Misterioso Secuestro
Días después de mi altercado con Dakota, me levanto muy temprano por la mañana y me reúno con Joe, el detective. Hemos quedado en revisar la información obtenida hasta el momento y de paso le preguntaré acerca del joven al que pedí que investigara.
Joe me espera afuera de la universidad, está vestido totalmente de negro como si fuera a ir a un funeral, lo siento muy tétrico; desde lejos, me mira y me hace señas para que me acerque.
-Heaven, tengo algo que decirte -dice un poco inquieto.
-Espero que no sea algo como lo de Dakota, por favor -respondo dubitativa.
-No, no. Es diferente, es acerca del chico que me dijiste, él de dinero. Hay un problema.
-¿Qué hay con él? -pregunto un poco molesta.
-Verás... No puedo investigarlo -murmura con miedo.
-¿Por? -interrogo.
Justo después de esas palabras, llegan gritando el chico imitación de Zack Efron y la muñeca Barbie.
-Hermanitooooo -gritan ambos.
Impactada, es así como quedé.
Decepcionada, es así como me siento.
-Hola, chicos. -Suspira rendido aquí mi amigo presente; lo mato con la mirada, para luego dedicarle una sonrisa demoníaca al estilo Chuki. Con que, ese era el pequeño problema.
-Por eso. -Señala a sus hermanos, susurrando en dirección mía. No me digas, ya me he dado cuenta.
-No nos dijiste que ibas a venir, debiste haber avisado, mamá se alegrará -chilla la rubia.
-Anya, ni se te ocurra decirle a nuestra madre, ya sabes cómo se pone. -Se mueve incómodo.
-Florián, deja de dar problemas a papá, ya me contaron lo que pasó con el profesor de química. -Miró de manera inquisitoria a su hermano.
-Ahora me tengo que ir, adiós. -Escapa cobardemente el detective, de lo que parece ser una reunión familiar.
Los abrazó, les dio unos besos en sus mejillas, me agarró de la mano y me arrastró de ahí, mientras yo seguía toda atontada. Debió haberme dicho antes que eran sus hermanos.
Luego de unos minutos decido hablar para romper el abrumador silencio.
-Ya veo que lo de tediosos viene en la sangre -exclamo en voz alta y él voltea mirándome con una minúscula ráfaga de molestia.
-No es lo único -agregó entornando los ojos.
-¿Qué hace un niño rico trabajando para mí? -indagué.
-¿Quieres saber? -Con confusión volteó su rostro hacia mí.
-Sí, la curiosidad me mata, anda cuéntame -insistí.
-Ruégame -dijo usando un tono altivo.
-Tengo curiosidad, pero también tengo dignidad -bufé.
-Recuerda que la curiosidad mató al gato, jefa -bromeó.
-Yo no soy un gato, así que, dime -ordené autoritariamente como una niña pequeña.
-Pero si muy curiosa. -guiñó un ojo de manera seductora, pero a mi parecer fue más como cuando se te mete la pestaña dentro del ojo y te hace lagrimear.
-Dime que esa no es tú forma de coquetear, porque quedas así amigo. -le mostré gestualmente que se vería como un clown, es decir, un payaso.
Se hizo el indignado y masculló algo que no llegue a entender.
-Bueno, me vas a decir ¿Sí o no?
-No -repuso él.
-Chíngate -bramé enfurecida y me dispuse a subir al auto que me esperaba al otro lado de la acera.
Cuando estaba a punto de cruzar la pista, Joe me detiene, antes de que un auto pase por mí encima y solo quede puré de Heaven. Señala el semáforo y me regaña como una madre que llama la atención a su pequeño que le suelta de la mano.
Me salvó la vida, pero eso no significa que justifique su sueldo, le pago bastante como para que este de ocioso.
-Te perdono, nada más porque estás bueno -aseguré mentalmente.
-Si lo sé. -sonrió convencido.
What the fuck.
No me digas que lo compartí en voz altaaa. Oh, Santa diosa de las pollas. Esa es una nueva diosa, por si acaso.
Iré a casa en mi lujoso auto, recogiendo lo que queda de mi dignidad, me avisan si por ahí la ven.
Cuando llego, entro en la soledad de la mansión familiar, a la que regresé, ya que el departamento se lo dejé a Dakota.
Me deslizo hacia mi habitación y me recuesto en mi cama, haciéndome un ovillo con mi mente perturbada. Miro hacia el techo de color azul marino con estrellas pintadas que imitan al cielo nocturno.
No sé en quién confiar, porque cada persona en la que he confiado, me ha mentido. Ahora sé que hasta mis padres me mintieron, pero debo encontrarlos, seguro tienen alguna explicación, una buena explicación.
Me despierto bruscamente en medio de la madrugada. La noche está oscura, misteriosa e impenetrable. Mi vista gira unos grados hacia la derecha y me doy cuenta de que la ventana que da hacia la parte exterior, está abierta, por lo que siento una gran corriente de aire entrar, envolviéndome fríamente.
Siento un escalofrío recorrer mi espalda, me acurrucó contra la cabecera de mi cama y veo una sombra pasar por el pasillo fuera de la habitación.
Considero la opción de levantarme y averiguar si hay alguien ahí, pero me da miedo y trato de volver a dormir.
Lo siento por mi cobardía, moriré virgen.
Siento como una mano fría y grande tapa mi boca, mientras su brazo me jala hacia el piso, intento gritar, pero me detengo cuando veo su rostro y me susurra que mantenga silencio, que él no es la amenaza sino alguien más.
Nos escondemos debajo de la cama, su respiración nerviosa cosquillea en mi cuello debido a la cercanía, escuchamos ruidos provenientes de la cocina y luego una voz aguda que reconozco casi al instante, un grito de dolor resuena a través de toda la casa.
El choque de la madera contra el suelo, nos hace intuir que están desvalijando posiblemente los escritorios y cajones.
Cuando ya no oímos nada más, bajamos las escaleras sigilosamente y de puntitas para evitar hacer ruido.
Cuando entramos a la cocina encontramos a Dakota sentada en el piso apoyada contra uno de los estantes, con heridas de bala en el brazo, la pierna y el estómago.
Volteo para llamar a la policía y a una ambulancia, cuando un arma es puesta en mi cabeza mientras que el portador de la misma me dice que me eche al suelo al igual que el detective, al cual veo noqueado en el piso.
Me tapa los ojos, pone la pistola en mi cabeza, pero no dispara, amarra mis manos y me lleva jalando hasta una camioneta.
Siento que pone un paño en mi nariz y boca, seguido de un olor fuerte e irritante que hace que se nuble mi visión, y mi sentido de la razón se paraliza al igual que mi cuerpo.
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