Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 9.

"¿Qué es la esperanza sin la levadura del miedo?"

Lord Byron.




"La esperanza es lo último que se pierde", era la consigna motivacional que el sheriff Hugo se repetía al regresar del trabajo. Habían pasado cuarenta y ocho horas desde la desaparición y los resultados distaban de ser alentadores. Dos noches atrás, cuando visitó a la doctora, conservaba su actitud positiva, pero el desánimo tomó partida al ver que no le pudo dar aportes valiosos para la búsqueda.

Sentado en su despacho, sacó las pocas pruebas que tenía y los testimonios de algunas personas allegadas para examinarlos nuevamente.

El primer documento era un acta donde constaban los registros de llamada y mensajería del celular de su hija, la cual había obtenido gracias a la compañía telefónica de la ciudad.

—Ningún mensaje sospechoso, tampoco un número desconocido, solo cinco llamadas al contacto registrado como Trabajo —analizó en voz alta y fijó su mirada en los horarios en que fueron realizadas: 10:00 a.m, 4:05 p.m, 8:20 p.m, 11:50 p.m y 3:15 a.m. Su cerebro reaccionó al ver la última hora.

Con una pista así podría cambiar todo, se sintió tentado a llamar, pero decidió ser prudente y revisar los demás archivos, quizás encontraba otro cabo suelto.

Tomó de una gaveta su viejo grabador de audio para escuchar los interrogatorios, solo eran tres: el de Anika, la mejor amiga de su hija, el de la directora Corton y el de Laura.

Pulsó el botón de reproducción y la voz de la primera se hizo presente:

—Pasamos la tarde juntas en el parque principal de la ciudad. Me comentó que había desaparecido uno de los archivos escolares, pero sabía quién lo había robado y lo recuperaría. —Anika suspiró—. Yo le aconsejé que no se metiera en líos, pero usted sabe, es muy obstinada. Le pregunté sobre la identidad del ladrón y me dijo que era alguien poderoso e influyente. No hice mucho hincapié en los detalles, pero pensé: ¿por qué tanto interés en un simple expediente?

La chica se dejó de escuchar y dio paso al segundo testimonio:

—Es lamentable lo ocurrido, Lindsey era una estudiante y trabajadora ejemplar, —la directora Corton sonaba dolida— le di la responsabilidad de ordenar y vigilar la sala de archivos, a la cual solo tenemos acceso ella y yo. Me extrañó su ausencia injustificada, pues siempre me notifica si surge cualquier contratiempo, pero ni siquiera lo hizo.

Por último, pero no menos importante, estaba la declaración de Laura:

—Solo cruzamos palabra dos veces, pero me agradó su forma de ser, —aclaró— parecía muy comprometida con su puesto, tanto que se sintió frustrada al no poder entregarme la información del alumno al cual le imparto tutorías.

—¿Hay algún otro detalle que me pudieras dar? —preguntó el oficial encargado de los interrogatorios.

—Después intercambiamos números y me escribió en la madrugada anunciando que ya tenía el documento en su poder. Eso es todo.

Tras analizar detenidamente cada palabra, el sheriff repasó los puntos destacados y formuló su hipótesis: la razón de la desaparición fue el expediente, el posible raptor era la persona que lo había robado y la última llamada de su hija fue a su trabajo, así que lo más probable era que el culpable se encontrara en el hospital, pero quién podría ser. Ansioso de respuestas y, con la corazonada de que podría obtener más datos importantes, se levantó, tomó las llaves de su camioneta y salió presuroso.

Mientras tanto, Laura se encontraba nerviosa y cansada, apenas había conciliado el sueño, pues la preocupación y las dudas la estaban torturando. Después de la visita del padre de Lindsey y la fatídica noticia, le pidió a Nick que se marchara de su casa y lo había estado evitando, sus interacciones se limitaban a correos lacónicos con los cuales asesoraba el desarrollo de la tesis. Razones obvias la llevaban a actuar de tal modo, la más alarmante de todas: que el muchacho podría ser el causante del trágico suceso. A pesar de que quería creer en él, era difícil no suponer lo peor, no obstante a sus sospechas, le fue imposible contarle a la policía su versión completa de los hechos, quizás por compasión, porque no soportaba la idea de que se lo llevaran preso una vez más o tal vez porque su corazón se aceleraba ante el recuerdo de sus caricias,

En cualquier circunstancia, optó por no pensar demasiado y controlar los inmensos deseos de verlo. Suerte que su madre regresaba hoy, pues la extrañaba, el hogar permanecía solitario sin ella, precisaba abrazarla y desahogarse un poco. Se dispuso a organizar la cocina cuando tocaron a la puerta.

—¿Quién es? —cuestionó, un tanto temerosa.

—Soy Hugo, el sheriff. ¿Me concedería unos minutos de su tiempo?

Asintió mecánicamente, le abrió y lo invitó a sentarse.

—Usted dirá, ¿en qué puedo ayudarlo?

—Verás —comenzó a explicarle— acabo de percatarme de que la última persona con la cual mi hija interactuó no fuiste tú, sino alguien más del hospital.

—No comprendo, usted dijo que...

—Sí —la interrumpió— sé lo que te dije, pero quince minutos después de enviarte el mensaje, llamó a un número que tiene registrado como Trabajo.

—Permítame verlo —pidió y él le entregó un papel donde lo había anotado. Se levantó, agarró su agenda telefónica y, tras una exhaustiva búsqueda, exclamó—. ¡Es imposible!

—¿Qué sucede?

—El número pertenece al teléfono de la dirección —lo miró con confusión- y en la madrugada permanece cerrada.

—¿Sabe quién tiene acceso al lugar? —se interesó por saber.

—Solamente la directora Corton.

—Pero ella afirma que no sabía nada de mi hija ese día. —recordó la grabación y las cuatro restantes llamadas—. Parece que no ha sido sincera.

Con las cosas como estaban, la joven se debatió internamente en si debía agregar algo, al final su lado juicioso ganó:

—Señor, el expediente perdido pertenecía a Nick Jhonson. —esperó su reacción y, al no notar cambios en su expresión, continuó—. Lindsey estaba al tanto de lo ocurrido con el padre del muchacho.

—Le rogué que olvidara eso. —el tono de voz del hombre se volvió triste—. Es un caso delicado, pero ella nunca obedece. Debí mantenerme alerta, si le sucede algo no me lo perdonaré.

—Cálmese. —lo consoló—. ¿Le traigo un vaso de agua?

—Será mejor que me marche. —hizo caso omiso, se puso de pie y le estrechó la mano—. Gracias por la ayuda —dio media vuelta y salió.

Laura miró su reloj, eran pasadas las siete y la señora Linson no llegaba, dentro de poco se haría de noche, tomó su celular, salió al portal y le telefoneó, pero fue enviada directamente al buzón de voz. Preocupada, llamó a su tía quien, después de dos timbres, contestó:

—Mi sobrina preferida, ¿cómo estás?

—Sobreviviendo al día a día. —respondió divertida—. ¿Podrías ponerme a mi madre un instante?

—¿Cómo? —preguntó la otra—. Pero si la última vez que Delia Linson vino por aquí fue hace tres meses.

—No es gracioso, tía Helena. Sabes que no me gustan las bromas —un escalofrío la recorrió, tenía un mal presentimiento.

—¿Acaso me estás diciendo mentirosa? Tu querida madre no está...

Le fue imposible escuchar más, colgó y se desplomó en el suelo, las lágrimas invadieron sus mejillas y sintió que le faltaba el aire.

Mientras tanto, a lo lejos, escondidos entre los arbustos, tres hombres la observaban detenidamente. El mayor de ellos chiflaba por lo bajo, los otros dos permanecían tranquilos, hasta que uno tomó la palabra:

—Entonces, ¿es ella?

El que hacía el sonido sonrió de forma siniestra y concluyó:

—Sin duda alguna. Han pasado seis años, pero al fin la encontramos.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro