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38: Mugunghwa.

Entra al palacio de la dinastía Jeon con lágrimas en los ojos y pisadas fuertes resonando en su andar.

―Dónde está, dónde esta...

Hace apenas unas horas estaba en su pecho oyendo sus latidos.

Y ahora parece que jamás los volverá a oír.

JiMin está desesperado. Hace apenas una hora le anunciaron el estado de su prometido mientras desayunaba con su madre.

"El príncipe Jeon ha sido envenenado esta mañana, supuestamente por la cocinera y..."

Él sin pensarlo dos veces tomó su caballo, nisiquiera dejó al mensajero terminar connsu anuncio y cabalgó hasta el hogar de los Jeon.

Ahora está cruzando el gran pasillo con un objetivo muy claro: Llegar con Jungkook.

―¡Espere, príncipe!

Los guardias lo llaman, él está entrando en aquella casa sin permiso y poco le importa que los reyes se molesten, pero él necesita llegar con Jungkook.

Necesita estar con él.

Finalmente llega agitado hasta la puerta que él tan bien conoce. Prácticamente se lanza hacia la puerta y la abre de un solo movimiento.

Su respiración está agitada y su corazón con temor por su prometido bombea con rapidez.

Una lágrima se escapa por el borde de su ojo cuando lo ve ahí.

Postrado en cama, con el rostro pálido y los ojos cerrados.

―Jungkook...

Avanza hacia el interior de la habitación, inconscientemente retiene la respiración. Lleva su mano izquierda a su pecho y la derecha se acerca al rostro de su amado.

Pero se aleja.

No quiere tocarlo, se ve tan frágil. Sus labios resecos, las bolsas bajo sus ojos y su respiración débil.

―Jungkook.―Sus rodillas, con cuidado de no hacer ruido, tocan en suelo y tembloroso toma la mano tan fría de él. La besa.―Jungkook, despierta...

Estaban tan felices.

¿Porque tuvo que pasar esto? ¿Quién sería capaz de tratar de matar a este inocente hombre? ¿Porqué alguien lo odiaria a tal punto de querer matarlo?

―Me temo que eso no será posible. Está inconsciente ahora mismo.

Una voz hace que se sobresalte. Alza la mirada y ahí encuentra una vieja mujer de cabellos blancos con un bastón dorado contra el suelo.

―¿Q-quien es usted?

―Soy la curandera.

JiMin niega con la cabeza y ve a Jungkook.―No puedo, no puedo dejarlo...

La mujer golpea el suelo con su bastón, con una mirada seria sobre él.―Príncipe, le pido que se retire. Debo hacerle una última revisión a Jungkook para descubrir qué clase de antídoto necesitará. ¿Lo entiende? Debe salir.

Sus manos tiemblan. Mira por última vez a Jungkook y planta y beso en su frente. Su piel se siente fría contra sus labios.

―Está bien.―Se pone de pie y se aleja dándole paso a la mujer de acercarse al muchacho.

JiMin pasa saliva a la vez que le da un vistazo a su amado y sale de la habitación con el corazón en mano. Cierra la puerta y se apoya en la pared al lado de esta.

Tiene tanto miedo...

―Veo que ya te enteraste.

Esa voz. Esa maldita voz.

JiMin gira a sus espaldas. Es Taehyung con sus ojos verdes viéndolo como si se burlara de él.

Frunce el ceño.―Pierdete.

Tiene la intención de alejarse para buscar a los padres de Jungkook y esperar con ellos la llegada de su madre. Ya que él salió disparado llegó antes pero su madre debe llegar con el carruaje, lo que toma más tiempo.

―¿Qué? ¿Ahora te vas?

JiMin lo ignora, no perderá su tiempo discutiendo con él, no tiene tiempo de distraerse ni pensar en otra cosa que no sea su prometido.

Sin embargo Kim no se queda atrás.

―¿Sabes que si él muere te casarás conmigo, verdad? O con mi hermana, ¿No sería lindo? Seríamos familia.

JiMin esta vez si detiene sus pasos y aprieta los puños. Gira hacia él con la mandíbula apretada y sus ojos rojizos más intensos que nunca.

―Él no morirá, y yo jamás me casaré contigo.

Taehyung sonríe ladino y da unos pasos hacia él.―¿Eso crees? Ya quiero verte en mi cama cuando tu preciado Jungkook muera.

La risa que sale de sus labios es tan asquerosa que JiMin siente ganas de escupir en su rostro, y por poco no se controla.

―Si dices ese tipo de ridiculeces me haces pensar que fuiste tú el causante de esto.

Lo que no se esperaba era que Taehyung se quedara callado, sin burlas de por medio, solo una sonrisa divertida en sus labios como si él supiera algo.

Como si el supiera algo... ¿Como qué?

JiMin abre de más los ojos y jadea cuando un pensamiento cruza su mente.

Es obvio.

―Es tu culpa...―Él susurra, formando poco a poco una mueca en su rostro.

―¿A qué te refieres?―Pregunta cínicamente, sacando el último gramo de paciencia en el cuerpo de JiMin.

―¡Fuiste tú!

Temblando por el miedo y la ira en su corazón, pasos firmes y fuertes hacia Kim a la vez que sus ojos se oscurecen.

―¡Fuiste tú el maldito que lo envenenó! ¿¡No es así!?―Lo señala acusadormente, su respiración es irregular.

Taehyung se inclina hacia él invadiendo su espacio personal y ríe descaradamente en su rostro.

―¿Y si es así que harías? Nada. Tú no tienes el poder aquí, te lo recuerdo.

JiMin lo empuja. Abre la boca para poder insultarlo pero él mismo se queda callado. Una silueta detrás de Taehyung le llama la atención.

Es Hana.

Esa maldita mujer que manipuló a Jungkook para cosas que el aún no descubre.

JiMin retrocede con las pupilas temblando por la ira cuando Hana se acerca hacia ellos.

La respiración pesada de JiMin no combina con las pisadas tranquilas y delicadas de la mujer.

―¿Y tú que haces aquí?

Esa mujer aparece de la nada en los momentos exactos, como si siempre supiera en donde debe estar, cuando y como.

―Escuché tus gritos hasta mi habitación.

Ella ya no finge una actitud inocente frente a JiMin. Ya no existe más su expresión dulce ni su sonrisa atontada, ahora se muestra como realmente es frente a JiMin. Ella sabe que no vale la pena seguir fingiendo frente a él cuando JiMin ya tiene conocimiento sobre sus mentiras.

―Esto es algo entre Taehyung y yo, ¡Lárgate!―Bocifera pero lo único que recibe es una mirada neutra.―¿Que no escuchaste, Hana? ¡Vete!

Ella niega y suelta una suave risa. Le da una mirada cómplice a Taehyung. Y estas simples acciones podrían no ser nada, pero para JiMin es una revelación a sus miedos.

Ellos dos están cooperando, ¿No es así?

―¿Qué pasa, JiMin? ¿Ya no sabes que más decir?―Taehyung sigue con ese tono burlón en su voz. JiMin no lo soporta.

―Cierra la boca.

―Vamos, no seas grosero.―Ella replica. Lo mira como si se sintiera superior a él viéndolo tan roto y tembloroso por Jungkook.

―Hana... Te juro que si Jungkook llega a morir no tendré piedad de ti.―Amenaza y ella ni se inmuta ante sus palabras.

El gris de sus ojos es frío contra el rojo en llamas que los ojos de JiMin poseen.

―¡Si slgo le pasa a él los mataré a los dos! ¡Me haré rey por mi cuenta y a ustedes los...!

¿¡Pero qué está pasando aquí!?

La voz autoritaria del rey Jeon junto a sus pasos firmes hacia ellos calla su discusión.

―Explíqueme en este mismo instante porqué están gritando aquí. Jungkook está adentro tratando de ser atendido por la curandera.―Habla evitando gritarz señalando la puerta a escasos metros.

Una vena sobresale en su cuello, como si llevara un buen rato lidiando con el enfado en su ser.

Park retrocede y hace una reverencia hacia el rey aún temblando ligeramente. Taehyung y Hana lo siguen.

―Disculpenos rey, es JiMin quien está muy alterado por la situación de Jungkookie.

Jungkookie.

La sangre hierve en sus venas cuando escucha el apodo que él le puso a Jungkook cuando eran niños. ¡Ella no tiene derecho a llamarlo así!

―Cierra la boca Hana, ¡Cierra la boca!

―¡Ya basta!―La potente voz del rey Jeon resuena en las paredes del palacio, dejando callados y quietos a los tres.―¡Debería darles vergüenza discutir en estas circunstancias!

JiMin baja la cabeza y muerde su lengua para evitar retar al demandante hombre, que hasta donde sabe que también es su enemigo.

Todos lo son menos Jungkook, su madre y su pueblo.

El rey los obliga a que se retiren de la zona y vayan al salón principal. "Esperaremos las instrucciones de la curandera ahí" dijo en su camino a dicho lugar.

Ahora está JiMin tomando agua para calmar sus nervios, sentado al lado de su madre quien sostiene su mano con cariño.

―¿Ya estás mejor, hijo?

Él asiente bajando el vasi hasta su regazo, tiene la mirada al suelo.―Sí...

―¿Ya se calmaron tus latidos?―Vuelve a preguntar con su mirada fija en su rostro.

Él asiente.

―¡Curandera! ¿Cómo está mi hijo?

Tan pronto como escucha a la madre de Jungkook decir aquello, se levanta de su asiento al lado de su madre. Camina hasta la mujer con el bastón dorado.

―Él está en un estado muy grave.―Al decir eso todos quedan callados y al borde.―Pero hay solución, así que no todo está perdido.

―¿Cuál es? Haremos lo posible para que él siga con vida.―Dice la reina Jeon.

―Verá, reina mía, quien trató de asesinar a nuestro príncipe no tomó en cuenta que ese veneno puede ser menos letal si se consume a la par con las frutas. Y frutas era lo que también había en el plato del príncipe. Gracias a esto, los síntomas no son tan letales y tenemos más tiempo para preparar el antídoto.

―¿Y cómo lo hacemos?―El rey es quien habla, ya pareciendo más calmado pero aún con el ceño fruncido.

―Mi rey, necesito una flor llamada Mugunghwa, tiene 5 pétalos y suele crecer en tonos rosa pálido y violeta. Esta flor es la clave para revertir el antídoto que ayudará a mejorar el estado del príncipe, pero claro, todo dependerá de qué tan fuerte es él.―Explica.

―¿Dónde las conseguimos?―JiMin se apresura a preguntar, con una mano en el pecho, justo sobre su corazón.

―En lo profundo del bosque, príncipe Park. Pero es un viaje arriesgado, por esa zona hay animales salvajes y-

―Eso no interesa, mandaremos a nuestros mejores hombres.

―Es preciso que vaya una sola persona y lo más rápido posible. Una persona viaja más rápido que dos. ¿Alguien conoce el bosque? Deben conocerlo a la perfección o de lo contrario retrasarían la preparación del antídoto.―Ella advierte con amabas manos en su bastón dorado.

JiMin da un paso al frente.―Yo iré.

Todos los ojos se podan sobre él, y antes de que alguien diga algo él vuelve a hablar.

―Conozco muy bien este bosque, mi padre me lo enseñó a la perfección, yo iré.

Su madre jala su mano y lo obliga a mirarlo.―Hijo-

―Mamá, debo ir. Tengo que ir.―Él retira su mano.―Con su permiso, rey y reina Jeon.

Ambos esposos se miran entre sí, y aunque el rey está en desacuerdo es la reina quien le da el permiso.

―Ve, vuelve rápido para salvar a mi hijo, no tenemos tiempo.―Sus ojos tienen lágrimas.

JiMin asiente y sin pensarlo dos veces sale corriendo del palacio para montar su caballo negro y cabalgar hasta el bosque con rapidez.

Él haría todo por su amado...

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