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15


Haber, hoy era el puto día de fastidiar a Draco Malfoy.

Día de san Valentín

Un hechizo de corazón viviente.

Una situación malentendía que más tarde McGonagall les castigara.

Un ave que quiere ir tras Potter.

Escasos de bananas.

Y Pansy siendo arrastrada por la maldita golondrina por el lago negro.

Por favor, Merlín que estas arriba, que no aparezca el calamar gigante.

-¡¿Qué hacemos?!-grito Blaise tan pronto se recuperó del shock.

Era una buena pregunta.

No fue educado para esto, tal vez como salir vivo al toparse con un dragón, o una manticora en los peores de los casos, nunca estaba en el pensul solucionar su corazón hecho pájaro arrastrando a su amiga.

No, esto nunca pasa.

-¡Accio escoba!-grito agitando la varita.

Aguardo los segundos desesperante que la escoba debía ser su recorrido desde la oscuridad de su casillero en los vestidores a sus manos, mientras la golondrina daba otra vuelta alrededor del lago, buscando a Harry, Pansy ya se veía que no podría más.

-¡no se queden ahí par de bobalicones!-chillo ya, escupiendo el agua que le entraba en la boca.

La ninbus 2001 llego a su mano tras romper algunas ramas de árboles a su paso, montándola con rapidez y Blaise a su espalda como parrillero, pegando patada al suelo y elevarse al aire.

Tan pronto tuvo estabilidad, fue lo más rápido que podía a la golondrina que sobrevolaba la superficie del agua cual colibrí.

Decidió lo más lógico, recatar a Pansy del agua, ya se molestaría después del ave endemoniada, acercándose a su amiga que saltaba cual barril atado a una moto de agua.

-¡Apúrense que se me cae la falda!-

El agua que salpicaba comenzó a mojarlo, acercándose más cuanto podía hacia la Parkinson, que se notaba ya el cansancio.

-¡toma mi mano!- estiro su brazo el moreno hacia ella.

-¡no puedo! ¡Nos va arrastrar!-grito ella.

Se vio en la encrucijada, para sacarla del aprieto tenía que soltar al ave, si no les arrastraría y terminaría los 3 en algo peor, la escoba de por sí, apenas aguantaría a tres, o idear otro plan que no tenga que arriesgar a la golondrina a que llegue a su objetivo.

De repente, el ave tomo dirección directa contraria a la que llevaba, directo hacia el campo de quidditch por lo que podría deducir.

Mierda...

Le siguió lo más rápido que pudo, volteando bruscamente la trayectoria y seguirla.

Pansy pronto se quedara sin agua, remplazándola por áspera tierra, y unas gigantes rocas que se encontraban a la orilla, tenía que decidir rápido antes que alguien salga herido.

¿Pansy o el ave?

Se abofeteo mentalmente a sí mismo, por siquiera dudar la respuesta.

-¡suéltala Pansy!- le grito.

-¡¿Qué?! ¡¿Con todo lo que pasamos quieres que lo haga?!- le respondió con los ojos cerrados por el agua que le salpicaba en su rostro.

-¡a mi señal!-

Se acercó de un solo a Pansy, volándose un zapato tan pronto su pie se sumergió al agua, tomando Blaise por el brazo con fuerza a la femenina.

-¡Ahora!- se elevó de un salto.

Pansy con todo el pesar deshizo el encantamiento, soltándose la cuerda mágica alrededor del cuello de la golondrina, apartándose el agua de su rostro con su palma, mirando apenas la gran roca que sobrevolaron tan pronto salieron del lago, algo asustada y aliviada de no haber ocurrido ese fatal final.

La escoba no podía soportar tanto peso, mirando el ave que volaba con rapidez hacia el campo de quidditch, chaqueando la lengua molesto, obligado a descender al suelo.

Tan pronto tocaron tierra, Pansy le temblaron las piernas, tumbándose en el césped verde aliviada, temblando por lo fría que era el agua, seguido del italiano que convoco unas mantas para abrigarla.

Libre de pasajeros, se elevó hacia arriba, volando con rapidez por el cielo y tratar de darle alcance a su corazón.

El roce el viento contra su rostro le secaba los ojos, parpadeando repetidas veces para enfocar vista y buscar a la criatura del demonio.

Tal como había pensado, a lo lejos podía verla, batiendo sus alas con algo de rapidez, en vuelo hacia el campo de quidditch, mucho más alla podía ver borrones rojos en escobas.

Saco su varita espino, apuntando hacia el ave que con toda la inocencia volaba tranquila, convocando una cuerda mágica brillante amarilla, envolviéndose alrededor de ella.

Por un momento sintió dolor, como un pincho en su pecho, no haciéndole caso a los chillidos y piares de lamentación que hacia la golondrina al verse atrapada, cual silvestre viéndose privado de libertad.

Era lo correcto, se decía, enrollando la cuerda para atraparla con sus propias manos.

La golondrina volvió arder, no dándose por vencida, removiéndose del amarre de las cuerdas, y liberar un poco sus alas entre los amarres.

Al ver sus intenciones, entro en pánico, enredándose torpemente sus manos, apurado por atraparle.

Apenas pudo siquiera tocarla, grito al verse quemado por las flamas de su cuerpo carmesí, soltándola instintivamente y ver la palma de su mano quemada con dolor.

La golondrina pudo liberar entre las cuerdas ambas alas, volando con fuerza hacia su dueño, viéndose Draco arrastrado. Trato de jalar en contra de los deseos de ella, empleando toda la fuerza que su escoba podía ofrecer, tirando y aflojando.

Por unos momentos pensó que pudo controlarla al retroceder lentamente, pero parece ser que subestimar es costumbre, arrastrándose hacia el campo de quidditch.

¡No!

Siguió tirando como si su vida se fuera en ello, a la vez que convocaba más hechizos en contra el pájaro para que dejara el vuelo, sin efecto alguno, viendo inmune ante sus propios hechizos.

¡No quiero que vayas!

Dejarla ir significa arrojar todo el esfuerzo por el retrete, todo secreto recelosamente guardado, y esperar alguna desgracia que le caer mucho antes o peor durante la guerra que se aproxima.

Su mente le hacía a la vez jugadas que no quería ver, mostrándole los pros de hacerle saber que había un rubio que le amaba de todo corazón.

Tenía que ser realista, el amor ahora mismo no cabe en su vida, en a todo pronóstico, solo le perjudicara más y a su familia, está siempre a la mira de un par de ojos, que no dudaran en hacerle el peor de los males a su madre, y después irán por el o sus amigos.

Por eso, se aferra a las cuerda a más no poder, y tratar de aferrarse cual salvavidas a la esperanza de ganar esta batalla.

-por favor no...-no supo en que parte de la pelea comenzó a rogarle.

Si era de verdad su corazón, debía entender sus razones.

Por un momento la fuerza del ave fue menor, por un segundo pensó que su abogacion podría haber convencido a golondrina de aguardar.

Eso fue hasta que ardió en llamas cual fénix, comenzando a quemar la cuerda mágica si eso era posible.

-¡no!-grito y fue tarde.

La cuerda se rompió, siendo el expulsado por el lado que tiraba, perdió el equilibrio y sostenerse de su escoba con una mano, salvándole de haber caído al vacío.

Miro con dolor y furia como la golondrina se había liberado y volaba cual cometa ardiente hacia su objetivo, cerrándolos los ojos con impotencia.

Harry que practicaba quidditch con su equipo, en busca de la snicth para mejorar su record de búsqueda, de un momento a otro escucha los gritos de sus compañeros, volteando hacía por un segundo y mirar en segundos con una bola de fuego choca contra él, bajándolo de su escoba, cayendo libremente al vacío.

-¡Harry!-

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