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Décimo sexto Capítulo

Después de una larga y exhaustiva noche con la pequeña y enferma María Romina puesto a que la pobre niñata no pego sus ojitos en casi toda la noche, haciendo que prácticamente así la pasara María Sagrario, en vela por su ahijada.

Ya al amanecer, Ellup se retira con María Romina, Kostia y otros van preparando las cosas en la pequeña habitación de Coco; los encargados de la cocina preparan uno de los mejores desayunos nunca antes hecho, así como mandó Doña Coromoto, Don José en su despacho, José Isidro ayudando a regar las plantas, Eugenia duerme, Rosaura estudia y María Sagrario busca la manera de hacer correr el tiempo más rápido, ya el estar tanto tiempo con Jorge Luis le asfixia y después de la noche anterior se encontraba un poco taciturna.

Durante la madrugada mientras el insomnio habitaba en ella, aprovechó de leer la correspondencia recibida ese mismo día. Esa carta de Puerto Rico le llenaba de intriga, aunque disimulado, nunca se esperó quien se la había enviado ese; era Raymond. Tanto tiempo sin saber de él ya le producía un cólera insoportable, creía que ya él no le amaba, que esos besos fueron fugaces así como el tiempo que pasaron juntos, creía que se había enamorado de alguien más, que no le extrañaba... María Sagrario sin duda alguna se sintió enferma, sucia. Había reído con otro porque no lo negaba, había estado con otro y sólo habían pasado algunos días en que Raymond se había ido. Se sentía impura, estaba abrumada, porque mientras él le confesaba su amor ella no podía escribirle porque no sabía su paradero, sabía que la carta había sido enviada desde Puerto Rico, pero, ¿Cómo saber si seguía allí? María lloró, lloró por no saber qué hacer ante la distancia, lloró por no saber cómo apoyar a su amado, lloró por la impotencia de el no poder ir y darle un beso a Raymond. La otra carta, no menos importante no era más que una aprobación y saludos de la tía Pilar, la carta que la distanciaba de los problemas hogareños y que sería su salvación, y así se pasaron las horas, así pasó la noche María Sagrario, a la espera dubitativa y taciturna.

Entre pensamientos tontos y oficios se pasó el tiempo, llegando la hora del desayuno y la despedida de Jorge Luis, qué con un frío "adiós" y un "no se te olvide lo que platicamos anoche" se acabó todo, aunque apenas comenzaba, ahora había que seguir esperando que lleguen aquellos desgraciados ladrones a la casona.

Mientras tanto, entre el coser y tejer de las damas de la casa, el francés de Rosaura y la práctica de lucha con espadas, Ellup anuncia a alguien diferente en la sala.

~ Con su permiso, Madame, señoritas, señorito. Tengo el placer de anunciarles la llegada de Don Francisco Reverón.

La cara turbada en todos los presentes era casi tan severa que con solo mirar esos ojos llorosos y sorprendidos de Eugenia cualquiera se endulzaría.

Eugenia al escuchar ese nombre, el nombre de su esposo, se queda perpleja observando detenidamente la puerta mientras su corazón latía incesantemente, esperando el momento en que el entrase, ese instante parecía nunca llegar, es como que si su subconsciente le hubiera jugado una mala pasada, ese anhelo de volver a verlo se había hecho realidad sólo en su mente; todo parecía llegar en cámara lenta, todo parecía tan distante y tan cerca que la respiración se cortaba con la luz que atravesaba los ventanales, el silencio hacía que los pensamientos se escuchasen, pero sólo uno pudo sacar de su mente divagante llena de dudas tormentosas y posibles falsas esperanzas, ese era: su bebé. Casi por arte de magia aquel pequeño y delicado bebé comenzó a moverse, como si supiera que ese era su papá, que así se llamaba y que vendría a buscarlo y darle su bendición, como si lo esperase desde hace mucho tiempo.

~Hola, familia. -Dice apenado Francisco tapándose la cara y tratando de ocultar su cojera.-

~ ¡Hijo mío! ¿Qué bendición te trae de vuelta a esos lares? -Pregunta conmocionada Doña Coromoto.-

~Madre, esperaba verte tanto y hablar contigo, he vuelto por mi hijo, y por mi esposa. -Responde Francisco, viendo a los ojos a Eugenia tratando de conseguir aquella cálida y esperanzadora mirada que ella siempre le tenía.-

¿Qué te pasó en la rodilla? -Pregunta fría, orgullosa y dolorida Eugenia, pues habían dañado a su esposo, a su amado y traicionero esposo. No le dolía tanto el verle dañado, sino no haber podido hacer nada para retenerlo y prevenir sus padecimientos, no era mentira que ella lo amaba, pero, ¿Por qué el a ella no? No era una mala mujer, hacía todo lo posible por comprenderlo, ayudarlo, tratar de siempre dar lo mejor de sí y con resultados tan contraproducentes que insultan el alma.

Francisco en cambio, se vuelve hacia Eugenia y casi de inmediato todos se retiran de la habitación, sabían que ahí sobraban, que los sentidos estaban a flor de piel y que hasta el más mínimo movimiento incomodaban a cualquiera, el aire tenso, hasta los estómagos que recién comenzaban su proceso de digestión se paraban para no alterar nada con respecto a la expectativa de tal escena.

Mientras una batalla conyugal se daba iniciada en la sala, todos nerviosos tras la puerta esperando cualquier sonido negativo en la que salir a defender y proteger, entre los gritos pasados de tonos, entre golpes y maldiciones, entre "¿Por qué?" y risas cínicas se escucha el primer golpe. Doña Coromoto casi de desploma al instante, pero retoma la compostura al Ellup anunciar la llegada de unos criados quienes fueron enviados por el señor Jorge Luis.

María Sagrario, feliz con la llegada de aquellos dos criados, decide reunirse primero con sus padres en el despacho de Don José.

~Mamá, papá. Los he reunido aquí para colocar los puntos sobre las íes, necesito su total apoyo su consentimiento a partir de ahora. Recibí una carta de la tía Pilar y dentro de unos días partiré para la Isla, ya todo eso está planificado y mañana comenzaré a organizarlo todo, segundo, hoy contrataré a dos criados, serán para un entero servicio para conmigo, nadie se interpondrá en las decisiones que tome y en las acciones que haga con respecto a ellos. ¿Entendido?

~Mija, ¿pero es que deseas matarlos? ¿Para qué los vas a contratar si los vas a maltratar? -Pregunta preocupado y extrañado Don José.-

~No se preocupe padre, sé lo que hago. Sólo necesito su afirmación y que me preste un momento su despacho.

~Bueno hija, está bien, como tú digas, yo no tengo ningún problema ¿Y tú, mi señora?

~A mí me da igual, con tal no salgamos en el periódico por maltratadores por la culpa de esta insolente niña, todo está bien. ¿Ya me puedo retirar? Estoy preocupada por mi otra hija.

~Si, ya se pueden ir. ¡Porfa papá! pídele a Kostia que los haga pasar al despacho.

~Como tú digas princesa. -Responde Don José mientras se aleja.- ¡Kostia!...

Luego de que Kostia los anuncia en el despacho, María Sagrario los hace pasar y les pide educadamente que tomen asiento.

~ ¿Conocen esta habitación? -Pregunta sonriente, pícara y cínica María Sagrario.-

~No señorita. -Responde tímido y vacilante uno de los criados.-

~ ¡Oh por Dios! ¿Dónde he dejado mis modales? Bienvenidos a la Casona Alcatraz, aunque creo que no es la primera vez que entran. Mi nombre es María Sagrario Alcatraz, segunda hija de Don Alcatraz y Doña Coromoto de Alcatraz. Ustedes estarán a mi entera disposición así como yo estaré pendiente de ustedes al igual que todos los habitantes de esta casona. Las reglas de este juego son sencillas, si ustedes se portan bien yo me portaré bien con ustedes. Ahora les haré unas preguntas que los dos deben responder. ¿Entendido?

~ ¡Sí señorita!

~ ¡Perfecto! Comencemos. Primero que nada, ¿No se les hace extraño que entre todos los empleados que debe tener Don Jorge Luis, ustedes hayan sido elegidos para venir a servirme? Antes de responder deben decirme sus nombres, origen, familia, lo que sea.

-Primero responde el chico más joven de piel tostada y facciones y vocabulario tosco, ropa vieja y con un toque de humildad frente a su mirada prepotente.- ~Mi nombre es André Briand, mi familia por parte de mi mamá eran piratas, llegué aquí cuando llegaron por estos lares, según me cuenta mi ama' llegó aquí huyendo de una gente y terminó casándose con alguien peor. No se me hace extraño venir a trabajar aquí, siempre fuimos buenos trabajadores y el Don está enamorao' de usted.

~Yo me llamo Caballote Queralez -Dice el más interesante de los criados, con un toque de incertidumbre en prácticamente todas sus facciones desde que entró en la casona, el que menos habla pero su mirada pesada eriza la piel de cualquiera, algo que lo hace más detestable.- no conozco mucho sobre mi historia, pero creo que siempre he sido de aquí, a mí no me extraña venir a trabajar pa' ca, ya estoy medio viejo y amedrentao', no sirvo para nada más que estorbar.

~ ¿Acaso son realistas?

~ ¿A qué se debe su interés por nuestra política? -Pregunta el viejo Caballote, molesto y extrañado, en su cara se traducía que algo no le encajaba.-

~Ustedes sólo respondan mis preguntas, yo me encargaré de explicarles. -Dice soberbia y tenaz María Sagrario.-

~ ¡Si señora! -Responden los dos al unísono.-

~ ¡Perfecto! Ahora les explico. A ustedes no se les trajo acá por mera coincidencia, porque sean buenos trabajadores o porque estorben, sino porque han desarrollado malas mañas, como no quiero que a vosotros los degolléis les he traído acá. Ustedes me han robado, y yo les haré pagar eso, ¿Cómo lo harán? Por ahora no recibirán pagos, no saldrán de la casona a menos que yo se los pida o se los permita, y, como les dije antes, estarán a mi entera disposición. ¿Entendido? Mientras mejor se porten, más rápido se les acabará su castigo.

André y Caballote formaron una algarabía por todo lo dicho por su nueva jefa.

~ ¡Silencio! -Grita María Sagrario ya fuera de sus casillas.- También le pueden añadir unos azotes si me da la gana, me da igual si dicen que no robaron. ¿Acaso no le obsequiaste un reloj de oro a tu viejo amo? -Pregunta dirigiéndose a André, quien después de esa pregunta se retractó y bajó la mirada.- ¿Acaso no habías entrado antes para acá? -Dice refiriéndose a Caballote quien no tuvo cambio en su expresión fría y calculadora.- Tú, André, tu familia es pirata, la sangre fría y de malas costumbres corre por tus venas, usted, Caballote, ¿Cree que con cara severa me doblegará? No, pues le explico, su cara dice más de lo que su palabras expresan, y su cara en lo que entró y le dije que trabajaría para mí me dijo muchas más cosas de la que usted imagina ¿O es que cree que soy una imbécil qué con sus cuentos de viejo enfermo no tiene malicia en su mente? Me hacen el favor y los dos callaos y retírense a la plantación, ustedes dormirán allí. Lo hablado aquí se queda aquí, no duden ni un segundo que sabré antes que ustedes si abren esa boca. ¿Sí señora?

~Si señora.

~ ¡Marchaos!

Primera fase: Lista.

Ya sólo falta organizar el viaje y todo irá como debe ir.

¿Qué pasará entre Francisco y Eugenia? -Se pregunta estresada, molesta y alterada la pobre María Sagrario.-

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