Al entrar al salón María Sagrario y Rosaura, se hizo un silencio casi digno del cielo, en ese momento se levanta de la silla un muchacho, nuevo a la vista para las dos jóvenes recién llegadas, su primo era diferente a todo lo que se habrían imaginado, algo casi indescriptible, alto y con la piel tostada como una flor, ojos verdes penetrantes e indescifrables y con una sonrisa digna de admirar por horas.

En ese momento, Rosaura jala del brazo a María, después de haber quedado taciturna al ver a ese joven quien no dejaba de mirarla y sonreírle, al reaccionar, nota que su madre la ve de una manera diferente, no aprobatoria, ni tampoco desaprobadora, era algo como sorprendida, molesta, casi igual de indescriptible como los ojos de su primo Raymond, allí es en donde reacciona y hace una reverencia saludando a su primo.

~Hasta que al fin te conozco primita, mi hermana no dejaba de hablar de ti.

~Oh, que habrá dicho sobre mí, espero sean cosas tan buenas como esta inesperada visita.

En ese instante Rosaura añade:

~Si tú eres hijo de mi tío Cristóbal ¿Por qué nunca te habíamos visto?

Doña Nazareth fulminó con la mirada a la pobre e inocente Rosaura, haciendo que esta se cohíba casi al instante.

~Rosaura, primita, yo llegué hace poco a Venezuela, me crie en España con la tía Lucia ¿La conocéis? Ella siempre decía que la tía Nazareth tenía una hija pequeña, hermosa y curiosa.

~Oh Raymond, claro que conozco a la tía Lucia, vino a visitarnos hace varios años y es hermosa y muy dulce conmigo. Debes enterarla sobre el gran cariño y admiración que le tengo.

~Por supuesto que si princesa. Creo que pronto volverá a visitaros.

Rosaura se exalta de la emoción, era una de sus tías favoritas y a quien más quería de la familia materna además de a María Sagrario.

~ ¿Cuánto tiempo durarás? Pregunta de manera poco meditada a su primo.

~Creo que comenzaré a vivir aquí, María Sagrario.

~Oh por Dios, lo que nos faltaba. Dice la obstinada Doña Nazareth. Haciendo reír indudablemente a su marido.

~Ya extrañaba tu voz, amada mía. Habías durado mucho tiempo sin soltar la primera palabra, casi llamaba a un médico.

~Discúlpenme, marido, Raymond, hijos. Iré a recostarme, me he sentido un poco mal este día.

~Tía, ¿Necesitáis ayuda? Yo estoy aquí para lo que necesitéis.

~No te preocupes Raymond, tu tía no tiene algo más grave que calor. Debes comenzar a acostumbrarte al clima.

~ ¿Pero no viene de la playa? Ya tanto tiempo bajo el sol debió haberlo entrar en temperatura.

~Venga Rosaura, ¿Nunca has visto a un mulato? Te hace falta salir un poco más de esta casona.

A Raymond no había algo que lo hiciera molestar más que cuando hacen referencia a su color de piel, no había algo más denigrante que los desprecios que le daban sólo por ser mulato, sobretodo su tía Nazareth y la madre de sus hermanos, aún, 22 años después, se pregunta ¿Por qué su madre tuvo que morir y dejarlo en manos de personas tan desalmadas?

Por supuesto que Rosaura había escuchado hablar sobre mulatos, una combinación entre un español y un negro, la cara de la pobre niña reflejaba perplejidad, ¿Cómo era posible que haya pasado eso entre su tío y una señora negra, o su tía y un señor negro? ¡Un escándalo total!

~Lo siento mucho primo. Bueno, ya debo irme... Espero verte pronto.

Hace una reverencia despidiéndose, y les planta un beso en la mejilla a su hermana y a su padre, apenada por la indiscreción y fascinada por la historia de su primo, sube corriendo las escaleras que conducen hacia su habitación a relatar todo lo ocurrido en su diario.

~Pues, ya es tarde, yo también debería ir a ver cómo está mi esposa y tratar de descansar, le diré a Nana que te prepare una habitación Raymond, que descansen.

María anonadada por lo que estaba sucediendo, simplemente decide preguntar algunas cosas y levantarse de aquel sillón que tanto la incomodaba por las enaguas del vestido.

~Primo, ¿deseas cenar en el comedor o en tu habitación?

~No se me es permitido cenar al mismo tiempo con toda la familia, soy una clase baja como para compartir la mesa en una hora tan sagrada, pero soy lo suficientemente adinerado como para no ser un esclavo. Prefiero comer en la habitación, y... Gracias por preguntar.

Ya María no cabía en sí de todo lo que este nuevo primo contaba, estaba sorprendida y con ganas de saber más, su historia, ¿Por qué decidió volver? ¿Ella tendría algo que ver? Justo en ese instante su primo la toma del brazo y al ella voltear tenía esa intensa mirada encima, las palabras costaban para salir y el solo logra decir:

~Lo siento si incomodo, no sé por qué nunca logro hacer fluir una conversación.

María justo cuando iba a responder llega la nana y le interrumpe en busca de aquel guapo muchacho para guiarlo hasta su provisional habitación, momento en el que guiña un ojo a María y repite de manera callada, "Huele a compromiso" y al María lograr descifrar esa frase de los labios de su nana, sólo le queda reír de las ocurrencia de esta.

Raymond lo nota, nota el cariño que hay de esa negra y esclava señora y María Sagrario, y por contadas veces, por fin, se siente como en casa, pero ¿Por qué el cambio de actitud con él y con esa señora? Comparaba, y sin llegar a una conclusión decide ir a dormir y si Dios quería y le daba la gran oportunidad, soñaría con Clara, aquella gitana que conoció en una plaza de toros durante un espectáculo ¿O preferiría soñar con la sonrisa y la cara de susto de su prima María Sagrario? No, imposible.