Décimo tercer Capítulo.
Mientras va despejando la mañana en Venezuela con aquel frío caraqueño que tanto vigoriza a todos, Raymond va, camino a España por el mar atlántico mientras el calor sofocante y el vaivén del barco con respecto al choque de las olas van mareando y moviendo todo lo que allí habitaban.
La imposibilidad de enviar correspondencia, era motivo de frustración constante por varias razones, principalmente la falta de noticias sobre su tía-madre Lucia, su padre, su gran amor... Esas noches mágicas, iluminadas por la luna y las estrellas en donde sol risas, besos y poesías inundaban el espacio, esa mirada, esos secretos que reflejan los ojos de María Sagrario se vuelven sagrados con cada suspiro y añoranza...
A medida que iba pasando el rato, en la mente de Raymond iban nadando miles de pensamientos relacionados a miles de cosas, como por ejemplo la acogida que le tenían los blancos criollos hacia él, era un cariño que ni en España había logrado a pesar de haber crecido allí, las historias que contaban los campesinos como "La Sayona", "El Silbón", entre otras leyendas que relataban siempre que podían, las comidas, todo; lo trataban con un igual aunque habían excepciones pero aun así eran pocas las personas que lo trataban con diferencia, el cariño y la amabilidad que los caracteriza que se lleva más allá de las apariencias es algo genuino, la hospitalidad y la sinceridad de los sentimientos de cada uno eran de estimar; y así Raymond pensó que esa Provincia era su hogar, allí pertenecía y aunque la ignoró la mayoría del tiempo ahora se siente orgulloso de pertenecer a esa gran familia criolla. Me casaré. Se repetía una y otra vez sin dudarlo ni una vez. Pase lo que pase María Sagrario será Alcatraz de Montesinos, no me permitiré conocer a alguien más, es algo imposible dedicarle mis sonrisas a cualquier damisela si tengo a la reina de mis angustias esperándome febrilmente.
Y así nacieron ilusiones, imágenes de una lucha que debía ganar... Allí nació esta prosa:
"Si los luceros cambiaran por tan hermosos ojos, la mirada quedaría desecha, por ese fulgor tan sin igual que las estrellas no han podido igualar.
¿Qué es aquello que mis ojos ven? ¿Es acaso oriente y tan hermosa dama el sol?
Quien hace un amanecer tan sin igual que ningún astro ha podido imitar.
Con quien me quedaría sin necesidad de pestañear observando día y noche sin saber cuál"
Para la dueña de mi corazón.
Posdata: Titúlalo como quieras, después de todo, es tuyo.
Siempre tuyo, Raymond.
Raymond al terminar, casi de inmediato sale en busca de algún sirviente, exasperado y con ganas de gritarle al mundo que amaba ¡Amaba con el alma! casi al borde de la locura y sin experiencia en el amor, aun así sabía que ella había nacido para volverlo dichoso a él y eso haría, ser dichoso de alguna manera pero con ella.
~ ¡Señor, señor! Necesito decirle a la mujer que amo qué la amo.
~ ¡Ea! hombre ¿Y dónde se encuentra la afortunada? -Dice unos de los encargados del barco.-
~En la provincia Venezolana ¿Cómo hago para enviarle esta carta?
~Bueno chico, en más o menos tres días debemos estar en Boriquén, desde allí le puede enviar la carta, aunque le anticipo que él envió es muy costoso.
~ ¿Boriquén? ¿Dónde es eso?
~Puerto Rico señor, es costumbre llamarle de esa manera aquí, en el navío, desde un incidente hace algunos años atrás. Si necesita algo no tarde en llamarme. Soy Jesús Augusto Navarro, para servirle.
~Gracias señor ¡Qué Dios le bendiga!
~ ¡Amen, amén! Con su permiso, debo retirarme.
~Vaya con Dios amigo mío...
Y así comenzaron los extenuantes tres días de Raymond que poco a poco se fueron convirtiendo en un calvario, uno lleno de mujeres, coñac, hombres importantes de la época y horas que cada vez se iban volviendo más largas y mortíferas para un corazón que ansiaba el regreso a su hogar.
Mientras tanto, en la casa Alcatraz Montesinos regresan los días agitados, con una alegría relativa pero que colmaba el cuerpo de vitamina D y purificaba el alma.
Al cabo de terminar el desayuno ya se habían dado órdenes de organizar las maletas de María Sagrario para su viaje próximo a Margarita, con la compañía de Roxana una de las chicas de la servidumbre y un lacayo que las acompañase; María Sagrario escribe una rápida carta a su tía Pilar para avisar su pronta visita y rápidamente manda a alistar el carruaje para ir a la Capital, enviar la carta y hacer algunas compras.
Un rato después ya había entregado la carta al servicio de correspondencia y saldado la cuenta del envió; mientras camina por el bulevar se fija que hay una pequeña aglomeración entre las aceras y decide acercarse a ver qué sucedía. Eran los realistas haciendo campaña, llamando la atención y haciendo "recapacitar" a las personas como ellos le llamaban, daban promesas de igualdad en nombre del Rey, las peores personas para dar un ejemplo de igualdad.
~No sabía que damas tan lindas como usted pudiera interesarle temas tan poco sutil como lo es la política.
Tales palabras sacaron de sus pensamientos a María Sagrario y bajando la mirada observa en la muñeca de quien le habla el reloj de oro de su padre, un obsequio de bodas de parte de su abuela Rosalind al esposo de su hijita y molesta levanta el rostro y coloca una postura erguida y rígida.
~Belleza no significa falta de interés cultural ¿Y usted es...?
~ ¡Oh discúlpeme! ¿Dónde he dejado mis modales? Mi nombre es Jorge Luis Arevalo I, a su servicio. Usted debe ser la hija de algún Conde ¡O hasta del mismísimo Rey!
~ ¿Qué le hace pensar eso?
~Una mujer con tales dotes son dignas de excelencia proveniente de la realeza, dudo que un campesino pueda lograr obtener la perfección en una persona con sus facciones toscas y su piel manchada por el sol ¿Podré tener el placer de conocer el nombre de esta damisela a quien deseo cortejar hasta el fin de mis días?
~Soy María Sagrario Alcatraz, tengo una pregunta ¿Cómo pueden los realistas hablar de igualdad mientras usted humilla a los campesinos por su piel manchada, su falta de facciones finas y de cultura? ¿Acaso no sabe usted que gracias a ellos es que come? Con permiso.
~Lo siento milady, no quería ofenderle, debo practicar más mi improvisación para ser de agrado, aquí las personas son un poco... delicadas. -Dice Jorge Luis tomándola del bazo.-
~Delicadas no señor, valoramos las cosas que nos hacen bien, eso es algo muy diferente ¿Podría dejarme ir?
Jorge Luis de inmediato la suelta y le deja ir, pero le grita:
~ ¿Podré verla pronto?
~Espero que no. -Dice María Sagrario con una sonrisa y una mirada pícara.-
Después de una tarde movida, María Sagrario vuelve al carruaje llena de víveres y otras cosas necesarias. Cuando comienza el viaje de vuelta a su casa comienza su mente a maquinar algunas cosas como lo que haría en Margarita, los regalos que debe entregar, los trajes que usaría... Pero en ese momento llega a su mente la imagen del reloj de su padre en el brazo de aquel muchacho que sin conocerlo ya le repudiaba ¿Cómo habrá conseguido ese reloj? Parece de alta alcurnia así que sería casi imposible de que él lo halla robado... ¡Debo volver a verle! dice María Sagrario, la oportunidad de hacer pagar a todos los que le hicieron daño a ella y a su familia deben pagar y ese era el momento indicado, ya buscaría la manera de sacarle información y de hacerlo sufrir, pero él y sus secuaces las pagarían caras de alguna forma y ella se encargaría de cobrarlo todo...
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