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O4: ¿Esperarías por mí?

Sus labios chasqueaban con ansia. El sentimiento de amor y anhelo se podía sentir en sus corazones.

El amor entre ellos creció, se fortaleció, un año de muestras fe afecto, planes a futuro y caricias sanadoras pasó. Ahora Jungkook tenía 15 años y JiMin 19.

No podrían estar más felices compartiendo un fragmento de sus vidas, día a día solamente ellos amándose bajo el Sol y la Luna. Sin problemas, solo buenos momentos.

O así había sido hasta hace unos días.

Una guerra se había desatado al Norte donde eran los Kim causantes de esto. Después de años de paz implícita, ahora se atrevían a atacar a los Shuan, los aliados de los Park en la frontera con China, y debían de ir a combatir para ayudarlos, ese era el acuerdo mutuo.

Jungkook tenía miedo, era JiMin quien también marcharía junto a cientos de hombres para defender a sus aliados.

Me iré a la guerra, Jungkookie recordó.

El menor apretó con más fuerza la cintura entre sus manos y profundizó el beso. No quería dejarlo irse de sus brazos, no sabiendo que puede morir y nunca volver.

―Espera...―Se separó el mayor con un suspiro. Sus manos en el pecho del menor.

―¿Que pasa?―Jungkook lo miró.

Su cabello estaba desordenado, sus labios rojizos como sus luceros, sus mejillas sonrosadas y los ojos entrecerrados. Jungkook se lamió los labios ante la imagen del mayor entre sus brazos, apresado contra su cuerpo y la pared de la vacía habitación.

―El beso fue muy intenso.―Fue sincero.

Jungkook pensó que no debió dejarse ir tanto. Pero contrario a sus pensamientos una sonrisa ladeada surcó la boca de JiMin.

―Me gustó... pero también necesito respirar.

Soltó una risa y acarició la cintura del mayor por sobre sus vestimentas relajando ahí su agarre.―Y yo necesito más de ti.

―¿Es porque estás en la adolescencia? ¿Son las hormonas?

Jungkook se sonrojó y negó.―No, solo... Que te voy a extrañar.―Aplanó los labios y sus ojitos celestes se llenaron de lágrimas poco a poco.

No sé cuando volveré, pero sé que te voy a extrañar, Jungkook recordó las palabras del mayor hace unos días.

―No quiero que nada te pase, JiMin hyung.

Dejó un pico en sus labios y rodeó los hombros del menor, alzando un poco los talones porque Jungkook ya lo había pasado en altura por unos centímetros, y acariciando su espalda para calmarlo.

―Nada me pasará, yo volveré a casa, Jungkookie. Volveré contigo.―Tomó su rostro y besó sus labios.

―¿Porque no puedo ir yo contigo?

―Porque la guerra es con los aliados de mi familia, los Jeon no pueden ir a combate, no son aliados de China, es más, están en malos términos.

―Qué injusto...―Jungkook lo abrazó dejando un beso en su cuello.―Si no vuelves, yo moriría.―Se alejó para verlo mejor.

―No hay porque llegar a los extremos.―Soltó una risa.―Aún tenemos tiempo para que me beses todo lo que quieras.

―En una hora te marchas, no es mucho tiempo.―Tomó sus rostro y conectó sus ojos celestes con los rojizos del mayor.

Nunca se cansaría de decir lo mucho que amaba el color en las iris de sus ojos. Rojos como la sangre, como dos rubíes preciosos, como la pasión, como su intenso amor.

―Entonces hay que disfrutar cada segundo.―Juntó sus labios en un nuevo baile.

Entre risas, besos, abrazos la hora se fue volando y el Sol estaba en lo alto, con sus rayos tocaba a los dos amantes ahora regando las flores en el jardín.

―¿Irás con tu padre?

―Así es, iré con tu suegro.―Dijo con intención de molestar al menor que se sonrojó un poco.―¿Sabes? Extrañaré mucho esto.

―¿A qué te refieres?

―A nuestras flores, a nosotros.―Su expresión decayó un poco, y Jungkook se acercó dejando un beso en su mejilla.

―Cuando vuelvas encontrarás el doble de flores, ¿Está bien? Plantaré un montón.―Dejó el recipiente con agua a un lado.

―¿En serio lo harías?

―En serio.―Le sonrió.―Por ti, JiMin hyung.

JiMin tomó las manos de Jungkook con algo de tierra, como las suyas, y le devolvió la sonrisa.

―¡Chicos! Al fin los encuentro.

Ambos salieron de su burbuja cuando escucharon la voz dulce de su amiga.

―Buenos días, Hana.

Byun Hana una chica de 15 años como Jungkook, de ojos grises y cabello rubio. Llegó el año pasado rescatada de la guerra que hubo entre la dinastía Byun y los Kim. El padre de Jungkook la acogió por haber sido una sobreviviente de la sangrienta guerra y dejó que se quede con ellos. Hasta donde sabían era la única con vida que lleve el apellido Byun.

Los Jeon no habían ayudado a los Byun con los Kim, pero ahora estaban siendo extrañamente solidarios. En fin, tampoco la dejarían en la calle, era de una de las dinastías más grandes que hubo, porque ya no existe, solo es ella.

En el trascurso de ese tiempo ella se acercó mucho a ambos, los tres se hicieron buenos amigos. Le agarraron cariño, era una chica aventurera, extrovertida y muy feliz.

―Que bueno verte hoy.―Dijo JiMin sin soltar la mano de Jungkook.

―¡Igualmente!

A pesar del cariño hacia Hana, JiMin muchas veces fingía que sonrisa con ella presente. Le parecía que escondía algo tras toda su felicidad y sonrisitas. Desconfiaba de ella aunque no quisiera, porque era una chica dulce. Quizás sean celos por Jungkook, ellos al ser de la misma edad se llevaban muy bien y vivían bajo el mismo techo, se habían hecho unidos. Cuando JiMin no se quedaba con Jungkook, era Hana quién amablemente lo acompañaba.

No es una mala chica, solo es mi mal pensar se decía.

―Hoy te vas, JiMin-ssi.―Dijo con una ligera mueca de tristeza.―No deberías irte, ¿No puedes quedarte?

―Lo siento, no puedo, es mi deber ir a luchar.―Ella tomó su mano libre y asintió derrotada.

―Pero te vas a cuidar, ¿Verdad?

―Trataré de hacerlo, ya dejen de preocuparse por mí, ¿Está bien?

―Está bien...

Cuando fue momento de despedirse, las lágrimas no faltaron. JiMin ya sería llevado a su hogar con sus padres para partir hacia la guerra.

―Voy a extrañarte cada día y pediré por tu regreso.―Jungkook tomó sus manos y las besó, sin importarle los soldados o sus padres presentes a su despedida.―Por favor vuelve conmigo, porque no te perdonaré si me dejas. Tendría que irme contigo.

Ese amor puro e intenso que JiMin llevaría en su corazón para esas noches lejos de su amado.

Sus ojos rojos conectaron con esos celestes tan tristes.―Volveré, lo haré.―Acarició su mejilla.

―Cuando vuelvas, nos casaremos.―Prometió firme.

―¿Esperarías por mí, Jungkookie?

―Te esperaría hasta el fin del mundo.

Jungkook lo rodeó con amor y sin ganas de soltarlo, pero tuvo qué. Cuando se alejaron, el mayor se marchó.

―Adiós...

Ahora estaba en el jardín tratando de asimilar el ya no tener cerca al de ojos rojizos.

Se sienta en el pasto y observa el jardín que por años cuidó junto a su amado.

Su corazón se siente pesado.

Mirando las flores en su jardín piensa que estas son el símbolo de su amor.

De alguna forma lo percibe así.

El jardín es su corazón, las flores todo su amor y recuerdos juntos. Ambos tienen esas flores blancas en sus jardines, y así ellos comparten el mismo sentimiento.

Hana se acercó y sentó a su lado, ambos dejando que el atardecer toque sus rostros.

―¿Él realmente volverá, Hana?

―El tiempo lo dirá.

Cierra los ojos y recuerda a su amado.

Mientras estas flores sigan con vida, nuestro amor también lo estará se dijo.

Quiere confiar en eso... Pero se le olvida que las flores se marchitan cuando no son cuidadas lo suficiente. Al igual que el amor, si no se cuida, se muere.

Hana puso su mano sobre la de Jungkook.

―En su ausencia, te cuidaré.

―Gracias, Hana.































¿Qué piensan de Hana? ¿Les agrada?

See you later ♡

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