lo que alguna vez fueron, y serían, en un espectáculo brillante que se repetiría hasta hallar un final.
Era eso.
El principio del fin.
Ahora vamos con las escenas del propio libro. Advierto que algunas están bien feas. Otras sí siento que están medio bien, pero como que no encajaban. En fin, aquí van:
Esta primera es del cap "Esclava de la censura", al inicio. Antes iba a empezar con Norian caminando solo por el bosque el (porque había encontrado la salida sin ayuda, muy improbable XD).
El revuelo en Argenea había dificultado mucho la huida de Norian, pero gracias a su agilidad había podido escabullirse por recovecos oscuros, así que por eso mismo ahora estaba recorriendo la zona más densa del bosque para llegar a Vellania. Esconderse de los soldados esta vez no había sido tan fácil, pues habían duplicado la vigilancia, pero aun así era casi imposible detener a Norian Archer cuando estaba pensando en su hermana.
«Tara...» pensó con desespero, apartando ramas y moviéndose con rapidez con tal de minimizar los cortes. No quería llegar más herido de lo que estaba y terminarla de preocupar. Se limitaría a explicarle el riesgo de la situación para luego, habiendo empacado suficientes cosas, irse de ahí cuanto antes, sobre todo con las posibilidades de que Terrance regresara a aumentar las fuerzas defensivas.
Tenía que lograrlo, tenía que seguir adelante. No podía detenerse ni siquiera por el ardor en sus extremidades inferiores o los cortes superficiales que estaba recibiendo en la mejilla. No. Todo eso pasaba a segundo plano cuando la vida de su hermana estaba sin protección. La llevaría a la torre de control junto a Lessa.
Lessa...
Oh, no.
Recordarla hizo que la misma punzada de culpa de antes le atravesase el pecho, como una daga filosa que para su desgracia se le hundía más con cada uno de los recuerdos que evocaba. El llanto de la chica. La frialdad con la que le habló. La cachetada. Sus ojos dolidos...
«¿Por qué a mí me duele tanto? No debería importarme...» se cuestionó, tan tenso que los árboles empezaron a temblar en torno a él, como si dentro de ellos hubiese un ser vivo luchando por escapar. Eran reflejo de la lucha interna de Norian y sus emociones ávidas por ser aceptadas.
¿Pero aceptar qué? Si no sentía nada... no debía sentir nada. Los sentimientos lo habían hecho sentir miserable y por eso se rehusaba a volver a darles cabida en su existencia. Ser autodestruido por algo dentro de su propio cuerpo era una forma muy patética de sufrir.
—Y aun así me sigue doliendo... —farfulló con rabia, con las manos apoyadas sobre las rodillas para recomponerse. Había parado de correr desde hace unos minutos y el cambio había sido tan repentino que los pulmones acababan de desincronizársele. Así que aunque odiase reconocerlo, debía hacer una pausa.
Mientras tanto, la naturaleza alrededor de él empezó a latir con menos intensidad, un fiel reflejo de las palpitaciones del chico y de cómo uno a uno los jadeos le abandonaban los labios. A su vez, una ligera coloración rojiza luminosa había dominado las raíces de los árboles de mayor tamaño, por lo que algunas chispas de la misma tonalidad se desprendían de ellas y pululaban en el aire como copos de nieve llameantes.
En esos instantes Norian protagonizaba un entorno que muy bien se parecía a una pintura del infierno, pero de todas formas, muy a pesar de lo peligroso que se pudiese ver, o del calor sofocante atrapado en la vegetación, entre sus jadeos y temblores Norian percibió la presencia de otro flujo de energía mucho más potente que el de las plantas.
El de una persona.
MAKSKSKSKDDK (Imaginen que estos grupos de letras locas son los separadores. Sí, así los pongo cuando estoy escribiendo AJAJAJJSJSJSJ).
Hincada en el piso, envuelta en una capa de hielo y con lágrimas gélidas recorriéndole las mejillas, Lessa gimoteaba débilmente en un vago intento por sentirse mejor, pero por el contrario, lo único que conseguía era lastimarse más con el recuerdo de las palabras de Norian.
—¿De verdad todo lo que dijiste fue mentira?
—Sí —lo oyó decir—. ¿Qué vas a hacerme, eh?
Oírlo hablar con tanta desfachatez la había llenado de coraje, la misma emoción iracunda que la había exhortado a darle una cachetada. Pero ahora ya no se sentía igual de fuerte y dispuesta, tampoco lo suficientemente firme para encararlo cuando regresara. Era como si poco a poco algo dentro de ella misma estuviese consumiéndole el poder.
¿La vergüenza, quizá?
La vergüenza de haberse ilusionado con alguien como Norian, de haberse... enamorado.
Al darse cuenta sus mejillas invocaron una coloración carmesí, y de nuevo la cara empezó a arderle con intensidad. Sí. Se había enamorado del muchacho. Le gustaba muchísimo. Tara había tenido razón, y ya le era muy difícil esconder el ritmo errático de sus pulsaciones cada vez que Norian se le acercaba. Norian.
Pero ese sentimiento también era la causa de su dolor, ya que si no hubiese sido tan estúpida como para ilusionarse con simples atenciones, en ese momento no estaría retorciéndose de la vergüenza a mitad de su cuarto, con una capa de hielo a su alrededor cuyo crecimiento alcanzaba una velocidad inconcebible. Se extendía a un ritmo tan raudo que el congelamiento de toda la habitación ya era una realidad inminente.
Abrumada, con las manos trémulas se aferró a la pata del escritorio que tenía enfrente, y luego apoyó la cabeza en la superficie dándose un ligero golpecito. Estaba esforzándose por recordar todos los momentos lindos con Norian para ver si hallaba consuelo, pero cuando lo lograba, la confesión que acababa de hacerle aparecía cual monstruo gigante y destruía todas sus ilusiones.
Estúpidas ilusiones, sólo eran antecedente de la decepción.
Con eso en mente, de manos entre rabiosas y cansadas deshizo el peinado que el joven le había hecho, y después de sentirse satisfecha se puso en pie para verse reflejada en el cristal de la pared. Su aspecto era penoso. Cualquiera que la viese en ese momento sería incapaz de asociar a la soldado Astral Lessa con la imagen tan deplorable y cansada que ahora tenía, pero sí, desgraciadamente era cierto: ella se veía así, y como existía el riesgo de que Norian llegase decidió secarse las lágrimas para volver a empacar sus cosas.
No quería que notase lo mucho que le había dolido. Porque, ¿qué le diría él? ¿qué debía enfocarse en lo que realmente importaba? Lessa ya sabía que en circunstancias así las emociones pasaban a segundo plano, y que la relevancia recaía en sobrevivir y revelar los secretos, pero más allá de una soldado, ella también era una persona con emociones incontrolablemente efímeras. Por eso era tan difícil mantenerse a raya luego de lo que acababa de vivir.
Y ni siquiera sentía la presencia del hechizo guía.
Estaba tan sola.
A lo mejor ese era su destino.
La tristeza mutó a enojo, pero como no quería filtrar sus emociones se mantuvo impertérrita mientras guardaba cosas en su mochila. Si Norian llegaba no quería ser descubierta llorando, no si así él descubría lo mucho que le importaba su opinión. Iba a congelar sus emociones otra vez para que no volviesen a interferir en sus planes.
Sin embargo, la aparición de una voz femenina deshizo su inexpresividad al instante:
—¿Por qué te cubres, Lessa Astral?
Mskskdkd
—¿Q-quién anda ahí? —cuestionó Norian, con el ceño fruncido y las manos dispuestas a atacar a quien fuera que estuviese a acechándolo entre las sombras. Podía sentir la presencia de alguien, estaba seguro—. ¡No te tengo miedo! ¡Sal ya!
—Vaya, vaya, no pensé que te fueses a poner igual de violento que la primera vez.
—¿P-primera vez?
—¿Cómo estás, Norian Archer? —Una mujer con toda la cara oculta tras un velo apareció entre las sombras, y pese a reconocerla, el vellano retrocedió tan rápido que terminó cayéndose al piso. La mujer rio—. ¿Te ayudo?
—¡N-no! —Se arrastró violentamente hacia atrás, todo mientras la naturaleza se tornaba purpúrea y empezaba a estremecerse—. Usted... ¿qué hace usted aquí otra vez? ¿Acaso está espiándome?
—¿Hay algún problema del que quieras hablar, Norian?
—¡R-responda mis preguntas!
—Ya veo, ya veo. —La mujer se agachó para jugar con las flores, para lo que tuvo que sacar una mano debajo de su manto de cuerpo completo—. ¿Por qué le dijiste eso a la chica?
—¿Q-qué? —Norian sonrió, iracundo—. ¡¿Me he estado espiando?!
—Sólo digo lo que veo en tu corazón.
—¡Está loca! —El vellano se puso en pie para irse, pero ver la cabeza de la mujer apuntándole directamente lo congeló en su sitio. ¿Cómo una mirada ciega e incierta podía atemorizarlo de esa forma?—. ¿Q-quién es usted? ¡Dígame!
—Te sientes culpable.
—¿Eh?
Ella rio. Norian odiaba ese sonido.
—Te sientes culpable por lo que le dijiste a la chica.
Él quiso argumentar en contra, pero como su tartamudeo nervioso hizo reír a la mujer terminó gruñendo y cruzándose de brazos, impotente.
—Puede... puede que me sienta culpable, está bien —aceptó de mala gana, para luego mirar lo que parecía ser el rostro de la fémina misteriosa—. Pero, ¿y qué? No podemos ser amigos.
—¿Puedo preguntar por qué?
—Mm.
—¿De nuevo estás huyendo, Norian Archer?
—Usted no lo entiende —espetó enojado—. Es muy fácil para usted seguirme como una acosadora y luego regañarme por lo que hago mal, ¿pero sabe cómo me siento?
—Si me lo dijeras sería más fácil —se rio.
—¡Ese es el problema!
—¿Cuál? ¿Qué tienes miedo de que te conozcan?
—N-n... —El chico calló a mitad de su intervención al no saber cómo argumentar, limitándose a encogerse en sí mismo con la cara roja y los ojos cerrados. Se sentía patético.
—¿Aceptas que ese es el problema?
—E-ella es el problema.
—¿Por qué?
—¡Porque...! P-porque...
—Anda, te escucho.
—¡Porque es demasiado buena! ¿Está bien? —estalló, al tiempo en que abría los ojos para detallar a su acompañante—. N-no... n-no entiendo por qué me quiere tanto, por qué le importo, por qué es paciente y dulce conmigo. Incluso me dijo que me quería, maldición. —Golpeó el árbol en el que recostaba la espalda—. Todo eso me hace sentir tan extraño... todo eso...
—¿Te gusta?
La cara de Norian hirvió por el color rojo. Incluso sus mechones habían empezado arder de vergüenza.
—Te gusta...
—N-no, no me gusta. —Le dio la espalda para esconderse—. L-la odio hasta más no poder, yo, yo la odio.
—De nuevo estás cubriéndote.
—¡D-déjeme en paz!
—Estás rojo...
—¡Basta!
—No te ponías así desde hace un tiempo, ¿verdad?
—P-por favor, deténgase...
—¿Por qué te cubres, Norian Archer?
(Estas escenas van demasiado rápido. Están bien feas hshhdhdd).
KAKSKSKSKS
Oír eso fue como una alerta para todos los sentidos de la argeneana, quien sin dudarlo giró sobre sus talones para descubrir quién era la dueña de aquella voz. Sin embargo, a mitad del proceso una fuerza incapacitante la detuvo, como si la hubiese congelado en el tiempo, para luego aventarla contra una de las camas con una fuerza abrumadora.
Pero a pesar del asombro Lessa no dio su brazo a torcer, por lo que se levantó para defenderse del enemigo. No sabía quién era, tampoco qué buscaba, pero si estaba atacándola no podía ser nada bueno, y con eso en mente fue que saltó hacia atrás para verle el rostro.
Pero de nuevo la misma fuerza la detuvo en el aire, y cuando Lessa quiso zafarse ya había sido estrellada contra la cama otra vez. Era el colmo.
—¿Quién eres y qué quieres? —jadeó, pero la única respuesta fue una risita—. ¿De qué te ríes?
—De ti, ¿no es evidente?
—¿Qué estás haciendo aquí?
—¿Por qué llorabas?
Lessa se sorbió la nariz.
—No es importante.
—Ah, ya veo. —Se rio—. Estás cubriéndote otra vez.
—¿Hent te envió aquí?
—No soy soldado se Hent, si eso es lo que te preocupa.
—¿Entonces qué haces aquí? —Lessa trató de darse la vuelta para descubrir su identidad, pero otra vez fue detenida. La misma fuerza invisible de siempre le volteó la cabeza hacia el espaldar de la cama—. ¿Por qué no me dejas verte? ¿Por qué te escondes?
—Lo mismo te pregunto yo a ti.
—Yo... —Lessa empuñó las manos—. Yo no me escondo de nadie.
—¿Ah, no? —Ante su pregunta retadora Lessa emitió un ruidito de negación—. ¿Y por qué no me quieres decir la razón de tu llanto?
—Ni siquiera sé de dónde saliste —murmuró contra una almohada—. ¿Cómo esperas que te diga eso?
—Bueno, bueno. Tienes razón. —Soltó otra insoportable risita—. Pero entonces, ¿por qué quieres esconder lo que sientes del muchacho?
—¿M-muchacho? —Lessa se separó de la almohada para mirar a su interlocutora, pero fue frustrada nuevamente. La impotencia de no verle el rostro la devoraba por dentro—. ¿Quién eres, eh?
—¿Quién eres tú?
—¿Podrías responder bien de una vez?
—¿Sabes? Esa determinación con la que intentaste atacarme antes... me parece fabulosa. —Por los vellos erizados en su nuca Lessa asumió que la mujer la estaba mirando. Qué injusto—. Si lucharas así en la batalla más importante, ya sabes, con seguridad, valentía, pasión... serías invencible.
—¿Cuál batalla más importante?
—La vida.
Lessa se encogió de hombros.
—Dime —siguió diciendo la mujer, con voz melodiosa y pacífica. Si no fuera porque no podía verla a la argeneana se le haría hasta agradable su compañía—, ¿por qué no luchas así en tu batalla más importante? ¿por qué no te dejas ver?
Lessa hizo un mohín, pero como estaba cansada de resistirse soltó un suspiro a modo de derrota.
—Por lo que piensan los demás —confesó sin tapujo.
—¿Por eso es que te querías esconder del chico vellano?
—¿Qué?
—Estabas pensando en evitarlo, ¿no es así?
—¿Cómo sabes eso?
—¿Entonces no es mentira?
La joven enrojeció, y como no quería seguir hablando hundió el rostro contra la almohada otra vez, con la única diferencia de que se cubrió el cuerpo con un cobija.
—¿Lo ves? De nuevo te estás ocultando.
—¿Es una hechicera?
—Tal vez.
—¿Qué quiere conmigo? —La voz de la chica sonaba amortiguada por su escudo de sábanas y cojines.
—¿Qué quieres tú con el muchacho?
Lessa volvió a enrojecer.
—¿No se siente horrible ocultarle tus sentimientos? ¿Por qué no quieres que él sepa lo dolida que estás? ¿Por qué no luchas con la misma determinación que usaste para atacarme?
—Porque no es tan sencillo, ¿entiende? —Lessa se hizo bolita entre las frazadas—. Si lo hago me estaría enfrentando a muchos riesgos...
—Son casi los mismos riesgos a los que te enfrentas cuando te mandan a misiones.
—S-sí, pero es diferente porque...
—¿Porque...?
—¡No lo sé! —chilló desesperada—. N-no quiero perder a Norian, no estoy lista.
—Te gusta.
—Me gusta —aceptó avergonzada—, pero ahora con lo que me dijo hoy no sé qué pensar, ¿sabe? No quiero que piense que soy una estúpida que se ilusionó.
—¿Por qué te sigue importando el pensamiento de los demás?
—Es que es difícil no enfocarse en eso...
—¿Y es eso lo que te hace no luchar por Norian?
—Me odia.
La mujer se rio, haciendo a Lessa rodar los ojos. Empezaba a hartarse.
—¿Acaso no sabes que él también se cubre?
Los ojos de la chica se iluminaron con esperanza, pero al darse cuenta se frustró. Aferrarse a las ilusiones sólo la volvería a lastimar.
—¿Cómo sabe eso?
—Sólo lo sé, Lessa Astral —pronunció su nombre con una lentitud tenebrosa—. Dime, ¿por qué no aceptas lo que sientes de una vez?
Kaksksk
—Ya le dije antes. —Norian se sostuvo la cabeza con las manos—. P-porque sigo teniendo miedo, ¿feliz?
—Te da miedo entregar tu corazón otra vez.
Los ojos del muchacho se humedecieron.
—Pero si no superas el pasado seguirás sufriendo. ¿Por qué no te das una nueva oportunidad? —La mujer hizo una pausa en la que al parecer siguió jugando con las flores—. A ella de verdad le gustaría verte con otra persona, que la superaras.
—¿Y-y si no?
—¿Y si sí? —Al ver que el vellano no respondía la mujer prosiguió—. Lo que realmente importa aquí es cómo te sientes tú, y si sigues mezclando el pasado con el presente tu futuro va a trancarse.
—Ya lo sé...
—¿Por qué no te disculpas con la chica?
Kkssksks
—Porque no quiero salir lastimada.
Kaksksskks
—Porque no quiero salir lastimado.
Kskskskss
—¿Y si él se siente igual? ¿Cuánto vas a esperar para dar el primer paso?
Kaksksks
—¿Y si ella siente lo mismo? Miedo. ¿Qué te asegura que va terminar lastimándote?
Kajskss
—No lo sé —respondieron al unísono.
Kaksksks
—¿No sabes? Esa no parece la actitud de la misma Lessa Astral que trató de atacarme. —Hizo una pausa mientras la chica soltaba un suspiro—. El miedo es el peor enemigo de la posibilidad. ¿No quieres confesarle lo que sientes? ¿No deseas ser correspondida más que nada?
—C-claro que lo quiero... —aceptó con flaqueza.
—Entonces arriésgate. Lucha como luchaste hoy. Porque ahí tirada, oculta de todos, no vas a conseguir nada.
—¿Y si sí me odia?
—¿Vas a morir por un rechazo?
—No, pero...
—¿Entonces? Ya te dije que el miedo era el peor enemigo de la posibilidad. Si lo intentas y triunfas, ¿cómo vas a sentirte?
—Increíble...
—Y si fallas sólo sigues viviendo.
Lessa meditó sus palabras un rato, como si tratase de construir una excusa. Pero era imposible. La mujer tenía razón: si lo intentaba tenía posibilidad tanto de ganar como de perder; en el primer caso todo sería lindo, y en el segundo... sólo tendría que esforzarse por superarlo. Era cierto. Estaba cansada de huir y no enfrentarse a las cosas.
—¿Qué me dices, Lessa Astral?
—Lo haré. —Lessa sonrió nerviosamente—. Pero con una condición.
—¿Cuál?
—Déjame ver tu rostro.
Al decir eso Lessa se volteó lo más rápido que pudo para verla, pero para su desgracia estaba sola en la habitación. La mujer había desaparecido sin dejar rastro.
—¿Entonces por qué no te arriesgas, Norian Archer? ¿A qué le tienes miedo?
—¡A-a que se vaya como Farren lo hizo! ¡A quedar solo de nuevo! No podría soportarlo, no soy tan fuerte, ¿entiende? —gimoteó—. Me ha costado mucho seguir adelante luego de lo que pasó como para volverme a arriesgar.
—¿Por qué piensas que Lessa se va a ir? —Ella rio—. Me parece que te ha soportado mucho como para abandonarte ahora.
—¿Qué tal si le pasa algo?
—¿No debes proteger lo que amas?
Norian enrojeció más.
—N-no la amo.
—Pero sí sientes algo.
—T-tal vez... —Se cruzó de brazos—. Tal vez sólo un poco.
—¿No es suficiente razón para disculparte con ella?
—No quiero que vuelva a pasar lo de la última vez.
—¿Entonces vas a dejar que la vida se te vaya sin haber intentado algo más? Imagina al Norian anciano arrepintiéndose de lo que no hizo. ¿No crees que entre esos arrepentimientos estarán no haberlo vuelto a intentar con otra chica?
Las mejillas del muchacho ardían en sobremanera.
—Si Farren pudiese verte la harías sentir culpable, porque por su muerte no has podido seguir.
—S-sólo la estoy honrando.
—Pero si ella te quiso tanto, ¿no querría verte feliz de nuevo?
—Sí...
—No te obligaré a ir más allá si no quieres, pero te pido que te disculpes con la argeneana. —La mujer le puso una mano en el hombro, y contrario a todo lo que había creído, Norian no sintió incomodidad—. Descúbrete ante ella, y muéstrame ese lado lindo, y dulce que tanto odias.
—Va a empezar a hacerme esas preguntas que me ponen nervioso.
—Respóndele.
—Va a abrazarme.
—Disfrútalo.
El vellano volvió las manos puños, molesto, pero a decir verdad no había forma de contradecir a la mujer. Lessa era una persona dulce que no merecía su odio injustificado, no era culpable de nada... por eso a lo mejor no fuese tan malo disculparse y ver qué sucedía después.
«Maldita profecía de Gneis» pensó embobado e impotente. Sí. Había terminado sintiéndose atraído por su rival del torneo.
—Está bien, me disculparé —aceptó al fin, pero la mujer no respondió nada. Había desaparecido.
(Digamos que me gustó la dinámica de estas escenas de arriba, pero no cómo las manejé. Prefiero el resultado final).
Vamos con la siguiente, que me medio gusto, peeeero se me hizo difícil manejarla. Era el comienzo del cap "Fugitivos de sí mismos" desde la perspectiva de Tara y Larry.
—¡Otra vez! ¡Otra vez!
Los ojos de Tara resplandecían con cada una de las demostraciones realizadas por el aprendiz de hechicero frente a ella. Lo había visto casi todo: desde la levitación de objetos, pasando por la creación de luz, hasta la construcción de ilusiones. Ese último truco era el que había captado toda la atención de Tara, y ahora no podía esperar a que Larry le diese otra función.
Él le había dicho que podía crear la ilusión que ella quisiera, con la condición de que el tamaño fuera pequeño. De lo contrario gastaría demasiada fuerza y aún no se terminaba de recuperar.
—Repite lo de las personitas —pidió Tara—. Pero esta vez quiero ver algo diferente, ¿puedes? ¿puedes?
Larry, sentado en el piso en posición de loto y rodeado de la oscuridad purpúrea que dominaba el cuarto, sonrió mientras asentía. Era muy lindo ver las centellas de fascinación en los ojos de la infante.
—¿Qué quieres que cree esta vez? —le preguntó, a lo que la vellana compuso una expresión meditabunda.
—¿Puedes crear lo que sea siempre y cuando sepas cómo se ve, no? —Ante la pregunta de la chica Larry asintió—. Entonces... ¿me darías un recorrido por el castillo de Vann? Ya sabes, con la ilusión.
—Hablando del castillo de Vann —empezó a decir Larry, haciendo movimientos circulares frente a él. De sus manos se desprendían centellas azules que le ilumimaban los ojos—. ¿Asistirás al baile? Tu hermano me dijo que iría con Lessa.
—¿Con Lessa? ¡¿La invitó a salir?
El aprendiz rio, concentrado en plasmar el aspecto del castillo con cautela. Era como moldear arcilla.
—No creo que sea una cita —fue lo que dijo, al tiempo en que sobre el piso empezaba a formarse una pequeña estructura luminosa. Una representación del castillo de Vann—. No sé si te ha comentado, pero tiene...
—Una misión importante que hacer, lo sé. —El tono de la vellana se volvió enfurruñado. Se había encogido de hombros y su mirada estaba menos brillante—. Pero me gustaría que fuera una cita. Así podría dejar de ser tan amargado, ¿no te parece? —Su sonrisa volvió.
—Aunque no lo creas Norian ya no está tan amargado.
—¿Ah, no?
—Cuando lo conocí era un poco menos conversador. —Ignorando el hecho de que el castillo ya estaba terminado, Larry abrió los ojos para mirar la puerta del balcón en el que Lessa y Norian hablaban—. Y me atrevería a decir que está cada vez más dispuesto a acercarse a ella. Son... ahora son más unidos.
—¿Así como en la ilusión?
—¿Cuál ilusión?
—La que creaste.
Frente a él la niña estaba señalando un punto en el piso, justo donde la ilusión del castillo de Vann había sido creada, pero para su desconcierto la imagen no mostraba la parte externa de la estructura, sino el interior, específicamente la sala principal que sería centro del baile. Allí en el medio, rodeados por las paredes altas y el brillo de los adornos plateados y azules, unas diminutas ilusiones de Norian y Lessa bailaban al compás de una melodía inexistente, sincronizados, absortos en otra realidad en la que sólo había espacio para ellos dos. Porque ni el tumulto de personas cercanas podía hacer que separasen los ojos de los del otro.
—Yo... yo no creé esa ilusión...
—¿Cómo que no?
De pronto, en un aciago contraste con la meliflua naturaleza de lo que presenciaban, minúsculas partículas de fuego hicieron aparición en el piso del castillo hasta convertirse en lenguas flamantes y bailarinas que fácilmente acabaron con la paz de los presentes. Fue así que empezaron a escapar en hordas desesperadas por las cuatro puertas del castillo, una huida que fue acompañada por gritos, llanto, y el sonido de la alarma de emergencias invovada por los hechiceros de élite.
«Yo no creé esto. Yo no creé esto» repetía Larry en su cabeza, sin saber cómo frenar la tan perversa manifestación de imágenes que presenciaban. Pero todo era en vano. Nada servía, ni los movimientos tradicionales para frenar ilusiones, ni el hechizo de afantasía que anulaba efectos mágicos. La ilusión parecía tener vida propia.
«¿Qué demonios está pasando?»
Pronto las personas dentro del castillo falso fueron desapareciendo de la escena entre enpujones y chillidos histéricos, así que al final, mirándose como si fueran dos enemigos de toda la vida, sólo quedaron Norian y Lessa uno frente al otro entre un escenario distópico. La antigua devoción en sus semblantes había sido manchada por la gota de la ira, acabando por reemplazar el amor por odio y miedo.
Odio de Norian y miedo de Lessa.
—Larry, ¿q-qué está pasando?
—N-no sé... yo...
Los Norian y Lessa de la ilusión empezaron a pelear.
—¡Quítalo! ¡Deshazlo!
—¡L-lo estoy intentando!
Lessa atravesó a Norian con una espada. El brillo era igual de potente que hace cinco años.
«¿Hace cinco años? No... ¿por qué?»
—¡Larry, q-quítalo!
La sangre, desparramada. El fuego, desatado. En la esquina, una figura roja sonriente.
«N-no entiendo... no...»
—¡Larry! ¡Larry!
Esa voz... ese dolor... ya ni siquiera podía sentirlo bien. La realidad se deshacía a retazos irregulares frente a él para meterlo en las profundidades de la ilusión de creador desconocido. La cantidad de fuego le otorgaba a la escena un nivel de feísmo tal, que muy bien podía asemejarse a un paisaje de la dimensión demoníaca. Porque en el piso en el que antes había bailado gente ahora danzaba la fuerza calorífica más potente de la tierra, que en no más cinco minutos había acabado con los adornos, las cortinas, las mesas con aperitivos y la felicidad de los dos jóvenes que seguían mirándose con fervor.
El fervor ardiente de sus propias almas.
—L-Larry...
—Me mentiste...
—¡Larry! ¡Larry, reacciona!
—I-iba a decírtelo...
—¡Larry!
—¡Mentirosa!
Ahí, todo ardió en llamas.
(Eso fue como una visión, una cosa rara ahí).
—¡Larry! ¡Larry!
Una sacudida brusca hizo al muchacho resurgir de su momentáneo enajenamiento. La confusión se cernía sobre su cabeza como una vil conquistadora, extendiendo sus redes envolventes hasta privarlo del movimiento. No podía moverse. Estaba demasiado agitado y confundido como para que su cerebro maquinase órdenes competentes, así que tuvo que limitarse a respirar profundo mientras observaba el preocupado rostro de Lessa sobre el de él, diciendo cosas que debido al eco de su propia respiración Larry era incapaz de oír. Sólo veía sus labios articular y algunas lágrimas crear cascadas por sus cachetes rojos.
«¿Qué acaba de pasar?» quiso decir, pero la lengua parecía haberle perdido conexión con el cerebro. Entonces lo único que pudo hacer fue echar la cabeza para atrás, jadeante, observando así a Norian de pie cerca de donde estaba. Tenía los brazos cruzados y un semblante medio indiferente, pero por sus ojos concentrados y la tensión que desprendía era sencillo para Larry deducir que estaba preocupado. Era difícil esconder emociones de un hechicero.
—Casi te nos mueres, brujito.
Esa fue la primera voz que pudo oír, pero en vez de llenarlo de alivio lo que causó fue hacerlo sentir extrañeza. Parecía la voz de Zeth, y efectivamente, pudo comprobar que había sido ella al distinguir su figura detrás de Lessa, que aún lo miraba con angustia.
(Sí, aparece Zeth por un momento, pero luego dije "Nah, que no aparezca todavía", y aja. La desaparecí. En el siguiente párrafo ya no está y quien sostiene a Larry es Lessa).
—¿Estás bien? ¿Estás bien? —pronunció nerviosa, agarrándole las mejillas mientras lo ayudaba a enderezar. Las manos en su espalda hicieron que Larry supusiera que Norian lo estaba ayudando también—. T-Tara empezó a gritar y cuando entramos...
—Estabas convulsionando —completó Norian. Su tono severo evidenciaba la gravedad de la situación—. ¿Estás bien? ¿Qué pasó?
—Y-yo... —Larry se sostuvo la cabeza para recordar los detalles, pero aun así de verdad no tenía cómo explicar lo sucedido—. Estaba haciendo unas ilusiones y c-creo que se me salieron de control. —Tomó aire—. Podría ser, mm, no lo sé...
—Efecto Manger. —Una voz familiar se abrió paso entre la capa de suspenso que recubría a los presentes, los cuales, al voltear a ver la procedencia del sonido, se encontraron con la figura de Zeth apoyada en la pared más cercana a la puerta. Al parecer acababa de llegar, y sus ojos generalmente traviesos se habían envuelto en seriedad absoluta—. Leí de él cuando intentaba hacerle una broma a la señora Main. Si haces una ilusión cuando estás distraído puedes quedar atrapado dentro de ella. En consecuencia, tu flujo mágico enloquece y te debilitas. El hechicero Gregor Manger murió experimentando con las ilusiones.
(¡Aquí retomé su aparición! :D)
(P.D: Usé el nombre de Gregor por Gregor Mendel).
Todos jadearon de asombro, y en respuesta la rubia, como si acabaran de desactivarle el lado serio e intelectual, soltó una risa burlona mientas rodaba sus espectrales ojos grises.
—¿Qué? ¿Alguien como yo no puede saber esas cosas? —Volvió a reírse, para después caminar con paso seguro hacia ellos—. Ya, quiten esas caras. No soy un fantasma. Les vengo a traer comida. —Señaló su bolso.
Lessa pestañeó dos veces para procesar la información. Lo que había hablado con Norian la tenía tensa y estresada, pero de verdad pensó que eso sería lo único con lo que iba a tener que lidiar. Pero no. Minutos después de haber terminado la charla Tara empezaba un griterío histérico, lo cual no sólo los había hecho correr despavoridos hacia la habitación, sino también descubrir a Larry dando arcadas en el piso con los ojos brillantes. Luego trataban de recomponerlo, y justo cuando las cosas empezaban a normalizarse Zeth aparecía de la nada para darle un susto así.
Porque quizá el resto de los presentes no lo supiera, pero esa niña tenía una obsesión por aparecer de lugares oscuros y asustar a las personas.
—¿Desde cuándo estás ahí parada? —preguntó la arquera.
—No lo sé —retrucó la rubia, justo antes de tomar asiento en la cama al lado de Larry. Lo miró—. ¿Estás bien? ¿Cómo se sintió la experiencia? ¿Viste una luz o algo?
—Ya estoy mejor, gracias. —Larry sonrió con languidez en un intento por calmar las cosas. Odiaba ver a las personas preocupadas por él, mucho más si era Lessa. Molestarla era inconcebible para él—. Creo... creo que tienes razón con lo del efecto Manger. Estaba algo distraído.
—¿Seguro que estás bien? ¿No te estás exigiendo demasiado? —insistió Lessa, acariciándole la mejilla con su habitual dulzura. Pero Larry no se enfocó en eso, sino más bien en la mirada demandante que Norian le dedicaba.
De inmediato entendió lo que le estaba pidiendo.
—Larry, Larry. —Lessa lo rodeó con llamados otra vez—. ¿Estás bien? ¿Seguro?
—L-la verdad es que... sí estoy un poco cansado —confesó, recibiendo un asentimiento complacido por parte de Norian. No todo el tiempo podía actuar en pos del bienestar ajeno siempre—. Pero nada grave, ¿bien? Zeth tuvo razón en lo del efecto Manger. Ahora sólo lo que tengo es algo de sueño, así que si no te molesta... voy a hacer lo de las pociones mañana en la mañana. Hoy quiero dormir temprano.
Detrás de Lessa, Norian sonrió.
Lessa lo abrazó fuerte luego de su respuesta, en el fondo un poco más tranquila. La firmeza en sus palabras la hacía saber que estaba siendo sincero por primera vez en muchos años.
Sinceridad.
—¿No sabes nada del caso?
—No sé nada del caso.
Lo que ella no tenía con Norian...
Al pensar en eso se crispó.
—Muy bien, muy bien. Muy bonito todo pero ya basta. —Zeth separó a Lessa y Larry de golpe, fastidiada—. Además de comida también les traje otra excelente contribución al grupo.
(Ay, en esto que viene no sé qué paso. Una locura. Regresé a donde Larry le dice a Lessa cómo se siente y después volví a la aparición de Zeth).
—Sí estoy algo cansado, pero revelar esos secretos es importante para mí —confesó, mirando a Norian mientras asentía.
—¿Desde hace cuánto estás aquí? —Lessa fue la que tomó la palabra, pero la rubia sól
—¡Estabas dando arcadas en el piso como un puto pez! —Zeth se rio de forma escandalosa—. En serio, en serio, debiste haberlo visto, ¡fue algo...!
—¡Zeth! —reprendió Lessa, cargando a Larry con ayuda de Norian para recostarlo en la cama—. ¿Podrías dejar de reírte y contribuir aquí? Larry casi...
—¿C-cuándo...? —interrumpió Larry entre tosidos, un poco más recuperado—. ¿Cuándo llegó Zeth?
—C-cuando te saliste de control —explicó Tara. Estaba usando las piernas de su Norian como asiento—. Acaba de llegar.
—Sí, y en vez de reírse debería contribuir. —Lessa volvió a agarrarle las mejillas a Larry luego de...
(Listo, aquí acaba esto. La siguiente escena es de cuando Norian vio a Lessa bailando a Larry).
Justo ahí maldijo para sus adentros, impotente y desesperado. No le gustaba ser el centro de atención, tampoco hacer ruido en lugares evidentemente silenciosos, así que el hecho de permanecer bajo los ojos de sus compañeros, sumado a su patético esfuerzo por recoger las herramientas tiradas, hacían de ese momento una completa tortura. Todo le salía mal.
Ya estaba a punto de refunfuñar de nuevo hasta que, cuando se le iba a caer otra de las herramientas, una mano se la sostuvo. Al seguir el camino del brazo Norian dio con una cabellera azul, y más arriba se topó con los ojos de Lessa. Había corrido hasta allá para ayudarlo.
—Lessa está planeando una sorpresa para ti —habló Larry, a lo que la chica le siseó—. Ya sabes, para el baile.
—Larry, cállate.
—¿Sorpresa para mí? —Norian miró a Lessa con diversión, quien para evadirlo agarró las cosas que tenía entre los brazos para acomodarlas en el anaquel—. Hey, hey... señorita argeneana, no me ignores.
—Larry es un mentiroso, es todo.
—Sólo digo la verdad. —El aprendiz alzó los brazos para indicar inocencia—. Si la hubieras visto, Norian, no paraba de hablar de ti mientas...
—¡Larry, cállate!
—Es para que a Norian se le quite esa cara de culo. Estaba celoso.
—¡No estaba celoso!
—¿Viste que Larry es un mentiroso? —interrumpió Lessa, aún acomodando las cosas en el estante.
—Sí, es un mentiroso —concordó el vellano—. Además, vine a hablar, no a pelear, así que... —Hizo una pausa, mirando a Larry a lo lejos. Se rascó la nuca—. ¿Podemos hablar un momento? A solas.
Lessa le dedicó una mirada interrogativa, pero el pelirrojo lo único que hizo fue decir un fugaz «ya vuelvo» antes de irse con Larry al fondo del pasillo del frente. ¿De qué iban a hablar que no la incluían? ¿Acaso Norian también estaba planeándole una sorpresa? Necesitaba saber, pero al mismo tiempo no quería interrumpirles la conversación, mucho más cuando se dio cuenta de que se metían a un cuarto.
El baño.
Bien, no iba a ser preguntas del tema.
(XDDDD)
(Esto que viene es de cuando Norian está conversando con tara de lo de Zeth).
«Un fantasma» fue lo primero que llegó a la mente de Norian, tan aturdido que se masajeó las sienes con afán. Sabía que ni él ni Tara eran expertos en codificación espiritual como para enarbolar ese tipo de hipótesis, como también estaba consciente de que de seguro Zeth, fuera un fantasma o no, no tenía razones para herirlos. Así que, ¿para qué preocuparse? No lo sabía. Trataba de convencerse de que todo estaba bien pero había algo en su pecho que no paraba de agitársele.
El corazón.
—Hermano...
—Estoy bien, tranquila. —Norian, notando que la joven se había sentado también, la empujó con delicadeza para acostarla y darle un beso en la frente—. Duerme. Voy a hacer algo allá afuera.
—¿Le dirás a Lessa lo que dije?
Norian no respondió, pues no estaba seguro de si era correcto interrumpirle la noche con un disparate así, además de que tampoco era de su agrado que luego de haber huido por lo del beso ese fuera su primer tema de conversación. Quería ser casual, disculparse por la huida y luego ver si conseguía hablar del tema, porque tampoco era como que quisiese dormir dándole vueltas a ese asunto.
—Iré a ver si le digo —optó por decir, dándole palmaditas en la cabeza—. Pero eso sí, tú tienes que dormirte. Si no, llamaré a Zeth.
La niña gruñó, y en respuesta, aunque no fuese visible, Norian esbozó una sonrisa. Era divertido molestar a quien siempre parecía tener las riendas de la situación cuando estaban juntos.
Pasado un tiempo, Norian se despojó de los cobertores y caminó a tientas hacia la salida. El almacén era un sitio grande con numerosos anaqueles grises únicamente separados por unos cuantos metros de distancia, el camino perfecto para que sólo un máximo de dos personas pudieran pasar estando lado a lado. En ese caso, como no sabía usar el sistema de iluminación tuvo que usar los anaqueles como guías hasta que por fin dio con la puerta.
(Aquí, en lo que viene, Norian ya está encerrado en el baño luego de ver a Lessa bailar con Larry).
Por Gneis, Norian había estado a punto de hablarle de fantasmas. ¡Fantasmas! ¿Quién iba a tomarlo en serio así?
—Lessa me pidió que le enseñara a bailar —prefirió decir el hechicero—. Dijo que habías aceptado bailar con ella mañana en la noche y por eso quería aprender.
Norian abrió la boca para decir algo, hasta lo más mínimo, pero no tuvo argumentos. Se había puesto triste por algo que Lessa estaba haciendo por él. Por impresionarlo en el baile. Pensar en tal cosa haló las comisuras de sus labios hacia arriba, y sin darse cuenta estaba sonriendo atontadamente con las mejillas color rosa. Su cabello también se había unido y ahora desprendía partículas de fuego cálidas a ritmo suave.
—¿Ella... lo hizo por mí?
—Sí, y...
(¿Esto de aquí? Ni idea, retazos locos 0.o).
—Ay, el amor...
—Voy a matarte, Larry.
El amenazado rio, a lo que el pelirrojo puso los ojos en blanco.
—No puedo creer que salí a hablar con Lessa y acabé en un baño contigo.
—No es tan malo. Podemos hacer muchas cosas aquí.
—Definitivamente estás lejos de ser mi tipo, Larry.
El hechicero le lanzó su pantufla.
—¡No me refería a eso, Norian!
El vellano rio, quedándose con esa sonrisa entre dulce y carismática que tanto lo hacía destacar. Las flamas en su melena se habían aplacado y por eso parecía un león ojeroso.
—¿Entonces qué quieres hacer?
—Alentarte a que hables con Lessa.
El guerrero bufó. El carisma acababa de disiparse.
(Lo siguiente es cómo Norian reacciona cuando Larry le dice que Lessa está enamorada de él).
—A-ah...
—Yo también me pregunto cómo pudo haberse enamorado de una cara de culo como la tuya, pero no, pues, cada quien.
—¡Larry!
El argeneano rio tan fuerte que le empezó a doler el estómago, y Norian, a su lado y con una mirada entre incómoda y divertida, rio también. Sus risas eran penosas y frustradas, como las de quien lucha por no ceder ante la diversión, pero al ver a Larry desplomarse en el piso no pudo retener una carcajada por más tiempo.
—¡No te burles!
—¡Dijiste que tengo cara de culo!
—¡Lo que importa es que a Lessa le gusta!
El vellano enrojeció, apartando la vista. Que Lessa lo percibiese como atractivo no era como que supiera manejar.
—Sí, sí, ponte rojo o como quieras. No es momento para estas cosas. —Larry lo pateó—. Sal y habla con Lessa. La facilidad que tiene para arruinar las cosas es increíble.
—Lo haré, está bien, pero no me golpees. —Apartó la vista, recordando algo importante. Aun así trató de disimular para no causarle miedo al argeneano—. Ehm, Larry... ¿puedo hacerte una pregunta?
—¿Cuál?
—Los seres de tipo espectral, ¿pueden tocarse y verse por mucho tiempo y por varias personas a la vez?
—Mm, no. —Larry se quedó dubitativo unos instantes—. No pueden permanecer en nuestro mundo por mucho tiempo, y generalmente no pueden tocarse. ¿Por qué la pregunta?
—Por nada. —Satisfecho con la respuesta, el vellano sonrió mientras se ponía en pie—. Salgamos ya entonces. Quiero hablar con Lessa.
(La pregunta fue demasiado rápido, wtf).
Kaksksksks
(Aquí Norian llorando por, de nuevo, ver a Larry bailar con Lessa. Me costó mucho canalizar su reacción)
El vellano quiso seguir desahogándose, pero fue imposible. Las lágrimas taparon sus oraciones y por eso de él no se oía nada más allá de sus gimoteos retenidos. Se sentía estúpido por no haber detenido las lágrimas. Es decir, ¿alguien que no podía ni con el llanto podría detener a Hent y a Terrance? Era tan improbable que siguió llorando, sin poder evitar que todos los recuerdos de Lessa asaltaran su mente, con la diferencia de que cada vez se veía más lejana...
¿Siempre había estado fuera de su alcance?
—N-Norian...
—Déjame.
(Diálogos sueltos, diálogos sueltos).
—Se ve tan bien contigo... eres perfecto para ella. Yo soy un desastre con patas. Cuando estaban bailando me sentí un poco... —Hizo una pausa para relamerse los labios, inquieto por lo que estaba a punto de decir. Bajó la cabeza y el rostro se le sumió en oscuridad—. Inferior. Me sentí un poco inferior.
Larry quiso intervenir, pero Norian habló antes.
—Sólo piénsalo, tú eres un hechicero a punto de graduarse y yo un estúpido guerrero de reserva. Ni siquiera puedo ir a misiones solo, tampoco puedo portar mi arma sin autorización. En cambio Lessa y tú son brillantes, inteligentes y responsables. Tal para cual. —Soltó un jadeo desganado—. Sé que es estúpido, pero eso fue lo que vino a mi mente.
Todo quedó en silencio tras la confesión. Pasaban los segundos y en el baño no se oía sino el ruido de sus respiraciones; Norian agitado y Larry tranquilo. Sus personalidades tenían más diferencias que cosas en común y aun así habían conseguido llevarse bien. En parte era sorprendente, pero lo único que Norian hizo fue bufar con arrepentimiento. A lo mejor los consejos de Larry tenían un límite y contarle algo así lo hubiera dejado sin palabras.
Era hora de arreglarlo.
—¿Sabes? Larry, olvida lo que...
—Ella lo hizo por ti —interrumpió el hechicero.
—¿Eh?
Norian alzó la cabeza para detallarlo, encontrándose con un Larry sonriente y la cabeza apoyada en la pared del espejo. Tenía los ojos fijos en la puerta, pero pasados unos segundos volteó a ver a Norian para repetir lo que había dicho.
—Ella lo hizo por ti.
—No entiendo.
—Ella me pidió que le enseñara a bailar porque quería hacerlo contigo mañana en el baile. No quería pisarte un pie o algo mientras bailaban. —Adquirió tono anhelante—. Y la hubieses visto... se veía tan contenta... por eso le estaba enseñando. Nos encontraste haciendo eso.
Norian no supo cómo responder. Había hecho un escándalo por algo que lo beneficiaba. Era estúpido, impulsivo como siempre. Bufó.
—Lessa estuvo hablando de ti en casi toda la práctica.
—¿En serio? —La voz del vellano fue suave, un susurro tímido e ilusionado.
(Diálogos sueltos...)
—Sé que es estúpido e ilógico que de nuevo me ponga así cuando me dijiste que hablara con ella normalmente, pero es que... —Bufó, levantando la vista. La boca le temblaba y tenía las cejas juntas—. E-es que cuando los vi ahí juntos, yo... la sentí muy lejana. ¿No crees que estaría mejor a tu lado? Vamos, eres un hechicero a punto de graduarse y yo sólo soy... un estúpido guerrero de reserva. Un cobarde, un...
—Genio.
—¿Eh?
—Desde que conociste a Lessa ella está más alegre, a pesar de las complicaciones que hayan tenido. Se ve feliz. —Larry le puso una mano en el hombro, a lo que Norian apartó la vista como un niño frustrado—. Antes Lessa era... parecida a un cubo de hielo, no tenía tiempo para nada. Siempre estaba entrenando. Pero tú, y sólo tú —dijo y lo señaló— fuiste el que logró sacarla de ahí, el que incluso la hizo rebelarse ante Hent. ¿Sabes cuánto idolatraba a ese hombre? Tus palabras la hicieron recapacitar.
(Próxima escena: De nuevo Norian en el baño asimilando lo que vio XD).
Por eso, y sólo por eso, dejó atrás el orgullo y dejó que Larry abriera la puerta. Para darle espacio de entrada Norian se apartó un poco, pegándose a donde estaba el espejo, pero pasaban los segundos y nadie aparecía. Incluso con suficiente espacio Larry no ponía un pie dentro.
Norian dio un paso al frente para preguntar qué pasaba, pero un cuchicheo nervioso entre dos personas lo detuvo. ¿Había alguien ahí además de Larry? De verdad quería preguntárselo, pero para su infortunio, antes de siquiera abrir la boca una joven de cabellera azul fue metida a la fuerza al baño, y justo cuando quiso salir la puerta fue cerrada de nuevo.
(Yep, en esta versión no habla con Larry en el baño, sino con Lessa).
Entonces la chica cayó al piso, con las facciones escondidas tras el cabello y las manos temblorosas. El pelirrojo a su lado también temblaba, sólo que de alguna forma se las arregló para gatear hasta la guerrera y confirmar que estuviera bien.
El acercamiento fue pausado y cauteloso, como si de súbito Lessa se hubiese transformado en un depredador del que había que protegerse. Y es que así lo sentía Norian. Estaba nervioso por estar en una situación así, molesto con Larry por haberlos encerrado, y sorprendido por la facilidad con la que las cosas se le arruinaban.
¿Qué había intentado? Hablar con Lessa normalmente.
¿Lo había logrado? No, en cambio había huido a un baño que ahora era la prisión de los dos.
Cuando por fin se puso a un lado de Lessa, sin previo aviso ella descubrió su rostro para detallarlo. Hundirse en la mirada del otro fue como un trance hasta que Norian apartó la cabeza, tan abatido que se echó para atrás.
(Me da mucha risa esto que pasa).
—Norian...
—S-sé que no hemos hablado bien desde lo que pasó en el balcón —dijo y siguió retrocediendo—, y realmente espero que no estés...
—U-un momento, Norian, no...
—Déjame terminar, en serio. —Cerró los ojos—. Me levanté para hablar contigo, y sé que huir por segunda vez complicó todo, pero...
—¡D-detente!
—¿Que detenga qué? ¿Qué pa...?
Un grito de sorpresa escapó de Norian antes de poder terminar su pregunta. Y no era que se hubiese caído o golpeado con algo, no. La razón de su alarido fue el chorro potente de agua fría que recibió en la cabeza. Había salido de la nada, tan rápido que ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar, así que su única reacción fue moverse a la derecha. Para su desgracia otro chorro, más frío y poderoso que el anterior, salió disparado hacia él apenas hizo ese movimiento, y cuando quiso huir alrededor de cinco chorros de agua ya estaban disparándole desde direcciones distintas.
—¡L-Lessaaaaa! ¡¿Qué mierda?!
—¡Y-ya voy!
No podía moverse. Los proyectiles de agua lo mantenían ahí tieso a su antojo, atacado por el frío y hecho bolita contra la pared. Por eso ver cómo Lessa, armada con una toalla de baño, corría hacia él, lo llenó de alivio. La joven se abalanzó sobre sus piernas para envolverlo con la toalla lo mejor que pudo, usando su cuerpo para taparle la parte del frente que la tela no alcanzaba a cubrir, de tal forma que el agua le diera a ella y no a él. Eso instó a Norian a apretarla entre sus brazos para servir también de protección.
—A-a... —Lessa tomó aire antes de gritar—. ¡A-afantasía!
De inmediato, los chorros perdieron fuerza hasta convertirse en débiles goteos esporádicos. Clip. Clap. Clip. Clap. El sonido de su chapoteo era cada vez más separado por periodos de mayor duración, así que antes de darse cuenta habían desaparecido por completo. Ahora, en la mitad del fondo del baño sólo estaban dos jóvenes empapados, tiritando y aferrados al otro como única fuente de calor.
Lessa estaba sentada sobre el regazo del chico, con las piernas a cada lado de su torso y los brazos en torno a su cuello. Norian, cuya cabeza y costados estaban cubiertos por una toalla, apretaba la espalda de Lessa contra sí en un intento por mantenerla tibia. Aunque de todas formas estaba gélida. El agua había hecho estragos en su cuerpo, y al quedar frente a frente el vellano distinguió lo pálida que estaba.
Pero aun así le sonreía...
El gesto fue tan contagioso que Norian sonrió también, atreviéndose a recorrer el costado de Lessa con su mano trémula. Empezó con dos dedos, que subían y bajaban por la cintura de la joven hasta perderse entre su cabello azul y apelmazado por el agua. Luego hizo la caricia con la mano entera y aterrizó en su rostro, amoldando su palma con la forma de la mejilla de Lessa.
Ella puso su mano sobre la de él, antes de juntar sus frentes. Entonces las gotitas e la frente de ella empezaron a deslizarse sobre la de él como corredoras ávidas por llegar a la meta. Pero eso no importaba. Todo fue a segundo plano para los dos cuando empezaron a reírse como niños.
Transcurrió un buen tiempo antes de que alguno se detuviera. Pero ya no había tensión. En cambio se respiraba paz, y aunque la temperatura y el entumecimiento fuera un elemento que distraía, ninguno separó los ojos de los del contrario.
—Es... esto es el sistema de baños en Argenea —explicó la chica, jadeante—. Si entras en esta zona es porque quieres bañarte, y los chorros aparecerán.
—Ya veo —jadeó Norian devuelta, echando la cabeza hacia atrás. Un mechón de su cabello se le atravesó en el rostro—. ¿Por qué tiene que estar tan fría, eh? ¿Los argeneanos son masoquistas?
—Los chorros aparecen por un portal conectado a alguna fuente de agua en Argenea, como ríos. —La chica le acarició los cachetes, a lo que Norian cedió—. Y los ríos están helados. Aunque depende de en qué temporada estemos.
—Lessa...
—¿Sí? —Escucharlo tan serio de pronto la puso nerviosa.
—Con respecto a lo que pasó en el balcón...
—Lo siento —interrumpió ella, con las cejas juntas y la cabeza baja—. No quise incomodarte, debí haberte preguntado si querías...
—Claro que quería.
Lessa no supo cómo responder.
—Es decir... —Norian le sostuvo el rostro entre las manos, y estar tan cerca de nuevo hizo que la exsoldado enrojeciera—. Claro que... c-claro que quisiera besarte, y voy a hacerlo.
Lessa quiso decir algo pero él la calló.
—Me refiero a que... —Norian cerró los ojos. Tenía que prepararse para lo que iba a decir—. A que de verdad quiero que sigamos juntos, como amigos, o lo que tú quieras —declaró, tembloroso—, p-porque me gus... agradas, y no sabes cuántas ganas tengo de darte ese beso que te debo. Cuántas ganas tengo de quedarme así contigo para siempre, cuántas ganas tengo de...
Ella le besó la frente.
—... de amarte, Lessa —concluyó el vellano, sintiéndose libre de un peso enorme—. Cuántas ganas tengo de amarte, eso era lo que quería decirte.
Lessa quedó paralizada en su sitio, sin saber si el temblor se debía al frío o a la sorpresa tras la declaración de Norian. Por Gneis misma, acababa de decir que le gustaba. Que sentía cosas por ella. Muy en el fondo quería lanzar un chillido de emoción o llenarle la cara de besos, pero se contuvo. No quería arruinar el momento.
—Pero...
Oír esa palabra alertó a Lessa. ¿Cómo que "pero"?
—Aún no estoy listo para tantas cosas. —El vellano apartó la cabeza, como si le incomodara admitir eso—. Cuando estábamos en el balcón, n-no... no era que no quisiese besarte. Era que no me sentía listo. Necesito tiempo para acostumbrarme a esto. —Aún con la cabeza a un lado Norian se las arregló para entrelazar sus dedos con los de la chica—. Entonces... si estás dispuesta a esperar hasta que esté listo...
Lessa se le quedó viendo, patidifusa. Las manos se le estremecían alrededor de la ropa del chico, y el vestido repleto de agua que le cubría el cuerpo no ayudaba a mejorar las cosas. No obstante, era su corazón el que causaba la mayor molestia. Con cada latido la enajenaba del entorno y dejaba como único protagonista de su campo visual a Norian, ese muchacho pelirrojo que, si bien en un principio había sido insoportable, ahora le parecía de lo más dulce. Ese chico fuego que había derretido el hielo en su corazón para hacerlo latir otra vez.
Ese chico fuego que amaba.
—Lessa...
—Claro que estoy dispuesta —dijo de pronto, sobresaltando al guerrero—. Esperaré por ti lo que necesites, todo el tiempo que quieras, p-porque...
Norian la interrumpió con un beso en el puente de la nariz. Luego la joven regresó las manos a las mejillas del guerrero, y él, por puro cariño, deslizó las suyas por los hombros de ella hasta entrelazar los dedos. En su trayectoria se topó con una pulsera.
Esa pulsera...
—¿Recuerdas la marca que tenía el asesino?
Esa conversación. Casi estaba a punto de olvidarla. Aunque, ¿cuáles eran las posibilidades de que Hent y Terrance estuviesen diciendo la verdad? Casi nulas. Era obvio que sólo querían hacerlos pelear. Y sin embargo, una pequeña parte de Norian no podía seguir tranquilo si no veía la piel bajo la pulsera de Lessa. No sabía por qué, pero desde que la había detallado no era capaz de apartar la vista.
Se le quedó viendo con tanto ahínco que Lessa se encogió de hombros con incomodidad, buscando tapársela, pero Norian la detuvo con una mano.
—E-ehm...
—Lessa.
—¿Sí?
Él la miró. El brillo de la valentía y la severidad era dueño de su semblante.
—¿De verdad no sabes nada del asesinato de Farren?
—Yo...
—¿Podrías quitarte el brazalete?
—Norian.
—Por favor. —La miró con autoridad, en el fondo intranquilo y nervioso—. Sólo quiero estar en paz, déjame ver que tienes debajo. Te lo pido.
Lessa apartó la vista y la mirada se le sumió en una oscuridad inquietante. Parecía una condenada a muerte, lúgubre y fantasmal.
Ya no se respiraba la misma calidez entre los dos, sólo el augurio de una pelea a muerte.
—Lessa...
—¿Confías más en la palabra de Hent y Terrance que en la mía?
—¿Ah?
Lessa lo miró. Destellos de decepción pululaban en sus ojos.
—Me pides que me quite la pulsera porque no confías en mí, y en cambio, sí en Terrance y Hent. —Se encogió de hombros—. Te dije que no sabía nada del caso y aun así sigues con esto, como si todo lo que hemos vivido no fuera suficiente para que...
—A-ah, no, no, lo siento. —Norian se sintió culpable por herirla—. Tienes razón, claro que confío en ti y no en ellos. Nunca me mentirías.
«Nunca me mentirías» repitió Lessa en sus pensamientos, quemándose de dolor muy en el fondo. Mentirle de esa forma tan descarada a alguien que confiaba en ella incluso con los ojos cerrados la hacía sentir miserable. En ese momento tenía las condiciones perfectas para arrepentirse y contarle la verdad, podía hacerlo y acabar con la tortura para no vivir sintiéndose culpable.
Pero no pudo.
La lengua se le congeló.
Aterrada.
—Lessa, ¿estás bien?
—Sí, sí, sólo estoy cansada, es todo. —Sonrió—. ¿Te parece si obligamos a Larry a salir de aquí?
—¡Suerte con eso! —se oyó a Larry desde afuera.
—¡¿Estabas escuchando?! —gritó Norian.
—¡Estábamos! —corrigió la voz de Tara.
—¡Estás muerto, Hathaway!
—¡No si no me atrapas!
La puerta se abrió, y antes de que Lessa pudiera detenerlo, Norian ya había empezado a correr detrás de Larry. Escuchar el estruendo de unos anaqueles la hizo saber que habían chocado.
Una locura de medianoche.
(Datito: la idea original para el epílogo era que Lessa calmara la ira de Norian con un beso, y no que hubiera ese Plot twist de que ella ya le había dicho y que la pelea había sido falsa. Me gustó más cómo quedó al final).
Kakskkskskss
(Esto es de cuando Alice le dice a Lessa "No lo tienes").
Segura, rápida y precisa, así había sido Alice con su intervención, pero eso no fue suficiente para propiciar el entendimiento de Lessa. La exsoldado continuaba quieta en su sitio a la espera de que otra persona interviniese o de que la mujer fuera más específica con sus palabras. Sucedió lo segundo.
—El hechizo guía, ya no lo tienes.
Hechizo guía.
La mención de ese término encendió alertas en el cuerpo de la argeneana, cuyos hombros se alzaron en señal de agonía mientras las manos se le volvían puños alrededor de su vestido para dormir. En efecto, desde el accidente en el estadio central Lessa no había vuelto a escuchar la voz de Hent en su cabeza, pero ese era un detalle al que de verdad no le había prestado atención. Lo que la alteraba, en cambio, era haber escuchado esas palabras de Alice. Lessa estaba consciente de que de seguro ella sabía del conjuro por haber percibido su aura, era fácil para un especialista en la magia descubrir esas cosas, pero, ¿por qué había tenido que decírselo a todo el mundo? Era un secreto que quería llevarse a la tumba, un secreto que sólo ella y Larry conocían, y ahora que todos la miraban no pudo evitar sentirse prisionera del bochorno y la impotencia.
«Lo descubrieron. Lo descubrieron. Lo descubrieron.»
«Descubrieron que fui una marioneta.»
Oprimida por las miradas del resto, Lessa se levantó con escasa soltura para luego devolverle la mirada al equipo y asentir. Sí, había sido portadora de un hechizo guía, había sido casi completamente controlada por otra persona por cinco años. No obstante, no se atrevió a mencionar nada de eso, sólo los enfrentó durante los segundos posteriores a la confesión de Alice y se fue corriendo hacia el primer sitio que le pareció conveniente: el baño.
Durante todo el trayecto los ojos del equipo se clavaron en ella como reflectores sobre un presentador, avizores y constantes, y no fue hasta que entró al baño que pudo sentirse libre de la incomodidad de ser observada.
Frente al espejo, su rostro era una pintura de tragedia con matices rosáceos, producto del sonrojo, protagonizada por dos orbes cansados repletos de vergüenza y arrepentimiento. Ser portador de un hechizo guía, en la época de antes, era considerado lo más normal en cuanto enseñanza, pero ahora sólo era un símbolo de inutilidad.
Si un maestro se veía obligado a ponerle un hechizo guía a un pupilo, significaba que este último era demasiado rebelde o inútil como para realizar las tareas encomendadas sin un guía constante.
«No eres nada sin mí» recordó el enunciado de Hent, ese que siempre usaba para mantenerla en sus manos. «Es gracias a mi influencia que eres tan importante...»
Por esos segundos incluso le pareció sentir la pesadez característica de su entrenador pulular en torno a ella, como si las torturas constantes a las que la había sometido hubiesen aprendido a materializarse en la realidad. Sí. Podía sentirlo. Estaba temblando de miedo frente al cristal de la pared, rodeada de una bruma azul impenetrable que se extendía metros y metros hacia una negrura aparentemente infinita. Las paredes del baño habían desaparecido y la luz acababa de ser víctima de un vil asesinato.
Un asesinato cuyo autor no era más que ella misma.
«¡Asesina!»
No. No. No.
«Sabes muy bien por qué te elegí.»
No podía respirar, le faltaba el aire, las piernas le temblaban.
—A-ayuda, por... favor...
Su voz era inaudible.
«Necesito a la Astral de hace cinco años.»
«¡Mátalo! ¡Protege a tu reino!»
«Argeneano que no lucha, argeneano que no vale.»
«¡¿Cuál es tu deber, Astral?!»
—Todo lo que eres me lo debes a mí...
—B-basta. —Lessa se llevó las manos a la cabeza, encorvándose como si sobre sus hombros reposara una carga insufrible—. Por favor, ya vete...
—Sin el hechizo guía no eres nada.
—¡Y-ya!
—¿Por qué tanto coraje, Astral? —Una mano se posó en el hombro de la chica—. ¿Es porque me tienes miedo?
—Y-yo...
—Ven acá. —La mano se deslizó hasta su barbilla para alzarle la cabeza, y aunque quiso negarse, Lessa acabó cediendo. Cerró los ojos—. Mí... ra... me.
—¡Que no quiero!
—¡¿Por qué?!
—¡Porque sé que no eres real! —estalló ella, armándose de valor para abrir los ojos. A sus espaldas podía verse la borrosa figura de Hent hecha con humo azul—. Sé que no estás aquí realmente, sé que eres producto de mi cabeza. Así que puedes irte, ya no te necesito más.
—Me perteneces, Astral...
Su voz había rebotado en la cabeza de la chica como un eco incesante, bajando de volumen hasta convertirse en un vil susurro fantasmagórico. Acto seguido, a partir de la neblina azul imperante empezaron a construirse un sinfín de cadenas del mismo color, que una vez materializadas iniciaron un ascenso cauto y silencioso a través del cuerpo de la chica.
Serpientes. Subían y se enrollaban alrededor de sus extremidades como serpientes hambrientas, lideradas por la figura de contornos borrosos y ojos azules que brillaba en el fondo. La curva en sus labios parecía producto del gozo que le causaba ver a Lessa en una posición tan vulnerable, encadenada y con la cabeza abajo, como si se rindiera ante las ilusiones de su propio tormento. La energía que emanaba era de derrota absoluta.
—Dime, Astral... —El susurro de Hent se mezcló con la brisa—. ¿Ya aceptas que no eres nada sin mí?
Ante la pregunta la chica empezó a temblar; primero la espalda, luego los hombros, y de último todo el cuerpo. Las ataduras apretaban bastante y parecía evidente que estaba llorando.
¿Llorando?
No...
Al cabo de unos segundos el sonido fue más evidente y fácil de distinguir. No eran gimoteos los que salían de la boca de Lessa, sino risas, diminutas carcajadas a medias que se perdían en la porción casi infinita de oscuridad en la que se encontraban. La neblina ahora era menos densa y brillante, y Lessa, que desde hace unos segundos había tenido los ojos cubiertos por su flequillo, se destapó la cara para mirar fijamente a quien tenía detrás. El fantasma de Hent, los rastros de su presencia que aún quedaban en su memoria.
Sonrió.
—Astral...
—No te necesito —le interrumpió ella, para después voltearse y verlo cara a cara—. Sólo estás en mi cabeza.
—Tienes que obedecer...
—Sólo voy a obedecer a mi corazón. —Dio un paso al frente, disipando la neblina. Todo el color azul se apartaba con su simple presencia.
—¡No eres nada sin mí!
—Soy todo lo que quiero ser y mucho más. —Sonrió, pisando fuerte el piso mientras la oscuridad se deshacía. Poco a poco empezaban a verse las paredes del baño—. Ya no te necesito, Hent. Acéptalo, el que me necesitaba eras tú, porque sin tus guerreros no eres nada. —Las cadenas se rompieron—. Y hoy no sólo renuncié a mi cargo, sino también a ti.
Tal y como si sus palabras hubiesen sido un ataque de flechas, la figura del hombre empezó a agujerearse y a sacudirse como un espíritu en pena. Los fragmentos de niebla azul que le daban forma se dividían de manera errática y sin patrón alguno cual chispas de fuego, ascendiendo a la misma velocidad con la que se tornaban invisibles. Poco a poco lo que antes había sido una figura atemorizante de Hent no fue más que un borde desdibujado y lejanamente visible. Una memoria vieja y empolvada.
—Hasta nunca, Hent —pronunció la guerrera, apoyándose en la pared de atrás mientras se abrazaba a sí misma—. Hasta nunca, parásito...
Después de todo lo que había vivido se aseguraría de que la dejase de atormentar, tanto en la vida real como en su propia mente. Ya sólo le faltaba eliminarlo en uno de ellos para sentirse libre.
«Asesina...»
Bueno, casi libre.
Debía asegurarse de que Hent y Terrance no volviesen a mencionar el secreto. Poco le importaba saber cómo lo habían descubierto o para qué querían hacerlos pelear cuando era más fácil matarlos directamente, más bien lo único que se le robaba la atención era el deber de ocultar la marca a toda costa. Gracias a eso, como primer impulso puso su mano sobre la pulsera que tapaba la marca, pero eso no sería suficiente. Necesitaba quitársela si no quería ser descubierta.
Lo único bueno era que Norian no se creía la historia...
Tenía que mantenerlo así.
«Puedes hacerlo, Lessa» pensó para darse ánimos, haciendo un cuenco con las manos con el fin de almacenar agua. Apenas se posó un poco más al frente un torrente de líquido aterrizó justo donde quería, y ya con las manos llenas se limpió el rostro para despejarse. Bajo sus pies se abrió un portal que absorbió todas las gotas extra que se deslizaron por su rostro y manos al cumplir su cometido.
Estaba lista para salir.
O al menos así fue hasta que oyó un toque en la puerta.
Su primera reacción fue la de sobresaltarse, pues no se esperaba que alguien la fuera a buscar, pero al oír la voz de Larry del otro lado se tranquilizó. No tardó mucho en permitirle el ingreso
La puerta se abrió con timidez soltando un chirrido, y de la abertura brotó la cabeza curiosa de Larry. Ver a Lessa en buen estado lo tranquilizó, pero aun así en sus ojos reinaban vestigios de una emoción indescifrable. Era como si estuviera ansiso por decirle algo y no pudiese. Asesinado por el silencio.
—¿Estás bien? —preguntó al final, y en respuesta la chica asintió—. Te fuiste de una forma muy...
—Repentina, lo sé. —La exsoldado le apoyó la cabeza en el pecho. Se sentía culpable—. Simplemente no me gustó que Alice dijera... bueno, ya sabes, eso.
Larry calló de pronto.
—Tenías razón —aceptó Lessa—. El hechizo guía nunca fue bueno, no debí aceptarlo. Sé que también la pasaste mal ese día.
Silencio.
—Bueno, sólo quería decirte eso.
Ni una palabra.
—Sé que te pedí que no habláramos nunca de este tema, pero puedes hacerlo ya. —Alzó la mirada. El rostro de Larry estaba repleto de intranquilidad—. ¿Qué pasa?
El aprendiz de hechicero clavó su mirada en ella con una intensidad no propia de él, como si quisiera transmitirle un regaño extenso con la simple potencia de sus ojos oscuros. ¿Por qué no hablaba? Para Lessa sería menos incómodo si lo hacía, pero a su pesar, el muchacho no daba indicios de siquiera mover la boca para pronunciar una sílaba. Estaba tieso como estatua, con un rostro demandante, las cejas juntas y los ojos colmados de una fuerza paralizante. Lessa no sabía cómo reaccionar.
—L-Larry...
—Alice dijo que nos ayudaría —optó por decir el hechicero, medio indiferente—. Ahora mismo está poniéndole un bloqueador de aura a Norian, Tara y Zeth, pero no deja de hacerme preguntas acerca de lo que pasa. Deberías ir a hablarle.
—Ah, sí...
—Y también deberías ser sincera con él.
—¿A-ah?
Larry no respondió con palabras, sino con un gesto: apretarle la muñeca en donde tenía la marca en forma de corazón.
«Lo sabe.»
Por eso la había mirado con exigencia...
Pero no podía hacerlo, no podía decirle a Norian lo que había hecho si eso significa perder su amistad. Quería explicárselo a Larry, y aunque lo intentó, de su boca no salió más que un jadeo de angustia. ¿Tan mala era para materializar sus pensamientos? No quería saber la respuesta. Lo único que deseaba era que Larry entendiera por qué no podía contarle nada a Norian, pero él sólo la miraba con preocupación y severidad.
—No puedo —fue lo que salió de los labios de la chica, que antes de dejar que Larry respondiera salió del baño con andar nervioso. Podía sentir la mirada del chico detrás de ella.
«Deberías ser sincera con él.»
Pero la verdad de hace cinco años era todo lo que no podía decirle.
Y esa misma verdad iba a destruirlos.
Kakskskss
Continuación de la escena de arriba:
Desde la ida de Lessa Norian no podía despegar la vista del camino que la había visto recorrer. Incluso había tenido ganas de ir tras ella, pero encontrarse en un lugar desconocido a merced de una extraña lo hacía sentir tan penoso que no tuvo el valor de ir. En su lugar fue Larry, pero aun así no podía evitar sentirse terrible por no haber ido a hablar con ella.
Lessa había tenido un hechizo guía...
Nunca se lo hubiese imaginado.
Mmama
Esta de aquí iba a ser la primera escena de "La dama de eterna sonrisa". En vez de empezar con Lessa, lo hace con Tara. Admito que me medio gustó:
El letargo se cernía sobre Tara como un peso invencible. A duras penas era capaz de mover los párpados en un patético intento por abrir los ojos. Y era que la noche anterior no había sido para nada sencilla, mucho menos sumándole las locuras posteriores. Había pasado por una odisea tan confusa durante las últimas horas que lo que menos quería hacer era levantarse.
La realidad, sin embargo, la obligó a salir de su mundo de sueños cuando la hizo consciente del lugar de su hermano en el colchón estaba vacío. Aquello fue como una inyección de adrenalina, y sin darle oportunidad a la somnolencia de volver a atraparla, abrió los ojos para detallar bien si su hermano estaba o no.
Frente a ella, el almacén yacía sumergido en coloraciones que, aunque aún azules, eran mucho más alegres y cálidas que en la madrugada. Todo el sitio estaba bañado en un aire mañanero bastante motivador, pero ver que estaba sola la hizo ignorar la belleza repentina del entorno.
Justo como había creído, Norian no estaba.
La niña se frotó los ojos con indignación, terminando de estirarse para sacudir los últimos rastros de sueño y emprender la búsqueda del joven. Sabía que lo más probable era que la conversación con Lessa se hubiese complicado, después de todo esos dos tenían una facilidad increíble para que las cosas se les descontrolasen, pero cuando sus pies descalzos la pusieron frente a la puerta de salida, pudo ver dos siluetas familiares por el rabillo del ojo.
Al voltearse pudo distinguirlos a la perfección, y a pesar de la distancia no pudo evitar sonreír con picardía.
Acostados en el mismo colchón, Lessa y Norian permanecían durmientes y a poca distancia. No estaban abrazados, pero sí lo suficientemente cerca como para que el brazo de Norian quedase sobre la espada de la chica, como si antes de caer dormido hubiese intentado consolarla o protegerla. Parecía su fiel guardián en un mundo de adversidades.
La mano de Lessa reposaba en el cabello del muchacho, cual caricia eterna y perseverante, y más abajo las piernas de ambos jóvenes se hallaban en un enredo que se perdía bajo el cobertor blanco. Tara los encontró semejantes a los muñequitos torcidos que dibujaba cuando era más pequeña.
Su hermano siempre le decía que eran bonitos, no importaba qué tan basura fueran.
Sonrió.
Le hacía feliz saber que alguien más se había ganado su lado dulce, incluso después de la pelea.
Todavía sonriente, infló el pecho para inhalar la calma alrededor y empezó a retroceder para dejarlos dormir. Al despertar había ido hacia la puerta con toda la intención de encontrar a Norian y reclamarme por no haber regresado a dormir en su colchón, pero basándose en que se veía muy a gusto con Lessa, y que encima habían pasado por cosas muy fuertes, tuvo un pequeño estallido de compasión en el pecho.
Aunque claro, eso no significaba que no le fuera cobrar después por su buena actitud. Obvio que lo iba a hacer. Es más. Lo mejor sería ponerle intereses y duplicar sus ganancias. La falta de jugo era insufrible.
Estaba a punto de poner una cara de tragedia hasta que una voz adormilada la interrumpió:
—Así que despertaste...
Era Norian. Acababa de despertar y la miraba entre sus mechones de cabello rojo en desorden. Una sonrisita lánguida relucía en sus labios.
Tara le sonrió devuelta, poniendo las manos en su cintura.
—¿Qué estuviste haciendo con Lessa, eh?
El joven examinó la posición en la que estaban, y tras verse dominado por un tono carmesí en las mejillas, miró a Tara en forma de regaño.
—¿Eso significa que sí hiciste algo?
—Estás demasiado pequeña para esas cosas.
—¡Y no lo niegas!
—¡No hicimos nada! —gritó, pero consciente de que Lessa seguía durmiendo se tapó la boca. Sus ojos pasaron de enojados a arrepentidos—. Deja lo sucia y regresa a dormir, aún es temprano.
—Ni siquiera sabes qué hora es.
—Claro que...
—¿Por qué hacen tanto ruido? —Larry entró de pronto, con una bandeja que Norian supuso llevaba comida—. Son apenas las siete y Alice sigue durmiendo. No hay que despertarla, con la energía que está gastando en nosotros...
—Sí, lo siento. —Norian bajó la cabeza, apenado—. ¿Por cuánto tiempo crees que funcionen sus hechizos?
—Eso depende. —Larry se aproximó hacia los jóvenes para extenderles la bandeja, que exhibía sándwiches bien rellenos junto a vasos de leche—. Es lo mejor que puedo hacer con los recursos que hay aquí.
Tara se acercó como un animalito curioso, mirando la leche con recelo. Sus ojos brillaban con ansiedad.
—Tómala, es mejor que el jugo que andas tomando a cada rato —comandó Norian, dándole una mordida al sándwich. De inmediato sonrió; tenía tiempo sin disfrutar de una comida en completa calma. Miró a Larry—. No pensé que hubiera comida en una sala de conjuros.
—Es para cumplir con el protocolo de emergencias. —Larry se sentó en posición de loto a comer—. Como se prueban muchas pociones es posible que unas salgan más y generen efectos secundarios en los que estuvieron expuestos, y en esas situaciones tienen prohibido salir hasta que el Comité Máximo de Hechicería asegure que no son un riesgo para los demás. —Masticó—. Para eso están las provisiones de emergencia, y... también para otros casos.
(Qué diálogo más robótico, por Gneis).
Norian ya iba por su segundo sándwich cuando la curiosidad lo asaltó.
—¿Cuáles otros casos?
—Para aumentar la reserva mágica interna. —La voz de Larry fue firme, y por un momento Norian se encogió de hombros al quedar bajo la valentía de su mirada—. Ya sabes, es como nuestro nivel de energía, se puede mantener si comemos.
—¿Es verdad que la luna plateada aumenta el flujo mágico de las personas? —habló Tara, que en vez de mirarlos se enfocó en devorar el queso de su sándwich. Se lo estaba comiendo todo por separado, cual ratoncito vicioso—. Un profesor me dijo que por eso eran tan importantes.
—Mmm, técnicamente sí —dijo Larry, aunque medio dubitativo. Tomó algo de leche—. Algunos hechiceros pudieron comprobar una subida en el flujo mágico de los que se exponían a la luz de la luna plateada, pero no siempre es así. Más bien es algo que sigue en investigación. —Masticó—. Mayormente conmociona porque es símbolo de prosperidad. Si hay una luna plateada es porque el año será bueno, o al menos así dicen.
—¿Crees que nos vaya bien hoy en la noche? —La intervención de Norian mató la jovialidad en el ambiente, y al detallarlo Tara y Larry distinguieron pesadez en su semblante. Se estaba agarrando los tobillos con desespero—. Sé que no es momento para esto, pero... estoy nervioso. Lessa y yo planeamos algo, pero no sé si salga bien. Aún necesitamos una forma de meternos en el baile.
—Con Alice de nuestro lado será más sencillo. —Larry le puso una mano en el hombro—. Si está estable es posible que pueda transportarnos, y si no, bueno...
Norian veía los labios de Larry moverse pero era incapaz de oír algo. Desde hace unos instantes su atención iba dirigida a los leves movimientos de Lessa sobre el colchón. Estaba revolviéndose con incomodidad, al parecer sobresaltada por el flujo de luz que la engullía, pero aun así aferrándose a su estado de somnolencia. Se veía adorable, y su cabello desperdigado con gracia por todo el colchón le dio el toque perfecto.
Pero Norian retuvo una sonrisa de ternura al verla abrir los ojos, manteniéndose frío.
(Datito: la primera versión del cap "Un mundo de monstruos y engaños" termina con Lessa y Norian medio tensos todavía. Por eso Norian se puso frío aquí).
—Hola —saludó, repentinamente formal y distante. Luego le pasó un sándwich—. Toma.
—Hola... —saludó ella con timidez, analizando sus alrededores. Al parecer apenas se percataba de su cercanía con el muchacho—. G-gracias.
Aquí cambié la forma en que Lessa se despierta:
—Huele a comida. —La voz amortiguada de Lessa los interrumpió, justo antes de que la joven se levantara de entre las cobijas para detallarlos. Su melena azul desordenada impedía verle el rostro somnoliento, entonces cuando bostezó se vio parecida a un leoncito azul bien chiquito y malhumorado.
A Norian se le hizo tierno, pero segundos después se separó un poco de ella como si su cercanía le quemara. Larry les lanzó una mirada suspicaz.
—¿Desde hace cuánto están despiertos? —bostezó la arquera, que al cruzar miradas con Norian le dio su respectivo espacio también. Luego extendió una mano tímida hacia la bandeja con el desayuno, mirando a Larry—. ¿Los hiciste tú?
—Sí y... nos acabamos de despertar, al menos yo —dijo señalando su pecho—. Cuando oí las voces acá ya estaba terminando el desayuno.
—No comemos bien desde hace un tiempo. —Lessa se metió todo un pan a la boca, preparada para el segundo. Ahí Norian descubrió que no sólo era voraz en el campo de batalla—. Gracias, gracias, gracias, gracias....
—¿Nerviosa? —Larry le sostuvo la mano cuando masticaba el segundo sándwich—. Sólo comes así cuando estás nerviosa.
Esto de acá es una escena de la muerte de Hugo que iba a estar en no me acuerdo qué capitulo, pero la quité porque era como relleno. Me medio gustó, pero cambiaría el conflicto de los hermanos. No se llevaban tan mal a estas alturas.
En el GIANM había tres líderes principales: Hugo, Ava y Lucas. Ellos eran los integrantes originales y los precursores del grupo. Habían pasado casi toda su vida especializándose en magia para no sólo conformarse con el título de hechiceros, sino también para ser videntes. Una de las disciplinas más complicadas dentro de las artes mágicas.
Gracias a sus esfuerzos, hace cuatro años su iniciativa de crear un grupo de estudio para las anomalías había sido aceptada por la familia real, convirtiéndose en la organización más reciente pero prometedora de ambos reinos. Sí. Ambos reinos. Aunque la sede estuviera en Argenea y sus ahora cinco integrantes fueran todos argeneanos, la propuesta de Hugo, el líder, siempre había sido formar un grupo imparcial en el que los dos reinos pudieran apoyarse en el caso de necesitarlo. Crear ese tipo de organizaciones era un poco más sencillo que antes debido a la tranquilidad infundada por el torneo anual, pero aun así, el momento en el que gente de Vellania formara parte del grupo seguía viéndose lejano.
Ellos se esforzaban mucho. Compartían la información de las investigaciones con ambos reinos y no favorecían a ninguno en específico. Trataban de dar su mejor cara a los vellanos para inspirarles confianza y limar las asperezas que habían quedado luego de la guerra. Entonces algún día, fuera lejano o cercano, los líderes principales esperaban con fervor que un vellano se uniera.
Por eso habían compartido la información de los terremotos con el entrenador de Vellania, aprovechando que estaba ahí para demostrarle que el GIANM era para todos. Sin embargo, en ese momento, a mitad de una excursión cerca de los límites argeneanos, uno de los integrantes más jóvenes, Lothar, no podía evitar sentir que aquella estrategia los había puesto en peligro.
Antes las excursiones de investigación eran cosa de Ava y Lucas, así que los más jóvenes se quedaban con el líder a cumplir otras tareas y acostumbrarse a la forma de trabajo. Pero ese día, debido a la peculiaridad de la situación, todo el grupo había salido a excursionar para conseguir más información de los terremotos. El último había sido en las fronteras, por eso estaban ahí estudiando los alrededores.
Lothar y Claudia, al ser los de más reciente ingreso, eran vigilados por Lucas mientras Ava y Hugo tomaban la delantera. Por eso ninguno de los dos podía desviarse aunque fuera un poco sin que Lucas se aclarara la garganta a modo de advertencia. A Claudia no le molestaba, al fin y al cabo había entrado al GIANM hace unos meses y era normal que la mantuviesen a raya. En cambio Lothar, cuyo ingreso había sido hace dos años, no podía soportar el hecho de que lo vigilaran como esa niña estúpida que acababa de entrar.
¡Era injusto! Él era brillante, aplicado y tranquilo, hasta se sabía los procedimientos de emergencia de memoria. ¿Por qué meterlo en el mismo saco que Claudia? A duras penas acababa de graduarse de hechicería y él ya estaba a mitad de su curso de codificación espiritual, no era correcto tratarlos de la misma forma. Él era más importante. Debía estar al frente junto con Hugo y Ava.
—¿A qué crees que se deba el terremoto? —oyó decir a Claudia, con la vista fija en el camino. Lothar bufó—. Yo no creo que sea un ataque humano.
—Si Hugo y Ava dicen que puede ser así, entonces yo les creo.
—¿Lo único que haces es repetir lo que ellos dicen?
El rubio no contestó.
—No vas a llegar a ser líder repitiendo cosas como un loro.
—¿Tú qué sabes de ser líder? Acabas de llegar.
—Pues tú llevas dos años aquí y no veo que hayas logrado mucho.
—Silencio. —Lucas, detrás de ellos, le dio un manotazo suave a cada uno—. Concéntrense en percibir anomalías en vez de andar peleando.
—Ella empezó —se defendió el chico.
—Tú no debiste seguir el juego, Lothar. —La voz de grave de Lucas le causó un escalofrío—. Tienes dos años aquí, suficientes para aprender a comportarte. Y tú, Claudia —dijo y la señaló— no molestes a tu compañero.
Los regañados asintieron de mala gana, apartando la vista en direcciones opuestas con la excusa de que iban a detallar el entorno. Pero era inútil. Por muchos tramos de frontera que atravesaran no percibían nada fuera de lugar. Ningún flujo de criatura salido de control, ninguna influencia de brujos, nada de nada. ¿Quién querría atacar a dos comunidades tan apartadas como lo eran Argenea y Vellania?
Pero no. Era imposible. Un ataque desde fuera no podría afectarlos. El campo de fuerza bloqueaba hasta la magia. Fuera lo que fuese la causa del caos, estaba ahí dentro con ellos.
Todo iba normal hasta que a mitad del trayecto Ava cesó su avance sin previo aviso. Aparentemente mareada, se llevó las manos a la cabeza mientras sus pies perdían el equilibrio. Estaba tambaleándose entre las ramas, con la debilidad propia de un títere liberado de sus hilos. Pero ni Lucas ni Hugo se alarmaron. Era normal que a mitad de una excursión Ava percibiera cosas, era la más sensible de los tres.
Claudia y Lothar quedaron a la expectativa, nerviosos. Era la primera vez que veían algo parecido. La mujer se tambaleaba y gruñía como un animal enojado, agarrándose la cabeza como si quisiera extirparse un pensamiento espantoso. ¿Eso era normal? Lothar había oído que las visiones podían enajenar a una persona, pero, ¿a ese punto llegaban? Ya había pasado demasiado tiempo...
—Ava. —Hugo le sostuvo los hombros—. ¿Qué ves?
—T-tenemos... t-tenemos...
—¿Ava?
—¡T-tenemos...! Tenemos, tenemos, tenemos...
—Hugo, tráela devuelta. Ejecuta la afantasía —pidió Lucas, dando un paso al frente. Pero el aludido no respondió—. ¡Hugo!
—Sabes que no le gusta que la interrumpamos.
—Si le pasa algo te voy a...
—Nunca le ha pasado nada.
—¡Que trates a los del grupo como tu mano de obra no significa que no suframos!
—¡Son mis compañeros, Lucas! —Lo empujó hacia atrás—. Que tú no veas que me importan es tu problema.
Lucas sonrió con cinismo. Sus ojos verdes brillaban.
—Lo único que te importa es la fama que conseguirás en este caso —escupió con malicia.
Hugo frunció el ceño. Odiaba cuando Lucas se ponía emocional en los momentos menos indicados. Estaba a punto de refutar su argumento en cuanto una mano enrollándosele en la muñeca lo sobresaltó.
Era Ava.
—Tenemos que irnos —dijo con voz fúnebre—. Vámonos.
—¿Por...?
A mitad de su pregunta Hugo también lo sintió. Las imágenes de lo que se aproximaba se mezclaron en su cerebro como ingredientes de una pócima, posibilidades desmesuradas, viles advertencias de lo que podía sucederles si no se iban. Cada visión era peor que la otra.
Pero sólo una de ellas se cumplió.
Antes de poder actuar, un nuevo terremoto hizo cimbrar la tierra bajo sus pies. Pero no era suave como los otros que habían estudiado, era una explosión de intensidad que brotaba con violencia desde el núcleo entre vibraciones potentes y gruñidos de los árboles. La naturaleza podía ser imparcial e indiferente en muchas ocasiones, pero cuando quería gente muerta, no había nada que pudiera hacerse en su contra. Los gritos en lo más profundo de Argenea los hizo ver que el terremoto se extendía hasta allá, aunque de seguro en su versión más débil.
Ellos sí estaban en el centro.
La intensidad de las sacudidas los derribó en el piso, ni Lucas que era el más fuerte pudo mantenerse en pie por más de un segundo. Algo parecía querer escaparse del fondo de la tierra, algo fuera de control, una energía incalculable que con cada minuto daba la impresión de estar fortaleciéndose.
¿Un arma? ¿Una maldición? ¿Qué estaba pasando?
Contrario al comportamiento natural del bosque, los árboles empezaron a retorcerse entre sí y el suelo a palpitar. Un poco más lejos, algunas flores titilaban en coloración roja y amarilla como si fueran alarmas de emergencia. Los arbustos cambiaban de tamaño cual bolas de arcilla siendo moldeadas, y arriba en el cielo, el amasijo de nubes grises que los protegía de la luna empezó a hacer espirales infinitos. De ellas descendían copos de nieve parecidos a agujas filosas.
—¡¿Qué está pasando?! —gritó Claudia, hecha bolita y cubriéndose los oídos. Debajo de ella el suelo palpitaba con mayor intensidad.
—¡Tenemos que irnos de aquí!
—¡Es peligroso acercarse a las edificaciones!
—¡Es mejor que estar en este caos!
Pero Hugo no le estaba prestando atención a la riña entre Ava y Lucas. Había quedado absorto en los detalles del alrededor y cómo de pronto todo había empezado a reaccionar a sus miedos. Sus emociones.
Fue ahí que comprendió.
—¡Despertamos una zona sentiral!
—¡Pero aquí no ha muerto nadie! —gritó Lucas.
—¡Sea lo que sea tenemos que irnos! —se unió Ava, que había corrido para proteger a Claudia y a Lothar con su cuerpo. La magia no funcionaba bien en momentos así.
Lucas asintió con la cabeza, dispuesto a irse sin importar las palabras de Hugo. Estaban en una situación crítica, y el reglamento que habían redactado contemplaba que en una situación crítica en la que sus vidas estuvieran en peligro cada integrante tenía el derecho de irse. Eso era lo que Lucas iba a hacer, pero la intensidad del terremoto arreció justo cuando trataba de levantarse, obligándolo a aterrizar contra el suelo. El pánico de todos empeoró los movimientos erráticos de la naturaleza.
Era incontrolable, pese a los años de esfuerzo duro nunca nadie había podido anular las zonas sentirales. Eran hacinamiento de almas atribuladas, ansiosas por descanso que usaban cuanto recurso tuvieran cerca para llamar la atención de quien pasase. Pero a veces las cosas se pasaban del límite de lo que podía considerarse seguro, y en ese momento Lucas, sentado en el suelo sin conseguir estabilidad, pudo comprobarlo. El árbol frente a él crecía a una velocidad monstruosa, y fue cuestión de segundos para que una rama gruesa y afilada se le acercase como un cuchillo ansioso por cortar.
No podía moverse...
Así que cerró los ojos.
Smash.
El sonido de la rama atravesando carne fue lo primero que llegó a los oídos de Lucas, luego sintió el calor de unas gotitas rebotando en su piel. Pero nada le dolió. Aún con los ojos cerrados se palpó el pecho para comprobar, y justo como creía, estaba ileso. No tenía ninguna herida. Además, por lo que pudo deducir, el terremoto y el caos de la zona sentiral acababan de detenerse.
Pensó que todo estaba bien hasta que un grito de Claudia lo hizo abrir los ojos.
Entonces lo vio.
«No... No. No. No. No. No.»
Frente a él, el cuerpo de Hugo yacía de pie y con el pecho atravesado por una rama. Le había entrado por la espalda y el filo le salía por el pecho, justo en la zona del corazón, escurriendo sangre a borbotones. A Hugo siempre le había gustado mantener su uniforme limpio, ese blanco impoluto que con tanto esmero luchaba por conservar. Pero ahora ese orgullo estaba cubierto de rojo, por una mancha que se extendía desde su pecho al resto de su ropaje como una plaga silenciosa.
«No. No. Esto no puede estar pasando.»
Los copos de nieve ahora parecían lágrimas de las nubes, bajando a ritmo parsimonioso para cubrir la sangre del suelo y fingir que nada había sucedido. Todo el dolor, toda la pena. Todo iba a ser tapado con la capa blancuzca que descendía pedacito por pedacito del cielo. Un desfile aéreo de acróbatas diminutos que a Lucas se le hizo horrible.
—H-Hugo, Hugo... —jadeó, levantándose para sostenerle el rostro. Tenía la boca empapada en sangre—. Hugo, ¿por qué...?
—N-no... no eres mi mano de obra —jadeó, sonriente—, eres mi hermano.
—Hugo...
El aludido sonrió más, un último gesto de alegría antes de que sus ojos se perdieran en un punto lejano del cielo. La mirada se le vació, la inexpresividad se apoderó de su semblante y su pulso, lento y dificultoso, finalmente se volvió un recuerdo de lo que antes había sido.
Hugo Steiner, líder y precursor del GIANM, acababa de morir.
—Hermano... hermano. —Lucas lo sacudió—. ¡Hermano! Gneis, por favor, no, p-por favor... Hugo... ¡maldición! Por Gneis... ¡Regresa!
—L-Lucas. —La voz llorosa de Ava lo interrumpió, así que con la fuerza que le quedaba el hombre volteó a verla. Estaba abrazando a los integrantes más jóvenes, que sollozaban en silencio—. L-lo que causó esto no tiene origen vellano ni argeneano, e-es... es diferente... —Tragó saliva—. Y nos quiere muertos a todos.
¡Listo! Eso fue todo. Espero que se les haya hecho interesante ver el caos detrás de la creación de este libro JAJJSSJJSJ. Aunque sin importar lo mucho que me costó, de verdad lo quiero bastante. Aún tiene errores, pero me parece decente.
¡Gracias a todos los lectores! En serio, es muy lindo que la gente disfrute leyendo esto, nunca creí que llegaría a tantos. Lo aprecio mucho ✨
Aún no estoy segura de si voy a dejar esto aquí para siempre o solo por un rato, pero bueno. El tiempo lo dirá. En cuanto al segundo libro, no he tenido mucho tiempo para escribir, ¡pero estoy avanzando de a poco! De que llega, llega.
Me despido por ahora, nos leemos luego :3
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