Séptimo Capitulo.
Al fin llegó el día, 5 de Julio de 1811, día en que se haría historia y se daría el segundo paso hacia la independencia venezolana.
Rememorando un poco los hechos, todo comenzó un 19 de Abril de 1810, día en el que se marca el inicio de lo que sería la lucha por la independencia del dominio español en Venezuela. En tal fecha se reúne un Cabildo extraordinario como respuesta inmediata a la disolución de la Junta Suprema de España y la renuncia del Rey. Surgió un movimiento popular ocurrido un Jueves Santo en la ciudad de Caracas, iniciando con ello la lucha por la independencia. El movimiento se originó por el rechazo de los caraqueños al nuevo gobernador, quien había sido nombrado por la Junta Suprema de España, disuelta en ese entonces.
Mientras el Capitán Vicente Emparan quien había sido nombrado como nuevo gobernador, mientras se dirigía a la misa un grupo perteneciente a la aristocracia y burguesía criolla, estos desconocen al Capitán General de Venezuela, acción que hizo que este no estuviera de acuerdo y desde el balcón del ayuntamiento preguntara al pueblo quienes estaban reunidos en la plaza mayor, si querían que él siguiera mandando, entonces el obispo José Cortés de Madariaga, le hizo signos a la multitud de negación, haciendo que Emparan renunciara al puesto y se marchara a España.
Luego de este hecho se establece una Junta de Gobierno que toma varias iniciativas como prohibir el comercio de esclavos negros, crear la Sociedad Patriótica para fomentar la industria y la agricultura y de igual manera establecer juntas en algunas provincias como Cumaná, Margarita, Barinas, Barcelona, Trujillo y Mérida.
Y así se da por iniciado lo que será el primer paso y parte de la gran y ardua carrera hacia la firma del acta de independencia de Venezuela.
* * *
En una mañana agitada en la casona Alcatraz, mientras aclara la mañana en Venezuela, se escuchan los sonidos que van dejando en el aire las aves junto con un frío abrazador, mientras tanto en la cocina bullía el agua de la tetera y el fogón ardía entretanto el desayuno se cocía, desprendiendo un aroma sin igual que le despertaba el hambre a cualquiera.
Don José Alcatraz después del desayuno ensilla su caballo y sale directo al encuentro de los esclavos para ver la producción, buscar maneras de apresurar y mejorar la calidad de la siembra, mientras tanto Rosaura en la habitación de María Sagrario se encuentran buscando el atuendo perfecto para la actividad de esta tarde, justo en eso entra Doña Nazareth a la recámara con una sonrisa fingida y pidiéndole a la hija menor que se retire, haciendo que esta asienta con la cabeza y haciendo una reverencia salga de la habitación casi de inmediato.
~ ¿Qué sucede madre?
~Hoy me obedecerás al pie de la letra ¿Entendido?
~Sí, pero ¿Qué ocurre?
~Ocurre que tú no deberías asistir a esa reunioncita a la que tanto te has empeñado de ir, pero no importa que vayas, mejor así, tengo algunas ideas en mente que debes cumplir al pie de la letra ¿Dónde está el vestido que te obsequio mi querido Simón?
~La verdad no sé dónde lo habrá puesto Nana. -Dice nostálgica y un poco desconcertada María Sagrario. -
~Pues búscalo, en lo que lo encuentres quiero que me busques a mí o me mandes a llamar, tengo unas cosas que decirte antes de que te marches con tu padre.
~Está bien mamá. -Dice aún más desconcertada María Sagrario por la actitud nueva de su madre-
Al cabo de encontrar el vestido en el baúl donde guarda todas sus cosas preciadas, manda a llamar a su madre tal y como ella lo pidió y a los cinco minutos llega su madre sonriente.
~Para ver como es el vestido, evaluemos lo gustos de mi queridísimo.
Todo un ensueño, parecía un vestido extraído del cielo o traído de algún castillo español, hecho con tafetán color azul egipcio algo intenso, de grandes pliegues y piedras preciosas incrustadas al final de la falda y un gran lazo que resaltaba la esbelta figura y la pequeña cintura hecha por el corset, con un escote en color crema que contrastaba entre todo ese azul y unos tiernos y delicados bordados con hilos dorados que llevaban la mirada hacia aquel punto del vestido y que incitaban a cualquier persona a tocar, observar y envidiar, unos guantes bordados en color crema que hacían notar la delicadeza de quien los llevaba, con un tocado del mismo azul adornado de flores delicadas en el mismo color del escote y una redecilla que ocultaba el rostro de la dama junto con unas plumas que dejaban en duda alguna falta de perfección en tal conjunto.
María Sagrario al igual que su madre quedan fascinadas con el traje que definitivamente luciría María ante la sociedad en aquella reunión y la haría resplandecer ante todos esos caballeros que sin duda alguna la verían con otros ojos, tal vez ojos de ilusión familiar. Allí instantáneamente Doña Nazareth manda a llenar la tina para comenzar a preparar a su futura casada hija, y empieza a ayudarla quitándote el apretado corset.
~Hija ¿Recuerdas que te dije que necesitaba que hicieras todo lo que quería tal y cómo te lo pedí?
~Sí madre, no tengo tan mala memoria.
~ ¡Perfecto! Lo harás ¿Cierto?
~Por supuesto que sí, no tengo de otra ¿No?
~Pues claro que no. Comenzare a darte las órdenes del día..., quiero que seas coqueta con todos, coqueta pero recatada, para eso llevas abanico, si sientes que te observan fijamente y con ojos maliciosos utilízalo, recuerda hacerlo disimuladamente tapándote el rostro para que le de vergüenza a quien te haya estado viendo; no hables de más, sólo cuando te pidan opinión o cuando crees que merecen escucharte alguna idea y que estas sean productivas mas no ofensivas, ya de por si es una ofensa de que vayas, pues a los hombres no le gusta las mujeres demasiado inteligentes y mucho menos en temas de política así que te comportas como una señorita, nada de risas imprudentes.
~Sí madre, todo eso me lo has repetido reiteradamente, no te preocupes, se cómo debo comportarme, pero ¿Por qué tan coqueta? Voy es a hablar cosas serias, interesantes, no a buscarme un marido.
~Pues sí te buscaras un marido, tienes que buscar el doble propósito a mi permiso de dejarte ir para ese lugar.
~ ¡Pues si es así no iré!
~Ni se te ocurra faltar. -Dice Doña Nazareth a su hija con cara de molestia y tomándola fuertemente por el brazo, llegando al punto de marcar sus dedos en este.-
Señora, ya está lista la tina. -Dice una de las muchachas de la servidumbre-
~Vamos hija, hay que darte un buen baño. -Dice Doña Nazareth mientras encamina a María Sagrario hacia la tina.-
Allí, retomando la conversación, Doña Nazareth dice:
~Deseo que si ves a Simón José no te le separes, primero, le encantara verte con el hermoso vestido que te ha obsequiado y segundo, le quitaras las esperanzas a algún padre desesperado por casar a su hija con él.
~ ¿Quieres que coquetee con todos los presentes en la reunión específicamente con tú querido Simón? ¿Qué te sucede madre? ¿Cuánto te falta para llegar al punto de venderme como a un cerdo o peor, ofrecerme como una prostituta? ¿No te lastima llegar a este punto?
~ ¡Pues claro que me lastima y me escandaliza! Pero tú no cooperas, tengo que estar yo detrás de ti para hacerte ver con quién te conviene estar.
~ ¿Disculpa madre? Pues si sabes tanto con quien me conviene estar ¿Por qué no le buscaste un buen marido a la pobre Eugenia? Sabes que no puede tener hijos y que es la burla de su esposo y que solo genera lástima entre sus esclavos ¿Acaso eso no te duele?
~Tu matrimonio con Simón no será igual. -Dice orgullosa Doña Nazareth.-
~ ¿Qué te hace estar tan segura de que deseo casarme con Simón? -Dice chapoteando agua María Sagrario ya molesta por los despectivos comentarios de su madre-
~Pues no me importa si no quieres casarte con Simón, lo harás y punto.
~Yo no me casaré con un hombre viudo, ya tengo otros planes para mí vida. -Dice María levantándose instantáneamente de la tina-
~Con Raymond no te casarás, así sea lo último que haga. -Dice Doña Nazareth halando a su hija por el brazo, haciéndole daño, evidentemente, pero con la misma María Sagrario logra soltarse.-
En ese instante María se retira y va a vestirse apresuradamente a su habitación.
~Recuerda que harás caso al pie de la letra de lo conversado hoy ¡y que se te ocurra hacer todo lo contrario, para que veas que no te quedaran más ganas de desobedecerme! -Dice Doña Nazareth, que con aires de grandeza y una sonrisa victoriosa sale de la habitación, logrando que María Sagrario se desplomara de la molestia, hecha un ovillo en su habitación. Sabía que no podía tardar más de lo necesario o su padre la dejaría, así que decide secarse las lágrimas causadas por la impotencia y termina de alistarse para salir.
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